CAPITULO UNO

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LOS ÁRBOLES PASARON borrosos y Claire los observó sin mucha importancia. La niña sentía cada chispa eléctrica que emitía el auto y eso era una buena sensación. La mantuvo conectada y consciente de que tenía un don extraordinario e ignorar todo lo demás era así de fácil. Su padre, por otro lado, estaba concentrado sólo en el camino húmedo por la lluvia hacia Beacon Hills.

—¿Crees que nos quedaremos aquí más tiempo? —Claire le pregunta a Daniel.

—Tengo buenos sentimientos, niñita —sonríe sin mostrar los dientes, contagiando al más joven.

Niñita. Una abreviatura del apodo que se había ganado hace unos años. Niña eléctrica. Sólo su padre y su tío Alan sabían de sus poderes y le pusieron un apodo, desde entonces el nombre se quedó con ellos.

Claire suspiró y apoyó la cabeza en el respaldo del banco donde estaba sentada y se permitió revivir los dos últimos días de su vida. Estaban en Seattle cuando ocurrió el incidente. Esa mañana caminaba a casa desde la escuela, de buen humor. Cuando ese imbécil de Brandon Creese empezó a seguirla y a burlarse de ella sin motivo alguno. Claire simplemente lo ignoró al principio, pero cuando el chico arrogante la agarró violentamente del brazo, la ira se apoderó del castaño, que lo electrocutó con fuerza suficiente para herir, no matar.

Había mucha gente alrededor, y la mayoría vio a Brandon caer gritando de agonía en el suelo junto a Claire, quien finalmente se había dado cuenta del error que había cometido.

Al día siguiente, ella y su padre ya no estaban en la ciudad para responder preguntas. Se intercambiaron números de teléfonos móviles, se suspendieron los correos electrónicos y otros medios de comunicación directa entre los Tyton y Seattle mediante una llamada a la persona adecuada. Daniel había vuelto a salvar el pellejo de su hija, quien le estaría eternamente agradecida por ello.

Claire no estaba segura de cuánto tiempo había estado absorta en sus pensamientos, porque cuando abrió los ojos, el cartel de bienvenida de Beacon ya estaba allí, saludando a los nuevos residentes. Su nueva vida comenzaría a partir de ahí, y esta vez sus expectativas eran altas.

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CLAIRE SINTIÓ QUE el pulso eléctrico del vehículo había muerto, indicando que el auto finalmente se había detenido frente a la nueva casa de los Tyton. La niña bajó emocionada y corrió hacia la puerta de roble blanco de la sencilla pero elegante casa. En un barrio común, que ya era estándar en cada ciudad a la que se mudaban. Ninguna relevancia, ninguna sospecha.

Los muebles de la casa ya estaban allí, traídos por un movimiento silencioso ante las narices de cualquiera que no fuera digno de confianza. Hasta cierto punto, a Claire le gustaba moverse. Desde que su madre murió al dar a luz, las cosas han sido difíciles de afrontar. Los poderes eléctricos de la niña fueron heredados de su madre, donde no pudo soportar dar a luz, dejando a Claire y Daniel en el mundo de los vivos.

Subió corriendo las escaleras barnizadas para ver su nueva habitación, que no era muy distinta a la anterior. Paredes blancas sencillas, algunas cajas aquí y allá. Una cama doble en medio de la habitación, su armario y un escritorio. Además del baño al lado de la habitación.

Padre e hija pasaron así todo el primer día, arreglando todo para que les fuera más fácil instalarse. Finalmente, cayó la noche en Beacon Hills.

Después de una larga ducha, Claire salió a su balcón para observar el barrio. Había una hermosa casa en tonos blancos y azules, con una sola luz encendida en toda la residencia. Podía sentir el cableado, pero como estaba muy lejos, era más como energía de batería. De repente, la morena ve a un niño trepando al techo de la casa, y el residente sale con un bate de béisbol en la mano listo para defenderse del invasor.

Antes de ofrecer ayuda, el intruso pierde el equilibrio y cae del techo, quedando atrapado por sus pies y haciendo gritar al niño. Claire los vio hablando y asumió que eran amigos, por lo que continuó observando en silencio desde las sombras.

Los dos salieron y se subieron a un viejo jeep azul estacionado en la calle, y el instinto de la niña le gritó que los siguiera. Al fin y al cabo, su curiosidad por saber por qué su vecina, con un amigo extraño, se fue de casa en mitad de la noche sin decírselo a nadie, era más fuerte que ella. Así que dejó una nota en el frigorífico para su padre y corrió hacia el coche, dispuesta a seguirlos subrepticiamente.

Yendo a media velocidad detrás de ellos, finalmente llegaron a su destino. "Reserva Beacon Hills" era lo que decía el letrero que los chicos estacionaron cerca. Claire se sorprendió de que no la hubieran notado en mucho tiempo, así que decidió simplemente salir del auto y seguir sus instintos, que nunca la decepcionaron.

Metió las manos en el bolsillo de la sudadera con capucha a causa del frío y se quedó a unos metros de los chicos, en silencio. Hasta que escucha un fragmento de la conversación más adelante.

—Sólo por curiosidad... ¿qué mitad del cuerpo estamos buscando? —pregunta uno de ellos.

—Eh, no había pensado en eso —responde el otro.

—¿Y si el tipo que mató a la niña todavía está aquí? —otra pregunta, y fue suficiente para que Claire acelerara el paso hacia los chicos, dispuesta a interceder.

—Yo tampoco había pensado en eso —antes de continuar, el castaño toca a uno de ellos en el hombro, y este grita desesperado pensando lo peor.

—¡Cálmate! No soy una amenaza —dice rápidamente, encontrando algo de humor en su reacción.

—¿Quién eres tú? —pregunta la del pelo más largo, tartamudeando.

—Soy Claire Tyton, tu nueva vecina —dice con una hermosa sonrisa tranquilizando a los chicos.

—Espera un momento... ¿nos estabas siguiendo? —pregunta el otro en tono acusatorio.

—Sí lo siento. Tenía curiosidad de ver por qué un extraño trepaba a los tejados de otras personas y luego los dos salían en mitad de la noche a vivir una aventura ilegal —sonríe, con un toque de ironía en su voz.

El chico blanco con el pelo casi completamente afeitado sonríe, encontrando el comportamiento de Claire similar al suyo, quien probablemente haría lo mismo si las situaciones fueran al revés.

—Soy Sitiles Stilinski, este es Scott McCall —los presenta de manera amistosa, caminando ahora nuevamente con Claire.

—¿Y qué es lo que buscas? Escuché algo sobre medio cuerpo. ¿Eso es verdad? —pregunta a los dos, quienes se miran buscando cualquier rastro de miedo en la voz de la chica, encontrando sólo una curiosidad absurda.

—Escuché una llamada de mi padre, el sheriff. Aquí se encontró la mitad del cuerpo de una mujer y queremos encontrar la otra mitad —responde Stiles, más emocionado por la presencia de Claire y su interés en cosas así, donde ella asiente.

Suben una pequeña colina y Scott no se ve muy bien a los ojos del castaño.

—Sabes, creo que la víctima de asma debería sostener la linterna, ¿verdad? —sugiere el niño con voz entrecortada, tomando una bomba para el asma y usándola.

De repente Stiles se arroja al suelo, y en consecuencia Scott y Claire también lo hacen. Más adelante, los agentes de policía buscan el cadáver o al asesino, con linternas y perros rastreadores. Sin perder tiempo, Stiles les dice que corran y así lo hacen, tratando de seguir el ritmo del hijo del sheriff, a quien un oficial de policía se acerca antes de lograr escapar.

Scott y Claire se esconden detrás de un árbol lo suficientemente grueso como para estar uno al lado del otro y tampoco ser atrapados. El hombre de la placa ilumina la zona en busca de alguien más con su hijo, pero por suerte no encuentra nada.

Stiles se va con su padre, dejando atrás a los otros dos, lamentablemente.

—Ven conmigo, vámonos de aquí —susurra la niña y Scott rápidamente responde, caminando hacia el bosque oscuro.

—Entonces... mi nueva vecina, ¿verdad? ¿Vas a estudiar en Beacon Hills High School? —pregunta McCall, intentando iniciar una conversación decente con el sexo opuesto.

—Sí, a partir de mañana —ella sonríe, y cuando el más alto estaba a punto de responder, un ruido extraño persigue a ambos, quienes se ponen alerta de inmediato.

Aceleraron el paso, pero varios ciervos salieron del campo delante de ellos y se tiraron al suelo aterrorizados. Cuando todo pareció calmarse, Claire se levantó rápidamente y luego ayudó a Scott.

—¿Estás bien? —pregunta preocupado.

—Sí estoy bien. ¿Y tu?

—A mí también, pero se me cayó el inhalador aquí —dice Scott, encendiendo su celular para buscar el objeto con la luz que emite el dispositivo, cuando se encuentra con la mitad del cuerpo que estaban buscando antes. Gritaron y, mientras corrían de nuevo, tropezaron unos con otros y rodaron colina abajo, regresando al suelo nuevamente.

Mientras se levantan para salir del bosque, escuchan un rugido constante y aterrador desde atrás, y cuando se dan la vuelta, un lobo gigantesco salta hacia Scott, mordiéndolo en el abdomen. Claire al no tener otra opción lanza sus rayos a la máxima carga que puede con tanto miedo y adrenalina en su cuerpo, ahuyentando a la criatura, dándoles una apertura para correr hacia el camino, casi siendo atropellada por alguien en el camino.

El auto Electricon estaba allí y no perdieron el tiempo en subirse y acelerar hacia su vecindario.

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Próxima actualización: 10/08/2024

©TERE O'BRIEN 28.07.2024