𝕮𝖆𝖕 5 ❱ 𝖘𝖊𝖒𝖆𝖓𝖆 𝖉𝖊 𝖒𝖎𝖊𝖗𝖉𝖆 🌷༉
Tsubasa recuerda cuando transmitían los partidos del Mundial de Rusia, entre junio y julio. Le hacía mucha ilusión ver qué tan lejos llegaría Japón, su país, en ese torneo. Les tocó en el grupo H, junto a Polonia, Senegal y Colombia. Clasificaron como segundos, detrás de Colombia, anotando cuatro goles en la fase de grupos, vencieron a Colombia, empataron con Senegal y perdieron ante Polonia, y en los octavos de final enfrentaron a Bélgica, quien clasificó primero en su grupo. Cuando Japón anotó el segundo gol, llevando la ventaja de dos goles por cero a cincuenta y dos minutos del partido, Tsubasa se ilusionó: si ganaban el partido iba a significar la primera vez en toda su historia en pasar a cuartos de final.
─¡GOOOOOOL! ¡TAKASHI INUI ANOTA EL SEGUNDO TANTO PARA JAPÓN!─ narraba el comentarista.
Natsuko se había quedado dormida en el sofá, pero despertó asustada al escuchar el grito de su hijo:
─¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!
─¡AH!─ al darse cuenta de que era su hijo, se tranquilizó─. Ufff, qué susto...
─¿Huh? ¿Cuándo te dormiste, mamá?─ le preguntó su hijo.
Natsuko no pudo evitar reírse.
─Ay, hijo, tú de verdad eres incorregible
Lastimosamente, los japoneses terminaron perdiendo el partido por tres a dos. Los belgas les remontaron el partido en un lapso de veinticinco minutos, dejándolos fuera del mundial en ronda de octavos.
─Ah, qué mala suerte─ dijo Tsubasa, un poco desanimado.
─Bueno, hijo, la próxima harán un mejor mundial.
─Eso espero.
─Ya, apoyemos a algún otro país que siga en pie.
─Argentina ya perdió contra Francia, es una gran pena. Yo quería que Messi ganara la copa si no éramos nosotros.
─Yo igual, pero bueno, el próximo podría ser su última oportunidad debido a la edad, aunque el talento lo va a tener siempre.
─¿Cuándo es el próximo mundial, mamá?
─En 2022, en Qatar, un país de Medio Oriente. Va a ser un mundial distinto, ya que al hacer mucho calor en junio y julio, se va a realizar entre noviembre y diciembre, donde las temperaturas son un poco más benignas.
─Ay, ¿en invierno? Hay más probabilidades de que tengamos clases durante los partidos.
─Y bueno, hijo, así es la vida. No vas a dejar de ir a la escuela por ver fútbol.
─¿Por qué? Odio la escuela.
─Escucha, hijo, hazle caso a tu madre y las cosas van a mejorar. Japón va a realizar un mejor mundial la próxima vez, Messi va a levantar la copa, y definitivamente tú vas a tener un gran año esta vez. Te va a ir muy bien en las clases y vas a hacer al menos un amigo─ le acarició la cabeza a su hijo.
─¿Lo prometes?─ le brillaron los ojos.
─Lo prometo, hijo. También serás el mejor jugador del mundo, vas a estar a la altura de Messi, ya tienes ese boleto, con más práctica y dedicación llegarás a la cima del mundo, y harás que Japón gane un mundial por primera vez en su historia. Yo confío en ti.
Recordar esas palabras hace que Tsubasa se sienta un poco más motivado, pero cuando comete un error, se vuelve a desmoronar como si fuese una montañita de arena cuando es arrasada por el agua. Quiere hacer feliz a su mamá y papá, pero muchas veces tiene esa inseguridad y miedo de defraudarlos a ellos y a sus abuelos, las únicas personas que lo motivan de alguna manera a vivir.
Ahora está muy frustrado porque reprobó la prueba de Matemáticas. Hizo todo mal, todo lo contrario a lo que "aprendió" con su maestro particular. Su maestro de clase lo mira con total seriedad.
─¿Me quieres explicar qué es esto, Tsubasa?
─Y-yo... realmente no pude concentrarme bien...
─¿Por qué?
─¿Eh?
─¿Por qué no pudiste concentrarte bien durante la prueba?
─E-es que... t-tuve un problema en casa, mis padres están hablando de separarse, y papá planea irse a vivir a Hono-no-sé-qué...
─¿Honolulu, Hawaii?
─Sí.
Esa excusa fue todo menos creíble para su maestro.
─Tsubasa, es más que evidente que tienes un serio problema de concentración, ni aquí ni en tus clases particulares puedes hacer algo bien...
─¡Pero los ejercicios que hice en casa los hice bien!
─¡Se nota! ¡Se nota que eres un niño tonto que no piensa en otra cosa más que patear un balón!
Tsubasa queda hecho una gelatina con la voz potente de su maestro. Quiere tomar sus cosas e irse corriendo de esa prisión estatal que es la escuela.
─Si no vas a hacer las cosas bien en mi clase, puedes simplemente no venir nunca más, ponte un carro de panchos para ganarte la vida como todos los bobos que no quieren estudiar.
─...
─Puedes retirarte.
Tsubasa se levanta lentamente, y se va caminando a paso lento, mirando hacia abajo. Otra vez fracasó. "¡Estás bien tonto!", "¡No sirves para nada!", "¡Eres un bobo que no vale la pena!", "¿Por qué sigues fracasando?".
─¡¿Qué?! ¡¿Tsubasa volvió a reprobar en Matemáticas?!
─Sí, supuestamente había mejorado con sus clases particulares, pero fue toda una mentira. Sus pobres padres pagan esas clases particulares en vano porque su hijo no es capaz ni hacer una multiplicación como todos los demás─ dos de sus compañeras estaban hablando de él, al lado de las escaleras que subían al segundo piso.
─Dios, te juro que ese niño me estresa siempre que lo veo, hablando con su balón como si fuese una persona real, y diciendo que quiere ser el mejor jugador de fútbol. Y puede que tenga la habilidad, en Educación Física, por lo menos, es el mejor de la clase, pero si no tiene otros estudios, no va a lograr nada en la vida. Si no logra ser un jugador profesional, no va a ser nadie más en la vida, ni siquiera debe tener la cabeza para vender artesanías en la feria.
─Cierto, pero mira que hay que ser bobo para no poder saber ni siquiera multiplicar nueve por ocho.
─¡¿Cómo alguien puede ser tan imbécil para no poder hacer algo tan fácil?!
─¡Es obvio! ¡Porque él no es normal...!
Tsubasa pone un pie en el primer piso luego de bajar las escaleras, y se detiene al oír esas palabras. Esas dos niñas se dan vuelta, con la cara azul al haber sido descubiertas. Tsubasa está dándoles la espalda. Ambas se miran entre sí con terror.
Tsubasa se aleja de ahí, caminando muy lentamente. Ya está acostumbrado a escuchar cosas así, pero aun así no deja de dolerle.
─...
─P-puedo explicarlo...
─Muchacho, eres una vergüenza─ le dice su maestro particular al ver la hoja de la prueba de Tsubasa con tantos errores.
─¿Q-qué?
─¡No me vengas con "¿Q-qué?"! ¡A lo que me refiero es que no sirves para nada! ¡Está mal que un docente lo diga, porque nuestro objetivo es educar a los niños para que trasciendan en la sociedad, pero llega un punto en el que tenemos que ser duros para que estudiantes indisciplinados como tú se den cuenta de que no están haciendo nada! ¡Tienes que estudiar, sino, decepcionarás a tu familia y a ti mismo! También decepcionarás a tus amigos... Ah, es cierto que nadie quiere estar contigo, es una pena...
Tsubasa toma el coraje necesario para responderle al maestro en la cara:
─Tú... ¡NO ME ESTÁS EDUCANDO, ME ESTÁS HUNDIENDO EN DEPRESIÓN COMO LO HACEN LOS DEMÁS! ¡¿NO TE DAS CUENTA DE QUE ES POR ESO QUE NO ME PUEDO CONCENTRAR EN OTRA COSA QUE NO SEA FÚTBOL?! ¡Tú... viejo puto!
El maestro queda con los ojos duros y una mirada que denota asombro.
─...
Tsubasa no puede creer lo que acaba de hacer. Por primera vez en su vida logró, como dice el dicho "frenarle el carro" a alguien.
─¡Tú... pequeño bastardo!─ lo agarra del cuello de su camiseta... y le propina una bofetada en su mejilla izquierda...
La habitación queda en completo silencio. Lo único que se oyó fue la bofetada y las respiraciones de ambos.
─¡No te atrevas a levantarme la voz de nuevo, mocoso malenseñado!
El azabache queda con la cabeza girada por la fuerte bofetada, mientras el profesor guarda sus cosas en su bolso y se retira de la habitación, dejando a un pobre Tsubasa sin palabras ante tal acto violento.
A los pocos minutos entran sus padres preocupados al ver al maestro marchándose antes de tiempo.
─Tsubasa, ¿qué pa...?─ lo ven con la mejilla izquierda roja─¡¿Tsubasa?!
─¡¿Qué fue lo que pasó entre tú y el maestro?! ¡Dinos, por favor!─ le ruega su padre.
El joven, al verlos, finalmente rompe en un llanto horrendo. Se da la vuelta y se arrodilla en el piso, al lado de su cama, y apoya la cabeza y brazos en el colchón para llorar del dolor.
─¡Tsubasa!─ sus padres se acercan a su hijo para consolarlo.
─¡No puede ser, lo han cacheteado!─ exclama Natsuko, horrorizada.
─¿Pero por qué...?
Sin dudas, esta fue una semana de mierda para Tsubasa. La prueba, la clase de hoy, más las mismas burlas de los compañeros y los regaños de su maestro. Es un ciclo que no tiene fin, y él ya está harto de vivir así.
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