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𝟬𝟱.


CAPITULO 05.
"PAÑUELO VIOLETA"


NARRADOR OMNISCIENTE.

El peor temor de Cassandra empezó: el entretenimiento para el sultán...

Todas las concubinas se dirigían hacia el lugar donde se daría dicho entretenimiento. Tardaron al rededor de cinco minutos en llegar al lugar, esos minutos fueron infinitos para Cassandra, los nervios la comían, sus piernas temblaban. Ella no quería hacer esto, ella odiaba al Sultán, lo odiaba por haberla alejado de su país, su familia, amigos pero debía hacerlo, lo tenía que hacer por la Madre Sultana, se lo había prometido y ella siempre cumplía con sus promesas. Cinco minutos más tarde, llegaron a tan esperado, y temido, lugar

Cada concubina se posicionó en su lugar hasta que llegara el sultán. No pasó mucho tiempo hasta que llegó un alto hombre que vestía ropas costosas acompañado de un hombre de casi la misma altura y al igual que el otro hombre con ropas caras, pero no igualaba la vestimenta del otro hombre. Todas se miraron entre si, el sultán era un joven muy apuesto, y eso ni Cassandra lo iba a negar pero el odio seguía implantado en ella, sería muy difícil superarlo. Segundos después, la música comenzó a sonar, todas las concubinas empezaron a moverse al mismo tiempo y ritmo, cualquiera que las viera seguramente quedaría hipnotizado pero el querido sultán no, ni tampoco su hombre de confianza, el Gran Visir Hamza.

En la mente de todas había pensamientos como;

« Debo mirar más al Sultán, así me notará »
« ¡Que hermoso es! ¡Debo llamar su atención! »

Y mas pensamientos así, aunque para Cassandra era indiferente si ella tenía o no el famoso pañuelo violeta, al final de cuentas, nunca podría salir de tal infierno a pesar de ya haberse acostumbrado a el.

Después de un largo rato, las concubinas por fin terminaron de bailar. Y el tan temido momento para Cassandra llegó, su baile individual.

La música empezó a tocar, su cuerpo y todo su ser empezó a moverse por ella, el ritmo de la música la llevaba, era hipnotizante verla bailar, para cualquiera, incluído el Sultán. Su habilidad y destreza para el baile era asombrosa. Paso los siguientes 8 minutos bailando y bailando, al terminar, quedó exhausta. Lamentablemente para ella, si consiguió el pañuelo violeta. Le hizo una reverencia al sultán y se marchó con las otras concubinas.

Al llegar al harem, todas se pusieron a hablar sobre ella, que seguramente era un bruja y muchas cosas más. Después de un rato todas se durmieron y Cassandra por fin empezó a escribir en su diario.

"Querido Diario,

Hoy fue el peor día de mi vida, le guste al sultán en el entretenimiento y eso significa que pasaré la próxima noche con el. Ojalá pudiera decir que no pero no puedo y además, se lo prometí a la Madre Sultana y yo jamás rompo mis promesas. Espero que el sultán se olvide de mí pronto."

AL OTRO DÍA

El tiempo pasaba muy rápido para Cassandra, ella odiaba que fuera así pero, ¿que podía hacer?

Intento pasar su tiempo con Nassia e ignorar lo que debería pasar en la noche pero la Madre Sultana la mandó a llamar. Ella, con nervios, fue. ¿Porque con nervios si sabía que la Madre Sultana la apreciaba? Sinceramente, Cassandra no tenía la respuesta para esa pregunta.

Al llegar, paso lo de siempre, los guardias le abrieron la puerta, ella agradeció, hizo una reverencia y entró. La Madre Sultana no se veía enojada, se veía muy relajada.

—¡Oh Cassandra! Gracias, gracias por estar en el entretenimiento de mi Mehmed.

—No es nada Sultana, supongo que ya le informaron que recibí el pañuelo violeta.

—Claro que sí, y no sabes lo feliz que me hace esa noticia. Supongo que hice una buena elección con el baile y el vestido.

—Si, hizo una gran elección Sultana.

Estuvieron un largo tiempo hablando, y en ese tiempo, la Madre Sultana le regaló un vestido para usar esa noche. A Cassandra no le importaba, pero debía aceptar que el vestido era hermoso.

El tiempo paso más rápido de lo esperado y Cassandra comenzó a prepararse para pasar por el tan famoso "camino dorado".

Cassandra moría de nervios, deseaba que lo que fuera a pasar esa noche no pasará nunca más, aunque tal vez lo que pensó que iba a pasar no pasó...

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