𝟬𝟭.
CAPITULO 1
"EL HARÉN"
NARRA CASSANDRA
Llevábamos días en este palacio, el Imperio Otomano nos había secuestrado y ahora éramos concubinas de el Sultán Mehmet III.
Ya no tenía nada, lo único que me quedaba era mi diario. Pero en el tiempo que llevaba en este infierno había echo una amiga, Anastasia. Ella tiene un largo y hermoso pelo rubio, sus ojos son un color verde esmeralda precioso.
Estaba llevando sábanas para las demás concubinas como siempre. Hasta que me tropecé al entrar al harén. Estaba apunto de levantarme pero un mujer muy hermosa con un pelo rojo intenso como el fuego, me agarró del brazo y me ayudó a levantarme.
—Déjame ayudarte. —dijo la hermosa mujer.
—Muchas gracias señora —agradecí. En ese momento, me dí cuenta. La mujer usaba un vestido rojo y llevaba una gran corona sobre su cabeza. ¡Esa mujer era Alexandra LaRossa! ¡Era Hurrem Sultan!
—¡Muchas gracias sultana! —agradecí nuevamente haciendo una reverencia.
—De nada. —dijo la Sultana dándome una sonrisa.
Agarré las sábanas que se me habían caído, me reverencie de nuevo y me fui a dentro del harén.
Mientras seguía repartiendo las sábanas a cada una de las concubinas, vi como Sumbul junto con la Sultana Hurrem hablaban y de vez en cuando me miraban.
Eso me preocupo. ¿La Sultana Hurrem se habría ofendido porque no la reconocí? Empecé a entrar en pánico pero preferí calmarme e ignorarlo. Tal vez no era nada.
Después de un rato, ya había terminado y estaba hablando con mi amiga, Anastasia y otras chicas más del harén, sobre chismes. Nassia y las demás chicas eran lo único que me quedaba, sin contar mi diario.
—¡Oye, Cassandra! Ven aquí. —grito Sumbul.
Me levanté y me acerqué hacia el. ¿Qué quería el de mí?
—¿Qué pasa Sumbul? ¿Necesitas algo? —le pregunté sonriendo.
—Nuestra Madre Sultana quiere hablarte. Parece que quiere tenerte de criada.
—¡¿En serio?! ¡Ahora mismo voy! —dije emocionada. Además de que era un gran honor servirle a la famosa Alexandra LaRossa, tal vez si me hacía cercana a ella, podría irme de este infierno.
Sumbul me guío hacia los aposentos de la Sultana. Cuando entré me reverencie y mantuve la cabeza baja hasta que la Sultana levantó mi cabeza.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó la Sultana amablemente.
—Mi nombre es Cassandra, Sultana. —respondí de la misma manera.
—Dime Cassandra, ¿Te gustaría ser mi criada? —preguntó la Sultana amable.
—¡Claro que sí! Desde niña he escuchado historias sobre la gran Alexandra LaRossa, bueno, sobre usted. —respondí emocionada.
La Sultana solo se limitó a sonreír para después seguir hablándome.
—Si quieres ser mi criada, vas a tener que demostrar tu lealtad. Tú, desde ahora, vas a ser mis ojos y oídos en el harén.
—Cualquier cosa que escuche o sepa, se lo diré mi Sultana. Le juro que le voy a ser leal. —prometí segura de mi misma.
—Ya puedes retirarte Cassandra.
Me reverencie y me fui a el harén. Le iba a demostrar a la Sultana Hurrem lo leal que le era.
—¿Qué paso? ¿Por qué te llamó la Sultana? —preguntó Anastasia acercándose a mi.
La agarre y la llevé a un rincón del harén para que nadie escuchará.
—La Sultana Hurrem me hizo su criada, desde ahora soy sus ojos y oídos en el harén. —susurre para que nadie escuchará.
—¿En serio? Eso es increíble. Si me enteró de algo te lo diré. —dijo Anastasia emocionada.
—Si lo hicieras me serviría mucho. Gracias Nassia.
Ya se estaba haciendo de noche así que cuando todas estaban durmiendo, saque mi diario para escribir lo que me había pasado el día de hoy. Esto se había echo una costumbre desde que fui traída a este infierno.
❝Querido Diario,
El día de hoy fue normal, hice mis tareas, hablé con Nassia y las demás chicas. Pero cuando estaba llevando las sábanas hacia el harén para repartirlas, me caí, pero una hermosa mujer de pelo rojos intenso como el fuego me ayudó. Esa linda mujer termino siendo la Madre Sultana Hurrem. Ella me ofreció ser su criada, obviamente dije que sí ya que siempre la admire aunque no la conociera. Desde hoy, soy sus ojos y oídos del harén, no la puedo defraudar. Tal vez ella sea mi camino de vuelta a casa...❞
Después de terminar de escribir mi diario, lo escondí, como siempre hacía. Si alguien leía esto, podría llegar a malinterpretarlo.
Luego de eso, caí dormida en un profundo sueño, este día había sido muy largo.
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