04.
CAPITULO 04
"¿ENTRETENIMIENTO?"
NARRADOR OMNISCIENTE
Era un día normal para Cassandra, a la mañana junto con su amiga Nassia había ido a ayudar a la Madre Sultana y a su hija, la Sultana Mihrimah.
Al mediodía, unas horas antes de ir con la Madre Sultana Hurrem y la Sultana Mihrimah, Sumbul la llama.
Cassandra, deja de hacer lo que estaba haciendo en el harén y se dirige hacía dónde estaba Sumbul, ella no estaba asustada más bien estaba preocupada y curiosa por saber cuál sería la razón del porque la llamaba.
—¿Que necesitas Sumbul? —preguntó Cassandra.
—La Madre Sultana desea verte en este instante. —explicó Sumbul a la concubina.
Cassandra asintió con la cabeza, en su cabeza rondaban millones de preguntas que todavía no les encontraba respuesta.
« ¿Había cometido un error? »
« ¿Porque la Sultana querría verla?»
« ¿Le habrían dicho algo malo sobre ella y estaba enojada? »
Y había muchas más preguntas así, todas estas cosas le estaban llenando la cabeza, y cada vez la preocupaban más. Esa mínima tranquilidad que había en su ser había desaparecido, había sido reemplazada por miedo.
Ella fue caminando, se podía ver tranquila aunque ella no se sentía de esa manera.
Pasaron unos minutos hasta que llegó a dichos aposentos. Cuando le abrieron la puerta, Cassandra hizo una reverencia ante la Sultana Hurrem y también a la Sultana Mihrimah.
—¿Pidió verme, mi Sultana?
—Sí, así es, Cassandra. Quería pedirte algo.
Cassandra quedo confundida por tal respuesta, ¿Pedirle algo? ¿Pedirle que? Aunque ahora su gran preocupación había disminuido aunque sea un poco.
—Dígame mi Sultana, ¿Que desea pedirme? —dijo muy curiosa.
—Como tu bien sabes, mi hijo, el Sultán Mehmed III no tiene favoritas ni tampoco me ha dado nietos.
La concubina no entendía a qué quería llegar pero simplemente asintió, dándole a entender que lo sabía. En su cara sola había confusión, cualquiera podría notar que no estaba entendiendo a qué quería llegar la Sultana.
—Lo pude soportar por bastante tiempo pero ya han pasado tres años desde que ascendió al trono, el necesita herederos. —la Sultana suspiró profundamente y se quedó en silencio, Cassandra también, estaba pensado en todo los que le había dicho instantes atrás.
—Disculpe Sultana, pero... ¿Esto que tiene que ver conmigo? —preguntó la concubina dudosa.
La Sultana Hurrem empezó a acercarse a ella y firmemente le dijo.
—Por estás razones decidí hacerle un entretenimiento, y deseo que tú estés ahí con las demás concubinas que he seleccionado. —La Sultana paró de hablar un momento pero luego de segundos en un silencio incómodo, comenzo a hablar nuevamente. —Cassandra, tu eres de las criadas más leales que tengo y ademas eres muy inteligente y podrías llegar muy lejos. También debo agregar que no deseo ver a nadie más que tú junto a mi hijo, serías perfecta para el.
Esas palabras pararon el corazón de Cassandra.
Cassandra suspiró profundamente, no quería hacerlo pero la había prometido a la Sultana serle leal y si esto significaba tener que hacer eso, lo haría. Además, no sabría si podría llegar a salir de este lugar. Y la chica debía aceptar que se había estado encariñando con el palacio de Topkapi.
—Esta bien Sultana, lo haré.
Cuando Cassandra vio a la Madre Sultana notó que una gran sonrisa se extendía por toda su cara.
—El entretenimiento será hoy por la noche.
—Muchas gracias, Sultana. —la joven hizo una reverencia pensando que podía irse pero la Sultana la frenó.
—Espera Cassandra, deseo darte algo.
Cassandra alzó una ceja y la miro algo extrañada.
Algunas criadas de la Sultana, que estaban con ellas en los aposentos, se acercaron y le mostraron a Cassandra un precioso vestido
Cassandra estaba sorprendida por el regalo de la Sultana pero agradeció y lo acepto.
Hurrem le hizo una seña para que se fuera, quedando solamente madre e hija dentro de la habitación.
Cassandra se fue, tal y como lo ordenó la Sultana y minutos después llegó al harén. Al llegar, Sumbul la arrastró rápidamente al lugar donde estaban las demás chicas seleccionadas. Ninguna de las personas a su al rededor eran sus amigas, no es como si tuviera muchas pero de las pocas que tenía, ninguna se encontraba ahí, ni siquiera Anastasia.
Sumbul les dió una breve explicación a las demás de porque las había reunido y empezó a mostrarle unos pasos de bailé. Cassandra quería reírse de la divertida forma en la que bailaba Sumbul pero decidió prestar atención.
Ella se fue a practicar el baile con algunas chicas y las demás, que ya habían aprendido y practicado el baile, se fueron a maquillar, cambiar y buscar vestidos para el entretenimiento.
Estuvieron así casi toda la tarde. Una hora antes del entretenimiento, mientras Cassandra se preparaba, Sumbul se acercó a ella junto con otras concubinas que estaban sosteniendo el hermoso vestido que la Sultana Madre le mostró.
—Este es un obsequio de la Valide hacia ti Cassandra, desea que lo uses está noche para el entretenimiento del Sultán. —dijo Sumbul.
—Muchas gracias, Sumbul, lo usaré está noche. —Cassandra hizo una reverencia y Sumbul se fue junto a las dos concubinas dejando a Cassandra sola para que así pudiera terminar de arreglarse.
La concubina se estaba peinando cuando empezó a contemplar el hermoso vestido que le había regalado la Sultana. Ya lo había visto en dos ocasiones en ese mismo día pero nunca se dedicó a mirarlo.
Era un hermoso vestido color rojo cereza. El vestido tenía mangas largas que tapaban todo su brazo dejando ver apenas sus dedos, era ajustado, haciendo que su busto se resaltará y tenía un cinturón de oro que resaltaba su cintura.
Luego de un tiempo, Cassandra por fin termino de arreglarse y por fin fue el momento más tenido para ella: era tiempo de ir al entretenimiento para el Sultán.
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