Alastor siempre había considerado el placer carnal como algo superfluo*. Su vida había sido un testimonio de su habilidad para resistir deseos y emociones que consideraba triviales. Su orgullo residía en su capacidad para mantener su pureza y evitar las tentaciones del mundo.

Sin embargo, todo cambió al conocer a Lucifer en el hotel. Aunque reconocía la belleza del rey demonio, jamás imaginó que sería él quien desataría en Alastor sentimientos que había jurado evitar. A pesar de sus intentos de ignorar estos nuevos deseos, no podía deshacerse de ellos.

La presencia de Lucifer lo desestabilizó profundamente. Se preguntaba si Lucifer poseía algún tipo de influencia especial sobre él, algo que desafiaba su entendimiento.

Y se intensificó hasta que Lucifer reveló sus sentimientos hacia Alastor. Sin darle tiempo para procesar la revelación, el demonio lo tomó con una intensidad, tumbandolo en la cama.

Lo beso de una manera que no comprendía, era agresivo e intensión, demasiado para sus labios virgenes.

Recordaba que solo se dejo hacer esa noche, entre sonidos extraños que soltaba su boca que trataba de evitar. Mientras, Lucifer lo dominaba de tal manera, que lo hizo perder la cabeza.

El contacto y la pasión fueron sorprendentes y desorientadores para él.
La experiencia fue tan abrumadora que, en algunos momentos, Alastor sintió que perdió el conocimiento.

Al despertar, el dolor en su cuerpo confirmaba que todo anoche había sido real.

Lucifer estaba al borde de la cama, preparándose para irse. Alastor, agotado y sin fuerzas para protestar, lo miró mientras su respiración aún mostraba signos de la reciente intensidad. Lucifer se volvió hacia Alastor, sonriendo y acariciando su mejilla con ternura.

—Descansa, Bambi —dijo Lucifer suavemente—. No te preocupes, yo te voy a cubrir con Charlie. Solo recupérate.

Con estas palabras, Lucifer lo arropó con cuidado y salió de la habitación, dejando a Alastor solo y confundido. El temido demonio de la radio había experimentado por primera vez eso, a través del rey del infierno, Lucifer.

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Superfluo*: Se refiere a algo que es innecesario o que está de más, es decir, algo que no es esencial y que podría prescindirse sin que se afectara el resultado o la función principal. En el contexto del texto, se usa para describir el placer carnal como algo que Alastor considera no esencial o sin importancia en comparación con su enfoque en la pureza y la autodisciplina.