🍎 Comer 📻
Dedicado a: MORADO15P
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Una semana después
del incidente
—Hola. —La voz de Lucifer salió suave mientras se acercaba a la camilla donde estaba su esposo. Alastor lo seguía con la mirada hasta que Lucifer se posicionó a su lado, sus ojos brillando con una mezcla de preocupación y afecto. —Te traje algo de comer, ya que la comida de aquí es un asco.
Lucifer dejó todo lo que había traído en la bandeja, donde previamente había retirado la comida que le había traído Belfegor. Sin embargo, se detuvo al notar que Alastor fruncía el ceño, cruzaba los brazos y miraba por la ventana. Era un espectáculo inusual; por primera vez, desde que conocía a Alastor, este no sonreía. La expresión de su rostro reflejaba una profunda tristeza y rabia.
—¿Alastor? —preguntó Lucifer, intentando romper el silencio.
—¿Qué haces aquí? —La mirada de Alastor se fijó en él, y la rabia en sus ojos hizo que Lucifer sintiera un escalofrío. Esa mirada era fría, casi como si atravesara su alma.
—B-bueno, ya te lo dije. Vine a traerte comida, a cuidarte y a visitar a mi hi...
—No deberías estar aquí. —La firmeza en la voz de Alastor sorprendió a Lucifer.
—¿A qué te refieres?
—Deberías estar buscando a ese Vox.
—Cariño... —Lucifer intentó calmarlo, pero las palabras de Alastor lo interrumpieron.
—¡¿Cómo se atrevió a dejarme aquí?! Además, casi hace que pierda nuevamente a un bebé! —Al pronunciar esto, Alastor hizo un gesto de tristeza, sus dedos se posaron suavemente sobre su vientre, que ya estaba plano tras la cesárea. La memoria del dolor que había sufrido lo llenaba de angustia.
Lucifer suspiró, dejando la bandeja en la mesa antes de sentarse junto a Alastor. Lo abrazó con fuerza, tomando su cabeza por la nuca y obligándolo a inclinarse sobre su hombro. Cuando Alastor se dejó llevar, Lucifer comenzó a acariciar sus orejitas con ternura.
—Te juro que me voy a vengar del maldito que nos hizo esto. Pero por ahora, tú y nuestro bebé son mi prioridad. —Sus palabras eran un susurro lleno de determinación.
—Lo sé. —Alastor soltó un suspiro, abrazando a Lucifer de manera un tanto débil. —Quiero volver al hotel. Extraño mi trabajo, las luces, la música... todo.
—La verdad prefiero que te quedes aquí, cariño. —Lucifer lo miró a los ojos, su expresión seria pero amorosa.
—¿Por qué?
—Por seguridad. —La preocupación en la voz de Lucifer era palpable.
—¿Seguridad?
—Tengo miedo de que Vox te vuelva a atacar. —Lucifer bajó la mirada, consciente de los peligros que acechaban en el inframundo.
—¿Atacarme? ¡Ja! Ese maldito se atreve a ponerme un dedo encima de nuevo, y juro que lo descuartizo. —Mientras hablaba, símbolos de vudú comenzaron a aparecer a su alrededor, y los hilos de su bica se manifestaron, transformándose en su forma demoníaca. Pero Lucifer le tocó el hombro, instándolo a relajarse.
—Lo sé, pero me sentiría más seguro si estás aquí. Como sabes, los pecadores no pueden viajar entre los distintos anillos del infierno; tú eres la única excepción por ser mi esposo. —Lucifer acarició la mejilla de Alastor, su toque suave y cariñoso provocó un ligero suspiro de satisfacción en él. —Dejemos un poco ese orgullo divino que tanto te caracteriza y enfrentemos la realidad: no estás en condiciones de pelear, cariño. Y nuestro bebé necesita a su madre para encontrar la fuerza para superar todo esto.
—... Tienes... razón. —Le costó a Alastor admitir que, en esta ocasión, su esposo tenía toda la razón. La lógica de Lucifer comenzaba a atravesar su nube de frustración.
—Así me gusta. —Lucifer sonrió, un destello de luz en medio de la oscuridad. Le dio un beso en la frente, un gesto simple pero lleno de amor. —Ahora come para recuperar fuerzas. —Con un movimiento de su mano, Lucifer utilizó su magia para acercar la bandeja con la comida que había traído. Alastor no dudó en comenzar a comer, disfrutando del sabor delicioso que le llenaba el estómago.
—¿Ya fuiste a ver a Ravenor? —preguntó Alastor entre bocados.
—Sí, antes de venir contigo, le estaba administrando comida por su sonda. —Lucifer sintió una punzada de tristeza al recordar la condición de su hijo.
—Me entristece verlo así... ¿crees que podrá comer bien en el futuro?
—Belfegor dijo que lo más probable es que sí, pero también puede enfrentar complicaciones al comer de adulto. —La preocupación oscureció el rostro de Lucifer.
—Pobre de mi príncipe... —Alastor suspiró.
—Él es fuerte, igual que nosotros; estará bien. —Lucifer sonrió con confianza, buscando infundirle un poco de ánimo a Alastor.
—Tienes razón. —La voz de Alastor sonó más firme esta vez, como si la determinación comenzara a afianzarse en su pecho.
Mientras ambos compartían ese momento, la luz tenue de la habitación se llenaba de un aura de esperanza. En medio de la oscuridad del infierno, el amor y la familia seguían siendo su refugio, la razón por la que luchaban y la fuerza que necesitaban para enfrentar los desafíos que aún les aguardaban.
—¡¿CÓMO PUDISTE?! —gritó, mientras un teléfono se estrellaba contra la pared, hecho añicos en el proceso.
—¡Cariño! ¿Estás bien? —Isadora asomó la cabeza por la puerta, mirando a Vespera con preocupación. Vespera la miró, con lágrimas en los ojos.
—Yo... lo siento.
—Amor, no fue tu culpa —dijo Isadora, acercándose para abrazar a su novia con fuerza—. Tú no tuviste nada que ver.
—Pe-pero... él...
—Lo que hizo tu padre, él lo hizo. Tú no eres responsable, ¿de acuerdo? —Isadora tomó las mejillas de Vespera para obligarla a mirarla y secó las lágrimas que comenzaban a caer.
—Él no responde mis llamadas, está desaparecido, y me da tanta rabia saber que lo hace porque es un cobarde que no sabe enfrentar sus errores.
Isadora la miró con comprensión, sintiendo el peso de la angustia de Vespera. —Escucha, el hecho de que él no quiera hablar contigo no refleja tu valor. Tú eres fuerte y valiente por buscar respuestas, incluso si él se esconde.
Vespera tomó un respiro profundo, intentando contener sus emociones. —No sé cómo seguir adelante. Todo esto me hace sentir tan impotente y más porque fue tu padre en que esta herido.
—Está bien sentirse así —dijo Isadora suavemente—. Pero no tienes que cargar con esto sola. Yo estoy aquí para ti, y mi familia no te culpa por lo que pasó.
Vespera asintió lentamente, sintiendo un rayo de esperanza en medio de su tormenta. —Gracias. A veces olvido que no estoy sola.
Isadora sonrió y tomó la mano de Vespera, entrelazando sus dedos. —Vamos a salir un rato. Un paseo puede despejar la mente.
Con un gesto decidido, Vespera se levantó, sintiendo que la conexión con Isadora le daba fuerza. Salieron juntas, dejando atrás el caos del teléfono roto y la angustia de las palabras no dichas.
Mientras caminaban, el aire fresco les abrazaba y, poco a poco, las nubes de desesperación comenzaron a disiparse. Vespera miró a su alrededor y sonrió. Quizás, con el tiempo, podría aprender a soltar la carga de su padre y encontrar su propio camino hacia la paz.
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Pido perdón, por que ahora si fue con una semana entera sin publicar pero mi imaginación agarro sus maletas y se fue.
No tengo excusas.
Pero bueno, ya aqui esta y como saben si tiene ideas pueden comentar y yo los leere ^^
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