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🍎 Trato 📻

Al día siguiente del
incidente de Isadora

Cuando su hija despertó, Alastor fue directo hacia ella para preguntarle todo acerca de Vespera y por qué se había arrancado la piel. Pobre Isadora, lo abrazó y entre lágrimas le pidió perdón a él y a todos los presentes en la habitación. También les reveló a sus padres, solo a ellos, que las mordidas no se las había provocado ella, sino Vespera, y mencionó algún tipo de fetiche. Lucifer y Alastor no juzgaban; ellos también tenían fetiches, aunque Lucifer, el de ideas más locas y retorcidas, sabía que había límites y que, ante todo, estaba el bienestar de la pareja.

Lo más impactante fue que Isadora les dijo que Vespera era la hija de los Overlord más odiados de todo el Infierno. Lucifer, al enterarse, quiso inmediatamente ir a enfrentar a Vox y Valentino, pero Alastor se lo prohibió. Le aclaró que era mejor que el fuera.

Alastor ahora se encontraba frente a la Torre de los Vee's, mirando con repugnancia todos los detalles modernos y el excesivo uso de letreros en neón que adornaban el edificio.

—Vox, abre —dijo Alastor con voz distorsionada por la estática de la radio, mostrando su disgusto. Aunque mantenía una sonrisa temblorosa, su mirada no mentía—. Sé que me estás viendo —añadió al voltear hacia uno de los drones que lo observaba desde detrás—. Tenemos que hablar.

De repente, las puertas de cristal se abrieron de par en par, permitiendo que el demonio de la radio pasara. Se dirigió rápidamente al elevador, que comenzó a moverse. Sabía que Vox lo estaba guiando. Al llegar a la cima, al cuartel "secreto" de Vox, encontró al anfitrión esperándolo en su silla, con dos tazas de café en la mesa larga.

—¡Alastor, toma asiento! —dijo Vox, levantándose y acercando una silla. Sin embargo, Alastor tomó una silla al lado y se sentó allí, dejando a Vox en una situación incómoda.

—Iré al grano... —empezó Alastor, pero fue interrumpido.

—¡Toma un café! —dijo Vox, sentándose a su lado y colocando una taza frente a él.

—.... —Alastor tomó la taza, pero la dejó a un lado sin probarla.

—¿No vas a tomar un sorbo? Se ve que lo necesitas —dijo Vox entre risas, pero Alastor solo dejó la taza allí, desconfía del contenido. El entusiasmo excesivo de Vox le daba motivos para sospechar que el café contenía algo más.

—Como decía, iré al grano. ¿Qué le pasa a tu hija? —preguntó Alastor, su voz cargada de odio.

—¿Mmm? ¿A qué te refieres?

—Vespera Lumen... Así se llama, ¿no?

—A... sí.

—Me sorprende que tú y Valentino sepan nombres de origen romano o griego con significados tan valiosos. Pensé que eran algo más...

—¿Ignorantes? —la voz de Vox sonó disgustada.

—Claro, pero admito que es un nombre bonito.

—Gra...

—Sin embargo —interrumpió Alastor—, por muy bonito que sea el nombre, no puedo permitir que haga atrocidades con mi hija Isadora.

—¿A qué te...

—Deja de fingir. Nunca me tratarías tan bien si no supieras que tu hija está emparejada con la mía. Pero te digo de una vez que el jueguito que estás haciendo para obtener poder no te va a funcionar. Isadora es mi hija, y no permitiré que tu creación acabe con ella de ninguna manera.

—Wow, wow, Alastor, respira. Sé lo que nuestras hijas están teniendo, pero me enteré apenas ayer. Créeme, yo estaba igual de furioso que tú. Pero luego pensé, Vox, ¿por qué estás enojado? ¿No te recuerda a los viejos tiempos que pasaste con Alastor antes de que tú terminaras con el idiota de Val y Alastor... con el mismísimo Rey del Infierno? —Vox se movió detrás de Alastor y lo tomó de los hombros, ejerciendo fuerza para evitar que se levantara.

—Tú y yo nunca tuvimos nada, ya supéralo.

—¿En serio así le llamas a tu aventura en vida?

—¿Aventura? Acosarme no es una aventura. Y ahora, suéltame —Alastor se apartó de Vox y se levantó, sacudiendo su saco.

—¡Ay, por favor! Vamos, Alastor. Esas niñas se aman. Imagina, las dos familias más poderosas del Infierno juntas.

—Ni en un millón de años.

—Alastor...

—¡MI HIJA CASI MUERE POR CULPA DE LA TUYA! —Alastor explotó, tratando de contenerse, pero fue inevitable—. ¡TU HIJA ME LA MANDÓ AL HOSPITAL DONDE CASI LA PIERDO! ¿¡TIENES UNA PUTA IDEA DE LO QUE SE SIENTE VER A TU HIJA EN UNA CAMILLA LUCHANDO POR SU VIDA!?

Alastor ocultó sus lágrimas lo mejor que pudo. No quería admitirlo, pero Lucifer y sus hijas eran su talón de Aquiles. Si tocaban a uno de ellos, sentía que el mundo se le caía encima. Sintió lo mismo cuando tuvo un aborto espontáneo hace no más de dos meses; su bebé de tan solo un mes de gestación se había ido. Desde entonces, había prometido que no dejaría que otro hijo se le fuera de las manos. Sintío una impotencia enorme al ver a Isadora herida y escuchar que había probabilidades de muerte. Era un dolor horrible.

—¿Isadora está muerta? —Una tercera voz interrumpió la conversación. Frente a ellos se encontraba Vespera, que iba a entregarle unas cosas a su padre cuando escuchó la conversación—. Isadora... ¿está muerta?

—....

—... No, no está muerta; ya está bien en el hospital —se atrevió a decir Alastor al ver de frente a la joven, que, según sus cuentas, solo era un año mayor que Isadora.

—¡Por el Infierno, eso es bueno! ¿Puedo ir a visitarla?

—¡No!

—Sí.

Las voces de Vox y Alastor se contradijeron, y ambos se miraron desafiantes. Alastor no quería más tragedias por ese amor ridículo entre jóvenes, y Vox quería aprovecharse de su hija para obtener lo que siempre había deseado. No hablaba de estar al lado de Alastor, sino del poder y la cercanía a las fuerzas angelicales. Si se hacía con ellas, sería el Overlord más poderoso. Eso era lo que Vox quería: destruir lo que Alastor tenía y lo que Lucifer y toda su familia gozaban.

—¿Eso es un...?

—Hija, Vespera —dijo Vox al escuchar la pregunta—. El padre de tu noviecita y yo estamos negociando.

—....

—Yo ya me iba —empezó a decir Alastor mientras caminaba, pero un cable se enredó en su pierna, impidiendo su salida de la sala—. Vox, suéltame. Ya dije mis últimas palabras: no quiero que ella esté cerca de mi hija —dijo señalando a Vespera.

—Lo sé, lo sé, pero míralas, tan enamoradas. No podemos separarlas simplemente.

—Dudo mucho que tu hija sienta una pizca de amor por mi Isadora.

—¡Sí lo siento! —Vespera miró a Alastor con determinación—. La amo más que a nada.

—Lo dudo.

—¡Déjame demostrártelo! Y verás que estoy diciendo la verdad.

La sala se quedó en silencio ante la tensión palpable de Vespera.

—Y eso pasó.

—Me lleva el que me trajo —dijo Lucifer, frotándose el rostro ante lo que le había dicho su esposo. Al parecer, Alastor había hecho un trato con Vespera para demostrarle que realmente amaba a su hija. Obviamente, el demonio de la radio había impuesto más de diez cláusulas engañosas y perjudiciales para Vespera y los Vee's, en caso de que ella no cumpliera con el trato.

Alastor debía admitir que le causo emoción ver la cara de preocupación de Vox. Sin embargo, no había marcha atrás; el trato estaba hecho y ahora su sentido de alerta estaba al 200% activado.

No confiaba en Vespera, no por ser hija de quien es, sino por las actitudes que Evelina e Isadora habían dicho que tenía esa mujer. Aunque no era un experto en el amor, sabía distinguir entre amor, obsesión, capricho, soledad o necesidad. Si se lo preguntaban, sentía que Vespera experimentaba todo menos amor puro; quizás era un capricho.

—Alastor.

—¿Mm?

—Ya volviste —dijo Lucifer con una sonrisa, abrazando a Alastor y recargándose en su pecho.

—Sí, lo siento. Estaba sobrepensando la situación.

—Sé cómo te sientes. Yo también estoy así. Creo que hoy no podré dormir pensando en todo esto.

—Yo tampoco.

—Pero, ¿sabes algo? Podemos estar así abrazados toda la noche hasta quedarnos dormidos. Tal vez podamos platicar.

Alastor sonrió. —Pensé que harías una propuesta indecente.

—Admito que es tentadora y que sí, soy un demonio muy cachondo, pero sé que no es el momento para eso. Nuestras mentes están al mil por hora, sobre todo la tuya, y no sería práctico desviarnos con eso.

—Gracias, realmente te lo agradezco.

Lucifer lo besó dulcemente. —Primero tu bienestar, y después el deseo, ¿sí?

Alastor asintió y se dieron un beso más largo, pero igualmente cariñoso.

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