🍎 Fin 📻
Ya no importaba.
Ya no importaba cuánto rezara por Lucifer o por Dios.
Ya no importaba cuánto gritara, encerrada en esas cuatro paredes; su voz no sería escuchada hasta la sala de juicio, donde seguramente ya estaban sentenciando a su padre.
La puerta se abrió, haciendo que girara la cabeza para ver quién había entrado. La mirada de Vespera lo decía todo: pérdida, dolor, una súplica muda de misericordia. Isadora, al verla, no pudo resistirse y corrió a abrazarla con fuerza. Vespera no esperó y rompió a llorar sobre su hombro, casi a gritos, liberando todo el dolor acumulado en su pecho.
—¿Por qué?… ¿Por qué?! ¡¿Por qué tuvo que pasar así?! —Un grito desgarrador salió de la garganta de Vespera, helando la sangre de Isadora. Sintió una presión en el pecho al ver a su amor en ese estado.
Con un nudo en la garganta, Isadora mordió su labio con fuerza hasta sangrar, tratando de calmarse. Vespera la necesitaba, pero… ¿qué podía decirle? Las palabras no le llegaban. ¿Qué se dice en un momento así?
“Todo estará bien.”
“Ya no llores más.”
“Él se lo buscó.”
“Fue su culpa.”
“Lo siento, pero no hay nada que hacer.”
No. ¡No y no! ¡A la mierda esos comentarios! Solo harían sentir peor a Vespera. Además, no servirían de nada… Nada parecía correcto ahora.
Porque, ¿qué le dices a alguien que acaba de perder a su padre? Sí, probablemente lo merecía. Después de todo, ese hombre rivalizaba con el mismísimo Lucifer en maldad. Pero no se podía negar que, para Vespera, había sido un padre. A su manera, incluso había sido un poco funcional, al menos más que Valentino.
Y aunque al final se arrepintió de todo… fue demasiado tarde. Se dio cuenta demasiado tarde de lo que había tenido, de lo que la vida le entregó a manos llenas: cosas que cualquiera hubiera deseado. Pero él las desperdició, las echó por la borda con su orgullo, su ego y su obsesión. Y ahora enfrentaba las consecuencias de sus actos en un juicio… en una ejecución organizada por los reyes del Infierno.
—No lo sé… No lo sé —susurró Isadora, las únicas palabras que lograron salir de su garganta mientras seguía abrazando con fuerza a Vespera. Se hundió en lágrimas también. Era lo único que podía hacer, lo único con lo que podía apoyarla en ese momento.
Años después.
Su hijo ya comía mejor. Le alegraba ver que finalmente ingería algo sólido sin ayuda de una intravenosa. Por fin podía tener el retiro que tanto había deseado. Lucifer Morningstar, él y su bebé vivían felices en ese castillo.
Charlie y Vaggie se habían convertido en las nuevas reinas del Infierno,
e Isadora administraba el Hotel Hazbin.
Evelina y Vespera se hicieron cargo de la Torre VVV, aunque ahora llevaba otro nombre. Valentino había quedado fuera de juego después de que su alma pasara a pertenecer a Alastor. No previó los riesgos que eso traería a su trabajo, a su industria y a su prestigio, y prefirió marcharse, humillado, como todos esos demonios que alguna vez utilizó, incluido Angel Dust. Velvet, por otro lado, se quedó. De los tres, parecía ser la menos peligrosa y, además, se había ganado el título de "tía de Vespera". Según sus propias palabras:
—No me guío por sentimientos absurdos, estoy con los ganadores, y está claro quién ganó.
Por eso traicionó a sus antiguos aliados.
Todo parecía marchar bien: cielo e infierno trabajando juntos en sintonía, creando un mundo mejor tanto para ángeles como para demonios. Un lugar libre…
Por otro lado, a Vespera le costó adaptarse, sobre todo cuando tuvo que heredar la cabina de televisión de su padre. El lugar le traía tantos recuerdos que las primeras semanas se dedicó únicamente a remodelarlo, aunque pasaba largos ratos perdida, incapaz de concentrarse. Había días en los que Isadora tenía que llamarla por más de media hora para que reaccionara.
No lo decía, pero era evidente que estaba destrozada. Perder a su padre había sido un golpe duro para ella. Aunque ya lo había perdido en su infancia, esta vez era diferente.
Lucifer le pidió disculpas por lo sucedido, pero Vespera lo abrazó y le dijo que había hecho lo correcto para proteger a su familia, y que lo entendía.
Fue difícil… Muy difícil.
Pero, ¡hey! Ahora no solo era la mano derecha de la Reina Charlie, sino que también dirigía una de las cadenas de televisión más exitosas del Infierno. Y no era broma, literal. No necesitaba trucos baratos de hipnosis; ella sabía de entretenimiento de verdad.
Y ver que lo decía el mismísimo Alastor, un ser que odio la televisión, ahora siempre esperaba el programa de Vespera.
Lucifer y Alastor se sentían orgullosos de ella, como un padres postizos.
—¡Alastor! —canturreó su esposo, entrando en la habitación y abalanzándose sobre él, llenándolo de besos.
—Espera, Lucifer… —soltó entre risas.
—¡Te amoooo! —Lucifer lo abrazó por la cintura y juntó sus frentes, dedicándole una mirada llena de cariño que Alastor correspondió de la misma manera. Se atrevió a darle un beso corto, que fue respondido con ternura.
—¿Qué tal todo?
—¡Perfecto! El hotel, el Infierno, todo… No sabes lo emocionado que estoy. Jamás pensé que vería algo así en mis milenios de existencia —respondió Lucifer, mostrando unos papeles con evidente entusiasmo.
—¿Y tus hermanos?
—¡Me reconocen! Por fin lo hacen. Literalmente ya soy parte de ellos otra vez, gracias a los logros de mis hijas.
—Te ves feliz.
—Oh, cariño, no tienes idea… Pero…
—¿Pero?
—Todo esto también es gracias a ti —murmuró el monarca antes de iniciar un beso más intenso, explorando la boca de Alastor con ferocidad. Acostumbrado ya, Alastor correspondió sin problema.
—¿Recuerdas? Todo comenzó así —dijo Lucifer al separarse ligeramente—. Con un beso como este, donde tú y yo terminamos entre tus sábanas…
—¿Cómo olvidarlo, Majestad~?
—No… Ya no más “Majestad”. Soy solo Lucifer ahora, tu esposo.
—Lo sé, esposo —respondió Alastor con una sonrisa mientras volvían a besarse con la misma intensidad, aunque esta vez más lento, disfrutando el momento. Alastor deslizó sus manos desde el pecho de Lucifer hasta rodear su cuello, mientras Lucifer bajaba la mano hasta el vientre de Alastor, sintiendo una leve patadita.
Lucifer rió y se separó nuevamente del beso.
—Tú hiciste todo esto posible, Alastor. Me diste a las personas que más amo: nuestros hijos, Isadora, Evelina, Ravenor… y ahora este pequeño. Gracias.
—Gracias a ti, por hacerme ver que aún soy digno de amor y felicidad.
Fin.
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Bueno, y así termina esta historia. Siento mucho traer esto tarde, pero se me juntaron muchas cosas de la nada, lo que me descontroló. Sin embargo, ya estoy tratando de organizarme para traerles más historias.
Y como quedé en empate entre "Renacer de las Llamas Perdidas" (Radioapple) y "Doble Fuego, Triple Pecado" (Lucifer x Alastor x Vox), esto dependerá de si ustedes quieren que Alastor se embarace o no.
En ambas historias, Alastor será el *bottom* (abajo). La diferencia es que:
1. Renacer de las Llamas Perdidas
Voy a tratar de acercarme más al canon de Alastor, lo que incluye que no pueda embarazarse y, sinceramente, aún no sé si habrá hijos para la pareja.
2. Doble Fuego, Triple Pecado
También trataré de mantenerme cerca del canon, pero haré algunas modificaciones propias. Entre ellas, que Alastor pueda embarazarse, algo más estilo *omegaverse*. Sin embargo, aclaro que no será estrictamente *omegaverse*, ya que no sé mucho sobre eso; solo tomaré algunos elementos básicos.
Así que decidan, voten, y… ¡feliz Navidad adelantada!
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