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❝ Primer Episodio ❞

El ruido de sus tacones al caminar sobre la cerámica recién pulida del piso 24 K hacían una cruda competencia contra el ruido que hacía su corazón, saltando en su pecho de nervios, angustia, y expectación.

─ "Dónde comen dos, comen tres."─ fueron las únicas palabras que le dijo su amiga Yura en un breve encuentro casual. Sakasagami trabajaba como gerente en pisos inferiores del gran edificio, editorial de moda.

Dicha editorial pertenecía completamente a Taisho Sesshomaru.
Y este hombre era el actual novio de Shinen Kagura. Una bella mujer de veintiseis de edad, universitaria, bailarina y a veces participe cómo modelo en la revista Veuve, de la editorial. Misma mujer, vestida elegante y formal que camina en pasos apresurados hacia la oficina de Sesshomaru.

Empleados del edificio la miran con pavor y otros ya vienen venir un escandalo. No hay persona que se atreva anunciar la llegada de su novia al gran Señor Sesshomaru, porque ese es el trabajo de la secretaria.

Itami Rin, quien no está en su escritorio como debería.

Ese importante detalle hace que el pecho de Kagura se oprima hasta hacerla contener la respiración. Se anticipa al tener en sus manos la llave de la puerta a la oficina, no será necesario tocar y pedir permiso para ingresar.

Necesita verlo con sus propios ojos la verdad, en el momento exacto.

Recuerda con amargura las palabras de su amiga, y no, no quiere que aquello sea cierto. Pero no será una ciega, no le van a ver la cara. Prefiere que toda su vida se vaya a la mierda antes que todos la vean como la cornuda que no se da cuenta. Se ama demasiado como para elegir conservar su relación, si es que acaso Sesshomaru la está traicionando.

Sabe que no debe dudar al momento que llega frente a esa maldita puerta cerrada que parece burlarse de ella. Kagura apreta la llave en su mano con ira, antes de dejar salir el aire contenido para volver a inhalar. Tiene que ser veloz a la hora de abrir esa puerta y no alertar a quienes estén dentro y capturarlos en lo que sea que estén haciendo.

Podría ser cualquier cosa, Kagura no está preparada mentalmente y no sabe cómo reaccionar a los miles de escenarios posibles. Exhala, inhala.

Vine aquí a ver la verdad. No a humillarme ─ se recuerda mentalmente, tal cual una mantra.

Con el corazón a mil sintiéndolo en la garganta, pone la llave en la cerradura y como predijo, esta se encontraba cerrada.
La puerta no rechina ni anuncia su apertura. Un detalle de la comodidad de un amante del silencio como Sesshomaru.

Un gran escritorio negro. Paredes blancas. Detalles minimalistas en la habitación. Un gran ventanal que deja ver la preciosa vista de un firmamento celeste y esponjosas nubes debido a la altura.

En el escritorio parece que ciertas cosas dejadas a un lado para dar espacio al pequeño cuerpo que sentaba sobre dicho mueble. Todos estos detalles ignorados por Kagura, porque solo está concentrada en el beso que comparten secretaria y jefe. Sesshomaru y una mujer que no es su novia, para que se entienda.

Ahora la sensación de su corazón palpitante en su garganta bajo drásticamente a su estomago. Su vista quiere nublarse gracias a las negativas emociones que le provocan aquella inmoral imagen.

Son solo cuatro segundos o seis tal vez. La chica de ojos castaños es la primera en darse cuenta de la puerta abierta y la presencia de Kagura, también es la primera en romper el beso. Rin abre bien los ojos, fue atrapada in fraganti y no tiene otra forma de reaccionar más sonrojarse y sentir mucha vergüenza de si misma.
Es lo que debería sentir pues hace instantes estaba besando descaradamente al novio de la mujer bien parada en el umbral de la puerta, viéndola como si fuera la peor escoria.

Rin llevaba enamorada de su jefe hacía algún tiempo, su belleza y personalidad la habían cautivado el primer momento. Se le rompió el corazón en cuanto supo que el atractivo Sesshomaru ya tenía novia y una muy hermosa, dándolo por perdido.

Sin embargo, como un milagro o una novela mejor dicho, cosas sucedieron, el trabajo los hizo cercanos. Un amor prohibido e imposible.
Sabía que estaba mal. Muy mal. Pero lo deseaba mucho. Tanto que la tentación pisó todo código moral que por años la joven predicó.

Por culpa de no ser fuerte, ahora carga con una gran culpa en su ser.

Por parte de Sesshomaru, rápidamente vio de reojo aquello que los interrumpía, molesto. En segundos la molestia dio paso al desconcierto.

Se suponía que Kagura estaría en clases de la universidad, ese día y a esa hora.

Había sido descubierto. Siendo sinceros, Sesshomaru no tenía calculado que hacer cuando el momento llegase y cuando menos se lo esperó, Kagura casi destruye su delicada puerta de un tirón. El estruendo del portazo hizo que a todos los presentes del piso respingaran del susto.

Luego de ello, silencio incomodo y absoluto hasta que la mujer de cabellos castaños se retirara.
Los murmullos no se hicieron esperar al momento que Kagura desapareciera de la vista al cerrarse la puerta del ascensor.

El rostro de Kagura viéndolo como nunca antes lo había hecho fue una imagen que Sesshomaru difícilmente podría borrar de su cabeza. La conocía bien, y ella lo ha mirado de todas las formas en todo este tiempo juntos. Con enojo, con burla, con desafío, con pasión y hasta una vez con timidez.

Este hombre, este infiel hombre trata de forzar a su mente. ¿Idea suya o ... en el último segundo donde hicieron contacto visual, Kagura parecía quebrarse, a punto de llorar?

Difícil de acertar con ello, más con su aturdida cabeza tras el insoportable portazo. Posiblemente sea idea de su mente.

─ A Kagura nada le conmueve. ─ Sesshomaru no podría estar más equivocado.

Kagura tomó el primer taxi en la avenida y se alejó lo más que pudo de la zona, por dentro, siendo destruida.

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