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⛓️🌹༄ 𝗨 𝗡 𝗜 𝗖 𝗢 𝄢

⌗ ❛ ━ DISCLAIMER: Todos los personajes pertenecen al mundo ficticio de 'Fuego y Sangre' escrito por George R.R. Martin . . . ‹3

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El viento húmedo y fragante de agua salada ondea su cabello platinado, mientras golpeaba sus rojas mejillas como una bofetada en la cara. Un fuego imaginario se extendió sobre su piel, robándole el aliento.

Las olas oscuras se elevan sobre el horizonte; el carmesí tiñe la superficie del mar como manchas de tinta; la punta de una lanza brilla ominosamente a la luz de la luna; el crepúsculo nocturno oculta los restos de sangre que se abren en abanico sobre las piedras grises; las flechas disparadas silban en el aire; la madera se despedaza en astillas; la carne escamosa se desgarra; el fuerte rugido de un dragón rompe el silencio suspendido y, con un grito desgarrador que proviene de lo alto de una torre de piedra, la visión termina.

Helaena se estremece, respirando ruidosamente por la nariz, volviendo en sí. Cientos de antorchas arden sobre las paredes de la Fortaleza Roja, pero a pesar de la densidad de la abarrotada atmósfera, los hombros de la chica Targaryen tiemblan de escalofríos.

El bullicio de la gente asentada en el Gran Comedor se mezcla con una alegre melodía de baile, conversación y risas. El estridente trajín de los asistentes se podría escuchar incluso desde Lecho de Pulgas.  Desembarco del Rey estaba celebrando el onomástico de su anciano rey.

La princesa echó una mirada distraída sobre los rostros de la nobleza, fijándose en el perfil de águila de Ormund Hightower bebiendo en compañía de sus vasallos; atrapando a su vez los rasgos conocidos de Aemond, que se inclinaba hoscamente contra el pilar más cercano. Seguidamente, lanzó una larga contemplación al futuro heredero del Trono de Hierro sin detenerse mucho a pensarlo. A su lado, Rhaenyra sonreía suavemente a su hijo menor, quien lleva el nombre de Su Majestad, el pequeño Viserys.

Algún sentimiento sombrío tira de sus entrañas y la platinada rápidamente vuelve sus ojos a la llama temblorosa de la vela sobre la mesa. La extraña danza del fuego la fascinaba siempre que caía en aquel estado hipnótico que la distraía de sus agobiantes pensamientos al mismo tiempo que se levantaba sobre ella el velo del futuro. A veces, a Helaena le parece que en el crepitar de una llama brillante escucha el suave susurro de La Vieja. La compañía de visiones nebulosas y sus nefastos pensamientos siempre habían resultado mucho más agradables para ella que las recepciones seculares organizadas por su madre, a las que, le gustará o no, Helaena se veía arrastrada sin remedio.

━━Querida, come un poco ━━La princesa escucha llegar la cariñosa voz de su madre.

La reina Alicent se sienta cerca, vestida con terciopelo del habitual verde y fino brocado bordado con hilos de oro. El verde era el color de un enfrentamiento prolongado en el que la princesa nunca quiso participar, pero que la perseguirá por el resto de su vida. Cómo mitad Hightower, por sangre y nacimiento, siempre sería vista con la ambición y las aspiraciones de una madre.

La reina observa atentamente a su absorta hija con una eterna inquietud en sus ojos. Alicent vivía preocupada por este desapego en los ojos de la joven princesa, y sobre todo, la completa indiferencia hacia las cosas que a las damas de su edad deberían gustarles. Aunque, no importa cuánto intentará ella ocultarlo, Helaena sabía con certeza que su madre preferiría la arrogancia del carácter o el capricho infantil a las rarezas que distinguieron a la princesa desde la infancia.

━━No tengo hambre ━━replicó en voz baja, sintiendo a su madre inclinarse aún más cerca, cubriendo con su palma los dedos de su mano.

Helaena apenas reprimió el impulso de mover el brazo para liberar su mano, pero la reina aún se las arregló para notar esta expresión de hostilidad en su hermoso rostro. La pelirroja suspira pesadamente, alejándose.

━━Pues entonces ve a bailar ━━Alicent hace otro intento inútil━━. Los caballeros extrañarán tú compañía.

De estas persuasiones vacías y palabras engañosas Helaena quiso reírse a carcajadas. Ella nunca tuvo una apariencia encantadora, manierismos femeninos, ni habilidades para socializar. Cualquier simple cocinera de la Fortaleza Roja podría atraer la atención masculina mejor que la propia princesa del castillo.

El único interés que podría despertar en los nobles señores y sus semejantes era la posibilidad de casarse con ella para acercarse al trono y a la línea de sangre real. Pero desde que Su Majestad el rey anunció su futura alianza con Aegon, la princesa se volvió invisible, escondida a la sombra de sus propios hermanos. Pero, a decir verdad, jamás se sintió realmente triste por ésto.

Helaena dirigió su cansada mirada hacía la reina, examinando los rasgos de su hermoso rostro. El tiempo había hecho de su madre más elegante, más segura y noble, pero también más dura y soberbia y, con un vestigio de envidia la princesa involuntariamente se sorprendió pensando que, si tan sólo hubiera heredado el mismo encantó que caracterizó a su madre en la flor de su vida, tal vez las cosas hubieran sido más fáciles para ella...

En los ojos marrones de la reina había un suave reproche y una decepción cuidadosamente camuflada que retumbó muy dolorosamente en el corazón de Helaena, carcomiendo su alma. Después de todo, los hijos siempre querían la aprobación de sus padres. Éstos luchan por los elogios, por el orgullo en sus ojos, pero la fuerza y ​​​​las habilidades para esto a menudo no son suficientes.

Sin ser conciente, la princesa apretó sus labios en una línea, peleando contra el deseo de mirar hacia el extremo opuesto de la mesa donde se encontraban los familiares y amigos de su media hermana. Por otro lado, Rhaenyra miraba allí a sus hijos con un orgullo para nada disimulado, sin importar como eran, o lo que hicieran, ella nunca dejaba de amarlos. Y a diferencia de Helaena y sus hermanos, los Velaryon no tenían que ganarse ese amor.

Ella asintió secamente, no queriendo molestar a la reina con otro rechazo. Levantándose con lentitud, por el rabillo del ojo notó una media sonrisa de aprobación de su madre, esta aprobación se desvanecerá en el mismo instante en que la princesa logré escabullirse hábilmente del lugar, pasando desapercibida como siempre por los demás.

La platinada avanza lentamente a lo largo del abarrotado espacio, ocultándose por la penumbra de los rincones. Mezclada entre los simpatizantes, caminó suavemente alrededor de un grupo de hombres que hablaban con entusiasmo, luego otro, y otro, hasta que por fin llegó al amparo de la tranquilidad. El alivio la inundó cuando finalmente pudo quedarse sola y con nada más que sus propios pensamientos.

Una vez fuera del umbral del Gran Comedor, Helaena levantó su falda, acelerando un poco el paso. Se encontró en un largo corredor donde los sirvientes trajinan, trayendo comida y bebidas. Subiendo por los escalones de una amplia escalera por un estrecho pasillo, se precipitó hacia la salida de un espacioso balcón con numerosas aberturas y columnatas. Casi no había nadie allí, más que un par de caballeros bastante borrachos y tres damas mirándolos.

Escondiéndose a la sombra de la pared del fondo, Helaena se alejó de las miradas indiscretas en dirección al parapeto de hierro con vista hacia la bahía del Aguasnegras. En aquella noche tranquila, la extensión del caudal era como la superficie de un espejo que reflejaba la luz lechosa de la luna.

Al otro lado del Aguasnegras, más allá de Los Arpones del Rey Pescadilla, las olas recalcitrantes chocan furiosamente contra los filos de piedra de Marea Alta. Impulsadas ​​por el viento marino, dan la vuelta a Marcaderiva y se precipitan más allá de Punta Aguda, a través del estrecho de Gaznate, lamiendo la orilla de Rocadragón en una ola espumosa.

Helaena miró hacia la neblina del horizonte tratando de ver los dragones tallados en piedra negra que protegían a los habitantes de aquel castillo inexpugnable. Ella nunca había estado en Rocadragón, solo había leído sobre el en los libros de la biblioteca, sigilosamente y en secreto. Si la reina descubriera tal interés, surgirían sospechas desagradables de las que era mejor evitar.

Pero a veces, en las noches de insomnio, se imaginaba caminando entre los altos y oscuros árboles del Jardín de Aegon, observando los imponentes ornamentos que adoptan formas de gárgolas y dragones, en lugar de almenas, que parecen a punto de emprender vuelo decorando los muros de aquella fortaleza ancestral de los Targaryen. Esas ensoñaciones le acarreaban la conciencia con un fuerte peso sobre los hombros, un anhelo dolorosamente arrebatador que debía mantener reprimido.

━━Sabía que te encontraría aquí ━━Una voz tranquila, tan querida y familiar, cortó el silencio que se había apoderado a su alrededor.

Su corazón la traiciona, latiendo acelerado después de haberse parado por un efímero segundo. Helaena apretó sus pálidos dedos sobre la fría estructura del parapeto, luchando contra el impulso de darse la vuelta.

━━El Gran Comedor es demasiado ruidoso... ━━explicó ella suavemente, tragando el nudo creciente de su garganta.

Helaena sabía que valdría la pena abandonar el gigante salón, porque él iría detrás de ella, siguiendo su rastro. Así lo había deducido por las miradas subrepticias que la acompañaron toda la velada y, que atisbaba por el rabillo del ojo cada tanto durante el festín. Parece que, desde la última vez que se vieron, el príncipe heredero había perdido todos los restos de su prudencia.

Detrás de ella se escuchó el sonido de sus pasos, pasos suaves y seguros. El joven príncipe se acercó con cuidado, como un hábil cazador acechando a su deseada presa. Se paró junto a ella inadmisiblemente cerca, apoyando las palmas de sus manos en el parapeto. De un segundo para otro, Helaena se encontró atrapada en el abrigo de sus manos, y por el calor que desprendía su cuerpo mientras ella cerraba involuntariamente los ojos.

Nunca sentía frío alrededor del Velaryon.

Él noble muchacho acortó mucho más la distancia que los separaba, observando a la frágil figura de la platinada enfundada sobre la seda dorada de un vestido caro con retazos de hilo en colores cálidos. Se daba cuenta que ella nunca usaba los colores de la casa de su madre, como si se rebelará contra esta guerra silenciosa entre sus familias, una guerra que ha creado un abismo infranqueable entre ellos.

El príncipe se inclinó hacia la curva de su cuello, presionando sus labios sobre el en un beso gentil. Ella sintió el cálido aliento sobre su piel, con olor a pastel, vino caro y carne cosida. Debido a esta ardiente intimidad, su pecho subía y bajaba inusualmente rápido, sintiendo como su mente se intoxicaba por un veneno completamente nuevo. Uno que los llevaría hacía sus muertes, pero al mismo tiempo los salvaría de otra muerte mucho peor.

Ella nunca quería escapar de sus brazos y sus caricias que siempre eran bienvenidas. Helaena veía esto como una broma cruel de los dioses. El único cuyo toque era la salvación para ella, nunca le pertenecería.

━━No hagas eso ━━murmuró Helaena, y su voz trémula se quebró al final de dicha frase.

━━¿Por qué?

━━Podrían vernos ━━respondió apremiante tratando de alejarse, pero el príncipe solo  apretó más su agarré sobre ella.

Él sabía que Helaena no estaba preocupada por sí misma. Su hermano mayor, un hombre caprichoso y vengativo, despreciaba a sus sobrinos hasta la médula. Criado en el odio hacia su propia hermana y toda su descendencia, Aegon estaría feliz de usar cualquier pretexto para iniciar otra discordia en la cuál su madre y Aemond, solo apoyarían y acrecentarían esta enemistad de larga data.

La princesa no quería causar otra pelea o una nueva fuente de problemas, especialmente para él, pero Jacaerys parecía haberse olvidado por completo de cómo pensar con sobriedad.

Después de tantos meses de separación, finalmente estaban juntos. Y todos esos largos días separados se sintieron tan agudamente en las costillas debajo de su piel como dolorosos pinchazos de agujas. Lo sentía como si hubiese  pasado toda una vida, y embriagado por este ansiado encuentro, no encontraba fuerzas para soltar a la princesa de sus manos ansiosas y desesperadas.

Helaena de pronto sintió a Jacaerys tirando de la manga de su vestido con sus cálidos dedos rozando su blanquecina piel, bajando con cuidado la tela de su hombro. Un pequeño escalofrío recorrió su cuerpo, llegando hasta el suelo bajo sus pies.

━━Jace, por favor ━━soltó la princesa con la respiración entrecortada, suplicando mentalmente a todos los dioses que existen que le den la fuerza para detenerlo.

A partir de esta súplica silenciosa, el príncipe chasqueo los dientes como una bestia depredadora, apartándose y liberando a la princesa de sus brazos. Pero entonces, su callosa y ancha mano interceptó la pequeña palma de ella, arrastrando a ambos y ahondándose más bajo la sombra de las altas columnas del balcón hasta donde no sería fácil llegar a verlos. Helaena lo siguió obedientemente, incapaz de resistirse. Después de todo, desde la infancia, era él en quien ella confiaba más que nadie, incluso más que sus hermanos.

Jacaerys fue él único del que no escuchó palabras hirientes o intimidatorias. El único que la notó, que no tuvo prejuicios con sus rarezas y peculiaridades. La princesa recordaba cómo él se sentaba a su lado mientras ella, presa de otras de sus inconexas visiones murmuraba entre dientes alguna tontería. Él escuchaba sus palabras ambiguas e incomprensibles, a veces preguntando lo que no podía escuchar o entender, aunque ni ella misma podía decir que lo entendiera. Cómo él, luego, la ponía de pie, quitándole el polvo del vestido con cuidado y, contra todo pronóstico, volviendo con ella al día siguiente, incluso si por aquel entonces Aegon y Aemond eran una compañía que él prefería evitar a toda costa.

Cuando Rhaenyra tomó la decisión de irse con toda su familia a Rocadragón, Helaena perdió a la única persona que realmente le importaba y quien siempre la trató con amabilidad.

El príncipe la condujo al rincón más alejado, presionando su espalda contra la piedra roja pálida del castillo y cubriendo su figura femenina. Helaena capta cierta mirada ardiente de sus ojos oscuros como ni siquiera vio alguna vez entre los dornienses, y no tuvo tiempo de objetar en absoluto cuando Jace presionó sus labios contra los suyos, con una desesperación impotente y desgarradora.

Ella se agarró a sus antebrazos levantando la tela de sus mangas, respondiendo al ardiente beso con una sed como quien no ha bebido en mucho tiempo. Si tan solo supiera cuánto lo había extrañado todo ése tiempo. Y cuánto lo anhelaba incluso ahora al darse cuenta de que tendrían que separarse de nuevo, y esta vez, quizás para siempre.

Ella rompió el beso primero, jadeando por la falta de aire mientras el Velaryon desplazaba sus besos sobre su mejilla, mandíbula y hombro, quemandole la piel con su cálido aliento y suaves labios.

━━Por los dioses, cómo pude perderme esto ━━exhala, sonriendo con voz baja y ronca.

Al escuchar la urgencia de su voz, la cabeza de la princesa empezó a dar vueltas y sus piernas temblaron, temiendo que estás no la sostuvieran por mucho tiempo. Helaena nunca había sentido algo así en toda su vida. Su futuro marido siempre la miraba con una condescendencia aprensiva.

Estando en compañía del irritable y malhumorado Aegon, tenía que morderse la lengua, luchar contra su propio instinto tan a menudo fuera de control. Francamente, ella habría estado mejor dispuesta a casarse con Aemond, a pesar de su naturaleza sanguinaria. Él al menos reconocía su existencia de vez en cuando.

El príncipe se lanzó sobre ella nuevamente, acariciando con su nariz la suave curva del delgado cuello de la princesa, y Helaena pasó suavemente la mano por su ancho hombro. Las yemas de sus dedos recorrieron los mechones del cabello oscuro en su nuca. Con Jacaerys, ella nunca necesitaba fingir, él la aceptaba tal como era, en su totalidad. Con él, Helaena por primera vez en su vida, no se sentía rota, ni extraña... Se sentía deseada, contenida y venerada, cómo si él recogiera sus pedazos rotos con cada nueva reunión.

━━Un telar, ovillo verde y ovillo negro ━━dijo en un susurro apenas audible, recordando una de las visiones de su lejana infancia, y escucha la misma respuesta sosegada.

Unidos por hilo rojo, compartirán la misma caída.

Durante todo este tiempo, Jace guardó en sus recuerdos sus semi-delirios confusos, con los que Helaena atormentaba a quienes la rodeaban, y de este pensamiento se acumuló una humedad en el borde de sus pestañas temblorosas.

━━Recuerdas ━━La princesa respira entrecortadamente mientras él echa la cabeza hacia atrás, enderezándose en toda su altura mientras tomaba su rostro entre sus amplias manos.

━━Por supuesto que lo recuerdo.

El príncipe era una cabeza más alto que ella, alto y fuerte, con una ligera ola de cabello oscuro que caía sobre su frente y una nariz respingona. Siendo un Velaryon no tenía ni un solo rasgo de ellos, pero a Helaena nunca le importó eso. Ella es quizás la única a la que nunca le ha importado la sangre que corre por sus venas. Él la mira, con avidez y desvergüenza, como si tratara de recordar cada rasgo suyo. Casi olvidaba lo hermosa que era. Piel clara, cabello perlado peinado en una diadema trenzada, facciones suaves y unos ojos violáceos con sutiles vetas verdes que lo volvían loco nada más mirarlos.

El príncipe aún recordaba aquel encuentro malogrado, tras varios años de separación. Ahora habían llegado con su madre a Desembarco del Rey para presentar al recién nacido Viserys al rey y a la corte. Helaena estuvo de pie en la sala del trono junto a sus arrogantes hermanos, mirando fijamente al frente con la barbilla alzada, y Jace estaba casi seguro de que la princesa debía haberse convertido en la semejanza de su soberbia madre después de todo ése tiempo. Pero tan pronto como sus ojos se cruzaron por un breve momento, el alivio y la alegría sincera, sin pena ni vergüenza, brillaron en esos ojos tan familiares para él desde su más tierna edad.

El Velaryon contuvo el aliento, cayendo en espiral nuevamente por aquellos ojos y ésa sonrisa que lo perseguían incluso en sueños.

━━No puedo creer que te hayan entregado a él ━━farfulló el castaño con expresiva hostilidad.

Los ojos de Helaena se estrecharon ante esas palabras, sintiendo una lágrima caer de sus pestañas mientras Jace la limpiaba suavemente con su dedo pulgar. Ella era consciente de la propuesta de Rhaenyra que su madre, la reina, rechazó hace varios años, pero trataba de no pensar en lo injusto que fue o en lo diferente que hubiera sido todo si su mano se la hubieran prometido al futuro príncipe heredero. En lugar de éso, tendría que vivir con el lúgubre y complicado Aegon toda su vida, compartiendo una cama con él... dando a luz a sus hijos.

Helaena tenía náuseas de tan solo pensarlo. Jacaerys vió esa mirada de sufrimiento en su rostro y parece saber exactamente lo que estaba pensando, leyendo fácilmente su mente.

━━Ven conmigo ━━pidió en voz muy baja, inclinándose más cerca, tocando con su frente la de la princesa━━. Vamos a Rocadragón.

━━Jace...

━━¡Hablaré con mi madre! ━━interrumpió cualquier objeción que estuviese a punto de soltar envolviendo sus brazos alrededor de su cintura━━. Ella no me rechazará, y el rey no la rechazará a ella. Pediré tu mano, te sacaré de este maldito castillo y todo volverá a ser como debe ser... Cómo siempre debió ser.

Helaena le pasó suavemente las manos por los hombros, tranquilizándolo, reconfortándolo como un niño pequeño sin conciencia de las repercusiones que atañan aquella idea. Ella luchó contra la tentación de estar de acuerdo, de sucumbir a estas acaloradas persuasiones, pero el sentido común le decía que tal iniciativa no podría terminar en nada bueno. Ambos lo sabían muy bien, aunque siguieran aferrados a estúpidas e irrealizables esperanzas.

━━Rhaenyra nunca estaría de acuerdo con ésto. Y si ella accediera, mi padre la rechazará.

━━Eso no puedes saberlo ━━insistió él obstinadamente.

━━Ya se ha anunciado el compromiso entre Aegon y yo ━━objetó la princesa con amargura━━. Y por mucho que el rey ame a tu madre y te favorezca, no faltará a su palabra. Éso sería una abierta ofensa hacía su propio hijo y daría lugar a otro conflicto entre nuestras casas, y mi madre...

━━Al infierno con tu madre ━━espetó el Velaryon, pero se detuvo de inmediato. Respirando hondo, cerró los ojos con cansancio y apoyo ambas manos en la pared━━. Lo siento. No quise decir...

━━Lo sé ━━dijo la princesa en un susurró, depositando un beso ingrávido en su fuerte mandíbula.

Él mira los labios de Helaena, pasando sus nudillos por su clavícula prominente y afilada antes de hacer una pregunta que lo ha estado atormentando durante más tiempo del que podía recordar.

━━¿Lo amas?

Un tenso silencio flota entre ellos, espesando el aire a su alrededor, haciéndolo sofocante y filoso. Su dulce mirada violeta se encuentra con la suya; como la noche más oscura, caliente como una llama chisporroteante, y Helaena se derrite bajo esa mirada como la cera de una vela en un soporte de latón. No importaba quien fuera el que haya engendrado a Jacaerys, él seguía siendo una ramificación del linaje Targaryen, la sangre de la antigua Valyria fluye por sus venas. Sangre de fuego, sangre de dragón.

La princesa le responde con gentil condescendencia:

━━Ya sabes la respuesta.

Por supuesto que lo sabía. Él lo vió claramente en sus maravillosos ojos, pero eso no lo hacía más fácil. De hecho, si amaba al imbécil de su hermano Hightower, sería mucho más fácil para Jace olvidarse de ella. Pero Helaena se abría con una confianza y una resignación en cada nuevo encuentro que lo dejaba débil, y la atracción entre ellos solo agravaba esto. El Velaryon aprieta su mandíbula con fuerza hasta un desagradable crujir de dientes.

━━Él te hará infeliz, mi sol y luna ━━Cuando ella escucha ese apelativo cariñoso, una leve sonrisa amarga se dibujó en su rostro. Solo Jace la llamaba así, con una ternura y calidez que nunca ha escuchado de nadie más.

Sus ojos reflejaban el dolor incontenible de ella que últimamente ha sido tan difícil de sobrellevar. Sobre todo cuando él está tan cerca, a la simple distancia de un toque, y ella ni siquiera podía tocarlo con libertad. Las miradas omnipresentes de su madre y sus hermanos la seguían de cerca por todas partes. 

Entre ellos se encontraba un abismo que se extiende desde el ala derecha hasta la izquierda de un dragón. Helaena toma aire, con las yemas de sus dedos acariciando el contorno de sus labios fruncidos.

━━No nacimos para ser felices.

Estas palabras dichas con conforme humildad dan lugar a una ira desbordante, con la sangre hirviendo por sus venas, ¡todo debería ser completamente diferente! El príncipe mira esos ojos familiares, los más hermosos que ha visto en su vida, y piensa que preferiría decirle a Vermax que queme todo Desembarco del Rey antes que permitir que Aegon la toque.

Haría todo lo necesario para que su madre ascendiera al trono, eliminaría todos los obstáculos, todas las críticas maliciosas. Y cuando Rhaenyra se sentará en el Trono de Hierro con una corona de acero Valyrio sobre su cabeza, y  preguntará qué recompensa anhelaba su heredero por toda la sangre derramada, él pediría a la princesa Helaena cómo su futura reina.

Se apretaron la mano casi simultáneamente, ignorando la voz de la razón que llama a su sentido común y cautela. La princesa aprieta sus delgados dedos sobre su hombro. La tela de su camisa es de un tono que hace juego con sus ojos pardos y el bordado escarlata es exactamente como las ardientes llamas de los dragones. A Helaena le gustaban estos colores y los usaría con orgullo si tuviera la oportunidad y elección.

━━No me importa lo que diga tu madre, tu hermano, el rey, incluso los mismos dioses ━━exclamó Jace entre besos━━. Tú seras mía.

El dragón verde y el dragón negro ahora son uno para siempre.

━━Ya soy tuya ━━replicó Helaena, con la voz más baja que su respiración━━. Y nada cambiará eso.

Ellos han estado vinculados entre sí desde la infancia, destinados, como dos alas de dragón; arranca una y la otra nunca servirá por si sola para volar. Sus almas están tan estrechamente entrelazadas que el matrimonio no era necesario, no según las costumbres de Poniente, ni según las tradiciones de Valyria. A los ojos de los dioses, ya eran un todo. Por lo tanto, la sola idea de la inminente despedida que se acercaba restalla un latigazo de dolor en ella, haciendo que el corazón de Helaena doliera y sangrara internamente.

━━¿Ves algo? ¿En el futuro? ━━Jace pregunta después de un largo beso. Él nunca cuestionó con escepticismo sus habilidades, ese don oculto que los demás ignoraban.

La princesa veía las aguas oscuras del estrecho de Gaznate y las puntas de las flechas que volaban brillando a la luz de la luna. El rugido del dragón que era arrancado de las profundidades de las mazmorras, fuerte y desgarrador, quitándole el aire. Charcos carmesí que se extendían como manchas sobre losas de piedra. El fuerte olor que dejaba la obra del Desconocido flotando en el aire... era una promesa de una muerte inminente.

Helaena solo rezaba a los dioses para que esta muerte fuera solo su propio destino. Rezó para que Jacaerys sobreviva a todos los tiempos difíciles, viva una vida larga y feliz, manteniendo la imagen de aquella trágica princesa borrosa en su memoria de forma que no le causara demasiado dolor, y con el tiempo la olvidará para seguir adelante con su prometedora y deslumbrante vida cómo Rey de los Siete Reinos.

Ella toma su rostro entre sus frías manos, notando cómo Jace cierra los ojos ante su caricia. ━━Veo que siempre te amaré, mi valeroso príncipe... hasta el final ━━su aletargado susurro fue perdiéndose en la oscuridad que se cernía alrededor del Aguasnegras.

Y al faro de la estela lunar, la espuma de mar arrojó un fantasmal carmesí sangriento, siendo los elementos testigos de la promesa latente de aquellas palabras... Las ruedas del destino comenzaban a moverse hacía una lúgubre fatalidad... Sin embargo, solo era necesario mover algo pequeño para que sus destinos girarán hacía un final diferente.

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16/04/23 | ©️ JennyMorningstar


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