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໒✦❫⋮ Indirectas

Estaba loco, lo sabía, y es que no había otra razón que pudiera explicar el porqué luego de lo sucedido el día anterior estaba caminando hasta el ascensor que lo llevaría hasta el piso en el que trabajaba. Había despertado aquel día con la escena aún fresca en su mente, repitiéndose tantas veces como se le fuese permitida, es decir, infinidades, y es que lo había pensado, el no ir hoy, pero una fuerza mucho más pesada que él lo había hecho levantarse de la cama, tomar una buena ducha fría y vestirse con uno de sus tantos trajes hechos a la medida.

También había llegado a su mente la idea de irse hasta la sede principal en China, con sus nulos conocimientos de mandarín pero con su fervor deseo de escapar de todo aquello que había traído la llegada de Jackson Wang. Sabía que Ruiji no lo iba a desamparar, y proponerle aquel cambio no iba a ser tan difícil, pero en cuanto aquella idea llegó a su cabeza fue descartada con rapidez, teniendo a un lobo reacio y bastante indignado por la mera idea de alejarse de cierta pareja. Lo odiaba, Mark estaba a nada de pagar por aquellas peligrosas operaciones para así exterminar la plaga en la que se había convertido su Alfa.

Llevaba en su mano derecha su preciado latte de vainilla, y presionado con sus dedos una bolsa de papel llena de galletas de avena. Su apetito estaba por el suelo, y solo lo dulce había llamado su atención al pasar al lado de la pequeña cafetería que se encontraba dentro de las instalaciones. Tomó el ascensor, y ya dentro de este fue que su pulso de disparó en una rápida sonata de latidos. Una mezcla de nervios, vergüenza y lo que parecía ser incertidumbre le revolvía el estómago y la existencia entera. Una vez más, Mark maldijo a su lobo por imponerse sobre sus decisiones y haberlo traído hasta la cueva del lobo... o mejor dicho, un par de lobos.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, la respiración se atascó en sus pulmones, sintiendo la silenciosa sala como el lecho de su muerte. Le gustaba el silencio y la tranquilidad que transmite, pero aquel silencio tensaba cada uno de sus músculos, y su lobo no era de mucha ayuda, permaneciendo alerta ante cualquier sorpresa y/o cambio. Caminó hasta su mesa con pasos vacilantes, pero al mirar el reloj que tenía sobre ella se percató que eran a penas las siete con cuarenta y cinco minutos, es decir; estaba él solo en aquel piso.

—Mi corazón, maldita sea... —masculló entre dientes, dejándose caer sobre su asiento y colocando su "desayuno" sobre la mesa—. A este paso me haré viejo mucho más rápido.

Demandaría a Wǒmen de wèilái por el estrés laboral que estaba viviendo, tomaría todos sus días de vacaciones para juntarlos y se iría de regreso a América para escapar del martirio que era su vida. Nuevamente, su lobo gruñó inconforme ante tal idea.

Arregló su ordenado escritorio, —una manía que tenía y que sin la cual no podía empezar a trabajar— y se dispuso a comer para llenar un poco su estómago y tener algo de energía para afrontar el día. Bebió de su café para luego morder su galleta, frunciendo el ceño en disconformidad cuando el pantalón de su traje se llenó de brozas de avena. Masticó la galleta dentro de su boca, y dejó lo restante sobre la bolsa para comenzar a sacudir sus prendas de aquellos desperdicios. Rodó los ojos en cuando se percató del gran desastre que ahora había en el suelo, y estuvo tentado de tirar a la basura aquellas fastidiosas galletas que solo ocasionaban problemas, pero reconocía lo deliciosa que estaban. En medio de su fallido intento por limpiar todo a su alrededor, el sonido del ascensor abriendo sus puertas lo puso alerta, y detuvo sus movimientos de inmediato, como si él oliera el miedo.

Los pasos acercándose incrementaron la ansiedad en Mark, y cuando menos lo pensó ya tenía al frente de sus ojos un par de mocasines Louis Vuitton negros. Tragó saliva y se enderezó en la silla, levantando poco a poco su cabeza para poder dar con el rostro del Alfa, quien lo miraba curioso, quizás por encontrarlo agachado y sacudiendo todo. Sus mejillas quemaron en cuanto el recuerdo del día anterior volvió a su mente, y desvió la mirada con rapidez.

—Buen día, Mark —saludó el Alfa con voz suave, pero grave, y Mark se encontró a sí mismo sintiendo un escalofrío recorrer su cervical—. ¿Sucedió algo?

—Buenos días, joven Wang —quitó un trozo de galleta que aún estaba en su pantalón—, no es nada... solo que la galleta se desmorona con facilidad.

Jackson sonrió de lado. —Parece que hoy tampoco me llamarás por mi nombre...

Mark lo miró curioso, e iba a explicar como venía haciéndolo desde hace mucho que se le hacía mucho más cómodo de esa manera, pero algo en la expresión de Jackson lo hizo detener sus palabras, incluso la forma en que dijo aquello sonaba ¿desilusionado? ¿entristecido? No lo sabía bien, pero le causó una extraña sensación en su pecho, algo similar a la empatía. Su lobo no difería mucho de su estado actual, y es que el animal caminaba de un lado a otro desesperado, como si no complacer al contrario en algo tan banal era una deshonra.

—Jackson —soltó sin más, y mirar como los ojos del Alfa brillaron débilmente no debía de gustarle como lo hizo. Su rostro se iluminó, y mierda, Mark no tenía porqué encontrar aquello adorable—. Lo intentaré, pero no prometo nada.

El Alfa sonrió en grande, y las mejillas del menor se ruborizaron tan rápido que Mark tuvo que volver a desviar su mirada. Jackson siempre mantenía un rostro estoico, o con aquella expresión coqueta que alteraba los nervios de Mark, pero verlo sonreír sinceramente era un total descubrimiento, y es que sus facciones de suavizaban de tal manera, volviendo su rostro... dulce.

—Creo que mi día irá mejor luego de esto —dejó escapar una pequeña risa, y Mark lo miró curioso, pudiendo notar fácilmente lo emocionado que estaba el contrario, ¿tan importante era para él que lo llamara por su nombre? Siempre tenía dudas que nunca eran respondidas—. Sobre lo que ocurrió el día de ayer...

—¡No es necesario hablar de eso! —exclamó Mark, levantándose de su asiento con rapidez y mirando a Jackson con nervios y notable vergüenza—. N-no debí haber entrado así a su oficina, fui imprudente.

Jackson arqueó una ceja. —No, Mark. Los imprudentes hemos sido Jinyoung y yo... tú solo hacías tu trabajo.

—Solo déjelo así —Mark sacudió la cabeza—. Hacer como si no pasó.

El Alfa de olor a canela miró a Mark con atención, y el menor se sintió intimidado por los ojos evaluadores que tenía el contrario para con él. Iba a decir algo más, pero sus palabras quedaron atascadas en su garganta cuando Jackson dio un paso hacia él, dejando una distancia mínima entre ambos, con ambos olores, la canela y la miel, danzando en el aire con profundidad. Jackson llevó una de sus manos hasta el rostro de Mark, y delineó con su pulgar los finos labios del menor, sacudiendo así los diminutos pedazos de la galleta que había comido antes. —Sí, la galleta deja muchas brozas... —y sin que Mark pudiese advertirlo, ya estaba viendo como Jackson se llevaba su pulgar a la boca, saboreando los trozos de galleta restantes. Sintió la boca seca, y tragó saliva forzosamente, sin poder evitar que sus feromonas salieran solas por la mera escena—. Hagamos eso, hacer como si no ha pasado nada... hazlo si eso te parece bien.

Jackson sonrió de lado, manteniendo una expresión burlona, y es que aquellas palabras, exactamente la frase "hazlo si eso te parece bien" no habían sonado como deberían. Incluso Mark podía estar seguro que el mensaje subliminal detrás de todo aquello era un descarado "hazlo si es que puedes hacerlo". Suponía que en sus ojos se veía que la escena del día anterior no salía de su cabeza, y Jackson lo había descubierto, burlándose de él por ello.

El mayor estiró su mano tomando la mitad de la galleta que había dejado antes sobre la bolsa de papel, y le dio una mordida, paseando su lengua por las comisura de sus labios para eliminar lo restante.

Mark se encontró a sí mismo siguiendo el movimiento de aquel músculo con genuino interés, pues esa misma lengua era la que lamía el vientre de Jinyoung el día de ayer...

...era esa misma lengua que por un efímero momento se había preguntado cómo sería sentirla sobre su cuerpo.

Carraspeó, bajando la cabeza. —S-sí, nada ha pasado.

Sintió unos dedos sobre su barbilla, levantándola, y pronto tenía rozando sus labios el trozo de galleta. Los ojos de Jackson eran dominantes, y sin decir palabra alguna ya te hacía entender lo que quería, pero también advirtiendo que debías obedecer. ¿Desde cuándo Mark era tan sumiso? ¿tan obediente? Porque el Mark independiente que no necesitaba de nadie, ni seguía las órdenes caprichosas de alguien más no era el mismo que estaba abriendo su boca, con los ojos fijos en Jackson y dejando que este introdujera la comida en su cavidad bucal.

El simple roce de los dedos del Alfa contra su lengua volvieron loco a su lobo, y quiso llorar de vergüenza y desespero cuando su aroma se hizo más fuerte. Jackson sonrió complacido, y acarició la mejilla de Mark con, ¿cariño? Definitivamente estaba alucinando cosas.

—Buen chico, precioso... —susurró. Jackson era la representación del flautista de Hamelin, y Mark era uno de aquellos ingenuos ratones que caían bajo el encanto de la dulce melodía que tocaba—. Espero y esto no vaya a ser todo tu desayuno, ¿o sí?

Parpadeó, saliendo de su estupor. Tragó con rapidez la galleta. —No tengo hambre.

Jackson hizo una mueca inconforme, y Mark casi quiere ahorcar a su lobo cuando el animal se vio afectado por eso. «Somos Alfas, debemos impresionar a Omegas y Betas... no a otro Alfa».

—Pediré que nos traigan el desayuno. Si quieres no comas conmigo, pero tienes que comer todo lo que te traigan —Mark iba a negarse, pero una sola mirada de Jackson bastó para detener sus palabras—. Serás un buen chico y comerás todo, ¿cierto, precioso? ¿no quieres que me moleste, verdad? Mi Alfa y yo no podemos permitir que te descuides, así que estamos asegurándonos que estés bien.

Mark simplemente asintió, no teniendo fuerza mental para negarse. Jackson volvió a sonreír, dejando una última caricia sobre su mejilla, y por sus labios muy sutilmente. Se alejó finalmente del menor y se encaminó hasta su oficina, entrando en esta y cerrando la puerta, apoyándose en ella. Miró su mano, aquella con la cual tocó a Mark, su corazón latiendo acelerado, y su lobo rasguñando en su pecho, deseoso de salir.

—Lo sé, estuvimos tan cercas... —le dijo al animal, sobando su pecho con la otra mano. Con la que había tocado a Mark la llevó hasta su nariz, gruñendo al sentir el aroma de la miel en ella—. Mío, mío, mío, siempre has sido mío... pronto tú lo sabrás, precioso.

Las cosquillas en su vientre le avisaron que su cuerpo estaba reaccionando al aroma, y bajó la cabeza mirando como estaba despertando por los estímulos. Olfateó un poco más su mano, tanteando con la otra aquella zona. Jadeó, tener el olor de Mark presente volvía mucho más interesante aquel acto, logrando que las veces pasadas se sintiera insípidas.

Porque no era la primera vez que se tocaba a sí mismo con el Alfa menor siendo el causante de su erección.

Su lobo gruñó insatisfecho, y es que el saber que el Alfa estaba ahí, a pocos metros de ellos, lo volvía loco, desesperado por abrir esa puerta y volver con el menor para enterrar su cara en el cuello, justo en la glándula de olor, pero Jackson no lo dejó ser, marcando el dominio del cuerpo y manteniéndose encerrado en su oficina. Había llegado tan lejos, que no podía simplemente arruinarlo todo por los caprichos de su lobo.

Oh, Diosa Luna... si tan solo Mark supiera que podía hacer de él lo que quisiera. Que contrario a lo que Mark pensaba, era él quien lo tenía en la palma de su mano, haciendo todo solo por un poco de atención.  Dependiente, así se sentía, así siempre ha sido por el Alfa de hebras claras.

🌼✨💙✨🌼

"Hazlo si es que puedes hacerlo"... lo aceptaba, tenía razón, no podía hacerlo.

Resopló cansado, y un poco asustado consigo mismo. Hace más de un mes renegaba del Alfa, y ahora solo... ni él mismo sabía lo que sentía, lo que quería. Su lobo al parecer sí, pero no era coherente y difería un poco, —bastante— con la realidad deseada de lo que era una buena vida para Mark Tuan.

No podía caer tan fácilmente en las locuras de la pareja, pero temía que su verdadero impedimento se basaba en un "no podía" y no en un "no quería". Cuán grande era la diferencia, porque mientras el querer va de la mano con nuestros deseos, el poder... ahí todavía entraba el anhelo. No puedo, pero quiero.

Miró la bandeja sobre su escritorio, en donde en algún momento hubo comida y la cual comió sin ningún problema. Su apetito había vuelto, y quería asumir que se debía a una respuesta normal fisiológica y no a que Jackson la había mandado a pedir para él y que me había exigido que comiera.

"Mi Alfa y yo no podemos permitir que te descuides, así que estamos asegurándonos que estés bien", no, eso no debía ser. Un Alfa no cuida a otro Alfa. Un Alfa busca un Omega o una Beta y crea una familia... un Alfa no anhela el toque de otro Alfa, no se siente bien por la atención de otro Alfa.

—Debo irme de aquí —murmuró con la mirada perdida en la fotografía de sus padres con él. Sintió algo de pesar en el pecho, ¿como reaccionarían si...?—. Nada está bien, debo irme de aquí.

—¿Por qué deberías de irte, Mark?

El Alfa se asustó y subió la mirada hasta Jinyoung. Ya era la segunda vez que lo sorprendía con su llegada, y no sabía si era porque el Omega era realmente silencioso o porque su cabeza estaba en las nubes. La segunda parecía más aceptable.

La mirada curiosa del Omega era profunda, y su aroma a manzanas verdes cosquilleaba en su nariz. Vestía de una manera tan casual, un buzo algo grande para su menudo cuerpo, y unos jeans abiertos en las rodillas. Lucía adorable, y un poco más joven de lo que ya era, y Mark no pudo evitar admirarlo. Jinyoung era hermoso, jamás se cansaría de verlo. Pero así como hoy lucía adorable, sabía que el Omega era un ser bello que irradiaba sensualidad. El solo recuerdo de su espalda arqueada por los toques de Jackson sobre él lo hacían respirar profundo. Su cuerpo... tan receptivo.

¿Si lo tocaba él sería del mismo modo?

Bajó la cabeza en cuanto aquella duda se plantó en su mente. No podía. No podía.

—Es de mala educación ignorar a las personas cuando te hablan —Jinyoung ladeó la cabeza—, y a mí en particular me molesta que me ignoren. Sonará egocéntrico, pero tengo cierta fascinación con que me miren siempre. Mark, mírame —el Alfa no hizo caso al pedido. Jinyoung arqueó una ceja y apoyó sus manos contra el escritorio, inclinándose hacia el frente—. Alfa, mírame.

El lobo aulló con júbilo, y Mark alzó la mirada tan rápido escuchó la voz del Omega ordenarle tal acción. Ojos contra ojos. Jinyoung sonrió de lado y se despegó de la mesa para rodearla y posarse atrás de Mark, deslizando sus manos por sus tensos hombros y comenzar a aplicarle presión. El Alfa blanqueó los ojos, y los cerró en un suspiro. Aquel masaje, lo necesitaba.

—Estás muy tenso, cariño. No debes descuidarte. A mi Omega y a mí no nos gusta —reprendió sutil Jinyoung—. Si te sientes cansado por el trabajo, pídele a Seunie un día libre... también sé dar masajes de cuerpo completo.

La mejillas de Mark se calentaron, y tragó saliva. —Estoy bien.

—¿Sí? ¿no me mientes? —presionó su pulgar sobre un nudo en los hombros de Mark, y sonrió en cuanto escuchó otro suspiro por parte del mayor. Lo sentía deshacerse en sus manos—. Te escuché decir que debías irte, ¿no te vas del trabajo porque te sientes mal?

—Yo hablaba de ir a América con mis padres.

—¡Eso sería estupendo! ¿Por cuánto tiempo sería? —exclamó emocionado.

—Mucho.

La sonrisa en el rostro de Jinyoung se desvaneció tan rápido escuchó esas palabras. No era tonto, ese mucho era un reconocible ir y no volver. Tragó saliva, y siguió con su masaje. Si era sincero, sabía que algo así podía ocurrir, es decir, podía concluir que la vida de Mark era de lo más común, así que de tener de un día para otro a una pareja con claras intenciones podía abrumarlo. Había hablado de eso con Jackson, de las claras consecuencias de sus actos, y entre esas estaba el que Mark escapara de sus manos mucho antes de tenerlo para ambos.

Su Omega gimoteó bajito, y sus labios sobresalieron en un entristecido puchero. Se inclinó sobre Mark, rodeando su cuello con sus manos en un delicado abrazo, y apoyando su barbilla sobre su hombro. Lo sintió tensarse en su lugar, pero liberó sus feromonas para calmarlo, consiguiéndolo casi de inmediato.

—¿Realmente quieres eso, Mark? ¿irte por mucho tiempo? —inquirió con voz suave.

No, no lo quiero.

—Lo he estado pensando... pero aún no es seguro —murmuró de vuelta.

Jinyoung sonrió de lado. —¿No será culpa nuestra que quieras irte? Ya sabes, lo de ayer...

—¡Oh, no, no! —el pulso de Mark de alteró, y Jinyoung pudo notarlo cuando bajó sus manos hasta su pecho—. Eso es cosa del pasado. Solo hay que olvidarlo, y hacer como si no pasó.

—Hacer como si no pasó... —repitió Jinyoung, y acercó su nariz hasta la curvatura del cuello de Mark, aspirando con profundidad el picante aroma de la miel en conjunto con el perfume del hombre. Delicioso—. ¿Sabes? A veces por miedo evitamos ciertas cosas ya que son desconocidas para nosotros, sin embargo, muchas veces, en lo profundo de nuestro ser, anhelamos atrevernos a más... no temas tanto, Mark, y lánzate a lo prohibido, a lo desconocido, porque una vez lo hagas puede que encuentres un nuevo mundo en donde siempre has pertenecido.

Dejó un beso en el cuello del hombre, y subió la cabeza para dejar otro en su mejilla, mucho más largo. »Arriésgate, cariño, y ya luego si no te gusta lo que descubres puedes ir a visitar a tus padres mucho tiempo como tienes planificado.

Se separó de Mark y caminó con dirección a la oficina de su Alfa. Si seguía otro poco cerca del Alfa no estaba seguro si se podía controlar. Si tan solo Mark supiera lo que causaba en su ser con solo su presencia...

Mark respiró hondo, con las palabras de Jinyoung calando profundo en él. Arriesgarse, atreverse, lanzarse. Se sentía tan tentado, mucho más que antes.

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