Epilogo
"un sueño plasmado en el cielo nocturno en una noche calurosa
tú y yo brillamos en nuestra juventud..."
my youth – nct dream
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— Planeo ir a la feria. Pasar la tarde allí, aunque tampoco sé qué haré este verano. — comentó al auricular, afirmando el teléfono entre su oreja y el hombro.
— ¿Te fue bien en el examen de inscripción a la universidad? — preguntó Irin del otro lado.
— Umm, supongo que sí, aún no me dan los resultados.
— A mí tampoco me los han dado. Igualmente avísame si te los entregan.
Becky sonrió a pesar de que Irin no pudiese verla, mientras buscaba en su armario alguna camisa bonita con la cual poder salir esa tarde, preferiblemente mangas cortas a causa del calor.
No era fan de esa temporada, pero tampoco le irritaba todos los sentidos y lo odiaba.
— Te avisaré, no te preocupes. — volvió a retomar la conversación — Necesito cortar. Aún debo debo de saber que colocarme para salir.
— Está bien, lo único que te pido es que te cuides y si te vas a una fiesta, siquiera llámame para poder ir yo también.
Becky rió desde la otra línea. — Sí, lo haré, no te preocupes.
Luego de decir eso se despidió y cortó la llamada. Se colocó la primera blusa que encontró, la cual era de color amarillo. Mirándose en el espejo se convenció a sí misma y solo tuvo que agarrar su mochila y su teléfono para salir de la casa, luego de haber apagado el aire acondicionado en su cuarto y despedirse de su madre, la cual estaba en la sala viendo televisión.
En los últimos meses su vida realmente había ido por buen camino. Como todos con sus días feos, sus días buenos y días donde no sabes que hacer o sentir, pero ya no eran obstáculos llenos de inseguridades donde no podía vivir tranquilamente. Había mejorado desde ese entonces donde tuvo la última conversación con Freen.
Se hizo más amigos, Irin era una de ellas que casualmente conoció a finales de semestre, producto de haber conseguido un trabajo de medio tiempo en la misma cafetería e increíblemente vivían a pocas cuadras de distancia.
También se hizo amiga de Hansa, quizá con ella llevaba menos tiempo sobrellevando una amistad porque se conocieron el día del examen de su ingreso a la universidad, cuando Hansa le pidió un lápiz y al final no se lo devolvió. Por cosas del destino o algo así, acabó obteniendo su número de celular y comenzaron a hacerse amigas.
Tenía esperanzas en conocer más gente cuando ingresara a la universidad, pero faltaba un poco más para eso.
Jaidee decidió regresar a su ciudad para concluir sus estudios y luego trabajar en la misma ciudad, por lo cual se despidió de ella con un poco de tristeza. Aún así no fue una de sus mejores amigas, fue de las pocas que se le acercó e intentó hacerle ver un bonito lado de la vida esos últimos meses. Por ello no negaba que le agarró mucho cariño.
Lo que Freen, pues de ella no sabía hacía ya casi un mes y medio.
La última vez que la vio, fue para la competencia de matemáticas que organizó la escuela dos semanas antes de que acabase el año y el grupo de Freen ganó con gran ventaja.
No pudo negarse a felicitarla tiernamente y solamente le dedicó una sonrisa con un apretón de manos, tomando distancia para no volver a anclarse a ella.
Desde ese momento no la vio más, ni siquiera para la graduación. Suponía que quizá se fue a otra ciudad para reiniciar su vida lejos de lo que alguna vez pudo dañarla y no volvería en un tiempo más, no sabía que haría Freen con su vida.
Según recordaba, podían volver a reencontrarse ese mismo verano, pero había perdido un poco las esperanzas de ello.
Sin saber de la de pelo naranjo, no tenía la mínima idea a donde fue luego de que la vio por última vez, no pensaba en que su final definitivo con Freen sería feliz.
Pero de todas formas no perdía la esperanza. La vida podía ser muy mierda algunas veces, todos sabemos eso o la gran mayoría lo sabe, pero Becky no creía que la suya sería tan mierda para desilusionarla de esa manera.
Aún así agradecía y se sentía orgullosa de su esfuerzo por mejorar como persona. Por ella misma y por todos aquellos que la rodeaban, que la querían sinceramente.
Su autoestima estaba más estable. Se valoraba lo suficiente a sí misma como para darse cuenta de lo que realmente merecía. Su confianza en ella aumentó, sus ganas de ser ella misma también y estaba conforme con ello. No podía quejarse.
Cuando bajó del autobús frente a la dichosa feria que visitaría, sonrió tiernamente.
Esos ambientes eran muy relajantes. Comida, música, aire veraniego, tiendas donde poder comprar todo tipo de cosas, bares donde podía entrar por fin legalmente, pero tampoco era algo que le atraía mucho.
Una variedad enorme de maneras para pasar un buen tiempo y Becky no lo desaprovechaba.
A veces se preguntaba si todo el esfuerzo que algunas personas hacen por estar bien y estables, valdrá completamente la pena toda la vida y si se mantendrá por siempre.
Sabía que el "por siempre" no existía, que solo era una pequeña mentira que ilusionaba a las personas, pero sabía que ese para siempre podía ser un largo tiempo. Una promesa que durará mucho tiempo, que no se romperá hasta que llegue a ser algo malo y poco sano; como una relación amistosa o amorosa.
¿Pero el amor y respeto hacia uno mismo era tan largo, como ese para siempre? ¿No se volvería malo y poco sano como los otros amores o cariños que compartes con otra persona?
Suponía que no, o quizás si, cada quien tenía una perspectiva diferente a ello. Becky se replanteaba esas preguntas mirando el techo de su habitación antes de dormir, con los audífonos puestos y escuchando su canción favorita.
Caminando por el lugar, sacando algunas fotos con la cámara que se compró con ayuda de sus padres, llegó hasta un sitio de juegos. Esos típicos de las pelotitas que lanzas a una torre de vasos y algo te ganas.
Becky compró un juego con cinco pelotas para lanzar, aparentemente jugaba por un peluche o algo de ese estilo.
El chico que atendía parecía burlarse de todos sus fallos y eso solo enfureció un poco más a Becky.
— Este jueguito de botellas no te puede ganar, Becky. ¿Qué te crees que eres? — se susurró a sí misma.
Estaba dispuesta a ganar, compró un juego más, estuvo a nada de derribarlos a todos, pero no fue suficiente.
El sentimiento indignante de creer que ese jueguito le ganaría, carcomió su interior rápidamente y más aún cuando al lado, un niño de no más de siete años logró derribar esa torre con ayuda de su madre.
" Claro, con ayuda cualquiera puede". Pensó, mientras miraba mal a aquellos dos. Sobre todo al pequeñín que logró llevarse a un peluche de oso.
Se volteó y miró al que atendía, estiró su mano hacia él para pedir otro juego, pero se espantó un poco cuando bajaron su brazo levemente.
— Dame uno a mí. — pidió tal voz reconocida.
Giró su mirada y quedó plasmada en la imagen contraria, esperando porque la misma se diese cuenta de la situación y mirase sus ojos.
Mas no lo hizo y se dedicó a ganar lo que Becky tanto quería. En tres tiros lo logró, no fue de tanta relevancia para Becky sabiendo a quien tenía que enfrentarse.
— ¿Entonces? Elige uno. — pidió ella.
Becky sacudió su cabeza y miró los peluches. Habían de gran variedad, eligió un oso únicamente porque es el que todos eligen y si era sincera, también lo hizo por estar atenta a otras cosas.
La otra se levantó un poco cuando el dedo de Becky señaló tal peluche y lo tomó, entregándoselo con una radiante sonrisa que hacía a Becky sentirse en el mejor lugar de la tierra.
— ¿Ahora si estás feliz? — preguntó.
La más alta miró el osito. — Uhh... sí, supongo.
— ¿Lo supones? O sea que no lo estás al cien por ciento.
— N-No, me refiero a que sí estoy feliz, no es que lo suponga. — era evidente su nerviosismo. — G-Gracias.
— Te vi haciendo casi que un berrinche por tener ese osito. — soltó una risa tierna.
Algo indignante para Becky, pero aún así no evitó reír con ella (independiente del empujón que le dio luego).
— No te burles. No iba a hacer un berrinche. — la otra entrecerró sus ojos con duda. — Bueno, no totalmente.
— Estás un poco grande para hacer berrinches.
— Mentalmente no. — de forma burlesca, Becky le sacó la lengua.
Ahí se daba cuenta que Becky podía tener sus diecinueve años, pero seguía siendo una chica adorable y linda, que a pesar de mostrarse como todo lo contrario a esas definiciones, sabía que jamás podría quitarse ese toque tan genuino como su dulzura.
En ese tiempo Freen tampoco hizo cosas extravagantes en su vida, aunque puede que hayan surgido varios cambios en ella esos dos meses donde no supo nada de Becky.
Luego de aquel concurso de matemáticas que ganó, sus padres decidieron llevarla hasta Incheon para ir a visitar a su abuela que se encontraba enferma y su graduación, lastimosamente o no, acabó perdiéndola. Pero si era sincera, tampoco le interesó mucho.
Dio su examen de ingreso a la universidad Hanyang, esperando resultados positivos de ello.
Se esforzó, puesto que en un principio sus progenitores planeaban enviarla hasta Incheon y dar el examen de entrada a alguna universidad, pero ella no quería irse tan lejos de la capital sabiendo que parte de su felicidad estaba allí y que las pocas cosas que le costó conseguir estaban y estarían en aquel lugar. No confiaba demasiado en iniciar de cero en otra ciudad.
El compromiso fue tener un buen puntaje e ingresar a Hanyang, para así quedarse en Bangkok sin reproche. Entonces realmente le puso ganas al examen.
Lo que era su círculo amistoso, afortunadamente mejoró, tenía dos amigas con las cuales se llevaba genial y un amigo que era igual de increíble.
A Minha la conoció en casa de su abuela, esas semanas donde fue hasta allá. La muchacha fue tan agradable en mostrarle una parte pequeña de Incheon, que no se negaron en darse sus números y aprovechar esos días para conocerse y hacerse amigas. Luego estaba el lado "negativo" de no poder verla en un tiempo más, pero Minha dijo que apenas acabase su carrera de periodismo, iría hasta Bangkok cada que pudiese y se verían seguido. Considerando también el hecho de que visitaba a su abuela para ver qué estuviese bien y hacerle un poco de compañía a la agradable señora.
Luego estaba Baitoey, que a ella la conoció en el autobús porque todos los días tomaban el mismo y frecuentemente estaba vacío. Esa chica de sonrisa radiante le dio bastante seguridad y comenzaron a hablarse mientras pasaban los días, con gran ánimo y comodidad. Salían millones de anécdotas en esas conversaciones y ambas parecían llevarse demasiado bien.
Finalmente se hizo amiga de su nuevo vecino, Heng, que a pesar de ser un año menor que ella y que el chico tampoco era extremadamente sociable, ambos pudieron generar una gran relación amistosa donde la pasaban bien sin incomodidades o sensaciones que les hicieran sentir extraños. Cada cuando se visitaban, claro si vivían al lado, jugaban videojuegos o relataban anécdotas ridículas burlándose de las mismas mientras bebían refresco con aire acondicionado. No es como que ambos tuviesen una vida social completamente animada, pero eran amigos que con sus diversas personalidades y gustos lograban crear un genial ambiente para disfrutar.
Su vida no iba en picada como Freen pensó a sus dieciséis años, para tener diecinueve vivía una vida normal y estable, como todos en realidad querían sobrellevar sus días.
Pero no negaba que más de una vez pensó en Becky hasta dormirse, queriendo saber si estaba bien o que era de sus días ahora que ella no estaba presente en ellos.
La quería demasiado como para olvidarla. El hecho de querer estar todo el tiempo a su lado era una sensación que no acababa, y quizá eso en un principio no la ayudó a mejorar sus tantos complejos, pero pudo manejarlo mejor y ahora, si es que esos sentimientos debían de ser finalmente olvidados para siempre, sabría controlar la situación y haría de todo ese cariño para Becky, un recuerdo bonito que le hizo sentir en las nubes.
Cuando Becky obtuvo su peluche, comenzaron a caminar por el alrededor sacando temas de conversa aleatoria y comentándose de sus vidas en ese tiempo y qué tal iba todo.
Extrañamente se sentían nerviosas, como si fuese la primera vez que se conocieron, pero aún existían esos cosquilleos en el vientre. Lo que Becky detestaba decir como; "maripositas en el estómago".
Y es que tal sensación le traían lindos recuerdos, sobre todo esas frases cursis de Freen que en un momento pretendió odiar, pero que sí era sincera eran palabras que jamás nadie le dijo.
Y puede que sonase demasiado ridículo sabiendo a lo que Becky decía con respecto a la cursilería, pero no mentiría diciendo que escuchar esas frases fueron parte de su felicidad que escondió con inseguridad y miedo a terminar con el corazón roto.
Pero ahora con Freen podía sentir esa seguridad y no estaba dispuesta a dejarla una segunda vez.
— Supongo que he estado bien... — acabó por comentar, soltando una risa. — Mejor que antes si.
Becky solo asintió sin decir nada.
No estaba segura de que decir, tampoco entendía por qué le estaba costando tanto abrirse con Freen, siendo que la dicha era un poco más tímida que ella.
— Freen... — murmuró.
Extrañamente llamándola así, captó la atención inmediata de Freen.
— Dime.
Becky comenzó a jugar con los brazos de su peluche.
— Es verano... — comentó.
— Umm, lo sé.
— ¿No te acuerdas de lo que me dijiste antes?
— ¿Lo que dije? — Freen fingió hacer memoria. En realidad sabía perfectamente a qué se refería.
— No recuerdo demasiado bien...
— Que tú y yo... — comenzó a tartamudear. Demonios, no podía estar tan nerviosa. — Que nosotras dos podíamos retomar... ya sabes...
— ¿Retomar qué?
— No te hagas la que no sabes. — empujó suavemente su hombro. — Tú sabes a lo que me refiero.
Freen rió suavemente, sintiendo ternura de la manera en la que Becky trataba de comentarle la situación.
— Sé a lo que te refieres. — respondió. — Solo quería molestarte un poco.
Aunque Becky pudo haber reído, estaba impaciente en saber que diría Freen. Tan así que ni siquiera la dejó hablar primeramente y se interpuso en su camino buscando quedar frente a frente.
Freen claramente se asustó.
— Perdóname. — comunicó rápidamente la menor. — Yo fui una idiota antes, realmente me daba mucho miedo encariñarme contigo y sufrir por sentir cosas bonitas por ti, y por eso fui una completa imbécil. Y sé que ese día hablé todas mis inseguridades contigo y sabes lo arrepentida que estoy con todas las cosas que pude hacer, pero siento que aún sigues dolida y estás enojada conmigo, y yo no quiero eso, Freen. Yo quiero...
Se quedó en silencio, porque eran palabras que no pensó soltar y que solo en sus sueños dijo. Pero ahora estaba frente a ella dispuesta a decirlo.
— Yo quiero estar contigo. — soltó rápidamente, con el sonrojo apoderándose de sus tiernas mejillas. — Siempre lo he querido, aunque suene poco creíble, pero no es mentira... yo de verdad quiero eso, Freen. Solo que nunca pude decirlo ni expresarlo, y terminé arruinando un poco nuestra relación...
El hecho de que Freen solamente la mirase fijamente, hacía que Becky se sintiera nerviosa y casi como que volvió a arruinar todo.
Sus esperanzas se caían lentamente con la expresión de Freen que no le reflejaba oportunidades.
— B-Bueno... — por eso se comenzó a contradecir. — Entiendo que ahora no te interese y ya sea algo pasado, a lo cual no le ves nada de oportunidades, pero quería ser sincera... no siempre lo fui contigo y me arrepiento mucho de eso, porque de haber sido sincera no estaría ahora haciendo el ridículo frente a ti y quizá estaría contigo...
Sus palabras se vieron calladas y su propio mundo se detuvo cuando Freen tomó su mano izquierda, la cual no sujetaba el peluche, y suavemente la entrelazó con sus dedos. Es obvio que Becky se sonrojó y sus ojos conectaron automáticamente con los contrarios, que tenían un cierto brillo lindo de ver.
— Lo que acabas de decir... — murmuró con un tono entrecortado. — Es algo que únicamente viví en mis sueños o en mi imaginación. Ya daba por definido que entre tú y yo jamás pasaría algo, pero ahora...
— ¿Ahora...? — intrigó impacientemente.
— Ahora no creo que sea imposible hacerte feliz. Ni tampoco creo improbable la oportunidad de estar contigo, aunque siempre haya pensado que era algo imposible. — sonrió tiernamente. — Es obvio lo que quiero yo contigo, no creo que deba de decirlo...
— Tienes que decirlo. — interrumpió, recibiendo una mirada un tanto asustada de Freen. — Es que yo... yo no sé como pedir de manera linda a que salgas conmigo. ¡Pero tú sí! Porque con tus frases cursis y eso, seguramente te confiesas más lindo que yo...
Freen rió tiernamente y asintió con su cabeza, junto a un aire adorable y lindo. Eso contagió inmediatamente a Becky.
— ¿Quieres que formalicemos esto de manera linda?
— O sea, que tú digas algo lindo. — pidió. — Por favor.
Claro que Freen no se negaría a eso.
— Umm... bien, déjame pensar. — murmuró. — Creo que nunca terminare de enamorarme de ti, porque a pesar de todo lo que hagas sigues siendo la chica más linda que pude conocer, y quizá nuestro amor no sea eterno porque nada es para siempre, pero quiero que dure mucho tiempo y que cuando ese tiempo acabe, pueda mirar hacia atrás y decir que haz sido la casualidad más bonita que ha podido entrar en mi vida y de la cual no me arrepiento de haber amado con todo mi corazón. Puede que sea una perdedora, quizá no soy el mejor partido y hay muchas personas que pueden darte algo mil veces mejor que yo, pero cuando te digo que sacrificaría mi felicidad por la tuya y que si tuviera que irme de tu vida sabiendo que estarías bien sin mí, lo haría completamente. Aprendí que debo de ser mi primera prioridad, pero a veces no puedo evitar colocarte como mi primera y única opción en mi vida... lo siento Becky, pero ya no sé como quitarte de mí. Quiero disfrutar mi juventud contigo y no preocuparme por que vaya a pasar más adelante.
Su emoción a tales palabras que en algún momento deseó escuchar de los labios de la persona indicada, dieron oportunidad a que se abalanzara sobre el cuerpo ajeno y se aferrara con fuerza a ella. Con tanta fuerza que Freen casi se cayó, pero la sujetó de la cintura y la abrazó con esa misma intensidad.
— Yo no te merezco... — murmuró en su oído, apoyando su barbilla temblorosa sobre el hombro contrario.
— Ah... no digas eso, Beck. — rió nerviosa. — Nos merecemos mutuamente, así que no digas que no me mereces.
Becky mordió su labio inferior evitando el llanto.
— Oye...
— ¿Mmh?
— Te quiero. — susurró. — Te quiero mucho.
La dicha se sonrojó. — Te quiero más, Beck.
Al separarse ambas con una sonrisa adorable en sus rostros llenos de emoción, Becky tomó las mejillas de Freen y acercó sus labios entre sí, para besarlos con pasión, pero con una pizca de ternura que hacía hermoso el momento.
Cuando tomaron distancia, Becky sonrió por las mejillas sonrojadas de Freen y esa única sensación.
— Pensé que nunca te besaría. — confesó la rubia.
— Yo solo imaginé esto. — contestó la de pelo naranja. — Dime tu frase.
— ¿Mi frase? — frunció el ceño. — ¿Qué frase?
— Esa la de: "no me gusta lo cursi".
Becky sonrió. — ¿Te gusta humillarme?
— Quiero solo oírlo. — se encogió de hombros.
— Dios... — suspiró. — No me gusta lo cursi. — respondió. — ¿Feliz?
— Dilo otra vez. — pidió burlonamente.
— No me gusta lo cursi.
— Que hipócrita eres. — rió divertidamente, recibiendo un manotazo leve de Becky. — Y pensar que antes me hubieses dado una paliza si te decía eso.
— Ahora te daré una paliza por burlarte de mí.
Freen negó sonriente y volvió a abrazar su indefenso cuerpo cálidamente.
— Eres mi mundo, Becky-ah.
Ni lo pensó dos veces antes de responder. — Tú eres mi universo, Freen.
Becky ama lo cursi y Freen lo es demasiado.
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