
CAPÍTULO FINAL: NUESTRO DESTINO
El sonido del disparo resonó en aquella fría azotea, dejando el suspiro de un profundo eco. Eidrien sintió como su corazón se paralizó, Gulf sentía que su cuerpo no reaccionaba, como si fuere un peso inerte que no contaba con la posibilidad de mover un solo músculo, sintió que moría, Lushino sintió como el terror poco a poco se apoderó de su cuerpo, su espina dorsal siendo recorrida por un intenso escalofrío.
Nadie, ni uno solo de ellos podía creer lo que acababa de suceder, mientras observaban con pavor y rostro helado como si acabasen de ver un fantasma, a aquel cuerpo que yacía agonizando en el suelo, comprobando por milésima vez, que Linda era un monstruo.
¿Cómo pudo ser capaz de hacer algo así?
Los ojos de Gulf se cristalizaron mientras que al mismo tiempo un doloroso y enorme nudo se instaló en su garganta, provocando que sintiera como si sus pulmones se estuvieran obstruyendo ahora mismo.
Simplemente no lo podía creer.
—N-no... no... ¡No¡ ¡Dios!, ¡NO!...— El despavorido gritó del chico penetró en lo profundo de los corazones de todos los presentes. Sus lágrimas caían cual agua en una frondosa cascada.
Sus manos temblaron al intentar acercarse al pálido cuerpo de aquella chica a la cual durante toda su vida había llamado mejor amiga. Ni siquiera supo exactamente en qué momento sucedió todo y terminó de esta manera, pero Nina había salido de alguna parte de entre la oscuridad y sin pensarlo en un abrir y cerrar de ojos se interpuso entre él y impacto, recibiendo así, aquella bala que iba destinada a detener el corazón del Suppasit menor.
Como resultado Mew había caído al suelo debido el peso de aquel femenino cuerpo que lo abrazaba protegiéndolo.
—¡¿Pero qué has hecho?, maldita sea! —reprochó con furia a su madre. Sentía enojo, dolor, incredulidad, impotencia.
¿Realmente su madre intentó asesinarlo hace tan solo unos segundos? Y si Nina no se hubiera interpuesto, lo habría logrado.
—M-Me-w —llamó titubeante la agonizante chica, intentando llevar su mano hacia la mejilla del castaño. Mew se adelantó a sujetarla y llevarla hasta su destino: su rostro.
—¿Por qué lo hiciste,... Nina...? No tenías que haberlo hecho. —Sollozó, acunando aquella suave mano con la suya. La mano ajena, la mano de su amiga en este momento temblaba levemente. —Aguanta un poco más, por favor... ¡LLAMEN UNA AMBULANCIA! —Giró hacia su padre con mirada suplicante —PAD-DRE,... UNA AMBULANCIA. —Volvió a pedir, desesperado.
—E-es-cucha... n-no ti-tiene c-caso... —habló Nina, con la última vitalidad que quedaba en su cuerpo —t-tie-nes... que s-ser fe-feliz,... y-yo... siempre te he a-mado, Mew... — Las calidad lágrimas comenzaron a humedecer las pálidas mejillas de aquella chica —p-por favor, s-se f-feliz. —Sonrió.
—N-no... no... escúchame, estarás bien. Te pondrás bien... p-por favor... Solo aguanta, Nina, por favor. —Limpió las lágrimas ajenas —¡LLAMEN UNA MALDITA AMBULANCIA! —vociferó esta vez, con el dolor, la frustración y la impotencia siendo un solo sentimiento —p-por favor... una am-bulan-cia, solo llamen una ambulancia— Continuaba pidiendo, pero pero nadie hacía nada, ya todos sabían que era inútil.
—M-Mew... —habló nuevamente Nina. —p-por fa-vor... e-en t-tu otra vi-da... permí-te-me... s-ser y-yo qui-en... te ha-ga f-felíz. —Miró directamente a aquellos profundos ojos marrones, y sonrió —T-te am-mo,... peque-ño p-pan-da.
Los avellanas ojos de la chica se cerraron por completo, con su cuerpo diciendo adiós a la última fuerza vital que le quedaba. Aunque ya hubiese fallecido, en su rostro se dibujada una sonrisa, pues sus últimas palabras fueron el sobrenombre que ella y Kaownah le decían a Mew en su niñez. Con la paz que sentía en los brazos de Mew y el sentimiento más hermoso del mundo abrazándola, Nina dejó escapar de su cuerpo su último aliento.
Ahora estaría en un lugar mejor.
—¡N-NO! ¡¡NOOOOO!!... Perdóname, Nina, por favor, perdóname... perdóname —Sujetó la femenina mano que ya sin vida había caído al suelo, la apretó entre las suyas y dió paso a que sus lágrimas fluyeran interminables —Esto no tenía que terminar así, no así, lo siento tanto. —Susurró, meciendo el cuerpo inerte de su amiga entre sus brazos. —¡¿POR QUÉ NO LLAMASTE UNA AMBULANCIA?! ¡¿POR QUÉ?! —Se giró hacia su padre, reprochando con el resentimiento guardado.
Eidrien tan solo sollozó.
Aquella chica apenas tenía 21 años, pero él la conoció desde que era una bebé. Cuando ella se fué de Bangkok, él la acogió y pagó por sus estudios ya que su padre alcohólico jamás se interesó por el futuro de esta, y su madre siendo muy jóven simplemente la había dejado al "cuidado" de su padre. Ella, como pago por su ayuda le suplicó a Eidrien que le permitiera trabajar para él, fué así como sin siquiera planearlo terminó siendo la espía de Eidrien con todo a lo que de Mew se tratase. La culpa carcomía tanto a Maxiin como a Eidrien pues habían sido ellos quienes minutos antes la habían llamado para indicarle que llegara a ese lugar y ser de apoyo por si las cosas en algún punto se complicaban, pero está demás decir que ellos jamás esperaron esto y mucho menos lo quisieron así.
Sin embargo, realmente no era culpa de ninguno de ellos, de nadie humano en absoluto. El único responsable era aquello a lo que llaman destino, pues el destino es muy impredecible y jamás sabremos lo que planea para cada uno de nosotros, el destino final de Nina era ese: morir por el hombre al que había amado, aquel chico con quien creció, a quién llamó mejor amigo. Incluso cuando supo que Mew no la amaba, ella no dejó de amarlo, aún así continuó protegiéndolo de todo y luego no solo a él, Nina decidió también proteger a la persona que su amado había decidido amar.
Porque si Mew conseguía ser feliz, ella también lo sería, ella aceptaba su destino, lo aceptó desde mucho antes, y este destino había dictado que ella debía morir protegiendo al amor más sincero, puro y verdadero que había podido sentir en toda su vida. Era un destino injusto para una pobre jóven, posiblemente el destino más injusto que se haya podido escribir para la vida de una pobre chica, pero vamos, si lo pensamos bien... ¿quién dice que el destino debe ser justo?
—M-Mew... — Gulf se acercó al dolido chico y acarició su hombro, el castaño continuaba abrazando el cuerpo sin vida de su amiga —Mew,... levántate, por favor, —Pidió, con un nudo en su garganta, el cual no disminuía por más que llorase.
—G-Gulf... llama una ambulancia, ¿si?... No está muerta —Movía las piernas de Gulf con sus manos cubiertas de la sangre de Nina —¡Maldita sea, Gulf, llama una ambulancia! —gritó impotente, al darse cuenta de que Gulf no se movía.
—Mew..., am-mor, por favor —titubeó entre sollozos, ver a su novio así lo estaba matando en vida.
—¡¡Tú¡¡ ¡¡¿Cómo pudiste hacer esto?!! —Se puso de pie y le gritó a su madre —¡Eres un monstruo!... ¡UN MONSTRUO! ¡ESTÁS LOCA! —Cayó de rodillas luego de gritarle con todas sus fuerzas a su madre, ya no soportó más el dolor. ¿Cómo superas que tu mejor amiga haya sacrificado su vida por tí y que su verdugo haya sido tu propia madre?
Linda se encontraba atónita ante lo que minutos antes había hecho, sus manos temblaban mientras observaba el arma. ¿Acabas de asesinar a aquella inocente niña que todas las mañanas llegaba a tu casa a comer galletas junto a tu hijo? Reprochó su conciencia, ¿cómo pudiste? ¿En qué clase de monstruo te convertiste?
Por primera vez se arrepentía al instante por algo que acababa de hacer, por primera vez la culpa invadía su cuerpo, por primera vez conocía aquello llamado remordimiento de conciencia. Las palabras de su hijo continuaban repitiéndose cual bucle en su cabeza, una y otra, y otra vez.
—M-Mew... y-yo... lo siento. Hijo, lo siento — Su llanto inició sin ella siquiera ser conciente, por inercia arrojó al suelo el arma que había tenido en sus manos, aquel pequeño objeto que en segundos era capaz de arrebatar vidas —. Perdóname..., por favor, perdóname. — Y por primera vez la grandísima y fría Linda Jongcheveevat se había derrumbado en lágrimas, por primera vez las palabras de disculpas salían de su boca, pero... ya era demasiado tarde —Hijo,... por favor — Se puso de pie e intentó llegar hacia Mew, quien yacía de rodillas en el suelo llorando en el pecho de su novio, junto al cuerpo de Nina.
—¡¡Ni siquiera te le acerques!! —dijeron Eidrien y Lushino al mismo tiempo.
—Aléjate de él —advirtió Lushino —¿No te cansas de causar tanto daño?
—Y-yo lo... lo siento. Lo siento tanto —respondió, en un balbuceo lleno de arrepentimiento.
—¡¿ACASO NO TE DAS CUENTA DE QUE TUS DISCULPAS NO BORRAN NADA?! ¡Tus disculpas no la harán volver, tus disculpas no borrarán todo lo que has hecho!— Las lágrimas traicionaron a Lushino y se derramaron sin parar. Lo había dicho muchas veces, incluso lo había jurado, pero... ¿cómo era posible odiar a tu progenitora? A la mujer que te dió la vida, ¿era estúpido quererla aún después de todo? No lo sabía, pero para su infortunio él amaba a Linda aunque ella a él no. —En parte... te agradezco tanto que no hayas querido ser mi madre,... me hiciste un favor. —Sonrió, pesado y cargado de tristeza.
Lushino le dedicó a Linda una mirada que contenía muchas emociones: rechazo, resentimiento, enojo... pero sobre todo... dolor. Mucho dolor. Linda cayó de rodillas, y por primera vez le dolieron las palabras que venían de parte de aquel chico, su hijo mayor, al que nunca amamantó, al que nunca contempló, al que nunca le dió la oportunidad de nada, al que ni siquiera cuando estaba en su vientre le había demostrado amor o prestado atención. Por primera vez a Linda le dolía aquel rechazo que veía en la mirada de Lushino.
Buscó a Eidrien, pero éste tenía la misma mirada, miró a Mew, y su corazón junto con su vida entera se destrozaron al contemplar que su hijo ni siquiera se molestaba en mirarla.
De pronto se escucharon las sirenas de los autos policiales, incluso el sonido de una ambulancia. Linda continuaba en el piso, con sus lágrimas bañando su rostro. Ya nada importaba, lo había perdido todo por haber elegido el camino equivocado, por haber tomado una malísima decisión.
¿Su madre estaría orgullosa de ella?
¿Seguiría su madre confiando en que ella había tomado las mejores decisiones? Posiblemente no, Linda lloró al pensarlo, al recordar a su madre.
—Perdóname —musitó, mirando al cielo, ese perdón iba dirigido a su madre, posiblemente su madre sí se encontraba en el cielo —. Mew, perdóname, por favor —continuó disculpándose, llena de arrepentimiento, pero su hijo ni siquiera la miraba.
Eidrien se acercó a Mew y lo cobijó entre sus brazos, junto a Gulf ayudaron a Mew a ponerse de pie mientras que Linda tan solo podía observar de lejos a su hijo y el rechazo que la mirada de éste le transmitía, haciendo que su corazón se partiera en pedazos solamente de verlo.
¿Era este el peor castigo que el destino había preparado para ella? ¿El rechazo de Mew era lo que debía obtener como pago por todo lo que había hecho?
Morir sería menos doloroso, pensó.
Se puso de pie al contemplar como Mew empezaba a caminar hacia la salida, tomado de Eidrien y de Gulf. Dando unos pasos hacia atrás recogió el arma que anteriormente había tenido y se dirigió hasta la orilla de aquella azotea, aquella fría azotea que había sido testigo de lo que ahí había ocurrido. Se subió en el pequeño borde de la orilla, apretó el cabo del arma y cerró sus ojos.
En ese mismo momento Mew sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, y como si de una orden se tratase miró hacia atrás, fue así como pudo darse cuenta de lo que su madre estaba a punto de hacer.
—¡Madre, por favor no lo hagas! — Sin pensarlo se soltó del agarre de Gulf y de Eidrien y corrió lo más rápido que pudo, rogando llegar a tiempo hasta donde su madre se encontraba.
Podía ser un monstruo, podía haber hecho tantas cosas malas y horribles, pero seguía siendo su madre, y... la amaba. Continuó corriendo lo lo más rápido que sus piernas se lo permitían, pero se había alejado tanto, a tal punto que la distancia se sentía eterna.
Lushino, que debido al grito de su hermano también se dió cuenta de la situación, no dudó ni un segundo en correr también.
—¡Madre, detente, por favor! —gritó, desde el fondo de su garganta y su corazón. Cierto, su madre nunca lo había amado, nunca lo quiso, pero aún así le había dado la oportunidad de nacer y escoger su propia vida. Por absurdo que pareciera Lushino guardaba la esperanza de que algún día su madre cambiara, se arrepintiera y se permitiera amarlo, porque él... sí la amaba, siempre lo había hecho, y se hallaba a sí mismo capaz de perdonarla por haberlo abandonado. —¡Detente, por favor, detente! —Volvió a gritar, pero esta vez, lágrimas acompañaron su grito.
—L-lo siento... lo siento mucho... perdóname... Mew, hijo mío... perdóname. —Sollozó. —Te amo... — En un abrir y cerrar de ojos llevó el arma hasta su cabeza y entre lágrimas, mucho dolor y arrepentimiento, disparó, muriendo instantáneamente y cayendo al vacío de la misma manera. Su cuerpo inerte bajó los siete pisos de los cuales constaba aquel edificio.
—¡¡¡Noo!!! —
Mew, Eidrien y Lushino gritaron al mismo tiempo, los tres habían corrido para tratar de detenerla, pero había sido demasiado tarde.
Por más irónico que parezca, estas tres personas que habían sido a quienes más daño había hecho Linda, no la odiaban, al contrario, los tres la amaban. Esta persona que había sido madre de dos de ellos y esposa del tercero, había calado tanto en sus corazones, que, a pesar de todo, de lo que haya hecho, ellos la seguían y la seguirían amando siempre. Jamás habían querido su muerte, la muerte de su madre y esposa, pero aunque ellos no lo aceptaran, el destino así lo había decidido.
Si lo pensamos bien, el destino había sido demasiado injusto con Linda también, pero algunas veces nuestro propio destino es forjado por nosotros mismos, por nuestras acciones y decisiones, y no olvidemos que ambas traen consecuencias. Linda había pagado las suyas,... aquella fría azotea había sido testigo de dos muertes esa misma tarde.
Un día había transcurrido desde la muerte de Linda y Nina, el funeral de Nina acababa de llegar a su final y podría cada quien irse a su casa. Debido al tipo de muerte que Linda había llevado era imposible poder realizar el funeral con el cuerpo presente, ni siquiera sus cenizas.
Mew todavía se preguntaba qué había hecho mal en su vida pasada para tener que haber sufrido tanto en esta. Desde que supo toda la verdad había rogado porque todo fuese solamente un sueño, una horrible pesadilla de la cual podría despertar al pelliscarse el brazo, pero el evidente dolor en su corazón le hacía aceptar que esa era su dura realidad.
—Mew,... hijo, vamos a casa —Llamó su padre, Mew se encontraba solo en la entrada de aquella capilla. Misma capilla en la que meses atrás se había visto obligado a darle el adiós a su padre.
—Aquí te conocí... — Le dijo a Lushino, quien también se había acercado a él junto a su padre. Mew ni siquiera había levantado su rostro para verles.
—Sí...— respondió, con una sonrisa cargada de tristeza y culpa.
—Mew, no te imaginas cuantas ganas tenía de gritarle al mundo y a tí que era tu hermano, pero--
—No te preocupes —interrumpió Mew, su hermano mayor asintió e inclinó su rostro.
—Hijo,... sé que estás molesto o te sientes mal porque te ocultamos todo esto, pero, debes de entender qu--
—¡Creí que estabas muerto! ¡Te lloré como no puedes imaginarlo, padre! ¡Pensé... que jamás te volvería a ver! —exclamó, con voz un tanto elevada y cargada de dolor y resentimiento. Eidrien apretó sus puños, aceptando las palabras y el reproche de su hijo. Sabía que lo merecía. —Estoy... felíz de que hayas vuelto... pero, por favor entiéndeme.
—Lo hago, hijo, —Se acercó un poco más a él —sé que el que actúes así es lo más lógico del mundo, quizás incluso merezco palabras más duras, pero decidí no decirte nada debido a que apenas habías comenzado a recuperarte de tu accidente, aún no recordabas nada y el doctor nos había indicado que debíamos evitar emociones fuertes en tí. Lo hice por tu bien, Mew.
—Y no lo estoy cuestionando, padre. Sé que tomaste la que tú creíste la mejor decisión, y sabes que confío en tí...
—Hijo, por favor, comprendo si te molestas conmigo, pero por favor no te enfades con Gulf. No tienes idea del trabajo que me llevó lograr convencerlo para que aceptara no decirte nada, de verdad no te molestes con él, por favor, él no quería hacerlo, y aún cuando todo inició, siempre me pedía decirte la verdad. Todo este tiempo ha temido perderte a causa de ese secreto, y si aceptó fue porque le dije que era para protegerte y para que pudieran estar juntos libremente en un futuro.
—Padre,... he dicho que no estoy molesto, no lo estoy contigo y tampoco con Gulf, ni siquiera con p'Tharn, p'Type, Mild, Thorn, Yiwha, Cho y Maxiin —dijo sarcástico, virando sus ojos al recordar los nombres de todos los que siempre habían sabido la verdad.
—Estás molesto —corroboró su padre, sonriendo —estás molesto, pero me perdonarás pronto. —Sonrió feliz.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Mew, fingiendo seriedad y enojo.
—Porque soy tu padre y te conozco muy bien —respondió Eidrien, orgulloso —. Además, tengo toda una vida para luchar por tu perdón, hijo, porque no pienso dejarte nuevamente. —Los ojos de los tres Suppasit se cristalizaron debido a esas palabras.
—Ok, te creo —respondió Mew, con voz quebradiza. Seguidamente tiró de su padre para abrazarlo fuertemente, con su otro brazo jaló a Lushino y lo unió al abrazo. Ahora tenía un hermano mayor y estaba descubriendo que realmente se sentía muy bien.
—¿Entonces no vienes con nosotros? —preguntó Lushino al separarse del abrazo.
—N-no... regresaré a mi apartamento, por el momento quiero estar solo. —Sonrió, exhausto.
—Comprendo.
—Solo perdonanos pronto y no te ausentes mucho, te he extrañado demasiado —pidió Eidrien. —Debemos recuperar el tiempo perdido. —Besó la frente de su hijo menor y seguidamente se subió al auto con su hijo mayor, pues se dió cuenta de como los demás amigos de su hijo querían ir y pedir por sus disculpas.
—N-nong... —Fue Tharn quien se acercó como vocero de él mismo y todos los demás.
—p'Tharn —dijo Mew, con su semblante serio y frío.
—Nong... yo... es... lo... — Tharn jugaba con los dedos de sus manos.
—Lo entiendo, phi. Tú también lo hiciste por mi bien, ¿verdad? Te lo agradezco mucho. De hecho, ¡se los agradezco muchísimo a todos ustedes! —Gritó más fuerte para que escucharan sus demás amigos quienes se encontraban escondidos detrás del auto de Gulf, escuchando lo que Mew respondería. Todos estaban realmente preocupados de que Mew no los perdonase por haberle ocultado durante tanto tiempo que su padre estaba vivo.
Todos los involucrados sonrieron, gritando un magnífico y alegre "gracias" a la vez, para seguidamente salir de ahí con la tranquilidad en sus corazones, incluído Tharn.
Mew decidió sentarse en las gradas de aquella capilla, reposó sus codos sobre sus rodillas y cerró sus ojos. Sus recuerdos habían continuando volviendo incesantes desde lo ocurrido, provocándole dolores de cabeza y noches de pesadillas.
—Mew... — La voz que era melodía para sus oídos, esa misma voz que pertenecía a su amado pelinegro y que había extrañado tanto poder escuchar, lo hizo salir de aquel trance y volver a la realidad —¿puedo sentarme contigo? —preguntó, un tanto bajito y cohibido. Mew solamente asintió moviéndose un poco, tomando esto como su señal Gulf procedió a tomar asiento junto a él.
Desde lo ocurrido no habían podido compartir tiempo juntos y hablar de todo lo sucedido recientemente, pues los padres de Gulf, preocupados habían regresado a Tailandia para cuidar a su hijo, por lo cual Gulf se había visto obligado a ir con ellos. Por otro lado Eidrien y Lushino no se habían querido separar de Mew por todo lo ocurrido.
La mente de Gulf era un completo caos tratando de buscar las palabras adecuadas para este momento. “Discúlpame, te ví sufrir y no te lo dije...” ¡Idiota, por supuesto que eso no!, se reprendió así mismo. Su boca fue abierta y cerrada varias veces en fracciones de segundos, no encontraba que decir realmente.
—No estoy molesto contigo si es lo que piensas... —habló Mew, rompiendo el silencio entre ambos, provocando que Gulf lo mirase rápidamente, pero el castaño aún mantenía su vista fija en el suelo —no estoy molesto con nadie en realidad. Comprendo lo que han hecho, comprendo lo que tú hiciste... y estoy completamente seguro de que yo también habría hecho lo mismo por tí... — La voz de Mew fue tranquila, pero a la vez triste.
—¿Pero?... — Mew le miró fijamente.
—Aún no lo asimilo, Gulf. Estoy agradecido de que mi padre haya vuelto, y, ¡Dios! No sabes cuan agradecido estoy de que tú estés bien, pero... aún así quiero estar solo.
—... — El corazón de Gulf se estremeció al escucharlo, sus ojos picaron con intenciones de querer llorar, de aferrarse a Mew y no dejarlo ir, pero a pesar de todo y de su impulso egoísta, lo entendía. Mew tenía mucha razón en querer estarlo, después de todo tenía mucho que pensar y así como él mismo lo dijo: asimilar. Parpadeó en busca de alejar las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos, y encontrar la manera para hablar sin que el nudo en su garganta se lo impidiera.
—Te amo, Gulf, —Mew volvió a romper el silencio, con labios tiritantes y ojos cristalinos —no lo dudes jamás, por favor.
—Te amo también —respondió, conteniendo sus lágrimas—. No sabes lo terrible que me sentí todas esas ocasiones en las que te ví llorar su muerte, luché tanto contra las inmensas ganas de querer decirte que seguía vivo y que no sufrieras más... —confesó con voz triste y quebradiza —perdóname, Mew, por favor perdóname. —Sollozó, no pudo soportarlo más y su llanto dió inicio.
—Gulf... — Mew lo envolvió entre sus brazos, acariciando suavemente su cabello—amor, no hay nada que perdonar. No estoy molesto contigo y al contrario, estoy muy orgulloso. Mi novio es una persona tan valiente... —Sonrió entre lágrimas —muchas gracias por todo lo que hiciste por mí... por nosotros. —Acunó la mejilla de Gulf con su mano y lo llevó hacia él para besarlo suavemente. Había extrañado tanto hacerlo, sentirlo, que sus almas se unieran así como sucedía cada que se besaban. —No sabes lo asustado que estaba pensando en que podría perderte... —Besó su frente —estos tres días sin tí fueron un infierno.
—Pienso lo mismo —Gulf estuvo de acuerdo, con una sonrisa triste.
—¡Hijo, es hora de irnos! —gritó Lia, la madre del pelinegro.
—Te extrañaré... — El pelinegro rodeó la cintura de Mew con ambas manos —por favor dime que no será mucho tiempo, y que no vas a dejarme.
—El necesario —respondió Mew —. ¿Acaso no esperarás por mí? —Bromeó.
—Yo... siempre esperaré por p'Mew —respondió seguro, sonriendo, gesto que imitó el mayor.
—Muy bien, porque yo no pienso dejarte.
Ambos se pusieron de pie, descansando sus cabezas en el hombro contrario, transmitiendo sus emociones en ese profundo abrazo. Lentamente, cuál imanes buscaron los labios ajenos e iniciaron un suave beso, un beso de despedida temporal. Apoyando sus frentes al terminarlo, sonrieron en complicidad, y sin más, cada quien siguió su camino.
Gulf permanecería con sus padres el tiempo que Mew necesitara para volver a estar bien. Mew decidió permanecer solo, pues el tiempo y la soledad lo ayudarían a sentirse mejor y volver a encontrar aquello que le hacía falta.
Y es que algunas ocasiones solo eso hace falta, alejarnos de todo tan solo un momento e ir en busca de una paz mental, de una estabilidad emocional contigo mismo y una conexión hacia lo más profundo de tu ser. A Mew le hacía mucha falta, todo lo que había pasado no era fácil de asimilar para él y debía encontrar las fuerzas para aceptarlo sin reprimirlo, para entenderlo sin tratar de fingir que nunca sucedió, pero sobre todo, para hacerlo parte de su realidad sin necesidad de detener o afectar el ritmo de su vida diaria.
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Ya habían transcurrido dos semanas desde que Mew decidió permanecer solo en su apartamento. Todo este tiempo le había ayudado a sentirse tranquilo consigo mismo y poder continuar recuperando sus recuerdos. Siempre lo atacaban aquellos intensos dolores de cabeza, pero era algo normal cada vez que recordaba algo nuevo. Se sentía bien a pesar de que todas las noches lloraba por la muerte de su madre, solamente pedía al destino el último acto de misericordia hacia quien en vida fue su progenitora, y que le permitiera encontrarse con la única persona a la cual Linda había amado:
Su madre.
Durante estas semanas no habían faltado ni un solo día los mensajes de Gulf por medio de aquellos ramos de flores que este le enviaba todas las mañanas, con notitas que decían cosas como: "Ten un buen día" "Hoy te extrañé más que ayer" "Me dormí pensando en tí" y cosas así. Los cuales por supuesto Mew correspondía enviándole un ramo de girasoles con notitas que respondían a las de Gulf, sin mencionar que chateaban todas las noches hasta llegar a la madrugada, se dedicaban indirectas por Instagram y hablaban por teléfono una que otra vez.
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Charyung se encontraba yendo hacia su casa, no aguantaba por llegar a esta y ocultarse hasta que el sol diera su punto y la luna saliera. Maldita desgracia y miseria en la que había caído luego de ser "la novia abandonada" para todo Bangkok, en la universidad, en su trabajo, en el centro comercial, en todos los lugares las personas se burlaban de ella por quedar como una burla al haber alardeado tanto que se casaría con el heredero del emporio Suppasit, pero no habían llegado ni siquiera a la parte en la que el padre bendecía la unión.
—¡Maldito seas, Mew Suppasit! —Exclamó, haciendo una rabieta al cruzar el umbral de su casa.
Al cerrar la puerta de golpe el ruido inundó la sala de aquella solitaria casa. Se sentó en el sofá café de dos piezas y cerró sus ojos, su vida era una completa basura en este momento.
¿Qué había hecho mal para que el destino le pagara así?
Linda había muerto y ni siquiera le había pagado el dinero que le había prometido por lograr casarse con Mew, su padre la había dejado a su suerte al darse cuenta que era la burla de todo Bangkok.
Furiosa, se levantó del sofá y sé dirigió al refrigerador, al abrirlo solamente encontró botellas de agua y recipientes con hielo. Dejó escapar un suspiro profundo y pesado.
—Podría ser peor — Buscó consolarse. De pronto escuchó que alguien tocaba la puerta con bastante insistencia.
—Buenas tardes, ¿se encuentra alguien en casa?
—¡Aish, ¿y ahora qué?! —Bufó, rodando los ojos. Fue hacia la puerta y al abrirla sus ojos se abrieron gradualmente al encontrar a la policía en su casa —¿E-en qué pu-puedo ayudarles, oficiales? —Titubeó.
—¿Es usted la señorita Charyung Chanthara? —preguntó uno de ellos.
—S-sí... soy yo... ¿Qué sucede? — El policía asintió, aceptando su respuesta.
—Llevensela —ordenó.
—¡¿QUÉ?! ¿P-POR QUÉ? ¿QUÉ HICE? —Comenzó a forcejear con los uniformados.
—Queda usted detenida por colaborar junto a Linda Jongcheveevat en la planificación y secuestro del jóven Gulf Kanawut —recitó el policía
—¡¿Qué?! ¡NO...! ¡No puede ser! ¡E-esto no puede estar pasando! ¡Suéltenme! ¡Aaaaahhh! ¡Maldito Gulf Kanawut, maldito, me las pagarás! ¡Suéltenme! ¡Aaaah! ¡Maldita Linda, te odio, bruja! ¡¿Cómo se te ocurre morirte y dejarme en la cárcel?! ¡Aaaah! —gritó como loca.
—Señorita, le recomiendo que guarde silencio. Todo lo que diga puede ser usado en su contra, tiene derecho a un abogado y si no puede pagarlo la corte le proporcionará uno. —El policía cumplió con decir sus rutinarias líneas.
—O si quieres puedo ayudarte a pagar uno, después de todo no tienes dinero —. Se burló Gulf, quien había acompañado a los policías, junto con Eidrien y Lushino. Estos dos se echaron a reír por el comentario del nuevo miembro de su familia.
—¡AAHH, MALDITO! ¡VÁYANSE AL INFIERNO TODOS USTEDES! —gritó nuevamente, mientras pataleba.
—Sí, sí, sí, ¿y bien? ¿Quién tiene hambre ? —preguntó Lushino.
—¡Yo! —respondió un Gulf sonriente, de forma inmediata.
—Por supuesto que también yo —Se unió Eidrien.
—Muy bien —dijo Lushino, abrazando a Gulf y a Eidrien —yo invito, y tú, padre, pagas.
—¡Mm! Me parece perfecto —apoyó Gulf, mientras Eidrien reía.
—Solamente por hoy, no se acostumbren —sentenció. Los tres se marcharon de ahí, el espectáculo había estado genial pero los gritos de Charyung al fondo aún los aturdían, por lo cual debían irse lo más rápido posible de ahí si no querían terminar sordos.
Un mes y medio después.
Mew se encontraba en su apartamento preparando todo, por fin hoy era el gran día. Casi tres meses habían avanzado desde que decidió permanecer solo, en su mente había planificado más tiempo, pero, ¡al diablo! Las ganas de ver a Gulf lo estaban consumiendo cada vez más, así que hoy lo sorprendería doblemente, pues por el solo hecho de existir su pelinegro se lo merecía. Tomó una ducha, se vistió con unos jeans azulados un tanto ajustados, una camisa manga larga en color negro y por último sus tenis favoritos que nunca faltaban.
El reloj marcaba las seis de la tarde y todo estaba preparado para las siete de la noche, emocionado y muy nervioso salió de su apartamento en busca de su novio. No se preocupaba en absoluto porque todo estuviera bien preparado pues sabía que su padre y su hermano lo harían de maravilla. Subió a su auto y con total confianza y una plena paz comenzó a conducir de la misma manera pues su trauma podía darse por muerto, ya no existía más.
Minutos después se encontraba frente al edificio en el que Gulf vivía, estacionó su auto un poco cerca pues solo iría a sacar a su pelinegro de su casa y llevarlo a que viera la sorpresa que le tenía preparada con tanto esmero y emoción. Entró al edificio y luego al ascensor, a medida que se acercaba al apartamento su corazón cada vez latía con más fuerza, sentía como si fuese la primera vez que iba a verse con Gulf. Sonrió al sentirse tan patético e infantil, pero bueno... cosas de enamorados. Pensó.
El sonido del elevador y las puertas abriéndose le indicaron su llegada, caminó por el pasillo hacia el apartamento de su novio y cada vez sentía que la distancia se volvía interminable, al llegar por fin, tocó la puerta rogando mentalmente que su novio se encontrara en casa y esto no quedara como un acto fallido, pues debido a la distancia que habían conservado todo este tiempo él no sería capaz de saber en dónde exactamente se encontraría Gulf sino fuese en su apartamento.
—¡Un segundo! — Al fondo se escuchó la voz de Gulf, Mew sonrió por inercia. Realmente lo había extrañado tanto. La puerta fue abierta rápidamente, y de la misma manera las acciones de Gulf se habían detenido, congelado ante la puerta quedó sorprendido al verlo. No dijo ni una palabra, pero sus ojos comenzaron a cristalizarse enseguida y sus labios se curvaron haciendo un tierno puchero—Mew... —titubeó, con voz quebradiza. —¡te extrañé —Sin pensarlo se lanzó hacia él en un abrazo. De manera gustosa Mew lo recibió rodeando su cintura con ambos brazos.
—Y tú no te imaginas lo mucho que también te extrañé — Apretó más el cuerpo de su novio.
—¿Has vuelto? Es decir... me refiero a que ya no te irás, ¿verdad? Ya no me dejarás — Mew sonrió enternecido y lleno de amor sincero.
Gulf sin esperar respuesta se lanzó nuevamente hacia su novio y reclamó sus labios en un beso. Era un besó lleno de pasión, repleto de amor, un beso demandante que llevaba consigo un mar completo de sentimientos. Ambos se sentían felices de poder volver a tenerse, y como si fuese una costumbre sus lágrimas caían por sus mejillas. En sus corazones ambos sentían que por fin todo había acabado, aquellos miedos junto a aquellas angustias se habían disipado, aquel temor que les impedía permanecer juntos había desaparecido, la seguridad y el amor reinaban en sus corazones, ahora podrían ser felices por fin.
Segundos bastaron para que Gulf fuese cargado por Mew y llevado a su cuarto, ambos morían por demostrarse en cuerpo y alma lo mucho que se habían extrañado, lo mucho que la ausencia del otro les había afectado, su deseo y su pasión continuaba tan viva como aquella primera vez en que se entregaron volviéndose uno solo, y a partir de hoy no se separarían más.
Mew de reojos miró el reloj percatandose de que faltaban exactamente treinta minutos para las siete, era suficiente tiempo para él, sin embargo, aunque no lo fuere, se sabía que siempre se puede llegar unos minutos tarde, ¿no? Pues... primero lo primero, hay prioridades, ¿verdad? Ya luego se disculparía con su padre y su hermano.
[Les dejo a su imaginación lo que sucedió 😉🤭♥️]
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Mew se sentía feliz y en paz de poder tener descansando nuevamente sobre su pecho a aquel pelinegro chico que lo volvía loco, al dueño de sus sueños y sus suspiros, sonrió para si mismo mientras acariciaba el cabello de su novio quien a pesar de estar dormido sonreía pacíficamente al sentir las caricias del mayor. Mew cerró sus ojos y recostó su cabeza sobre la de Gulf, el momento era perfecto hasta que el sonido del celular comenzó a sonar insistentemente.
—¡¿Y ahora qué?!—berrincheo, molesto porque aquel sonido hizo que Gulf se moviera de su posición. Con cuidado se movió un poco y sin soltar a Gulf tomó el teléfono para descubrir quién se atrevía a molestarlo justo ahora. —¡Oh mierda! Mi padre me matará —exclamó al enfocar la hora en el reloj. Ya eran las 7:25. ¿Se puede saber en qué puto momento te quedaste dormido? Se reprendió. —Gulf, Gulf, levántate. Vamos, amor, arriba, arriba.
—Mmmm —renegó, en un evidente berrinche, y no hizo más que tan solo moverse de lugar.
—¡Gulf, mi padre nos está esperando, por favor levántate. —Caminó con prisa hacia el ropero y escogió un cambio de ropa de las más formales que encontró, una para él y la otra para Gulf. Y sí, desde hace meses que él había llevado su ropa al apartamento de su chico
—¿A dónde vamos? —preguntó Gulf, medio despierto, medio dormido, y haciendo un puchero.
—Vamos, bebé, solo levántate —pidió suplicante —ya escogí tu ropa. Me ducharé primero y luego lo haces tú, ¿ok?
—¿Y... puedo bañarme contigo? — Se puso de pie, abrazando las sábanas para no quedar completamente desnudo.
—Ay, Gulf, por favor no me tientes —respondió, sonriendo de forma maliciosa.
—Yo... no lo estoy haciendo, solo será una ducha —insistió, obviamente provocador.
—Con el "autocontrol" que ambos tenemos, si nos duchamos juntos terminaremos llegando a las ocho — Dió una pequeña corrida para besar a su novio en la boca y luego salir huyendo hacia la ducha.
Gulf volvió a sentarse en la cama, sonriendo encantando y felíz mientras observaba la puerta del baño y escuchaba el lento caer de la regadera encendida.
Durante todo el camino Gulf no había parado de preguntar a dónde iban y a qué se debía tanto misterio. Mew se había limitado a únicamente sonreír. Sentía su vida pasar frente a sus ojos pues eran más de las 7:40, y aunque habían logrado el milagro de ambos ducharse y estar listos en quince minutos, él sabía que su padre lo mataría, minutos antes le había avisado a Lushino que estaban a punto de llegar.
Llegaron por fin a su destino, Mew fue el primero en bajar del auto y rodearlo para abrir la puerta de su novio. El pelinegro permaneció inmóvil al darse cuenta de que se encontraba frente a aquel lugar tan significativo para él, aquel mismo restaurante en el cual Mew le había pedido años atrás que fuese su novio.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y de inmediato se giró hacia Mew, quien ya lo esperaba en la entrada del restaurante con su mano extendida esperando ser tomada por Gulf, sin necesidad de pensarlo el menor caminó hacia su novio y tomó su mano, ingresaron juntos al lugar y, a diferencia de la última vez que estuvo ahí, esta vez la decoración era de un color rojo carmesí con pétalos de rosa esparcidos por todo el piso, pequeñas bombillas en forma de corazones iluminaban aquel lugar mientras que las grandes cortinas de color vino hacían juego con el resplandor de la luz de la luna. Gulf estaba encantando ante tan hermosa decoración.
—Mew... —siseó, lleno de asombro, no podía evitar recordar aquella ocasión.
—¿Te gusta? —preguntó Mew, sonriente y orgulloso.
—Me encanta, amor —respondió, aún perdido entre toda esa belleza —es perfecto.. —agregó.
“Y lo sería aún más si pudieras recordar que fue aquí donde me pediste ser tu novio,” pensó.
—Amo que te guste, pero debemos subir.
—De acuerdo —aceptó obediente.
Mew lo dirigió hasta las escaleras, invitándolo a subir. Las escaleras se encontraban decoradas con listones blancos y rojos en combinación, rosas rojas ayudaban a resaltar el adorno, una extensión de luces LED en color blanco bailaba entre ambos listones de colores.
Las lágrimas de Gulf no podían contenerse al vivir este momento y a la vez recordar la primera vez que estuvo ahí, podría decir que sentía la misma emoción, pero no, esta vez era mucho más fuerte. Al llegar a la terraza grande fué su asombro al encontrar todo en una completa oscuridad, apretó la mano de Mew con la suya para asegurarse de que no se trataba de un sueño, pues no entendía lo que pasaba.
—Ahora —Escuchó decir a Mew, iba a girarse para preguntar, pero bastó de milésimas de segundos para que aquel lugar se iluminara por completo. Las vigas que recordaba, ahora estaban adornadas con listones rojos, más luces led, pero esta vez en blanco y dorado. Metros de lana atravesaban aquel lugar y de ellos pendían al vacío fotos de ellos juntos, esta vez no solamente había una mesa, sino que habían más de cinco, y ante la mirada atónita de Gulf los demás salieron gritando.
—¡Sorpresa! — Gulf sonrió, todavía confundido, pero no pudo controlar que sus lágrimas se resbalaran.
Absolutamente todos se encontraban en ese lugar, todos sus amigos: Yhiwa, Cho, Mild, Thorn, Turbo, Kok, Lushino y su novia, Eidrien, inclusive Tharn y Type, Tul y Maxiin, e incluído Kaownah a quien había decidido perdonar hace un tiempo atrás, incluidos sus padres. No lo podía creer, todo era perfecto.
Aún sin poder creerlo caminó hacia el frente y fue entonces cuando contempló en grande aquella fotografía que habían tomado en sus vacaciones, junto a esta, escrita en letras cursivas se detallaba la siguiente frase: "Te amo, cabeza dura". El corazón de Gulf se estremeció y sus ojos se aguaron, su emoción creció y la esperanza latió más viva que ayer, estaba feliz, realmente muy feliz. Sin pensarlo más se giró en busca de su novio.
—¡Mew, tú me recu--! — Sus palabras se quedaron a medias cuando al girarse se encontró con un Mew de rodillas frente a él, sosteniendo un anillo de plata con destellos brillantes, era demasiado hermoso por cierto.
—Gulf,... — El aludido tragó grueso al escucharlo hablar, continuó atento —no me enamoré de tí de golpe, aunque si me golpeaste —Bromeó, riendo, todos imitaron su gesto —ni por casualidad... —Tragó grueso, observándolo fijamente con ojos cristalinos —creo en el destino, pero también creo que solo estamos destinados a hacer las cosas que elegimos y a quién elegimos... yo te elijo a tí, una y otra vez. En cien vidas, en mil mundos. En cualquier realidad te encontraré y te elegiré de nuevo... porque te amo, Gulf Kanawut. Por eso quisiera saber si... —Sollozó —Gulf, ¿quieres casarte conmigo?
El pelinegro se quedó inmóvil, paralizado ante el momento, pidiendo a alguien que le asegurara que esto no era un sueño, que era tan real como el dolor que experimentó tiempo atrás, tan real como despertar cada mañana anhelando una vida junto a Mew. Sus lágrimas bajaban por sus mejillas recorriendo cada centímetro de su suave piel, tal cual las palabras de Mew se habían adherido a cada parte de su corazón. No lo podía creer, y jamás podría creerlo. No podía expresar con palabras lo que sentía en ese momento, decir que simplemente estaba feliz sería algo demasiado corto comparado a lo que en verdad sentía.
—Acepto —respondió susurrante, con lágrimas en sus ojos. Todos gritaron al unisono, emocionados y felices por sus amigos. Los aplausos se escucharon al mismo tiempo que soltaban la respiración que habían estado reteniendo.
—Un poco más y Mew se nos muere —comentó Lushino, riendo a carcajadas, todos le imitaron.
Mew se puso de pie y colocó el anillo en el dedo anular de Gulf. —Te tardaste demasiado, me estaba doliendo la rodilla.—Bromeó, acariciando suavemente el dorso de la mano ajena. Gulf ignoró el comentario de su ahora prometido y simplemente tiró de él para besarlo.
Definitivamente les esperaba mucho por vivir pues su amor apenas comenzaba, y es que hay que recordar que muchas veces el final no es el final, es el comienzo. Nos dimos cuenta como el destino todo cobra y nada olvida, a veces es caprichoso, a veces injusto, irrazonable en otras ocasiones, pero el destino siempre tiene un plan, un propósito. Mew y Gulf jamás imaginaron conocerse, jamás pensaron en que sus caminos se cruzarían y terminarían en este amor, este amor que los llevó a atravesar tanto y que a la vez los llevó a superarlo todo, les enseñó a crecer, a vivir y a amar, pero sobre todo, a no planear. Y es que es así... nada puedes hacer CUANDO EL DESTINO PLANEA OTRA COSA.
~♡~ FIN ~♡ ~
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¡¡AAAAAAAAAHHHH!!😭😭😭Acompañénme a llorar 😭🥺🤧, no puedo creer que haya terminado 🥺🤧 se los juro que no lo creo 😭😭😭🥺🥺.
Con este capítulo le digo adiós a mi primera historia, les agradezco muchísimo por haberme acompañado en este maravilloso viaje😭😭 créanme que es un honor que me hayan regalado de su tiempo al leer mi historia, espero me sigan acompañando en cada una de mis historias. Muchísimas gracias por cada voto, cada comentario y cada lectura.
Espero les guste el capítulo, que lo disfruten así como yo lo disfruté, y de paso vengan y consuelen a su escritora. 🥺🥺🤧 Muchísimas gracias por todo, no olviden dejarme sus comentarios.
Sin más que decir 🥺🥺🥺🥺🥺 Bye, loviu 🥺🥺❤️🤧🤧🤧😭😭
(C va a llorar a una esquina, estoy feliz y triste a la vez🤧.)
[Publicado: 11/07/21
Corregido: 22/12/23]
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