Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

023. "Lágrimas, Sudor y Curry"

__________Corazón de Héroe

5 : 30 A.M

Nos encontrábamos en el bosque, somnolientos, con los primeros rayos de sol filtrándose entre los árboles y el sonido de los insectos llenando el aire. Yo bostecé, tratando de asimilar dónde estaba mientras pasaba una mano por mi pelo desordenado. Parecía que un huracán había pasado por mi cabeza.

-Buenos días, chicos. Hoy empezarán el entrenamiento para aumentar su fuerza. El objetivo es potenciar sus habilidades individuales y obtener sus licencias provisionales. Prepárense para las hostilidades y para enfrentar la realidad. Vayan con cuidado -dijo Aizawa-sensei, con su tono característicamente apagado mientras pestañeaba lentamente, como si la misma luz le molestara.

Todos lo escuchamos con atención, aunque la mayoría aún parecía medio dormida. Entonces, Aizawa señaló a Bakugo:

-Bakugo.

El rubio cenizo levantó la cabeza, mostrando su característica mirada seria, y fijó su atención en Aizawa.

-Tu récord en la prueba del primer día fue de 705.2 metros. Veamos cuánto has mejorado desde entonces -dijo Aizawa, lanzándole una pelota idéntica a la que habíamos usado aquel primer día.

Bakugo la atrapó al vuelo y avanzó unos pasos, apartándose del grupo. Se posicionó con seriedad, preparándose para lanzar.

-¿Vamos a ver su progreso? -preguntó Mina emocionada, levantando un puño en señal de ánimo.

-Han pasado muchas cosas en tres meses. Quizás esta vez la lance un kilómetro. ¡Vamos, Bakugo! -dijo Sero, intentando motivarlo.

Yo permanecí en silencio, observando con curiosidad. Era cierto que el tiempo había pasado y todos habíamos mejorado, pero ¿cuánto exactamente? Con Bakugo, cualquier cosa era posible.

-Entonces... aquí va -murmuró Bakugo, más para sí mismo, aunque todos pudimos oírlo.

Se giró ligeramente, flexionó los brazos y, con toda la fuerza de su cuerpo, lanzó la pelota mientras gritaba:

-¡Vete al diablo!

La pelota salió disparada acompañada de una explosión que generó una onda de choque, haciendo que cerrara los ojos por reflejo mientras mi cabello se alborotaba aún más por la ráfaga de aire.

Vete al diablo? Qué mente más retorcida tiene Bakugo, pensé, aguantando una sonrisa al recordar que ese era precisamente su encanto caótico.

-709.6 metros-espetó Aizawa, mostrando la pantalla de su teléfono con el resultado.

Bakugo se quedó estático, como si no pudiera procesar lo que acababa de oír. A su alrededor, los murmullos comenzaron a surgir. Algunos compañeros parecían sorprendidos; otros intercambiaron miradas como si no supieran cómo reaccionar.

Yo suspiré, cruzándome de brazos mientras observaba la escena.

-Hace tres meses que comenzaron en la U.A. -continuó Aizawa con su tono tranquilo pero firme-. Han mejorado sus experiencias, eso es innegable. Pero esa mejora ha sido principalmente mental y técnica, con un ligero avance en resistencia. Sin embargo, sus dones... esos no han cambiado tanto como deberían.

El silencio se hizo palpable, y todos esperábamos con cierta inquietud lo que vendría a continuación. Entonces, una sonrisa sádica y fuera de lugar apareció en el rostro habitualmente cansado de Aizawa-sensei, haciendo que el ambiente se tensara.

-Por eso, trabajaremos en eso. Haremos que sus dones alcancen su máximo potencial.

Su voz, combinada con aquella expresión, me hizo estremecer. Sentí un escalofrío recorrerme, y un sudor frío se formó en mi frente mientras escuchaba su siguiente advertencia:

-Será tan duro que sentirán que mueren... pero no lo hagan.

El aire pareció volverse más pesado, y un par de compañeros tragaron saliva nerviosos. Yo miré hacia el suelo por un momento, procesando sus palabras.''¿Qué tan duro será este entrenamiento para que diga algo así?" pensé, sin atreverme a imaginar lo que nos esperaba.


Mis piernas ardían, y ni contar mis manos, sentía como si me hubieran arrancado la piel de las palmas. Cada músculo de mi cuerpo temblaba, exigiendo un descanso que no podía permitirme. Me encontraba elevando una piedra gigantesca, que era increíblemente pesada. Estaba flotando en el aire, pero no podía bajar la guardia ni un segundo. Si lo hacía, esa roca caería sobre mí, aplastándome sin piedad. Mi quirk ya no parecía suficiente para sostenerla.

El sol estaba en su punto más alto, su calor me quemaba la piel. Estaba sudando a mares, mi respiración entrecortada y forzada. Mi cuerpo pedía a gritos parar, pero no podía. No había espacio para flaquear.

Un picor doloroso apareció en mi nariz. No me sorprendió, ya había pasado otras veces. Mis ojos se entrecerraron, forzando la mirada mientras sentía el cosquilleo familiar. Algo se deslizaba lentamente desde mi filtrum, recorriendo el borde de mi nariz, hasta llegar a mis labios. No podía ignorarlo. Miré hacia abajo y ahí estaba, la sangre, cayendo lentamente al suelo. Genial. Perfecto. ¿Qué más podría salir mal?

Mi respiración se aceleró aún más, y el agotamiento me estaba alcanzando, empujando mis límites de manera brutal. Mis ojos bajaron poco a poco, reconociendo que estaba en el punto más bajo de mi debilidad. Pero tenía que seguir. No puedo fallar ahora, pensé.

La roca comenzaba a temblar. Mi mente estaba bloqueada en ese único punto, esa maldita piedra que debía sostener. Pero la energía que le enviaba era cada vez menos constante. Estaba perdiendo el control. Mis manos, mis brazos, mi cuerpo entero, ya no podían seguir. Cada fibra de mi ser me gritaba que me detuviera, que era demasiado. Y sin embargo, todo mi ser, todo lo que me quedaba de mí, lo dirigí hacia esa roca.

Relájate, Himari. Todo esto acabará...

Apreté los dientes, respirando con fuerza. Cerré los ojos por un segundo, intentando concentrarme. Controla la energía, distribúyela... Pero mis fuerzas se agotaban y las gotas de sudor caían por mi rostro, mezclándose con la sangre que seguía cayendo de mi nariz.

Entonces, la roca comenzó a caer, aunque con lentitud. No podía evitarlo. El peso era demasiado grande, y la energía que le estaba dando era insuficiente. La roca cayó unos centímetros, pero no lo suficiente como para aplastarme. Logré estabilizarla de nuevo, pero me sentía al borde de la ruptura.

-Solo un poco más...-Me susurré a misma intentando engañar a mi mente que estoy ansada.

Mis rodillas cedieron, pero logré mantenerme de pie, mientras intentaba controlar la energía con la poca fuerza que me quedaba. No podía permitirme que la roca cayera completamente.

Sabía que no podía seguir mucho más. El dolor era insoportable. Mis manos palpitaban, mis piernas temblaban, y mi respiración se volvía más errática. Pero algo dentro de mí, me impulsaba a seguir. No puedo rendirme ahora. No puedo...

Un silbido agudo resonó, marcando el final del ejercicio. Con las piernas temblorosas, aparté la roca lo suficiente para que no me aplastara y dejé que cayera al suelo con un estruendo ensordecedor. Una nube de tierra se elevó a nuestro alrededor, y apenas pude evitar inhalarla mientras intentaba cubrirme la nariz con una mano ensangrentada.

"Vamos, Himari, no te desmayes ahora", pensé, obligándome a dar un paso tras otro. Mis piernas protestaban con cada movimiento, como si estuvieran hechas de plomo, y mi visión se nublaba por momentos. El sudor corría por mi rostro, mezclándose con la sangre que todavía brotaba de mi nariz.

Cuando por fin llegué al punto de reunión, no me había dado cuenta de que todos ya estaban allí, incluyendo a los de la Clase B.

-¡Solo los atenderemos hoy! -exclamó Pixie-Bob con su entusiasmo habitual, que contrastaba completamente con nuestras caras agotadas.

-¡Al menos harán su propia comida! ¡Curry! -añadió Ragdoll, irradiando la misma energía contagiosa.

-Sí... señor... -respondimos algunos, aunque nuestras voces eran apenas un susurro. Yo ni siquiera pude hablar, con mi mano todavía cubriendo mi nariz para detener el sangrado.

-¡Ja, ja, ja! ¡Todos se ven exhaustos! -dijo Ragdoll, riéndose con una voz infantil mientras se llevaba las manos a la cintura-. ¡Pero eso no significa que puedan hacer mala comida! ¡Queremos un curry digno de un banquete felino!

-Es cierto que rescatar a alguien implica también satisfacer su estómago y su espíritu tras haber vivido un desastre -murmuró Iida, aparentemente hablando consigo mismo, con su característico aire de nobleza.

De repente, Iida se colocó al frente de todos, con una energía inexplicable que parecía desafiar la ley de la fatiga.

-¡Hagamos el curry más delicioso del mundo! -declaró con determinación, levantando el brazo en un gesto heroico.

Lo miré incrédula por un momento, sintiendo una mezcla de admiración y exasperación. "¿De dónde saca esa energía?" pensé, mientras intentaba no tambalearme. Aun así, una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro. Aunque estábamos agotados, había algo en su entusiasmo que parecía contagioso.

El sonido de cuchillos cortando vegetales y ollas hirviendo comenzó a llenar el aire, y poco a poco, el aroma especiado del curry se mezcló con la brisa del bosque.

Ya con mis manos y nariz limpias, me dirigí al improvisado campamento culinario donde todos comenzaban a preparar sus ingredientes. Me acerqué a Midoriya, quien estaba agachado recogiendo madera con el ceño ligeramente fruncido, concentrado en su tarea. Toqué suavemente su hombro, llamando su atención.

-¿Quieres que cocinemos juntos? -pregunté con una sonrisa, inclinándome un poco para mirarlo mejor.

Él alzó la vista rápidamente, sus ojos verdes parpadeando con sorpresa, y un leve sonrojo apareció en sus mejillas. Parecía que no esperaba la propuesta.

-C-claro -respondió tras unos momentos, poniéndose de pie mientras se sacudía las manos.

Sonreí con entusiasmo y le di un par de instrucciones para organizar nuestro equipo.

-Bien, vamos a encender la parrilla. Luego iré a cortar las verduras, y tú calientas agua en la olla. ¿Okey? -dije, señalando con un dedo para que quedara claro.

Midoriya asintió rápidamente, siempre tan dispuesto a colaborar. Caminamos hacia donde el resto del grupo ya estaba ocupado con sus tareas, encendiendo fogatas y preparando ingredientes.

-¡Todoroki! -lo llamé, alzando la voz mientras alargaba la última sílaba-. ¿Nos puedes encender la parrilla, por favoooor?

Todoroki se acercó sin decir mucho, como siempre, pero no dudó en ayudarnos. Con un movimiento preciso de su mano, usó su lado de fuego para encender la leña. Una pequeña llamarada apareció, y el calor comenzó a emanar del fuego recién encendido.

-¡Genial, que arda! -exclamé, mirando la parrilla con satisfacción y luego a él. Sabía que usar su lado de fuego seguía siendo algo emocional para Todoroki, pero verlo hacerlo con confianza me alegraba. Por un instante, una fugaz sonrisa apareció en su rostro, casi imperceptible, pero suficiente para saber que estaba bien.

-Bien, Izu-kun, te dejo a cargo de esto. Espero que no quemes nada mientras no estoy, ¿eh? -le dije, señalándolo con un dedo en tono juguetón.

-H-haré lo mejor que pueda -respondió Midoriya, claramente nervioso pero determinado, como siempre.

Me alejé hacia donde estaban las verduras, lista para cortar.

-¡Buen provecho! -exclamamos todos al unísono, bendiciendo la mesa frente a nosotros.

Sin pensarlo demasiado, comencé a comer tan rápido como podía, casi olvidándome de masticar. El curry tenía un sabor fuerte, especiado, pero era lo mejor que había probado en todo el día. Después de horas de entrenamiento extenuante, esto sabía a gloria.

-Waa, Hima, ¡sí que tenías hambre! -comentó Mina, mirándome con una mezcla de asombro y diversión mientras me veía devorar mi plato.

Tragué un bocado antes de responder, sin detenerme mucho.

-¡Claro! Una piedra casi me aplasta, ¿cómo no iba a estar hambrienta? -respondí, agitando mi cuchara como si fuera la prueba del día que había tenido-. Además... soy un poco glotona -admití con una sonrisa mientras seguía comiendo, lo que provocó la risa de algunos de mis compañeros.

-Eso ya lo habíamos notado, Himari -agregó Kaminari entre risas, mientras veía cómo servía un poco más de arroz en mi plato.

-Bueno, ¿quién no tendría hambre después de casi morir? -murmuré, llevándome otra cucharada a la boca.

A pesar del cansancio, el ambiente se sentía cálido y ligero, lleno de risas y bromas. Por un momento, olvidé el agotamiento, las manos doloridas y el entrenamiento que me esperaba al día siguiente.

-Oh, sí, había olvidado el dolor -pensé mientras sentía una punzada aún más aguda recorrer mis brazos. Parecía como si este tercer día fuera más cruel que los dos anteriores combinados.

-Por cierto, Aizawa-sensei, ya es el tercer día -dijo Izuku, su tono mostrando curiosidad pero también cansancio.

Su comentario me distrajo lo suficiente como para que mi energía flaqueara, haciendo que la roca bajo mi control descendiera unos centímetros de golpe. Un sudor frío me recorrió al pensar que podría haberme aplastado. Logré estabilizarla con un esfuerzo final, suspirando aliviada.

-¿Qué acabo de decir? No te acerques así -regañó Aizawa-sensei mientras descendía del pequeño risco que rodeaba el campo de entrenamiento.

-All Might... digo, ¿los profesores no vendrán? -preguntó Midoriya con timidez, mientras yo lo miraba de reojo, concentrándome en no dejar caer la roca de nuevo.

-Como ya mencioné, el campamento se ha organizado para ser un entorno seguro. Muy pocas personas saben de su ubicación -respondió Aizawa, con su usual tono indiferente.

-¡Y por eso estamos a su cargo! -gritó Ragdoll desde el otro lado del campo.

-Además, All Might es un objetivo obvio para los villanos. Traerlo aquí sería un riesgo innecesario. Eso 0asa cuando destacas para bien o para mal. -continuó Aizawa mientras se alejaba. Sus pasos hicieron un ruido seco al pisar la tierra, seguido de un ligero resoplido de desaprobación.

"Creo que eso es más un problema que una ventaja..." pensé, dejando que mi mente divagara por un momento.

-Bueno, chicos -intervino Pixie-Bob con entusiasmo-, esta noche tendremos una prueba de valor entre clases. ¡Después de entrenar duro, toca jugar duro! ¡Todo para mantenerlos motivados!

Dejé caer la roca a un lado con cuidado, liberando finalmente mi energía. Me giré hacia Pixie-Bob con una sonrisa, ignorando el temblor en mis manos.

-Genial, podré asustar a la gente y reírme de ello -dije, cruzando las manos detrás de mi espalda, imitando a un anciano para dramatizarlo un poco.

-Así que, ¡esfuércense al máximo! -continuó Pixie-Bob con entusiasmo.

De repente, una voz interrumpió mis pensamientos sobre bromas y sustos.

-Bella dama, yo seré gentil contigo -dijo alguien a mi lado, sacándome de mi fantasía macabra.

Me giré para encontrarme con Monoma, quien, para variar, traía esa sonrisa maliciosa que parecía casi parte de su personalidad.

-Oh, Neito, ¿cómo estás? -le respondí con cortesía, esbozando una sonrisa tranquila mientras lo miraba.

Para mi sorpresa, su sonrisa se ensanchó, pero no había malicia en sus ojos.

-Mi nombre suena tan bien cuando lo pronuncian tus hermosos labios -dijo con un tono casi melódico, mientras se alejaba tranquilamente, dejándome completamente perpleja.

-¿Eh? -murmuré mientras sentía un calor subiendo por mi rostro. Mi mano se movió instintivamente hacia mi pecho, donde podía sentir mis latidos acelerándose. ¿Qué fue eso? pensé, desconcertada y algo avergonzada.




-¡Bakugo, eres bueno con el cuchillo! ¡Qué sorpresa! -dijo Uraraka sorprendida mientras lo observaba cortar verduras con precisión.

No pude evitar sonreír al ver la escena y cómo pasaba los trozos a Kirishima, quien parecía un poco más agotado que de costumbre.

-¿¡Sorpresa!? -gruñó Bakugo mientras su expresión de siempre se intensificaba-. ¡¿Cómo tú puedes ser tan mala con el cuchillo?!

-Cuánta energía tienen. -comentó Kirishima, soltando un suspiro mientras acomodaba los ingredientes en un bol.

-Sí, demasiada para mi gusto -intervine, mientras le pasaba otro bol de verduras ya limpias-. Quizás sea porque no estuvieron despiertos hasta las dos de la mañana con Aizawa-sensei, haciendo ejercicios imposibles.

El recuerdo de las clases extras arrancó un suspiro cansado de Kirishima.

-Tranquilo, que pronto acabarán. Tú sigue así, yo los animaré mientras se matan estudiando -dije con tono bromista, tratando de aligerar el ambiente, aunque mis propias fuerzas estuvieran casi al límite.

Mientras hablaba, noté cómo Bakugo mantenía su concentración absoluta en el cuchillo, cortando cada pieza con una velocidad y precisión impresionantes. Aunque lo odiara admitir, incluso en algo tan simple como esto, Bakugo tenía talento.

-Al menos, la cena será deliciosa con tanto esfuerzo -añadí con una sonrisa, intentando animarlos a ambos.

Llevé el bol de verduras limpias a Izuku, quien, tan inmerso en sus pensamientos, ni notó mi presencia al colocarlo sobre la mesa.

-¿Necesitas a All Might para algo? -preguntó Todoroki, rompiendo el silencio con su voz tranquila pero inquisitiva.

-¿Le preguntaste al profesor por él? -añadió, mirándolo de reojo con curiosidad.

Izuku tardó unos segundos en responder, buscando las palabras correctas mientras desviaba la mirada al suelo.

-Sí, eh... Es por Kota -dijo al fin, su voz baja pero cargada de significado.

-¿Kota? ¿Quién es él? -preguntó Todoroki, frunciendo el ceño, sorprendiéndome un poco que no lo conociera.

-Es el primo de Mandalay -respondí, intentando llenar el vacío de información mientras entregaba las verduras a Izuku.

Izuku murmuró algo apenas audible para nosotros:

-Se fue de nuevo... estará en su base secreta.

Lo miré con un toque de nostalgia en mi mirada.

-Así que era eso... wow. Yo lo intenté una vez, pero siempre me descubría siguiéndolo. La verdad, Kota es un buen niño. Es solo que... pasó por muchas cosas siendo tan pequeño -comenté, mi voz bajando ligeramente mientras mis ojos se fijaban en el suelo. Una sensación de impotencia me invadió-. Me hubiera gustado protegerlo.

-Ese niño odia a los héroes... bueno, a toda la sociedad superhumana en sí -añadió Izuku, apretando los puños. Parecía frustrado consigo mismo-. Y yo no pude decirle nada que lo ayudara. Me pregunto qué le habría dicho All Might.
.

-Depende -añadió Todoroki después, encogiéndose de hombros.

-Claro -dijo Izuku, como si fuera algo obvio.

Decidí intervenir, notando que el ambiente se volvía demasiado denso.

-Sí, la verdad no me gustaría que un desconocido intentara empatizar conmigo... la verdad -dije, haciendo que ambos guardaran silencio y me miraran. Suspiré profundamente antes de continuar-. Lo importante son las acciones que tomas en el pasado o en un futuro cercano. Si las palabras tienen que servir, deberían ser muy poderosas. Pero incluso así, creo que deberían ir acompañadas de una acción, algo que haga que Kota se dé cuenta de que no está solo. De que esta sociedad no es tan mala como cree.

Mientras hablaba, me acerqué a la olla hirviendo y comencé a echar las verduras en el agua. Mi mente seguía dando vueltas al tema, pero intenté enfocarme en la tarea frente a mí.

-Sí... -dijo Izuku, esta vez con un tono más decidido, lo que me arrancó una pequeña sonrisa.

-Soy un extraño, ¿qué podría decirle? -añadió con un toque de optimismo que me desconcertó un poco, pero no pude evitar sonreír también.

-No sé qué intentas hacer, pero no creo que puedas meterte en algo tan delicado -respondió Todoroki, más frío pero no menos sincero-. Aunque no eres de esos.

Izuku agachó la cabeza levemente, como si reflexionara sobre sus palabras.

-Lo siento mucho... -susurró.

Antes de que el ambiente pudiera volverse demasiado sombrío, la voz energética de Iida nos devolvió a la realidad.

-¡Oigan, no dejen de trabajar! ¡Haremos el mejor estofado del mundo! -exclamó con toda su energía característica, moviéndose con una rapidez casi cómica mientras organizaba todo a su alrededor.

No pude evitar mirarlo, y una ligera risa escapó de mis labios. Sin duda, ese era el toque de motivación que necesitábamos en ese momento.

Ya con los estómagos llenos y los platos lavados, el ambiente se sentía relajado, pero no por mucho tiempo.

—¡Ahora...! —la voz de Pixie-Bob sonó con emoción, captando toda nuestra atención—. ¡Es hora de la prueba de valor!

El grito de Mina no se hizo esperar.

—¡La prueba! —exclamó, levantando los brazos con entusiasmo, mientras algunos compañeros detrás de ella la seguían con la misma energía.

Pero, como siempre, Aizawa llegó para apagar la diversión.

—Antes de eso, tengo que decirles algo —interrumpió con su tono característicamente tranquilo, pero cortante—. Los que tienen clases extras, vienen conmigo.

El grito de Mina fue de puro drama.

—¡¿Qué?! ¡No puede ser! —protestó, como si estuviera luchando por su vida.

—Lo siento —respondió Aizawa con cero ganas de consolarla, dejando que sus vendas hicieran el trabajo.

De un momento a otro, los atrapó a todos antes de que siquiera pensaran en huir. Intentaron resistirse, pero terminaron en el suelo como un montón de piezas de dominó caídas.

—¡Esto es injusto! —se escucharon quejas mientras eran arrastrados por un Aizawa implacable que ni siquiera volteó a mirarlos.

El resto nos quedamos en silencio, algunos con risas contenidas.

—Bueno, como decía... —Pixie-Bob retomó su tono animado, como si nada hubiera pasado—. ¡La clase A y la clase B tendrán una noche emocionante! ¡Prepárense porque será escalofriante!

—¡Tokoyami! —lo llamé mientras me acercaba a él, mostrándole mi papelito—. ¡Nos ha tocado juntos!

Él asintió, y aunque su rostro seguía tan serio como siempre, pude ver un destello de emoción en sus ojos. Sonreí al notar su reacción.

—Divertirme en la oscuridad... —murmuró, casi como una predicción, mientras una gota de sudor resbalaba por mi sien.

—Oye, no me asustes... —respondí, un tanto nerviosa. Sabía que, con Tokoyami, las cosas podrían volverse un tanto misteriosas, especialmente con su Quirk.

—No te preocupes, Himari —dijo él con tono calmado, aunque algo de oscuridad en su voz me hizo preguntarme qué tan "divertido" podría ser realmente.

Nos tocó comenzar primero, así que empezamos a caminar bajo la tenue luz de la luna. Todo estaba tranquilo, demasiado tranquilo, y la oscuridad se sentía más densa con cada paso que dábamos.

De pronto, un humo comenzó a aparecer de la nada, envolviendo el sendero frente a nosotros.

—¿Eh? ¿Y ese humo? —pregunté, llevando mi dedo índice a la comisura de mis labios, intrigada y ligeramente alerta.

Desde las sombras cercanas, unos ojos azules intensos brillaron con un destello escalofriante. Una figura observaba cada movimiento de Himari, acercándose con pasos calculados y silenciosos.

—Ya te encontré... —murmuró una voz baja y grave, cargada de intención, rompiendo el aire tranquilo de la noche.

Estoy pensando en empezar una historia de Haikyuu estaría muy guay.  ¿Que piensan? 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro