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021. ''Piscina.''

___Corazón de Héroe 


Tsukauchi asintió, con los ojos fijos en nosotros, y se inclinó ligeramente hacia adelante.

—Lo que más nos preocupa de la Liga de Villanos —comenzó— es que, aunque no tienen un líder definitivo en este momento, sus ideologías no han cambiado. Shigaraki sigue obsesionado con la idea de derrotar a All Might y, por lo visto, está dispuesto a todo para lograrlo.

Izuku apretó los puños, manteniendo la mirada en el escritorio del detective. Yo tragué saliva, intentando mantener la calma, pero las palabras de Tsukauchi no hacían más que intensificar la sensación de peligro.

—Así que, aunque se muestren como un grupo sin una estructura clara, su propósito sigue siendo claro y peligroso —continuó el detective—. Y ustedes dos parecen estar en el centro de su interés ahora.
—Tendría que haberlo detenido —se lamentó Izuku, bajando la mirada.

Sin pensarlo, posé mis manos sobre las suyas en un gesto de apoyo, lo cual hizo que se sonrojara levemente.

—No te preocupes —le dije suavemente—. Hiciste lo correcto, cuidaste de tu vida y de la de los demás. La mayoría se habrían asustado y entrado en pánico.

—Es cierto —intervino el señor Tsukauchi asintiendo —. Que no hubieran víctimas es gracias a ustedes dos.
Negué suavemente con la cabeza y miré a Izuku.

—Quien realmente lo hizo todo fue Izuku —dije con una sonrisa—. Él es el verdadero héroe aquí.

Izuku me miró, y en sus ojos pude ver un brillo especial, lleno de gratitud y humildad, que hizo que el momento fuera aún más significativo.

Izuku bajó la mirada, sonrojado, pero con una pequeña sonrisa que trataba de ocultar.

—No... solo hice lo que cualquiera haría en esa situación —murmuró, con un tono de humildad y modestia que lo hacía ver aún más genuino.

—No cualquiera se mantendría tan calmado en un momento así, Midoriya —añadió el detective Tsukauchi, con una leve sonrisa—. Es gracias a ambos que todo terminó sin mayores problemas. Saben que al final, eso es lo que define a un verdadero héroe.

Sentí una calidez en el pecho al ver la expresión de Izuku, una mezcla de gratitud y alivio. Apreté un poco más sus manos y le dediqué una sonrisa suave.

Izuku respiró profundamente, recomponiéndose un poco mientras asentía. —Gracias, Hima-chan...


Salimos al exterior, y el señor Tsukauchi nos abrió la puerta trasera. El aire fresco de la noche nos envolvió, y al mirar hacia arriba, vimos un cielo claro y estrellado, anunciando la llegada del verano. Las estrellas brillaban con una intensidad especial, como si el universo estuviera dándonos una tregua después de aquel día.

Me detuve un momento, respirando profundamente y dejando que la calma de la noche aliviara un poco la tensión que aún sentía.

Al escuchar el grito, me sobresalté, reconociendo la voz de All Might. A mi lado, Izuku también se sorprendió, pero luego suspiró, aliviado.

—¡All Might! ¿Qué haces aquí? —preguntó Izuku mientras se acercaba a él con una mezcla de sorpresa y calma.

—Quería hablar con ustedes personalmente —respondió All Might, mirándonos con una expresión de genuino alivio mientras nos acercábamos. Extendió sus manos y, con un gesto cariñoso, acarició nuestras cabezas.

—Me alegra que estén bien —dijo, su voz suave y cálida, como si tratara de reconfortarnos tras el intenso día.

Sentí cómo poco a poco el peso de la tensión se desvanecía; era como si, en ese momento, nada pudiera salir mal.

—Siento no haberlos ayudado —dijo All Might, su voz reflejaba una mezcla de tristeza y remordimiento.

—Está bien, ya haces un gran esfuerzo en protegernos —respondí con una sonrisa, intentando aliviar su carga.

All Might me miró por un momento, y una leve sonrisa también apareció en su rostro, aunque noté que seguía preocupado.

Un incómodo silencio se asentó en el ambiente. Finalmente, Izuku lo rompió.

—Eh, All Might... —dijo, dudando un poco antes de continuar—. ¿Hay veces que... no puedes salvar a la gente?

All Might se quedó en silencio por un momento, su expresión endureciéndose.

—Sí. Muchas veces —respondió, con una seriedad inusual. Nos miró fijamente antes de levantar la vista al cielo oscuro y estrellado—. En cualquier lugar, en cualquier momento, hay personas desmayándose, lastimándose, o en peligro. Es frustrante... pero soy humano. No puedo salvar a quienes no están a mi alcance.

Su voz se suavizó, pero había una firmeza inquebrantable en sus palabras.

—Por eso mismo, me levanto y sonrío cada día, para que el símbolo de la justicia siga vivo en los corazones de la gente, héroes y villanos por igual.


Mis ojos brillaron al verlo hablar con esa convicción. Realmente era el símbolo de la paz. Una cálida sonrisa se dibujó en mi rostro, y, por un instante, me sentí como la niña pequeña que solía ser, mirando a su héroe favorito con admiración y esperanza.

—Lo que le preocupa es lo de Shigaraki. Debe ser resentimiento sin justificación —dijo el señor Tsukauchi, su voz grave resonando en la noche. Miré a Izuku, quien parecía pensativo, como si las palabras del inspector le calaran hondo.

—Nunca falló al salvar a alguien en la escena —prosiguió Tsukauchi, enfatizando la dedicación y esfuerzo que All Might había puesto en cada rescate.

All Might se veía algo callado, como si sus pensamientos lo llevaran a lugares oscuros. Lo observé con mucha atención, notando las sutiles arrugas en su frente y el ligero peso en sus hombros. Era un hombre fuerte, el símbolo de la paz, pero en ese momento, parecía cargado de preocupaciones.

—All Might, ¿estás bien? —pregunté, con una mezcla de curiosidad y preocupación en mi voz. Quería asegurarme de que no lo estaba afectando demasiado lo que había pasado.

Él giró la cabeza hacia mí, una suave sonrisa apareciendo en su rostro, aunque no alcanzó a alcanzar sus ojos.

—¡HIMARI! —Era la voz de mis padres, que se acercaban con un semblante preocupado, sus rostros reflejando la angustia de haberme perdido de vista en un momento tan tenso.

Mis piernas se movieron rápidamente hacia ellos, dejando atrás la conversación con All Might y el señor Tsukauchi. El alivio que sentí al verlos me llenó de energía, y mis preocupaciones comenzaron a desvanecerse.

—¡Mamá, papá! —los llamé, con una sonrisa que intentaba calmar su inquietud—. Estoy bien, todo está bien.

Mis padres llegaron a mi lado, y mi madre me abrazó con fuerza, como si estuviera asegurándose de que realmente estaba ahí y a salvo.

—Estábamos tan preocupados —dijo, su voz temblando un poco mientras me miraba a los ojos, buscando cualquier señal de que algo no estuviera bien.

—Lo siento, solo fue un malentendido. Estábamos en el centro comercial y ocurrió un incidente, pero los héroes llegaron a ayudarnos —respondí, intentando tranquilizarlos.

Mi padre miró a All Might, que seguía a nuestra vista, y asintió con respeto. La presencia del héroe era reconfortante, pero también sabía que la preocupación de mis padres era válida.

—Me alegra que estés bien, hija —dijo mi padre, su tono firme y protector.

—Nosotros nos vamos, gracias por todo —dijo mi madre, agitando su mano en un gesto de despedida, mientras mi padre me lanzó una última mirada de preocupación.

—Cuídense —respondí, sintiendo que la tensión se desvanecía un poco más con cada palabra.

Miré a Izuku y a All Might, sintiendo una mezcla de gratitud y tristeza al dejar atrás ese momento en el que había sentido tanto apoyo.

—Nos vemos después —le dije a Izuku, quien asintió con una sonrisa, aunque su mirada reflejaba preocupación.

—Cuídate, Himari —dijo All Might, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto.



Aunque todo estuvo lleno de intensidad con el ataque de la USJ, el festival deportivo, las prácticas, el incidente de Hosu y el examen final, finalmente llegaron las vacaciones. Sin embargo, eso no significaba que solo pudiéramos divertirnos. Teníamos que fortalecernos.



Himari se encontraba en plena sesión de entrenamiento, levantando pesas y haciendo ejercicios que hacían arder sus músculos. La luz del sol entraba por la ventana, iluminando su habitación y creando un ambiente de motivación. De repente, el timbre sonó, interrumpiendo su concentración

—¡Voy! —gritó, dejando las pesas a un lado con un ligero suspiro. Al abrir la puerta, se encontró con Mina, Momo y Uraraka, que parecían radiantes y llenas de energía.

—¡Hola, chicas! ¿Qué les trae por acá? —preguntó, sonriendo mientras se acariciaba el cabello despeinado por el entrenamiento.

—¡Te has olvidado, Himaaa! —dijo Mina, alargando la última letra de su nombre con un tono juguetón y un brillo travieso en los ojos.

—¿Olvidarme de qué? —inquirió, frunciendo el ceño y llevando su dedo índice a su mentón en un gesto pensativo.

—¡Hoy íbamos a la piscina! —exclamó Momo, sacudiendo un poco su cabello con impaciencia, como si fuera obvio.

Un escalofrío de sorpresa recorrió a Himari.

—¡Qué tonta soy! Perdónenme, ¡qué despistada! —dijo, sintiendo cómo la vergüenza la invadía. Sin embargo, esa sensación pronto se desvaneció. —¡Pasen! ¡Les prepararé algo mientras me cambio!

Entraron a la casa, y la mirada de Mina recorrió los espacios, sus ojos brillando de admiración.

—¡Wow, qué linda casa, Himari! —dijo, maravillándose con cada rincón decorado con gusto.

Mientras las chicas se acomodaban en el sofá, Himari se dirigió a la cocina, la emoción comenzando a burbujear en su interior. Con manos ágiles, preparó unos mochis recién hechos y vertió jugos helados en vasos llenos de hielo, deseando que la frescura compensara el calor que hacía afuera.

—Aquí tienen, espero que les guste. —Sonrió, sirviéndoles los bocados y observando cómo disfrutaban cada bocado con deleite. El aroma dulce y la risa de sus amigas llenaban la habitación de un ambiente alegre y despreocupado.

—Ahora vuelvo, me ducho y me cambio, y nos iremos antes de que el horario de la piscina acabe. —dijo, sintiéndose un poco ansiosa.



—¡Wow, si que es grande la piscina! —exclamé con una sonrisa, sintiendo la brisa fresca sobre la superficie del agua.

Justo en ese momento, vi a los chicos entrando también, y les saludé con entusiasmo.

—¡Hola! ¡Ustedes también vinieron! —dije, acercándome a Iida, quien ya parecía concentrado en el entrenamiento.

—Claro, hay que aprovechar la piscina para mejorar nuestra resistencia, —contestó con su usual seriedad.

—¿Y qué hay de Izuku? —pregunté, echando un vistazo a la entrada.

—Todavía no ha llegado, —dijo Uraraka, aunque con una sonrisa que reflejaba su confianza en que pronto se uniría a nosotros.

Ya en el borde de la piscina, las chicas y yo nos apartamos un poco y comenzamos a estirar. Momo lideraba los movimientos, con una precisión casi perfecta, mientras Mina hacía poses exageradas para que nos riéramos. Uraraka, que ya estaba al lado mío, se inclinaba hacia adelante y soltaba un leve suspiro de alivio al sentir sus músculos relajarse.

—Siempre pienso que me voy a resbalar cuando estiro aquí —bromeó Mina, fingiendo que perdía el equilibrio.

Todas soltamos una carcajada.

Los chicos ya habían comenzado a entrenar en la piscina, cada uno concentrado en sus ejercicios, cuando las puertas se abrieron de golpe. Mineta y Denki entraron con una energía desbordante, los ojos casi brillándoles de emoción.

—¡Denki! —le llamé, agitando la mano con una sonrisa.

Denki, al verme, adoptó una pose dramática, juntando las manos como si estuviera rezando, y su rostro se tiñó de un leve rubor. Pero su expresión cambió rápidamente al ver a Iida en pleno entrenamiento, quien le miraba con desaprobación. Denki, intentando mantener la compostura, puso una cara de disgusto exagerada y murmuró algo entre dientes.

—¡Ah, vamos, relájense un poco! ¡Estamos en la piscina! —exclamó Mineta, algo tembloroso

—Aquí vinimos a entrenar, Mineta, ¡no a hacer payasadas! —respondió Iida, cruzándose de brazos con seriedad.

No pude evitar soltar una risa; los contrastes entre todos hacían el ambiente aún más entretenido.

Finalmente, Midoriya apareció en la piscina, luciendo una sonrisa tímida, pero se notaba que estaba de buen ánimo.

—¡Zuzu! —le llamé alegremente mientras corría hacia él, sin pensarlo dos veces, enrollé mi brazo en su antebrazo, feliz de verlo allí.

—¿Dónde estabas? —pregunté curiosa, mirándole de cerca. Él, sorprendido y sonrojado, rascó su nuca nerviosamente, como siempre hacía cuando estaba avergonzado.

—B-bueno... tenía que terminar un entrenamiento extra... —murmuró con una pequeña sonrisa, desviando la mirada.

Su reacción me hizo sonreír aún más.

Nos pusimos a jugar voleibol en el agua, riendo y salpicando, mientras el sol brillaba intensamente sobre la piscina. Cada vez que alguien fallaba, los demás le lanzaban pequeñas olas de agua como castigo, lo que hacía que el juego fuera aún más divertido.

Mientras tanto, los chicos entrenaban en la plataforma al lado de la piscina, sus expresiones de concentración y esfuerzo contrastaban con nuestro juego. Era imposible no notar cómo el sol resaltaba el esfuerzo en cada movimiento de sus cuerpos, haciéndolos parecer héroes en plena acción.

—¡Vamos, Himari, atrápala! —gritó Uraraka mientras me lanzaba la pelota, haciendo que saltara con todas mis fuerzas para alcanzarla y devolverla. Acabamos nuestro juego, asi que salí de la piscina.

Me acerqué a Todoroki, quien estaba tomando un descanso después de su entrenamiento. Aún respiraba profundamente, y el sudor que caía por su rostro, lo hacía ver...muy bien.

—Shoto-kun —le dije en voz baja, captando su atención mientras él se secaba el sudor con el dorso de la mano.

—Himari —me respondió, con esa voz tranquila y seria que siempre tenía, pero noté un pequeño destello de gusto en sus ojos.

Me senté junto a él contra la pared todavía sintiendo la brisa fresca de la piscina en mi piel. Por un momento, ambos guardamos silencio, disfrutando de la tranquilidad del instante.

—¿Cómo va el entrenamiento? —le pregunté, tratando de romper el hielo.

—Intenso, pero necesario —respondió él, y luego me miró—. ¿Y ustedes? Parecía que se estaban divirtiendo bastante.

Le sonreí y asentí, todavía sintiendo las risas y el juego en mi pecho.

—A veces es bueno descansar un poco —añadió.

—Oye, Todoroki —llamé su atención con un poco de nerviosismo, mientras él giraba para mirarme—. Lo del otro día... ¿crees que pueda almorzar con ustedes? Me caes bien, y me encantaría conocerte mejor.

Sentí un leve rubor en mis mejillas mientras movía los pies algo ansiosa, intentando mantener la mirada fija en la suya sin apartarla. Todoroki pareció quedarse pensativo por un momento, y en sus ojos noté una expresión suave, quizás un poco sorprendido por mi propuesta.

—¿De verdad? —pregunté emocionada cuando vi que él asintió.

Al escucharlo, una leve sonrisa se dibujó en su rostro, y, por un segundo, juraría que vi cómo un leve sonrojo aparecía en sus mejillas.

—C-claro, se lo diré pronto —dijo, y el pequeño tartamudeo en su voz me hizo sonreír.

Intenté contener una risa suave, sintiéndome alegre al ver a Todoroki así, más relajado y vulnerable.

Un grito nos hizo girar la cabeza.

—¡Si no, no podría haber perdido con un idiota como tú! —dijo Bakugo, enfadado y tratando de avanzar, pero Kirishima lo sujetaba con fuerza.

Me levanté, acercándome junto a Izuku para ver mejor la situación. Kirishima, un poco avergonzado, me dirigió una sonrisa de disculpa.

—Recibí tu mensaje, Hima, pero se nos hizo un poco tarde. Es difícil convencerlo —dijo Kirishima, rascándose la cabeza.

—Nah, no es nada. Fue mucha tarea pedirte que trajeras a Bakugo —respondí, sonriendo.

—¿Qué me has dicho, maldita perr...? —Bakugo apenas alcanzó a insultarme cuando, sin pensarlo, generé una pequeña bola de energía en mis manos y la lancé hacia su cara. La esfera se estampó, cubriéndole la boca e interrumpiendo el insulto.

—Calladito te ves muy guapo —le dije con una sonrisa y un guiño. Bakugo se revolvió, notablemente sonrojado, y rompí la esfera de energía para que pudiera hablar. Me fulminó con la mirada, pero lejos de intimidarme, me dio un poco de gracia.

—¿Quieres decidir las cosas? —dijo Bakugo dirigiendosé a izuku, haciendo pequeñas explosiones en sus manos de forma amenazante.

—Bueno... Solo entrenar no es interesante —comentó Iida, pensativo.

—¡Una carrera de 50 metros para ver quién es el más rápido! —dijo con entusiasmo, levantando la voz. Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a prepararse.

—¡Iida-kun, nosotros te ayudaremos! —dijo Momo, quien me puso una mano en el hombro y me atrajo hacia ella.

—¿Podemos usar los dones? —preguntó Ojiro, con cierta emoción.

—No creo que haya problemas, mientras no dañemos los edificios o a alguien de aquí —respondió Iida con una sonrisa.

—Te aplastaré, Deku —dijo Bakugo, poniéndose frente a Izuku con una expresión desafiante.

—Y tú también, mitad y mitad —agregó, mirando a Shoto con desdén.

—Eres un cascarrabias, Katsuki —le dije en un susurro, intentando contener la risa mientras observaba su típica actitud competitiva. Su mirada de desprecio hacia Izuku y Shoto no hacía más que animar el ambiente.

Bakugo giró su cabeza hacia mí, pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara en sus labios. La tensión del momento se disipó un poco, haciendo que todos nos sintiéramos más cómodos antes de la carrera.

La carrera comenzó, y, para sorpresa de todos, el ganador resultó ser Bakugo. Su estilo era un poco raro, ya que se impulsó con sus explosiones, evitando cualquier bota de agua que intentara mojarlo.

—¡Eso es trampa! —exclamé, señalándolo con una mano mientras trataba de contener la risa.

—¡Eso, eso! —gritaron Kirishima y otros, sumándose a mi queja.

Bakugo, sin embargo, no se inmutó y, mirando a todos con una expresión de desafío, gritó:

—¡Es estilo libre! —con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

Sabía que había jugado con las reglas a su favor y no le importaba en absoluto. 

La segunda carrera en la piscina comenzó, y Shoto, aprovechando su habilidad, se subió a uno de los separadores flotantes que dividían los recorridos. Concentró su poder en los pies, y en un instante, una capa de hielo surgió, impulsándolo con fuerza mientras deslizaba por encima del agua como si patinara. Todos observábamos, entre sorprendidos y algo incrédulos, cómo avanzaba sin mojarse.

—¡Oye, Shoto! ¡Eso no es justo! —exclamé, señalándolo mientras él cruzaba la meta con total tranquilidad.

—¡Ni siquiera has nadado! —se quejaron Mineta y Denki al unísono, claramente frustrados mientras veían a Shoto con el ceño fruncido.

Él solo alzó una ceja, sin inmutarse demasiado, mientras los demás también le miraban con una mezcla de reproche y diversión.

—Bueno, parece que nadie quiere mojarse en esta piscina, ¿eh? —bromeé.

La tercera carrera comenzó, y todos nos pusimos de pie para ver la competencia entre Iida e Izuku. Ambos se lanzaron al agua con velocidad, pero rápidamente se notó la determinación de cada uno en cada brazada. Era evidente que ninguno quería perder.

Izuku avanzaba a gran velocidad, aprovechando cada impulso, mientras Iida, con su técnica impecable, intentaba mantener el ritmo. Al final, después de un reñido sprint, ¡Izuku cruzó la meta primero!

—¡Sugoi! ¡Los dos lo hicieron muy bien! —grité, emocionada, aplaudiendo con entusiasmo mientras los chicos salían del agua, respirando con esfuerzo pero sonriendo.

—Eres rápido, Midoriya. —admitió Iida, dándole una palmada en la espalda.

Izuku, algo sonrojado, solo rascó su cabeza y se rió.



—¡Los ganadores de cada carrera, Bakugo, Todoroki, Izuku, competirán entre ellos en esta última ronda! —grité, asegurándome de que todos escucharan mientras les señalaba. La emoción subió entre el grupo, y varias miradas se dirigieron hacia los tres contendientes.

—¿Están listos para competir? —pregunté, observándolos con una sonrisa desafiante. Los tres asintieron firmemente, preparados para darlo todo.

—Oye, tú, Mitad y mitad —Bakugo le gritó a Todoroki con una mezcla de desafío y emoción—. ¡No te contengas como en el festival deportivo! ¡Hazlo en serio!

Todoroki lo miró con seriedad, asintiendo lentamente. —De acuerdo —respondió con firmeza.

—Y tú también, maldito Deku —continuó Bakugo, volteándose hacia Izuku con una mirada feroz—. ¡No me des la lata!

—D-De acuerdo, Kacchan —respondió Izuku, tartamudeando ligeramente pero decidido.

Los tres se posicionaron en la plataforma, listos para darlo todo en la última carrera.

—¡Vamos, Izuku! —grité, animándolo desde el borde de la piscina.

Yaoyorozu levantó el silbato y, con una sonrisa de emoción, gritó: —¡Preparados... listos... ya!

El sonido del silbato resonó y los tres saltaron hacia el agua. Pero en el momento en que sus pies despegaron de la plataforma, algo extraño sucedió: de repente, todos perdieron sus Quirks. Izuku, Bakugo y Todoroki cayeron al agua como tablas, en planchas, sin la gracia ni la velocidad esperada. El golpe fue brutal, y el sonido de ellos cayendo de golpe al agua nos hizo a todos estremecernos.

—¡Son las 17:00! Terminó su tiempo en la piscina —intervino una voz firme. Al girarnos, vimos a Aizawa-sensei con una mirada desaprobatoria.

—¡Pero, Aizawa-sensei, venía lo bueno! —dijimos Sero y yo al unísono, protestando por la interrupción.

Aizawa nos fulminó con la mirada y activó su Quirk, silenciándonos de inmediato. —¿Qué dijeron? —preguntó en un tono que no admitía réplica.

—¡Nada, sensei! —gritamos todos al unísono, poniéndonos firmes.

Sin más remedio, recogimos nuestras cosas y salimos de la piscina.

Corrí apresurada al ver a Kirishima y Katsuki alejándose.

—¡Chicos, esperadme! —grité mientras intentaba alcanzarlos.

Kirishima se giró con una sonrisa. —¡Hima-chan! —me saludó alegre.

Cuando finalmente llegué a su lado, respirando con fuerza, les dije entre reproche y broma: —Podríais haberos parado.

Katsuki, sin siquiera mirarme, soltó: —No vamos a perder nuestro tiempo.

—Yo también te quiero, Suki —le respondí, esbozando una sonrisa divertida.

Observé su reacción de reojo, sabiendo que no le gustaba para nada ese apodo, y efectivamente, me lanzó una mirada fulminante. Tuve que reprimir una risa; por más gruñón que fuera, me encantaba picarlo un poco.

Volví, ya encontré una pagina bien buena, (aunque, sigo echando de menos a mí anime center) 

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