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020. UN ENCUENTO NO MUY COMODO

_____Corazón de Héroe

Me encontraba en el aula, sentada con mis auriculares, escuchando "American Idiot" de Green Day. Tarareaba la canción mientras ladeaba un poco la cabeza, sin prestar atención al ruido exterior del aula.

Entonces, una mano me tocó el hombro, haciéndome quitar un auricular. Era Kyoka.

—¿Estás escuchando "American Idiot"? —preguntó Kyoka, con una sonrisa de interés.

—Sí, me encanta esa canción. A veces la toco en mi guitarra —respondí con entusiasmo.

—¡No me digas! Es mi favorita también —dijo Kyoka, sorprendida—. ¿También tocas la guitarra?

—Sí, tengo una Fender Stratocaster eléctrica. La toco desde los 12 años —dije con orgullo.

—¡Qué coincidencia! Yo también tengo una Stratocaster —respondió Kyoka, con una sonrisa aún más grande.

—¡Eso es genial! —exclamé—. Me gusta practicar canciones de Green Day, especialmente esta. La energía es increíble.

—Totalmente de acuerdo —dijo Kyoka—. Deberíamos tocar juntas alguna vez.

—¡Sería genial! —respondí, emocionada por la idea.

Charlamos un rato sobre nuestras canciones favoritas y nuestras experiencias con la guitarra. Estábamos tan inmersas en la conversación que no nos dimos cuenta de que Aizawa-sensei había entrado al aula.

—Chicos, tomen asiento —dijo Aizawa-sensei, mirándonos con una leve desaprobación.

Nos sentamos rápidamente, intercambiando una mirada divertida. No pudimos evitar reírnos en voz baja, disfrutando del pequeño momento de conexión que habíamos compartido.

—Como ya saben, algunos de ustedes no aprobaron el examen final —espetó Aizawa, con su típico tono serio. Los que no aprobaron se sumieron en un aura deprimida, bajando la cabeza con desánimo.

—En cuanto al campamento en el bosque... ¡Todos irán! —dijo Aizawa, intentando poner una expresión alegre, aunque su intento parecía más forzado que genuino.

La noticia cayó como un rayo de esperanza, y aquellos que estaban deprimidos por haber fallado revivieron de inmediato, levantando la cabeza con sorpresa y alegría. Varios empezaron a preguntar si era verdad lo que acababan de escuchar.

—Sí, en el escrito nadie falló. En cuanto a la parte práctica... Kaminari, Ashido, Kirishima, Sato, y Sero fallaron —continuó Aizawa.

Sero, el último nombrado, dejó escapar un suspiro de fastidio mientras se llevaba la mano a la cara, cubriéndola con frustración. Parecía que ya esperaba este resultado, pero eso no hacía que el golpe fuera menos molesto.

Dejé de prestar atención a los detalles del examen y empecé a pensar en lo que podría llevar al campamento. Tal vez si encontraba a papá en casa, podría ayudarme a preparar todo y, de paso, lo obligaría a llevarme de compras para comprar algo de ropa y todo lo necesario, aprovechando la excusa perfecta del campamento.

Volví mi atención a la clase, intentando concentrarme en lo que Aizawa tenía que decir. Quizás, después de todo, habría algo interesante o importante. Mientras esperaba, agarré un mechón de mi cabello y comencé a enredarlo entre mis dedos, manteniendo la mirada fija en Aizawa para no perderme nada.

—Entonces, cuando dijeron que nos aplastarían... —empezó a decir Ojiro, su voz llena de duda.

—Era para asustarles —respondió Aizawa con su tono habitual—. El campamento es para hacerles más fuertes. Los que fallaron lo necesitarán aún más... Era una falsedad racional —añadió, esta vez con una sonrisa que pretendía ser alegre, pero que se veía más macabra que feliz.

Al escuchar esto, varios de los estudiantes se levantaron con emoción, sus rostros iluminados por la alegría mientras comenzaban a saltar en sus asientos. La clase se llenó rápidamente de murmullos emocionados y risas contagiosas.

Una pequeña sonrisa se escapó de mis labios al ver la escena. Sin embargo, mi sonrisa se desvaneció cuando, de repente, Iida se levantó de su asiento con tal rapidez que me hizo dar un pequeño respingo.

—Pero nos han mentido dos veces... ¡Nuestra fe en ustedes podría tambalearse! —exclamó Iida, tomándose la situación demasiado en serio mientras adoptaba su típica pose erguida y dramática.

—Sí, lo consideraré —dijo Aizawa, haciendo una pequeña pausa antes de continuar—. Pero no mentí en todo. Un fracaso es un fracaso, así que prepárense para las lecciones extras.

La alegría que había llenado el aula se desvaneció de inmediato. Aquellos que habían estado celebrando hace apenas unos segundos volvieron a sumirse en la misma aura deprimida con la que habían comenzado la clase.

La jornada escolar transcurrió y, al día siguiente, sería el fin de semana. Todos comenzaron a charlar animadamente entre ellos, llenos de entusiasmo. Yo, en cambio, me dedicaba a guardar mis cosas en la mochila de manera tranquila, disfrutando de un momento de calma. Mientras estaba en ello, noté que Uraraka se acercaba a mí con su habitual energía radiante, aunque esta vez tenía un ligero sonrojo en las mejillas.

—Himari, ¿tienes algún plan para el fin de semana? —preguntó Uraraka, intentando disimular su nerviosismo.

Al parecer, los demás escucharon nuestra conversación, y Hagakure sugirió con entusiasmo:

—¿Y si vamos a comprar todos juntos? —su voz transmitía una alegría contagiosa, y aunque no podía verla, estaba segura de que estaba sonriendo.

Los demás estuvieron de acuerdo de inmediato, mostrando su emoción por la idea. Y, siendo sincera, no podía negarme a una invitación así. La idea de pasar tiempo con mis compañeros me resultaba muy atractiva.

Sin embargo, también pensé en la excusa perfecta para darle a mi papá: podía decirle que necesitaba dinero extra para ir de compras con mis amigos, ya que todos se estaban preparando para el campamento. Aunque sonara un poco manipulador, a veces es necesario pedir un poco más para darse algún capricho. Además, siempre he sido respetuosa y educada con mis padres, así que un pequeño premio de vez en cuando no hacía daño, ¿verdad?

Noté cómo Uraraka tenía la cabeza gacha y sus puños estaban apretados, como si estuviera conteniendo algo. Me acerqué a ella, aunque no mucho, ya que estaba a solo unos metros de distancia.

—Ochako, si quieres, podemos comprar cosas nosotras solas —le propuse suavemente, tomando sus manos entre las mías—. Y si te apetece, podríamos hacer una pijamada en mi casa o en la tuya, ¿qué te parece? —Le dediqué una sonrisa, cerrando los ojos por un momento para transmitirle mi sinceridad.

Al abrirlos, la vi sonrojada, con un rubor que me recordó al de Midoriya, y noté que sus manos temblaban ligeramente.

—C-claro, Hima-chan —respondió ella, con su voz temblorosa y su boca moviéndose de manera casi imperceptible por los nervios.

Uraraka me soltó suavemente para recoger sus cosas, mientras yo ya tenía mi mochila lista con todo lo necesario guardado.

Me dirigí hacia Kirishima y recargué mi mentón en su hombro. Él me sonrió y acarició mi cabello, lo cual me hizo sonrojar un poco. En ese momento, Bakugo pasó de largo, ignorándonos.

—¡Bakugo, ven tú también! —dijo Kirishima con su entusiasmo habitual.

—Si cascarrabias, será divertido —agregué de manera juguetona.

—No tengo tiempo para estar con extras como ustedes —respondió Bakugo antes de alejarse.

Kirishima y yo nos miramos y comenzamos a reír suavemente, disfrutando del momento.

—Bueno chicos, me voy, hasta mañana —dije mientras cogía mi mochila y agitaba mi mano en señal de despedida.

Estaba casi en la salida de la escuela cuando escuché una voz seria detrás de mí. Me volví para ver a Todoroki.

—Himari —dijo, con su tono habitual—. ¿Te importaría si vamos juntos de camino a casa?

Me sorprendió un poco la propuesta, pero no me opuse en absoluto. La idea de ir acompañada me hizo sentir algo cálido por dentro. Todoroki se apresuró un poco para seguirme el paso. Sin pensarlo, le tomé el brazo de manera casual, algo que solía hacer con mis amigos. Noté que él se sobresaltó y se puso rígido, así que intenté soltarlo rápidamente, algo avergonzada.

—Lo siento, no quería molestarte —dije, tratando de disculparme.

Todoroki me miró y me hizo sentir que no le había incomodado. Saqué mis auriculares y se los ofrecí.

—¿Te gustaría escuchar música? —le pregunté.

Él asintió, y me preguntó si tenía alguna canción en particular en mente.

Le dije que podía poner lo que quisiera. Comencé a reproducir una playlist que incluía a artistas como Green Day, Marina y SZA. La primera canción que sonó fue "All the Stars" de SZA. Mientras escuchábamos, movía la cabeza de un lado a otro al ritmo de la música, mientras Todoroki me observaba, sus ojos heterocromáticos y sus facciones perfectas me hacían sentir un leve sonrojo.

El camino se hizo corto y, en un abrir y cerrar de ojos, llegamos a la casa de Todoroki. Este me tocó el hombro, indicando que nuestros caminos se separarían. Miré la imponente residencia, una casa enorme con una decoración tradicional japonesa. Una puerta se abrió, revelando a una mujer de cabello blanco con mechones rojos.

—Oh, no sabía que era cuñada —dijo Fuyumi, al vernos. Luego, me miró con curiosidad—. Todoroki, ¿no me dijiste que tenías una amiga?

Me sonrojé inmediatamente, sintiéndome incómoda. Todoroki se dio cuenta de mi reacción y se apresuró a aclarar.

—No, Fuyumi, no es mi novia. Solo es una amiga, y no somos nada más que eso.

Fuyumi lo miró con un atisbo de decepción, pero luego sonrió amablemente hacia mí.

—Bueno, en ese caso, será un placer conocerte. ¿Por qué no pasas algún día por nuestra casa a comer? Sería muy agradable conocerte mejor.

Asentí, aún un poco sonrojada, y le agradecí la invitación. Todoroki y Fuyumi se despidieron amablemente, y me giré hacia él para decirle adiós antes de continuar mi camino.


Llegó el día del encuentro en el centro comercial. Me vestí con un conjunto estilo shoujo: una blusa blanca con encajes, una falda rosa pastel con volantes y unos zapatos blancos. Completé el look con una diadema con un lazo en el cabello.

Le conté a mi papá que iba a comprar cosas necesarias para el campamento y que sería una buena oportunidad para socializar. La excusa funcionó, y me dio su tarjeta de crédito, advirtiéndome que no gastara en cosas innecesarias. Con la tarjeta en mano, me dirigí al centro comercial emocionada por el día con mis amigos.

—Y aquí estamos, con la mayor cantidad de tiendas, el avanzado y genial centro comercial Kiyashi. —presentó Mina con entusiasmo

Me acerqué a ella y la abracé mientras admiraba el lugar.

—¡Esto es el paraíso de las compras! —exclamé, maravillada por todo lo que veía.

—¡Sí! —respondió Mina con entusiasmo, girándose hacia mí.— Qué linda estás, Himari-chan. —dijo mientras me miraba con sus manos en las mejillas, ladeando la cabeza como una niña pequeña que ve un peluche.

Me sonrojé.

—Gracias, tú te ves igual de hermosa como siempre...—respondí, y ella se quedó estática un momento antes de sonrojarse y abrazarme.

—Eres un ángel puro, Himari.—dijo mientras me abrazaba con ternura.

Todo esto era observado por una castaña y un pecoso, ambos con una expresión de desagrado que claramente mostraba su incomodidad.

El pecoso comenzó a murmurar, visiblemente molesto tanto por lo que acababa de ver como por el lugar en el que se encontraba.

Volví mi atención hacia Uraraka, con una sonrisa en el rostro.

—¡Uraraka! —exclamé, saltando para abrazarla.

Ella se tensó al principio, pero luego me correspondió tímidamente.

—Perdona por no saludarte antes, es que estuve un poco distraída —le dije, mientras nos mirábamos a los ojos. Sentí cómo nuestras respiraciones se entrelazaban, lo que nos hizo alejarnos un poco, ambas algo sonrojadas.

—¿Miren esos no son los de la UA? —dijo uno, señalando hacia nuestra dirección.

—Sí, los vi en la televisión —añadió otro.

—Vaya, parece que todavía se acuerdan de eso —comenté, mientras una gota de sudor caía por mi sien.

De repente, sentí un tirón en mi falda. Me agaché para ver a una niña pequeña que me miraba con ojos brillantes.

La niña tenía el cabello castaño claro y llevaba un vestido rosa con pequeños conejitos estampados. En sus manos sostenía un collar con un colgante en forma de conejito, que parecía hecho de una especie de cristal brillante. Sus mejillas estaban sonrojadas y sus ojos reflejaban admiración.

—¡Me encantó verlos en televisión! —dijo con entusiasmo—. Sobre todo en la última batalla, cuando tu cabello se elevó y tus ojos cambiaron de color. ¡Fue increíble! Cuando sea mayor, quiero ser como tú —Finalizó mientras jugaba con su pie y miraba el suelo, sonrojada y un poco torpe.

Sonreí y le acaricié el cabello.

—Me alegra mucho escuchar eso —le respondí, con una sonrisa cálida.

La niña me extendió el collar de conejito, que tenía un delicado lazo plateado y una pequeña piedra rosa en el centro.

—Es para ti —dijo, con una sonrisa tímida.

—Esto es mejor que cualquier medalla —le dije, aceptando el collar con gratitud.

Su rostro se iluminó con una sonrisa y me dio un abrazo de despedida antes de correr hacia su madre, quien me saludó en señal de agradecimiento.

Después de que la niña se despidió y se unió a su madre, Uraraka se acercó a mí con una sonrisa cálida.—Esa niña era muy linda —dijo, mirándome con ternura—. Y la forma en que te admiraba... fue realmente dulce.

Sonreí, sintiendo una mezcla de felicidad y modestia.—Sí, fue un momento especial —respondí—. Me alegra haber podido hacerle el día. Uraraka me miró con aprecio y asintió.—Creo que a todos nos gusta saber que inspiramos a alguien, incluso si es solo con una pequeña acción.— Dijo mientras nos mirabamos.

Proponiendo una hora para reunirnos, cada uno se dispersó para buscar cosas distintas en el centro comercial.

Saqué mi lista de la mochila que llevaba conmigo, aprovechando para guardar el lindo collar en su interior.

—A ver, ¿qué tengo que comprar?—murmuré mientras revisaba la lista en voz alta—Kit de emergencia, camisas, bolsa de dormir, zapatillas deportivas... Ah, y no olvidemos los calcetines adicionales.

No me di cuenta de que todo el mundo se había ido y que solo quedábamos Izuku, Uraraka y yo. Me estaban hablando, pero estaba tan inmersa en mi lista que no los escuché.

—Ay, perdonen, no me di cuenta—dije, disculpándome mientras me daba cuenta de mi distracción.

—No te preocupes, Hima-chan —dijo Izuku con una sonrisa.

—Parecías a Deku —comentó Uraraka con una pequeña risa.

—¿Qué necesitas, Himari? —preguntó Izuku.

—Bueno, pues todo esto —dije señalando la lista que tenía en la mano.

—¿Eh? —dijeron los dos al unísono.

—La mitad de la lista son cosas que no necesitaremos. ¿Qué harás con eso? —preguntó Uraraka, un poco confundida.

—Me encanta comprar, y la nueva temporada es muy linda; ¡la necesito puesta ya! —respondí con una sonrisa.

—¿Y tú, Uraraka? ¿Qué necesitas? —pregunté, mirando a mi amiga con curiosidad.

Uraraka se quedó pensativa por un momento, y luego, con una ligera sonrojadura en las mejillas, respondió:

—Insecticida.

Antes de que pudiera decir algo más, Uraraka se sonrojó tanto que casi se puso roja, y se apresuró a correr, dejándonos a Izuku y a mí algo confundidos.

—¿Qué habrá sido eso? —me pregunté en voz alta, mientras miraba a Izuku con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

—Bien, Zuzu, ¡es la hora de las compras! —dije con entusiasmo, girándome hacia Izuku y tomándole el brazo con una sonrisa.

Izuku asintió con una sonrisa tímida y comenzamos a recorrer las tiendas. Primero nos dirigimos a las secciones más relacionadas con el campamento, buscando todo lo necesario para estar preparados y cómodos.

Salimos de la tienda con lo que necesitábamos: Izuku llevaba sus pesas mientras yo cargaba con todo el equipo para el campamento. Ambos estábamos bastante satisfechos con nuestras compras.

—Zuzu, ¿me acompañas a comprar porfis? Te lo compenso con... —pensé un momento—, ¡katsudon!

Izuku me miró con brillo en los ojos, claramente emocionado por la oferta.

—¡¡Eso suena genial!! ¡Vamos! —exclamó, y juntos nos dirigimos a la siguiente tienda.

Después de alrededor de 20 minutos, había terminado mi compra mensual de ropa. Estaba encantada mientras cargaba unas cuatro bolsas en mis manos. Pensaba en mostrarlas a mi papá para que viera los buenos gustos que tenía.

—¿Cómo es posible que solo hayan pasado 20 minutos y ya hemos entrado en 10 tiendas? —preguntó Izuku, sorprendido y agotado, mientras también cargaba mis bolsas.

—Bueno, ahora vamos a disfrutar de un rico katsudon de pollo, mi favorito —dije, relamiéndome los labios.

—Espero que sea el mejor —respondió Izuku, y juntos caminamos felices hacia el restaurante "Sabores del Sol".

De repente, un chico encapuchado se nos acercó con un tono inquietante en la voz.

—¿Me podéis dar vuestros autógrafos? —preguntó, extendiendo sus largos brazos y rodeándonos, impidiendo que pudiéramos escapar.

El ambiente se volvió tenso, y sentí cómo mi corazón empezaba a latir más rápido. Miré a Izuku con preocupación, esperando que encontrara una manera de salir de esta situación.

El chico encapuchado comenzó a hablar con un tono inquietante, su voz cargada de un extraño interés.

—Tú eres el que terminó todo lastimado, y tú eres la que empezó a brillar y se desmayó, impresionante —dijo mientras presionaba mi hombro con sus largos dedos, provocando una sensación incómoda.

Intenté formar una sonrisa, pero lo que salió fue una mueca de miedo. El chico parecía saber demasiado sobre nosotros, y eso me ponía aún más nerviosa.

—¿No sois también los que encontrasteis al asesino de héroes en Hosu? —preguntó, revelando un conocimiento que no debería tener.

Un escalofrío recorrió mi espalda. Este chico sabía más de lo que debería. Trató de calmarme, pero la inquietud se apoderaba de mí.

—No me lo puedo creer. ¿Quién diría que os encontraría aquí? Alguna razón habrá... —dijo, acariciando mi cuello con un movimiento rápido y repentino.

Traté de girarme para ver su rostro, pero el chico no levantó la capucha. En cambio, alzó la cabeza, dejándonos ver su rostro aterrador. Era Shigaraki, el líder de la Liga de Villanos. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y sentí cómo mi respiración se volvía entrecortada.

—Será el destino. Desde vuestra perspectiva, no nos vemos desde el ataque en el USJ. Tomemos algo, Himari, Izuku Midoriya. —Shigaraki dijo con una sonrisa que me heló la sangre.

Me quedé paralizada, incapaz de reaccionar mientras la realidad de nuestra situación se asentaba.

—Actúen natural, como si fuéramos amigos de toda la vida —susurró Shigaraki.

—No hagan ruido, solo tranquílícense, solo quiero hablar, eso es todo —añadió con una pausa aterradora—. Si hacen algo raro, los desintegraré con solo poner mis cinco dedos sobre ustedes.

—S-si lo haces, entre tanta gente, un héroe vendrá y te atrapará —dije, tartamudeando por el miedo.

—¿Qué crees que pasará mientras ese héroe llega? Podría desintegrar a 20..o 30 persona de este centro comercial —dijo Shigaraki, con una sonrisa siniestra que me heló la sangre.

—Bien, ¿de qué quieres hablar? —dije, mirando a Izuku, quien asentía con los ojos, confirmando que estábamos de acuerdo en hablar sin que nadie saliera perjudicado.

—Genial, como esto no pasa mucho, es mejor si nos sentamos —dijo Shigaraki, mientras nos arrastraba hacia un lugar apartado donde podíamos sentarnos.

—Odio todo, pero lo que más me molesta es el asesino de héroes —dijo Shigaraki, con una mirada algo intensa mientras miraab sus rojos inyectados de sangre.

Me pareció extraño que no estuvieran trabajando juntos. Mientras él hablaba, yo solo acomodaba y desacomodaba las bolsas de compras, intentando distraerme y olvidar que un villano estaba amenazando con matarnos en cualquier momento.

Midoriya fue valiente y respondió a todo lo que Shigaraki decía sin mostrar ningún tipo de pavor, aunque sabía que él también estaba tan aterrado como yo. Su valentía me dio algo de fuerza, pero el miedo seguía presente mientras trataba de mantener la calma en esa situación tan peligrosa.

—¿Cuál es la diferencia entre yo y el asesino de héroes? —preguntó Shigaraki, dando su atención a la conversación. Vi a Izuku, que seguía pensando en cómo responder, y decidí intervenir.

—Todo comenzó con All Might. Stain estaba motivado por la idea de purificar el sistema de héroes, eliminando a aquellos que no cumplían con su visión de justicia. Buscaba reformar, no destruir. En cambio, tú, Shigaraki, buscas el caos absoluto y la destrucción del orden establecido. Mientras Stain tenía un propósito que implicaba una especie de purificación, tú solo quieres desmantelar y erradicar todo lo que te desagrada. La diferencia es fundamental: uno quiere reformar y el otro simplemente destruir.— Dije mientars miraba las bolsas y sentía la intensa mirada de shigaraki

—Sí, eso es exactamente. Todos se alarman porque All Might actúa sin una razón aparente, así que yo solo debo destruir a All Might. —dijo Shigaraki, con una expresión de determinación en su rostro apretandome hasta el punto de ahorcarme.

—¿Y qué tal si te digo que tu papá fue uno de los que se unieron a All For One en su juventud? Parece que tu padre no fue lo suficientemente fuerte para resistir la tentación y traicionó a quienes amaba, incluida tu madre. —Dijo Shigaraki, con una sonrisa cruel

Las palabras de Shigaraki me hicieron hervir de rabia. No podía soportar que hablara así de mi padre.

—¡Eso no es cierto! Mi padre intentó dejar a All For One cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Luchó contra lo que él representaba y se sacrificó por mi madre y por mí. ¡No tienes derecho a hablar de él como si fuera un traidor! —Sentí mi cara arder mientras gritaba

Izuku me miraba con preocupación, consciente de que esta situación podría ser extremadamente peligrosa para mí. La expresión en su rostro lo decía todo: temía por mi seguridad.

—Tienes suerte de que eres una herramienta perfecta para mí, y que no puedo hacer nada... por ahora. —De repente, Shigaraki me agarró del cuello con una fuerza aterradora. Su agarre era firme y amenazante. Sus ojos se llenaron de un brillo siniestro mientras me decía

Empezó a apretar más el cuello, y sentí cómo me faltaba el aire. Mi visión se nublaba, y mi respiración se volvía cada vez más difícil. Justo cuando pensé que no podría aguantar más, vi a Uraraka entrar en la escena.

—¡Vaya! No sabía que venías con una amiga —dijo Shigaraki, soltándome de repente al ver a Uraraka. Su tono cambió a uno más desinteresado mientras se alejaba.

Cayendo al suelo, empecé a toser fuertemente, intentando recuperar el aliento mientras mi cuerpo se sacudía por la falta de oxígeno.
Con dificultad, me intenté recomponer, sentándome con esfuerzo mientras la tos aún sacudía mi cuerpo.

Miré a Shigaraki, que ya estaba a punto de irse, y con una voz rasposa y entrecortada, Con dificultad, me intenté recomponer, sentándome con esfuerzo mientras la tos aún sacudía mi cuerpo

—¡No te vayas, Shigaraki Tomura!—

Uraraka se giró hacia mí, confundida, y preguntó con incredulidad

—¿Shigaraki Tomura? ¿Es él?

☆ Notita de la escritora ★

Hola, niñitas. Desaparecí como hizo mi papá y reaparecí como cuando él aparece por dinero. Bueno, hice este capítulo para que no me maten. Me tomé unas 'vacaciones' cuando yo tengo vacaciones de verano. Les hice el capitulo largo para que si vuelvo a desaparecer se entretengan.

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