015. "Secretos"
____Corazón de Héroe
El jefe de policía salió junto con los héroes , dejándonos un poco aturdidos por tanta información.
Pasaron unos momentos en silencio, asimilando todo lo que habíamos escuchado. Finalmente, Izuku y yo decidimos salir un rato, buscando algo de aire fresco o al menos una distracción para despejar nuestras mentes.
—Vamos a dar una vuelta, ¿te parece?—le dije a Izuku, intentando sonreír a pesar de todo.
—Sí, creo que necesitamos un respiro.—respondió él, asintiendo.
Nos dirigimos al pasillo del hospital, caminando sin un rumbo fijo, solo con la intención de alejarnos un poco de la atmósfera tensa de la habitación.
Estuvimos caminando hasta que a Izuku le sonó el teléfono. Este me miró y yo asentí.
—Será solo un momento, ahora vuelvo, Hima —dijo Izuku, con una mezcla de disculpa y prisa en su voz.
—No te preocupes, estaré aquí —respondí, intentando mostrar una sonrisa tranquila, aunque sentía una pequeña punzada de soledad al verlo alejarse.
Izuku volvió con un pequeño sonrojo, el cual no pasó desapercibido para mí, pero decidí no comentarlo y seguimos caminando hacia la habitación. Hablábamos de cosas triviales, nada en especial, solo para llenar el silencio y mantener nuestras mentes ocupadas.
Al llegar a la puerta de la habitación, intenté abrirla con mi otro brazo, el que no estaba herido. Sin embargo, no tenía la suficiente fuerza para girar el pomo. Izuku, notando mi dificultad, se acercó y tomó mi mano con suavidad.
—Déjame ayudarte—dijo Izuku, su voz suave y reconfortante.
Juntos, giramos el pomo y empujamos la puerta. La acción de trabajar juntos, de sentir su mano sobre la mía, me hizo sonrojar, y cuando nuestras miradas se encontraron por un breve momento, ambos rápidamente miramos hacia otro lado, intentando evitar el contacto visual.
Ignoramos la situación y nos dispusimos a entrar a la habitación.
Nada más entrar, pude percibir lo serios que estaban mis compañeros y lo inusual que resultaba el silencio que inundaba la habitación.
—Iida, Uraraka dijo que...—comenzó a decir Izuku, pero fue interrumpido por Todoroki.
—Midoriya —dijo Todoroki, con su característico tono frío, pero algo en su rostro denotaba que algo no andaba bien.
—Terminaron de examinar a Iida.—Continuó Todoroki mientras nosotros nos acercábamos prestando atención en todo momento.
Nos quedamos en silencio por un momento. Miraba fijamente a Iida, ansiosa por saber qué le pasaba.
Finalmente, Iida levantó la cabeza y nos miró, sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y determinación.
—Los médicos dijeron que...—empezó, su voz temblorosa—, aunque me recupere, mi mano izquierda tendrá daño a largo plazo.
La noticia cayó como un balde de agua fría.
—¿Daño a largo plazo?—dijo Izuku, sus ojos se abrieron de par en par y su rostro reflejaba incredulidad y preocupación.
Yo me quedé muda, sin saber qué decir, completamente en shock. Sentía un nudo en la garganta mientras intentaba procesar la noticia.
—Me lastimó en ambos brazos, pero el daño al izquierdo fue más grave. Me lastimó el plexo braquial—dijo Iida, con la mirada fija en el suelo mientras acariciaba el yeso de su mano izquierda.
Izuku dio un paso adelante, apretando los puños en un gesto de impotencia.
—Iida, lo siento tanto—murmuró Midoriya, su voz quebradiza.
—Pero parece que solo tendré problemas moviendo la mano y los dedos, y tendré entumecimiento. Pero tranquilos, se podrá arreglar con una cirugía de trasplante de nervios—dijo Iida, esforzándose por mantener una actitud optimista y no preocuparnos más de lo necesario.
Izuku asintió, aunque la preocupación seguía reflejada en sus ojos.
—Cuando encontré al asesino de héroes no pude pensar bien. Lo primero que debí hacer fue avisar a Manual, pero me perdí en mi ira.
—Lo odio, pero tenía razón. Por eso dejaré mi mano así, hasta llegar a ser un verdadero héroe—dijo Iida con determinación, mirando fijamente el yeso en su brazo.
Izuku y Todoroki intercambiaron miradas de preocupación. Se notaba que las palabras de Iida les afectaban profundamente.
— Iida...—murmuró Izuku, su voz cargada de preocupación y empatía.
Me acerqué a Iida y me senté en su cama de hospital. Le miré a los ojos, intentando transmitirle todo el apoyo que sentía.
—Iida, me siento igual, volvámonos más fuertes —dijo Izuku, posicionando su mano y convirtiéndola en un puño, alzándola frente a Iida.
Estos dos asintieron mientras yo les miraba, sintiéndome algo fuera de lugar. Suspiré al ver que todo se volvió más tranquilo que antes. Todoroki, por su parte, permaneció en silencio, observando la interacción desde su cama, con una expresión pensativa en su rostro.
—Me siento mal...- Dijo todoroki con una gota cayendo de su sien.
—¿Por qué, Shoto?—Le pregunté algo curiosa.
—Siempre que me involucro... La gente se daña sus manos.—Dijo mientras miraba sus manos algo nervioso.
—¿Es una maldición?—Dijo con un aura de horror.
No pude evitarlo y comencé a reír, lo que provocó la risa de Iida y Izuku.
Días después del incidente de Hosu, caí enferma, mi mejor decisión fue que mis padres me recogieran y volver a casa. Por lo que veía, el incidente fue muy reconocido ya que se veía por todas partes.
...
Me encontraba postrada en la cama, luchando contra la fiebre que me asolaba mientras mi padre entraba en la habitación para verificar cómo me encontraba. Su rostro mostraba preocupación y cansancio, pero también una cálida ternura al verme enferma. Con delicadeza, comenzó a acariciarme la frente en un gesto reconfortante, pero su expresión se volvió tensa cuando nuestras miradas se encontraron.
—Papá, ¿puedo preguntarte algo? —mi voz sonaba débil, pero se podía notar la seriedad de mi pregunta.
El aire parecía cargado de tensión mientras mi padre suspiraba, deteniendo sus caricias y apartando la mirada por un instante, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para responder lo que seguía. Como si supiera que díria.
—Claro, mi sol, ¿qué quieres preguntarme? —dijo con ternura, aunque su semblante denotaba una preocupación palpable.
—¿Por qué te fuiste con All For One y por qué nos quiere hacer daño? —pregunté con miedo en mi voz.
El semblante de mi padre se tornó sombrío por un momento, como si reviviera memorias dolorosas, antes de que sus labios se curvaran en una triste sonrisa resignada.
—Hija, es cierto que cometí errores en el pasado. —comenzó, y pude ver la angustia reflejada en sus ojos—. No tenía muchos recursos, y mi familia no era la mejor influencia. Me sentía perdido y atrapado en un mundo del que no sabía cómo escapar.
Sus palabras resonaron en mi mente mientras luchaba por comprender la verdad detrás de su historia. ¿Cómo podría mi padre, el hombre al que admiraba y amaba más que a nada en el mundo, haber estado envuelto en algo tan oscuro y peligroso?
—Fue entonces cuando conocí a All For One. —continuó, su voz cargada de dolor y arrepentimiento—. Él... era parte de esa oscuridad en la que me vi envuelto. Me ofreció una salida, una manera de escapar de mi vida anterior y encontrar un nuevo propósito.
La mención del nombre de All For One hizo que un escalofrío recorriera mi espalda. Había oído historias sobre aquel hombre, sobre el mal que había causado y el terror que había sembrado en la sociedad. ¿Cómo podía mi padre haber estado asociado con alguien así?
—Pero las cosas no salieron como esperaba. —susurró, y pude ver el dolor en sus ojos mientras recordaba los eventos del pasado—. Intenté alejarme de él, pero... él no lo aceptó. Exigió que cumpliera con mi parte del trato, una que ponía en peligro todo mi alrededor, eso te incluía .
El corazón me latía con fuerza en el pecho mientras absorbía las palabras de mi padre. ¿Cómo podía haber estado tan cerca del peligro sin siquiera darme cuenta? ¿Cómo podía haber arriesgado nuestras vidas de esa manera?
—Tu madre fue mi luz en la oscuridad. —continuó, y pude ver el amor y la gratitud en sus ojos al recordar a la mujer que había cambiado su vida—. Con su amor y su apoyo, encontré la fuerza para intentar enfrentarme a All For One y protegerte a ti, a nosotros.
Las lágrimas amenazaban con empañar mis ojos mientras escuchaba las palabras de mi padre. A pesar de los errores del pasado, el amor y la dedicación que sentía por nosotros nunca habían vacilado. Era un recordatorio poderoso de la fortaleza y el sacrificio que eran capaces de hacer los padres por sus hijos.
—Hija, quiero que sepas que hice lo que hice por amor, por nuestra seguridad. —dijo finalmente, buscando mi mirada con la suya—. No podemos cambiar lo que sucedió en el pasado, pero podemos enfrentar juntas lo que venga en el futuro. Estoy aquí para ti, siempre lo estaré.
Con las pocas fuerzas que me quedaban, me lancé hacia mi padre, anhelando el consuelo y la seguridad que solo él podía brindarme. Con cuidado, él me recibió en sus brazos, apoyando mi débil cuerpo para que pudiera alcanzarlo. Sentí el calor reconfortante de su abrazo, un refugio en medio de la tormenta que rugía dentro de mí.
Mis brazos temblaban con el esfuerzo, pero la necesidad de estar cerca de mi padre era más fuerte que cualquier dolor o debilidad. Él me sostenía con ternura, sus manos fuertes y seguras envueltas alrededor de mi cuerpo frágil, ofreciéndome el apoyo que tanto necesitaba en ese momento de incertidumbre y angustia.
Cerré los ojos con fuerza, aferrándome a la sensación reconfortante de estar en los brazos de mi padre. En ese momento, todo lo demás parecía desvanecerse, dejando solo la conexión profunda y eterna que existía entre nosotros. A pesar de todo lo que había sucedido, sabía que siempre podría contar con él para estar a mi lado, para protegerme y amarme incondicionalmente.
—Ahora a dormir, veremos si mañana te encuentras mejor para ir a U.A.— susurró mi padre con dulzura mientras me ayudaba a acomodarme en la cama.
—Pero papá, ¿por qué...? —intenté preguntar, pero mis fuerzas flaquearon y apenas pude articular las palabras.
—Shh, tranquila, hija. Hablaremos de todo mañana. Ahora debes descansar —respondió con una sonrisa tranquilizadora, depositando un beso en mi frente.
Me envolvió en las sábanas con cuidado, como si fuera una niña pequeña que necesitaba protección. Aunque me sentía débil, su ternura me reconfortaba y me hacía sentir segura.
—Gracias, papá —murmuré, dejándome llevar por el sueño que me envolvía lentamente.
Mi padre me observó con amor antes de apagar las luces y salir de la habitación, dejándome en la calma de la noche.
Me encontraba mejor y mi fiebre había bajado, como dijo mi padre. Lo más sorprendente fue notar que mis ojos habían dejado de brillar con aquel tono azul zafiro, volviendo a su color natural. Aunque en ese momento no le di mucha importancia, bajé con mi uniforme puesto, decidida a salir, hasta que mi padre, que curiosamente estaba ahí, me interrumpió en mi acción y se dispuso a darme mi almuerzo para llevar a la U.A.
—Buenos días, hija. ¿Cómo te sientes hoy? —preguntó mi padre con una sonrisa, mientras me entregaba un Bentō preparado con esmero.
—Me siento mucho mejor, papá. Gracias por cuidar de mí —respondí con una sonrisa débil pero sincera, aceptando el Bentō que me ofrecía.
—Esa es mi valiente Himari. Aquí tienes tu almuerzo para llevar a la escuela. Asegúrate de comer bien y descansar si te sientes cansada —me dijo con una expresión amorosa, mientras colocaba el Bentō en mi mochila.
Asentí con gratitud, sintiendo el amor y la preocupación de mi padre envolviéndome como un cálido abrazo.
—Al llegar a clase, lo primero que pude oír fueron unas carcajadas fuertes. Navegué con mi mirada, dispuesta a saber de quién se trataba, y pude ver que eran de Kirishima y Sero, quienes se reían de Bakugo y su peinado que se parecía a Justin Bieber. Empecé a reírme con ellos mientras señalaba a Bakugo.
—¡Cállense, idiotas! —exclamó Bakugo con furia en sus ojos, mientras apretaba los puños con fuerza.
Kirishima, Sero y yo nos miramos entre nosotros, conteniendo la risa mientras veíamos a Bakugo temblar de ira.
—Lo siento, Bakugo, no pudimos evitarlo. Tu nuevo peinado nos tomó por sorpresa —respondió Kirishima entre risas, apenas logrando contener la carcajada.
Bakugo gruñó, evidentemente molesto por nuestra reacción, y ordenó con voz amenazante:
—¡Basta ya! ¡No se rían de mí, idiotas!
Sin embargo, su amenaza solo provocó que nos riéramos aún más, especialmente cuando su cabello volvió a la normalidad, haciendo que Kirishima, Sero y yo estalláramos en carcajadas aún más fuertes.
—¡Volvió! —gritamos los tres con lágrimas en los ojos de tanto reír.
De repente, una mano se posó en mi hombro. Al girarme, pude ver que era Uraraka, rodeada de una aura no muy usual para ella.
—Himari, he estado pensando sobre lo que me dijiste antes de las pasantías, y he aprendido mucho con Gunhead. Así que, me encantaría poder demostrarte lo que he aprendido y que me puedas corregir, ya que sabes más que yo —dijo rápidamente, mientras me miraba con una mirada decidida.
Sonreí, un poco sorprendida, y asentí.
—Claro, Uraraka. Estaré encantada de ayudarte —respondí, sintiendo una mezcla de orgullo y emoción por su progreso.
☆ Notita de la escritora ★
¡Hello!
Perdón, este capítulo es algo corto porque normalmente escribo unos 3000 caracteres en cada uno. Siento que este no tiene nada que te atrape y estoy pensando si seguir con este fanfic 😭.
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