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⸻ OO9




𔔀 GOT ME ! 🍷 cronos & percy.
by ©xelsylight. 2024.

⚔️▐ rascarme las uñas.
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Percy se acercó a nosotros, mientras seguía mordiendo el interior de mi mejilla. Ya escocía un poco.

Dediqué plena vista a mi mochila abandonada al fondo de mi cama y cómo Nico, con su escuálido cuerpo, me esquivaba para acercarse al percebe. Este se detuvo al tenerlo de enfrente y escuchó la vaga excusa del paliducho.

Ya me caía mal.

—Pero, Percy... ¡tiene armas en su mochila! ¡Y no sólo eso! —me señaló con un dedo acusador—. Desde que ha llegado, he sentido un muy mal augurio rodeándote y no sé si soy yo, pero...

Entonces, acometiéndome a mi personaje, me crucé de brazos y me defendí.

—Si estás celoso de que te robe tiempo con tu amiguito, o simplemente te caigo mal, dilo abiertamente. Porque créeme —y mostré una mueca de desagrado completo—, a partir de este momento, el sentimiento es mutuo.

Nico bufó mientras se cruzaba de brazos también y esperó por la respuesta de Percy; quien desde que entró en la habitación, no había sido capaz de apartar su mirada de la mía. Yo esquivé su mirada, incapaz de decir nada más.

Sin embargo y desde ayer, lograba sorprenderme con cada una de sus acciones.

—Nico, no tienes porqué meterte en la vida personal de Cronos de esa manera. —Su voz sonaba suave, complaciente. La odiaba—. Además, ¿no se te ha ocurrido que muy posiblemente sea porqué necesitaba tener algo con lo que defenderse al otro lado? ¿Qué es de herencia o algo por el estilo?

Incapaz de refutar, Nico removió sus labios inferiores, mientras me dedicaba una mirada de hostilidad completa. Yo pasé de él, mientras me acomodaba las botas de cuero negro, tomando puesto sobre la cama. Esta se balanceó un poco bajo mi peso y de verdad, necesité mucha fuerza mental para no quitarme a los dos de encima.

—Si ya has terminado con tus estúpidas sospechas, puedes salir de nuestra habitación. —Lo invité a salir con la mejor sonrisa del mundo.

Al momento quiso reclamarme de nuevo, o quizás buscar pelea, pero Percy lo retuvo de un brazo para señalar la salida. Vaya, hasta en eso estaba de acuerdo conmigo.

Momentos después y tras decirle algo en bajo al percebe, no queriendo usar la puerta de la habitación, desapareció en gruesas sombras. «Niño mimado de papá», pensé, mientras terminaba de abrocharme los cordones de las botas y notaba la inquietud del percebe.

Se acariciaba detrás de la nuca y dando ligeros pasos hacia mí, supe que venía a darme alguna excusa para no tomármelo tan a pecho. Esa mirada de corderito y los labios formando sutiles pucheros, me lo demostraban.

—Tienes que perdonarlo, Cronos. Es... muy sobreprotector conmigo y a veces... —lo interrumpí a media palabra, soltando un bajo gruñido.

—No intentes excusarlo, Percy. Acabo de llegar, no es razón para invadir mi vida de esa manera y no, no voy a cambiar mi opinión sobre él sólo porque me lo digas —mi voz salió hosca, pero pareció entender la indirecta de inmediato porque cerró el pico.

Se dirigió hacia su lado de la habitación, y mientras bebía un buen sorbo de agua de una botella cercana en su mesa de noche, de refilón me fijé en cómo ajustaba su collar de cuentas.

«No seas un muñeco, sólo porque te hayan obligado a serlo», recordé de golpe unas palabras de mi Zack y mientras sentía un nudo en la garganta, traté de no verme tan hosco con mi objetivo. Me revolví el cabello, recordando los sucesos de la noche anterior y carraspeé, para hacerme oír.

—Oye, yo... Lo siento, Percy, no quería ser borde contigo o algo —dije, para ser recibido por una sonrisa nerviosa y para nada afectada.

Sus hombros se sacudían al negar con la cabeza.

—No, no... No tienes qué disculparte por nada. Entiendo tu punto de vista y sí, está más que claro que Nico se ha comportado como un entrometido. Perdóname a mí, por hablar de más —respondió, con un curioso rubor encima de las orejas.

Yo asentí, notando más de cerca esa esencia de semidiós revolotear por el aire y retomando un aspecto suelto y bromista, solté: —Ya me estoy acostumbrando a esa parte, no te preocupes.

Ambos nos reímos y mientras ocultaba mi risa bajo el dorso de mi mano derecho, vi cómo esos ojos verdes suyos brillaban felices y con alivio. ¿Pero porqué? ¿Por hablar conmigo?

—Vamos a desayunar, ¿vale? O se nos hará más tarde para todos los planes que tengo contigo —eso me hizo tener arcadas interiormente.

Pero resistiéndolas y mostrando una abierta sonrisa, respondí: —Tengo unas ganas que no veas.

Después de eso, de que revisase un bolsillo de su vaquero y lanzase la toalla de su cabeza a cualquier parte, me pasé encima mi gabardina y ambos salimos a paso abierto de la Cabaña 3.

El camino fue algo silencioso, mientras veía un buen ambiente a nuestro alrededor, con más críos a la vista jugando entre ellos, pateándose o persiguiéndose a lo loco. Eso me hizo pensar nuevamente en mi niñez; nunca tuve amigos, me la pasaba entrenando todo el tiempo y si llegaba a hablar con alguien de mi edad, era sólo para molerlo a palos o para recibir una negativa cuándo les sugería jugar conmigo. Todos me temían, por mis madres.

Hasta que un poco después, conocí a Zack y gran parte de mi adolescencia fue menos duro de sobrellevar. Luego lo perdí —lo maté— y después de eso, cometí error tras error hasta llegar aquí. Lo que, todavía, seguía dándome sarpullidos con sólo respirar el mismo aire de los mestizos.

Mientras alcanzábamos el Gran Comedor, varias chicas me miraban, me señalaban, se reían coquetas y se iban por sentidos contrarios. Incluso una de ellas, con cabello verdoso y grandes ojos, se atrevió a invitarme esta noche a su cabaña; pero secamente, la despaché con un comentario seco. Cuando se marchó a nuestras espaldas, claramente decepcionada, Percy tomó eso como una oportunidad para hacerme una pulla. Me golpeó bajo el antebrazo, con humor.

Parecía incapaz de borrar la sonrisa de su rostro. Seguía odiándola.

—Tu segundo día en el Campamento, y ya estás más solicitado que yo cuándo rompí con Annabeth. —Otra vez, la mención de esa chica.

Volteé los ojos, sin poder evitarlo, y cubriéndome el rostro con la capucha, murmuré un: —No son mi tipo, gracias.

Percy pareció interesado en eso, mientras el camino para llegar al comedor se me hacía ahora demasiado largo.

—¿Y eso? ¿Cuál es tu tipo, Cronos? —inquirió, quitándome la capucha de encima.

Valiente idiota que se buscaba que le partiese la cabeza en dos antes de tiempo. No me la puse de nuevo sobre la cabeza, aunque comencé a rascarme las uñas como manía de estrés. Sin embargo, mordiendo mi mejilla interior, traté de no perder la cabeza. Mi mano izquierda, la que rascaba, descansa en el bolsillo izquierdo de mi gabardina.

Lo miré de soslayo, detallando que sus rulos rubios parecían regresar a su forma esponjosa mientras más avanzábamos bajo los rayos solares. El calor resultaba picante pero parecía ayudar a secar su cabello. Odiaba cómo su aparente suavidad me recordaba a las múltiples ocasiones en las que acariciaba entre mis dedos el propio pelo de Zack.

Mi mano se crispó escondida, y dejé de rascarme.

Tenía que responderle, esperaba una respuesta. Sus cejas fruncidas y esa sonrisa sardónica amenazaba con delatarme, con descubrir quién era de verdad. Lo vi señalarme, queriendo que confesase y mientras unas manos invisibles se apretujaban contra mi cuello, me encontré hiperventilando y escuchando los gritos en mi cabeza. De mis madres. De Zack.

Dolía. Mucho.

No iba a ser un buen día, mientras un pequeño estremecimiento me recorrió de parte a parte cuándo Percy me sujetó de un hombro.

—¿Estás bien, Cronos? De repente, parecía que te costaba respirar. —Parpadeé perplejo, incapaz de creer que sólo dos malditos días en este sitio me hiciesen tan mal—. N-No hace falta que contestes, de verdad... —Pero no podía dejar pasar este momento.

Negué con la cabeza, queriendo retomar la conversación, y me reí, algo fingidamente.

—Es... Es que estaba pensando en mi madre, perdona. —No era del todo una mentira—. Yo..., ¿qué era lo que me habías preguntado?

Claramente, hacerse el ido venía bien de vez en cuando.

Percy me evaluó con la mirada, quizás sospesando la idea de tomar este día de descanso, pero quizás mi mirada le pedía lo contrario, porque sacudió sus hombros y soltándome, volvió a decirme: 

—Me preguntaba cuál era tu tipo, Cronos. Si es que tienes uno —añadió, queriendo volver al ambiente suave y gracioso.

Me reí, sacudiendo los hombros. Pero sonaba demasiado falso. Aparté la mirada y traté de centrarme en los latidos de mi corazón. En cada paso que daba.

—Oh, sí, bueno... Digamos en pocas palabras, que me van las personas leales. No quiero mentiras, no quiero traiciones... Las odio, con todo lo que tengo. —Y las últimas palabras se me escaparon con más desdén que nunca antes.

Sí, había dejado entrever un poco de mi yo real.

Percy pareció recabar en la nueva información que almacenaba de mí, mientras mi corazón se arrugaba. Porque decía odiar a las personas que hacían este tipo de cosas, ¿pero qué estaba haciendo yo aquí entonces?

Sacudiendo la cabeza, las palabras de mi madre Caos golpearon mi cabeza. 

«El mundo de los semidioses es peligroso», y vaya, cuanta razón tenía.

—Está bien saberlo —añadió el chico, con una expresión sombría.

Después de eso, regresamos a un extraño silencio mientras alcanzábamos por fin la entrada al comedor y tomando asiento en su mesa de comedor, aparecieron unos huevos salteados y algo de tocino y tostadas para ambos. Alcé una ceja curioso, porque esto había sido ocurrencia de Percy otra vez.

—¿Quieres alegrarme con esto? —pregunté, para ver su reacción.

Su rostro volvió a sentirse caliente y mientras ignoraba olimpicamente las miradas de soslayo de Quirón, que simplemente se dedicaba a saludar y a brindar los buenos días a los pocos semidioses que venían a desayunar, todo transcurrió sin nada singular de mención más que esa sonrisa torcida del percebe, sin flaquear.

—Ya te lo he dicho, voy a hacer de este día algo inolvidable para ti.

Y dios, lo temía completamente.

Después del desayuno, que eran más que las pobres gachas que comía todos los días en la Ilíada, —y que no voy a mentir, me dio asco de que disfrutasen de más placeres que nosotros— salimos del comedor, mientras algunos campistas se detenían a saludar al percebe. Siendo leyenda, no me extrañaba que fuera tan famoso.

Pero sentía rabia y algo de inquietud, con cada persona que lo alejaba más de dos centímetros de mi lado. Me alejaban de mi objetivo, sí, y eso me ponía los pelos de punta.

Cuando pudimos alejarnos de su masa constante de fans, constantemente yo esperando lejos de toda esa gente a que terminase de hablar, lo escuché disculparse conmigo.

—Perdona eso, es que se emocionan mucho y...

—¿Cuál es la primera parada? —lo interrumpí, con la voz cansada.

Se mordió los labios y apresurando el paso, me llevó hasta la arena de entrenamiento. Obviamente ya me la había enseñado ayer, pero ahora tendría oportunidad de probarla. Intentaba no demostrar demasiada emoción.

—Vamos a sudar un poco, Cronos, ¿vale? —me sugirió él, mientras me detallaba a mí y a mi expresión gustosa por lo que veía. No podía evitar mi sonrisa.

Amaba todo lo que tenía que ver con tener una espada en las manos, aunque un poco más sí había sangre de por medio.

De todas maneras, la arena de entramiento estaba llena de campistas de todas las edades, cada uno en diferentes etapas de sus prácticas. Algunos golpeaban maniquíes con armas improvisadas, mientras otros practicaban movimientos defensivos. Descubrí el de la noche anterior, tirado con otro montón más, aparentemente inservibles.

—Vamos a las gradas, te explicaré un poco las reglas. —Dicho y hecho, avanzamos a través de las hileras de los chicos que peleaban unos con otros, para tomar asiento en la tercera fila.

El calor parecía aglomerarse con más fuerza en este sitio, porque me sudaban algo las manos, aunque también podría verse influenciado porque al tener más ojos encima, serían mayores mis riesgos de ser descubierto. No lo sabía, pero las explicaciones de Percy resonaban en mi oído, sin atenderlas demasiado.

Aunque sabía que me explicaba varias técnicas sencillas y de que no podía herir de gravedad, mi atención se desviaba sin poder evitarlo hacia los alrededores, fijándome en los cuerpos sudorosos, en su poca facilidad de sujetar armas y en la poca experiencia de la mayoría.

Tenía ganas de probarlo todo.

Sin embargo, una voz bajo las gradas nos llamó la atención. Sentí que la emoción desbordada de cada célula de mi cuerpo al reconocer su hedor y sangre incluso desde la distancia. Mi pierna comenzó a removerse con inquietud e ignoré a Percy, que mostraba un rostro aburrido.

—¡Hay, novato nuevo! ¡Tienes que recibir mi bienvenida al Campamento! —De inmediato supe que escondía algo.

Y Percy, no hizo más que confirmarlo.

—Clarisse, por favor, no lo hagas.

Eso me hizo relamerle los labios, porque estaba deseando enfrentarme desde ayer con una hija de Ares. Tenía ganas de ver de qué se trataba todo esto y porqué, repentinamente, Percy cerraba sus ojos con amargura.

🪼🪸. ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por vuestro apoyo a esta historia.

bueno, omggg otra actualización. no saben cómo me siento de mal por no haber publicado el anterior domingo, pero por eso publico esto hoy y este domingo, se viene otro cap mucho más largo. los amoooo y gracias por dejar tanto amor aquí, aaaa.

btw, ¿vieron lo grande que se ve mi percy en los leaks de la segunda temporada? omggg no me extraña que cronos caiga por él.

nos vemos pronto. <3

🪼🪸

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