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mi madre quiere que
me vaya de casa.
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▐ CAPÍTULO 01.
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Esquivar. Mandoble. Esquivar. Clavar.
Siempre era lo mismo.
Me agaché de nuevo para evitar que esa espada de doble filo se clavase en mi esternón y dando una vuelta hacia mi izquierda, acabé por apuntar con la mía a mi contrincante. Acabó justo encima de su sien. Un hilillo de sangre recorrió su frente y disfruté de la vista.
Por supuesto, estos entrenamientos serían muchísimo más fáciles si se me permitiera usar mis poderes, pero por regla general, consideraban que sería cómo hacer trampa. Como dirían ellos, soy una especie de «superdotado» y eso era decir poco de mis capacidades.
Había que sólo ver a mis madres para saber que yo era igual de increíble que ellas.
Mi rival lanzó su arma contra el suelo, respirando forzosamente. Parecía realmente agotado.
—¡Odio entrenar contigo! ¡Siempre haces que partes que desconozco de mi propio cuerpo me duelan al vencerme! —Y aunque su tono de voz grave y cansado exclamó aquello con rabia pura, en realidad no me odia.
Yo tampoco lo hacía. Era mi mejor amigo, al fin y al cabo.
Tendí una de mis manos enguantadas en su dirección y este, regalándome una pequeña sonrisa, la estrechó sin hacerme esperar más de la cuenta. Se incorporó de golpe y chocando ambos puños, hicimos una pequeña reverencia ante la maestra que hasta el momento había observado todos nuestros movimientos.
La mujer de mediana edad, cabellos entrecano y ojos negros nos observó como si nos hubiera salido a mi mejor amigo y a mí tres cabezas, pero sólo hacía eso cuándo nos estaba analizando. Mayormente para averiguar nuestras fortalezas y descubrir en qué aspectos habíamos mejorado desde la última vez.
Lo tomé como buena señal cuándo asintió con la cabeza, demostrando que habíamos hecho un buen trabajo y que podíamos irnos.
Mientras nos alejábamos de su lado, la siguiente pareja alcanzó el podio del que nos íbamos. Cruzamos por su lado y no se me pasó desapercibida la forma en la que se comían los ojos mi mejor amigo, Calix Stewart, y ella, la chica de cabello pelirrojo, piel clara con algunas pecas casi imperceptibles. Siempre tenía una agradable sonrisa en sus labios. Su nombre era Brielle Carpenter, y como la mayoría de los chicos que estaban aquí dentro, era una semidiosa.
Todos lo eran; es decir, eran hijos de un dios griego y un humano. Una parte divina y otra mundana. Compartían eso en común, todos, menos yo por supuesto. Siempre era la oveja negra o el que no encajaba del todo; lo cual, solía mantenerme de mal humor casi siempre.
De todas formas, aquí en la Ilíada se aceptaba a todo tipo de criaturas. Desde arpías exiliadas, a semidioses que no encuentran un lugar en el que quedarse o en el que sientan realmente cómodos. Hay de cada tipo y siempre era divertido averiguar o investigar sobre los seres de los que disponíamos de poca información, como esos tíos. Sí, los de atrás y que tenían caras de reptiles con patas de gallina.
Mis madres los llamaban " Equigidos ", que son seres que solían vivir en aguas profundas o lagos. Echaban fuego por los ojos y sus patas de gallina poseían garras más afiladas que las de nuestras propias espadas. Había que tener mucho cuidado con ellos, porque solían ofenderse con bastante facilidad. Eso lo sabía muy bien Calix, quien siempre tenía la facilidad de sacar de sus casillas a cualquiera. Incluso a mí.
Sin embargo, esta vez por suerte decide pasar de ellos y se centra en mí. Brielle y su contrincante ya estaban peleando en el círculo de entrenamiento, así que aún sintiendo su mirada encima, tomamos asiento con los demás alumnos del interior de la sala. Lo miré al no poder seguir ignorando su tensa mirada y con sólo ver cómo por su rostro se cruzó ese pequeño mohín de siempre, sabía que iba a preguntar por la herida que tenía encima de la ceja. Era un maldito chismoso después de todo, aunque quizás solo se preocupaba por mí.
Ya no me dolía realmente, pero de sólo recordar como mi madre Gea —que es básicamente la creadora de toda la tierra y el universo— me golpeó con uno de sus muchos látigos de hierro estigio sobre el rostro, me sorprendía todavía que no me hubiera dado en un ojo. Me recorrió una fría brisa por la parte baja de la espalda al recordar también la decepción de su rostro.
Y todo era por mi culpa, como siempre.
Resulta que hace varias semanas mi madre me encomendó la tarea de robarle a Hera su querido árbol de las Hespérides, aquel que ella misma le dio como regalo de su boda con Zeus hace eones. Proclamaba que al haberle dado ella esos frutos de inmortalidad, lo normal es que se lo devolvieran con la misma facilidad. El caso, me dio la tarea a mí, me permitió salir de las fronteras de la Ilíada por primera vez en mi vida depositando su plena confianza en mis capacidades, y claro... Se me ocurrió fallar.
Pero claro, parte de la culpa recayó también en el dragón de cien cabezas que custodiaba dicho árbol. Y ese no era más que Ladón, poseedor de unas asquerosas cien cabezas. Lo admito, fui con un comportamiento demasiado saturrón y lo infravaloré.
Le dije mil veces a mi madre que estaría chupado e ignoré las advertencias de Caos, mi otra madre y la que siempre tenía la voz de la razón. Mi culpa.
El caso es que, el dragón me impidió robar el árbol, las Hespérides me encontraron y comenzaron a saltar alarmas por todo ese bello verde plateado que daba lugar al Jardín. Salí pitando del lugar antes de que la situación empeorara sin ninguna herida, al menos, y nada más traspasar las barreras de la Ilíada, la noticia había volado hasta mi madre Gea sin siquiera darme la oportunidad de explicarlo desde mi punto de vista.
Y algo me decía que había sido por la chismosa de mi tía Nyx, ella que siempre lo seguía como uno de sus tan adorados murciélagos solo para verlo caer. Sabía que adoraba a su madre Caos, y que lo único que quería era complacerla; así que no era de extrañar que de la misma forma quisiese serle de utilidad a su esposa, Gea. De todas maneras, no estaba del todo seguro.
Eran solo suposiciones que se hundían de solo pensar en cómo antes de su misión, la diosa primordial Nyx le había dado su bendición; en otras palabras, le había concedido la capacidad de adquirir un ejemplar de sus poderes y —aunque aún se estaba acostumbrando a ellos— eran alucinantes.
Él ya era de por sí bastante poderoso al ser hijo de Gea y Caos, ¿pero recibir la bendición de Nyx? Le permitía llegar todavía más lejos que antes y sí, amaba esas sombras que acudían a su llamado ya sea para hacerle desaparecer o si quiera, para convertirse en lo que fuera que su mente se le ocurriera hacer. Otra cosa que también puede hacer es hacer uso de animales como búhos o los murciélagos mencionados antes, además de crear portales para hacer viajes, que fue exactamente lo que utilizó para llegar al Jardín de las Hespérides.
Pero a pesar de todas estas ventajas, seguía prefiriendo a los cuervos; animal de su madre Caos. Tan así que en su traje para no ser reconocido por el resto del mundo y que usó en su misión fallida, se inspiró para crearse una máscara que le cubría solo los ojos y parte de la nariz. Se asemejaba a un cuervo.
Las capacidades de Nyx, también me daban la oportunidad de esconder mis armas o cosas similares como mi máscara en un vacío de sombras que podía sacar de la nada; eso también me resultaba muy útil. Aunque no para escapar de mi madre Caos, ya que ella ya controlaba todo eso en primer lugar y podría pillarme en cualquier sitio. Pero sí podía hacerlo con Gea, pero tampoco me había atrevido desde mi vuelta y desde cada vez que me hacía llamar; sería faltarle el respeto y me daba mucho miedo pensar en sólo las consecuencias que me caerían encima al hacerlo.
—¿Cronos? ¿Tu madre te lo ha hecho? —Mi amigo me regresó de nuevo a mi realidad con un golpe en el brazo y devolviéndome al tema del principio.
Maldecí en mi mente al haberme dejado llevar, y mostrándole una sonrisa del todo fingida, le dije: —No te preocupes por eso, me lo merecía.
No dijo nada más después de eso, pero notaba en su mirada todavía los rastros llenos de preocupación. Lograba ocultarlo un poco con su cabello negro y blanquecino que le llegaba un poco hasta debajo de los ojos, pero no era suficiente. Podía ver todavía esas emociones revoloteando a su alrededor, y hacían que algo en mi vientre se retorciera con fuerza.
Trató de ignorarlo mientras veía como la hija de la diosa Hécate, Brielle, terminaba por lanzar a Stacy. una hija de Apolo que se había unido a nuestras filas en las últimas semanas, por fuera del círculo con una patada en su estómago. Todos nos levantamos de inmediato a celebrar su victoria, sin embargo, antes de si quiera poder comenzar a aplaudir como mis demás compañeros, todo repentinamente se tornó algo más oscuro y silencioso.
No me hizo falta ni siquiera darme la vuelta para ver quién interrumpía nuestra sesión de entrenamiento, con sólo ver la forma en la que todos los alumnos y observadores allí congregados se arrodillaban de inmediato, temblando de pies a cabeza. Aquella voz que conocía tan bien, suave y traviesa, inundó mis oídos al hablar a mi espalda, cerca de mi oreja derecha. Sentí como su cuerpo se apoyaba en mi espalda y cómo nadie se atrevía a levantar la cabeza del suelo.
—Tu madre te llama, niño. —Eso fue lo que dijo para repartirme otro escalofrío por la columna. Sus uñas pintadas de negro se engancharon en mis hombros, para hacer un ruido de total desaprobación—. Tal parece que finalmente vas a recibir un castigo.
Eso no mejoró las cosas en absoluto.
Cuándo me liberó de su agarre, me di la vuelta para cruzar mirada con ella, con Nyx.
Su figura curvilínea y de piel ceniza siempre conseguían llamarme la atención, porque de todos los dioses primordiales, ella y Tártaro (de cerca mi tío preferido) tenían en mi opinión el color de pieles más extraordinarias. Vestía como era usual, un vestido con corte de sirena por el pecho, compuesto por un color de un negro vacío, mezclado con los que compondrían una nebulosa espacial. De su estrecho corpiño parecían que se escaparan miles de galaxias.
Tras su espalda descansaban un par de alas que al batirlas parecían extender tras su paso oleadas de oscuridad; la única arma que solía cargar sin excepción era su látigo hecho de estrellas y que descansaba sobre su cinto oscuro en la cintura.
Ahora, su rostro sin escatimar en palabras, era una completa maravilla. Mandíbula pequeña, pómulos altos, unas cejas blanquecinas, nariz de botón, y decorado con unos ojos grandes que brillaban como quásares, que eran de unos colores semejantes a galaxias recién nacidas o bien parecidas a las fuentes de energía que se presentaban en un agujero negro. Su cabello era largo, plateado, y que desaparecía tras las alas oscuras de su espalda.
—¿Esto te causa excitación o algo? —Noté una ligera advertencia en el borde de su descarada sonrisa, pero decidió dejarlo pasar.
Simplemente entrelazó su mano derecha con la mía, uniendo nuestros dedos (los de ella terriblemente helados). Después descansó su cabeza sobre uno de mis hombros y me abrazó la espalda con una de sus alas. No pareció afectada en lo absoluto al interrumpir nuestra clase, simplemente parecía disfrutar de su magnitud de poder.
Lo cual, era bastante entendible. Hasta semanas atrás y antes de mi humillante derrota, era igual.
—Vamos, Cronos, no la hagas esperar más.
Y así, compartiendo una mirada de soslayo con mis mejores amigos, Brielle y Calix, desaparecí en viaje sombra con la diosa de la noche.
—¿Qué? ¿Quieres que me vaya de casa?
Seguía sin creerme ninguna palabra de lo que decía mi madre, Gea.
Resulta que al haberme traído a la habitación principal en el que descansaban mi dos madres, Nyx desapareció entre risas aniñadas que se fundieron con la oscuridad de la sala; aunque algo me decía que seguía por allí, escuchando, decidí sólo prestar atención a mi madre.
La cual, por supuesto, seguía observándome con ese ceño fruncido y molestia en la mirada. No tardó en revelarme mi detestable castigo y fue peor de lo que pude haberme imaginado en todos los casos posibles.
—Es una misión para enmendar tu error, ingrato. Marcharás esta misma noche al Campamento Mestizo para recuperar tu honor. —Su voz salió hipnótica, como siempre que quería manipularme.
Y eso funcionaba gran parte de las veces, pero ahora no iba a hacerlo. No quería irme de casa, no quería dejar a mis amigos atrás, o a mi familia..., Simplemente no quería. Así que enderecé la cabeza, mientras permanecía arrodillado ante ella, recordando mi uso de modales con ella. Tenía que hacerla entrar en razón como fuera.
—¡Pero madre...! ¡Dadme otra oportunidad para robar el árbol, prometo que esta vez lo conseguiré! ¡Os lo suplico, no quiero verme envuelto con esos asquerosos semidioses o con su mundo! ¡Puedo conseguirlo, solo...!
Sin embargo y aunque sabía que me estaba sobrepasando, que estaba colmando la paciencia de mi madre, no detuve mis palabras hasta que la sentí dentro de mi cabeza.
Mi mente se agitó con fuerza para estremecerse con dolor y pura agonía, pero no podía quejarme ni pedirle que se detuviera, porque me lo había ganado a pulso.
Cuándo sentí que todo me daba vueltas, que mi cabeza era invadida por gritos asoladores que arañaban los tejidos de mi cerebro, alcé la mirada como pude, sudando a mares, sólo para encontrarme con sus ojos, verdes y negros como la corteza de la tierra. Esa cicatriz en su ojo izquierdo solo empeoraba las cosas al hacerla ver más impenetrable.
Su voz entonces salió gutural y gélida, y me obligó a bajar la cabeza de golpe.
—Te irás al Campamento Mestizo esta noche, y no regresarás hasta traerme lo que es mío por derecho y matar a la leyenda conocida como Percy Jackson. ¿Está claro?
Su mandato retumbó en las paredes de mi cabeza y mientras luchaba por no perder la consciencia, sólo atiné a balbucear un:
—Sí, madre.
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✭ " NOTA FINAL ;
:: bueenooo, lo prometido es deuda y finalmente les traje el primer capitulo de esta historia. me alegra mucho haber cumplido con la fecha acordada de actualizaciones, los domingos, y estoy muy feliz de que puedan conocer un poco la forma de pensar de cronos. aun queda mucho por ver, pero este es el comienzo de su historia y al no querer alargarlo demasiado, decidí cortar en ese final que me parece perfecto.
:: amo por completo la relación de cronos con los dioses primordiales mencionados (y los que faltan), aaaaaaa ;3. nos vemos pronto mestizos, con la siguiente actualización el próximo domingo, ¡qué ganas! no se olviden de comentar, votar y compartir.
:: amo por completo, btw, el inicio, super estético.
→ Se despide xElsyLight.
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