⸻ O15
𔔀 GOT ME ! 🍷 cronos & percy.
by ©xelsylight. 2025.
⚔️▐ sólo ayúdame, ¿quieres, blackjack?
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—Y lo has hecho de nuevo, Cronos, mandarlo todo a la mierda —me dije, arrancando menuzos de hierba, una y otra vez.
Llevaba fuera del Campamento toda la noche y madrugada, incapaz de volver con Percy y olvidándome de la reunión con mi tío Tártaro; probablemente me regañasen esta noche, pero si todo iba bien y conseguía algo de información o la misma arma tras colarme en la Casa Grande, quizás, conseguía liberarme de esto. Saldría de aquí, volvería con mis madres y después, llegaría la hora de la conquista.
Aunque realmente ahora ese tema no me resultase tan importante; sólo quería salir de aquí, como fuera.
Los primeros rayos de sol me golpearon el rostro con ánimo, fue tan así, que tuve que ocultar mi mirada bajo las uñas negras descoloridas de mis dedos. Me lancé sobre la brizna, suspirando y recordando que antes de mandarlo todo al garete, Percy me ofreció que escribiera lo que sintiera en un cuaderno. ¿Debería haberle hecho caso?
Sacudí la cabeza, parpadeando hasta acomodarme a la luz.
Las voces de las mestizos se escucharon en la distancia, despertando, riendo entre la multitud y yo era incapaz de apartar la mirada de mis uñas. Tendría que volver a pintarlas esa noche, porque verlas desnudas me daba inseguridad; me hacían ver como antes, cuando era niño, débil.
A mi me gustaban verlas con color, y casi siempre escogía el negro; pero mi favorito era el verde.
Recordé que una vez, Zack y yo nos las pintamos el uno al otro; él de negro y yo de verde. Nos reímos acaramelados y en la soledad de la madrugada, me sentí más solo que nunca. Noté que la amargura comenzaba a crecer como hiedras venenosas en mi estómago, y me revolví el cabello intentando hacer desaparecer la sensación..., pero no pude.
Cerré los ojos, me di la vuelta en aquel boceto verde mágico y dándole la espalda al mundo, intenté conciliar un poco el sueño. Eso es lo que necesitaba al fin y al cabo; un poco de paz, silencio. Un agradable fresco me helaba la nuca, pero me sentía muy cómodo.
¿O tenía frío? La verdad, me estaba acostumbrando a esa sensación.
Pero... una maldita vez más, siento una presencia cerca. Unos suaves pasos, que reconozco demasiado bien y al alzar la mirada, escondida bajo mi antebrazo, veo a mi querida pelirroja.
—¿Cronos?
Brielle Carpenter, hija de Hécate, mi amiga y traidora como yo.
Ahora vestía un estrecho vestido oscuro, de corte sirena y medias veladas que llegaban hasta por encima de sus rodillas. Su cabello de atardecer brillaba bajo la incandescente luz y estaba atado en una coleta alta. Se acostó en un tronco de árbol, de lado, y su intensa mirada púrpura me repasó por completo, allí acostado en el césped.
Ni siquiera me animé a levantarme para recibirla, volví a bajar la vista escondiéndola.
—Vale, algo te pasa seguro... ¿Estás bien? ¿Ha sido tu madre, ha dicho algo en las reuniones o...? —Mi voz salió hosca al responder.
—No quiero hablar de eso. Sólo quiero dormir —dije, con aburrimiento.
Brielle se sienta al frente, acomoda sus largas y esbeltas piernas cruzadas y ajustando la cola de caballo, me suelta: —¿Percy te causa problemas, verdad?
—No se trata de él.
—¿Estás seguro? ¿De verdad que no se trata de él?
—No.
Ella se ríe, y abro un ojo para verla con una regodeante sonrisa bailando en sus labios. Era preciosa, y me conocía mejor que nadie; aunque no tanto como lo hizo Zack en su momento, claro, pero ahí estaba. Esa chica que tantas veces se reunía conmigo bajo el fragor de la noche, bajo un manto oscuro en la Ilíada, para intentar sonsacarme mi problema.
Siempre me hacía hablar, liberarme, pero ahora me cerré en banda. No quería hablar de nada, no quería mencionar a Percy y mucho menos toda la presión que me ahogaba. Allí escondido, recogiendo un poco mis piernas, toqueteé mi clavícula otra vez.
Brielle permaneció en silencio, durante un buen rato.
Por un momento pensé en la posibilidad de que se hubiese marchado, para darme espacio, pero... sabía de buena mano que ella no hacía ese tipo de cosas. Suspiré con desgano, para abrir los ojos y verla mirando hacia el cielo azul; con expresión perdida, con tristeza.
Era mi turno de preguntar, pero no quería hacerlo.
—¿Y ahora qué te pasa? —Ella volvió a sonreír con desgano, para mirarme.
Sus ojos siempre habían sido profundos, demasiado para una persona que normalmente sólo estaba acostumbrado a mirar a los fríos de una madre o de otra, y lo admitió.
—Cronos, yo... Hablé de esto con Calix, y los dos coincidimos desde el principio que era una malísima idea que durmieras con tu enemigo, sabes de lo que hablo. —La palabra clave la susurró, pero incluso en la soledad del bosque por fuera del arco, parecía peligroso incluso decirlo en voz alta—. Es decir, mírate. Estás confundido y sofocado por su sola presencia, ¿no te gustaría tomar distancias? Apenas es tu tercer día aquí, nadie lo verá raro.
Pero la dejé escuchar a media palabra, y preferí centrarme en la agitación de mi pecho; decidí volver a cerrar los ojos, perderme entre los susurros en mi oreja de Zack —sobre todo los calientes— y pensar en qué todo era una maldita pesadilla.
—No necesito tus consejos, y tampoco los de Calix. Sé lo que hago, ¿vale? —Pero no parecía para nada convencida.
Me levanté del húmedo césped, miré al horizonte, allí donde la colina descendía... y me dije que quizás salir un poco, me vendría bien. Ciertamente nunca había salido a muchas partes de la Ilíada, muchos menos a la ciudad humana, pero... ahora me estaban naciendo repentinas ganas de volarme, o de golpear algo. Cualquiera de las dos me venía bien, y sacando de una sombra una pequeña daga que repasé entre mis dedos, cuidadosamente, alcé la mirada para cruzarla con mi amiga.
Ella se mordía los labios, y manteniendo sus manos en su regazo, negaba con la cabeza.
—Cronos, ya sabes que cuanto te pones así nadie es capaz de decirte nada, pero... Soy tu amiga, no estoy para hacerte más daño del que te han hecho. Yo no soy como tus madres —me dijo, y con un calor agobiante en mi parte baja del vientre, me levanté del suelo estrepitosamente.
No quería hablar de esto, no quería tener esta conversación y mucho menos con una de las personas que más creía cercanas a mí.
—No quiero hablar de esto contigo, ¿te ha quedado claro? —Apreté mis manos, clavando las uñas cortas en las palmas—. Estoy bien, pelirroja. Lo único que quiero es que el mundo deje de joderme y poder descansar un poco, ¿es mucho pedir?
Ella también se levantó del césped, para mirarme enarcando una de sus cejas; luego, en silencio, hizo aparecer una pequeña poción en las manos. Llevaba una etiqueta, que al pasármela, descubrí que decía «Descanso» y la sacudí entre las manos.
—¿Ahora me tienes compasión?
Ahora Brielle no sonreía como antes; mostraba un semblante serio y cruzada de brazos, se hundió de hombros.
—No, ahora sé porqué estás de tan malas pulgas. Tómalas, duerme un poco y cuando estés mejor, hablamos, ¿quieres? —me dijo, para luego darme la espalda e ingresar dentro del Campamento.
Yo caminé detrás de ella, casi siguiendo su paso mientras me guardaba ese líquido morado en un bolsillo de la gabardina. Esta noche sería propicia para probarlas.
De todas maneras, ingresé al Campamento, perdí de vista a Brielle y caminé entre los jóvenes que me miraban con interés o intención de hablarme; los ignoré a todos sin mediar palabra, con la intención de alcanzar el lago, allá para esconderme del resto del mundo antes de jugar a ese estúpido juego que parecía tener animados a toda la muchedumbre. Pero, mis pies me guiaron hacia el establo de caballos, allá en donde tanto normales como pegasos, apenas despertaban para comenzar a alimentarse del heno repartidos por todas partes.
Mis piernas caminaron perezosamente hacia ellos, apartando el morro de algunos que intentaban oler entre mis bolsillos, quizás captando el olor de la poción de mi amiga, no estaba seguro. Pero mi objetivo, de pronto era otro; por alguna razón, quise ver a Zaryon.
Ese animal que me enseñó Percy al llegar.
Sus ojos rojos me encontraron de golpe, cuando ni siquiera había dado un paso hacia él que parecía estar en conversación con otro pegaso; el que reconocía como Zaryon le dio un empujón al otro, también de pelaje negro, que me observó con ojos oscuros. Me sentí incómodo y casi rechazando la idea de estar ahí, casi me devolví; pero entonces Zaryon galopó casi volando hasta aproximarse a mi lado.
Algo retraído, porque claramente yo no sabía hablar con caballos, me pregunté qué demonios hacía ahí; de todas maneras, me rehúse a dejarlo tirado. Algunos de sus compañeros nos miraban con interés, comiendo, pero al tenerlo a mi lado..., sólo me relajé al acariciarle las crines oscuras. Si bien aún pensaba en las cosas horribles que le haría mi madre Gea al enterarse de que estaba en estas andadas, me daban ganas de vomitar, quise distraerme con sus agradables bufidos y por la forma en la que codeaba el suelo. Casi cómodo.
De pronto, me encontré perdido en ese vaivén en mis dedos; tanto, que de nuevo, no sentí esa presencia tras mi espalda. Sólo cuando habló, me puse tenso e ignoré al caballo que rebuscaba en los bolsillos de mi gabardina con su hocico.
—¿Cronos? ¿Has estado aquí desde temprano? —Percy era realmente genuino.
Siempre, y seguramente incluso sin quererlo, sabía encontrarme donde fuera; aunque llevaba una cubeta con agua, me daba repelús pensar que ambos estábamos unidos "por algo más" que exceptuando mi misión principal. Llevaba ahora la misma camiseta naranja, con elección de unos vaqueros rotos y negros. Unas zapatillas de cordón decoraban sus pies y sus rulos, perfectamente alineados enmarcando su rostro, brillaban desde tan temprano.
Aunque no venía solo, esta vez, lo acompañaba esa chica rubia. Annabeth Chase.
Sentí de golpe que los ánimos me bajaban con grandes velocidades, no sólo por ella, si no también por culpa de los sucesos de anoche. El miedo y la amenaza de ser descubierto me ahogaron, noté que me faltaba el aire. De pronto la idea de que esto fuese una encrucijada quiso hacerme desaparecer en sombras; lástima que no pudiera ahora mismo.
Pero Percy, extrañamente me sonreía y quise creer que no recordaba nada de anoche.
—Eh, sí... Pero ya me iba, no os preocupéis —dije, con incomodidad, mientras apartaba ese molesto hocico.
Bueno, era mi intención, hasta que me agarró con sus fuertes dientes la manga del abrigo y bufé, molesto. ¿Quién me había llamado a venir aquí? Maldecía mi mala suerte, por vigésima vez.
Percy le pasó el cubo a Annabeth, entre risas, que inmediatamente fue a echarle agua a pequeños tazones y recipientes esparcidos por todo el establo. Intenté no tensarme al tener a Percy delante, agarrando parte de mi manga y de los dientes de Zaryon.
Entonces, otro caballo dio presencia y era ese mismo compañero que había estado con el pegaso que conocía antes. Este alcanzó inmediatamente a Percy, y él negó, avergonzado.
—No es eso..., Sólo ayúdame, ¿quieres, Blackjack? —Ahora tenía nombre.
Y dicho y hecho, comenzó a bufarle a Zaryon; quien tras dar otras sacudidas, finalmente me soltó. Yo me acaricié la muñeca, asqueado por sus babas. Percy les dio la espalda a los pegasos, mientras se acercaba para revisarme la mano. No me aparté, pero claramente me tensé al tenerlo cerca. Todavía repasaba en mi cabeza su cuerpo flácido en mis brazos, la forma en la que lo mandé a dormir casi como una orden.
—¿Estás bien? Es que se ha emocionado, y de verdad que tienes que disculparlo, pero creo que realmente le gustas —dijo, mientras sus tersos dedos acariciaban la palma de mi mano, extendida hacia él. Comencé a sudar la gota gorda cuando esos ojos verdes, buscaron mi mirada—. A todo esto, ¿en dónde te metiste anoche?
Maldita culebra, maldije en mi cabeza, separando mi mano de la suya. Sus ojos bajaron, también avergonzados y noté un fuerte nudo en mi garganta. ¿Cuánto recordaba? ¿Con qué debía mesurarme? ¿Qué podía decir?
Pero antes de poder decir nada, vi que Percy miraba detrás de mí y como asustado, quiso agarrarme de las solapas de la gabardina. Yo me tensé, sin saber que era lo que estaba pasando hasta que sentí que algo se me metía entre las piernas; luego, la sensación de falta de gravedad y para cuándo quise darme cuenta, me aferré a un cuello grueso y negro que me daba cosquillas con su pelaje oscuro, gritando mientras evitaba caerme al vacío.
El establo se hizo motas en mi vista, el campamento mismo quedó en el olvidó cuándo el aire me golpeó contra el rostro; dando una mirada angustiante hacia abajo mientras subíamos al cielo y subíamos, y subíamos, vi que Percy se lanzaba hacia nosotros gritando mi nombre.
Maldito seas, Pastelito, volví a maldecir, sabiendo que esto era culpa suya y sólo suya.
🪼🪸. ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por vuestro apoyo a esta historia.
omggg nueva actu, amo taaanto esta historia, pero eso sí, tengo tres fics nuevas de percy jackson planeadas y queriendo subirse. hacen cola y todo, pero esta es mi otp; como amo poner a cronos en situaciones ridículas.
nos vemos pronto, mis mestizos <3
🪼🪸
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