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Lalisa se despertó por el ruido de un celular que no paraba de sonar y eso estaba molestando su sueño. Soltó un suspiro y se levantó para contestar el celular.
—¿Hola? —fue lo primero que dijo cuando contestó la llamada.
—Buenas tardes, señorita Manobal —dijo la otra persona. —Soy su secretaria, lo que quería decirle es que se ha presentado una junta muy importante y que es necesario que usted esté presente en ella —comentó con una voz tranquila y confiada.
—¿Quiénes van a estar en la junta? —preguntó todavía algo confundida.
—Los inversionistas de Japón —contestó.
—En unos veinte minutos estoy allá—dicho eso cortó la llamada y se paró de la cama.
Dejando a una Jennie sola, quien al no sentir el calor que Lalisa le daba cuando estaba a su lado y acurrucadas, se empezó a despertar.
—¿Lili? —llamó y como no hubo respuestas volvió a llamar Lalisa.
—¿Mande, bebé? —contestó entrando al cuarto.
—¿Por qué te arreglas, vas a salir? —preguntó con un puchero.
—Tengo que ir a una junta que es importante, bebé —respondió.
—Pe-ro Lili, tú me ibas a dar besitos hoy —dijo con un puchero.
—Lo sé, bebé, pero ¿qué tal que cuando yo regrese te los doy? —comentó mientras se acomodaba su corbata.
—¡Pero yo quiero ahora, Lili!—exclamó con un puchero.
—De verdad Nini, yo me quedaría si no fuera algo importante —comentó y soltó un suspiro pesado.
Jennie tenía su puchero y sus ojos se llenaron de lágrimas y Lalisa al ver la carita que tenía su bebé, habló rápido.
—¿Qué te parece si terminas tu tarea y cuando yo regrese te doy lo que tú quieras? —preguntó con una sonrisa mientras se acercaba para abrazar a su Nini.
Jennie se quedó pensando.
—¡Besitos, besitos, Lili!—exclamó emocionada.
Lalisa asintió—Está bien, bebé, serán besitos —contestó con una sonrisa. —Ahora dame un beso que ya tengo que estar en la empresa.
Jennie no protestó y dejó un tierno beso en los labios de Lalisa, para después separarse con las mejillas algo sonrojadas.
—Eres tan tierna, mi nena hermosa —dijo Lalisa para después dejar el último beso y despedirse de Jennie.
Una vez Jennie solita salió de la cama para ir a hacer su tarea. Ahora solo tenía que esperar a que su alfa llegara.
Jennie en este momento estaba acostada en la cama, ya había terminado la tarea, ya habían pasado dos horas y media desde que Lalisa se había ido.
Jennie estaba algo aburrida, solo quería que su hermosa alfa estuviera a su lado acurrucada y que le diera mimos y besitos.
Jennie en este momento estaba acostada en la cama, ya había terminado la tarea. Ya habían pasado dos horas y media desde que Lalisa se había ido.
Jennie estaba algo aburrida, solo quería que su hermosa alfa estuviera a su lado acurrucada y que le diera mimos y besitos.
Lalisa era una persona importante y se estaba volviendo más importante ya que su empresa se estaba expandiendo en otras partes. Jennie estaba feliz de que su alfa estuviera cumpliendo todas las cosas que una vez le dijo que quería hacer.
Estaba pensando en todo lo que había pasado con su alfa, no todas las cosas fueron de color de rosa. Hubo muchos problemas, entre ellos no muchos, sino con sus padres, ya que según sus padres no era una buena alfa para que se juntara, pero a Jennie nunca le importó lo que sus padres le dijeron.
El momento que para Jennie fue más triste, era cuando Lalisa había pensado romper su relación, ese día había llorado mucho mientras que Lalisa la abrazaba y le pedía perdón por haber pensado en eso.
De tanto pensar no escuchó cuando la puerta del departamento fue abierta y que Lalisa la estaba llamando.
—¡Jen, amor! —volvió a exclamar Lalisa y al no recibir respuestas lo empezó a buscar.
Cuando llegó a su cuarto vio que Jennie estaba acostada en una forma de estrella mientras que su cabeza estaba colgando de la cama.
—Jen, ¿qué te he dicho sobre acostarte de esa manera? —preguntó acercándose para que con sus manos agarrara la cabeza de Jennie y con cuidado acomodarla en la cama.
—Eh —contestó confundida. —¡Lili, qué bueno que ya llegaste! —dejó la pregunta de lado y se paró rápido, que se mareó.
Lalisa reaccionó rápido y la agarró antes de que cayera de cara al piso.
—¿Nini, estás bien? —preguntó preocupada.
—Eh, sí, solo que me paré rápido —contestó para soltar una risita —.Besitos, besitos, Lili —comentó olvidando lo que acababa de pasar.
—Sí, mi amor—contestó para dejar un beso en los labios de Jennie —. Ahora dime, ¿dónde quieres tus besos?
Jennie sonrió emocionada, por fin podría recibir mimos y besitos.
—Aquí —señaló su frente —. Aquí —señaló su nariz —. Aquí —su mejilla, donde Lalisa besó las dos mejillas—. Y aquí —señaló su boca.
Lalisa dejó un tierno beso, para después dejar besos por todo el rostro de Jennie.
Una vez terminó con su sesión de besos, Lalisa se separó y preguntó—¿Terminaste toda tu tarea?
—Sí, ya la terminé —sonrió. —¿Podemos ver una película, Lili? —preguntó abrazando a Lalisa del cuello.
—Claro, solo déjame darme un baño, si quieres puedes poner hacer palomitas y escoger la película que vamos a ver —le propuso, a lo que Jennie asintió.
Después de un día largo y donde Lalisa llegaba cansada, lo único que le gustaba era pasar lo que restaba de la tarde para ellas solas.
Donde mimaba y daba muchos besitos a su pequeña y hermosa omega. Esa omega que era lo mejor que le había pasado.
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