𝑁𝑢𝑒𝑣𝑒
Como la diosa luna y el dios sol, Alfa y omega, dos razas que se crearon como complemento para volverse uno. Jungkook no lo entendía, o más bien, no quería hacerlo. ¿Porqué no podia amar libremente a la persona por la que su corazón se sacudía en su pecho?
Jungkook había estado bastante intranquilo luego de las palabras de su amigo Jimin.
—Kookie, ya ven a dormir—suspiró desde la cama. El menor cerró las cortinas y en silencio se metió bajo las mantas—. ¿No tienes sueño?
—Hobba, ¿la luna castiga a quienes obramos mal?
Mas temprano, Seokjin le había comentado que un amigo en común les había dicho aquello. Que por ambos ser de la misma raza no podían estar juntos, y eso aparentemente quedó dando vueltas en la cabeza del alfa menor.
—Mejor duerme—susurró, besando su oreja.
—Hyung, por favor.
—No, Kookie...—además de querer dormir, no le parecía una idea buena el responder aquella pregunta. No a esa hora, no ese día.
—¡Por favor, hyung!—insistió en una súplica lastimera.
Y tras suspirar, el otro chico comenzó a narrar en la oscuridad.
—Cuenta la leyenda que Hyeya era una jovencita muy bonita, criada por una familia humilde perteneciente a la tribu Ashira. Estaba enamorada de un muchacho, un omega un par de años mayor, quien fue su novio. Ellos se amaban, eran la parejita mas querida en la tribu; pero cuando Hyeya se presentó como una omega las cosas se tornaron feas. Era una aberración pensar en la unión de dos razas iguales, y aunque era algo prohibido, a los jovenes les importó poco, provocando la furia de la diosa Luna que castigó a la chica privandola de lo único con lo que mas soñaba: ser mamá. Jooheon fue castigado de la misma manera, enfermando gravemente y falleciendo meses después.
—So-solo es una leyenda. ¿Verdad? E-es solo una mentira.
A Jung le habría gustado decirle que si. Que era una farza, un invento para que nadie se "desviara". Pero tenía una hermana condenada de por vida a cargar con la culpa y una cuñada a la cual le llevaba flores todos los viernes al cementerio.
Y aunque dijo sí, le estaba mintiendo.
—Si, Jungkookie—besó su frente, abrazandolo contra su pecho. Poco a poco Jungkook dejó de temblar—, ahora duérmete cachorro.
Jeon seguía teniendo dudas sobre el asunto, pero por el momento, dormiría en los brazos de su novio.
El sol de la mañana se coló a través de la ventana.
—Buenos días—susurró el omega menor—, ¿cómo dormiste?
—Jiminie, dime qué tú al menos lo hiciste—lo miró con reproche, cruzándose de brazos.
Eran las siete de la mañana, la bebé se había dormido a penas unos minutos atrás. Toda la noche se mantuvo inquieta, quejándose y removiendose en medio de ambos.
—Me desperté antes que tú, me levanté para cargar a Nong'yim e intentar que siguiera dormida—confesó, un tanto avergonzado—, pero estoy bien. Y d-debo ir a trabajar, ahora que lo re-recuerdo.
Y Park no quería, ¡santo cielo!; él no podía dejarlos solos otra vez.
—Lo sé, Jim. Pero estaremos bien—puso una mano en su mejilla, con cuidado de no tocar a la bebé dormida en medio—, Jungkook dijo que vendría con su novio a merendar conmigo.
Jeon y Min no habían cruzado muchas palabras a lo largo de conocerse, pero él era un buen chico y de todos los alfas que alguna vez habían sido sus compañeros, tanto también como Seokjin, podía permitir que ingresaran a su casa. Y con ese gesto viniendo del omega, había que considerarse afortunados.
La última vez que estuvo en la casa, lo cual no había sido mas que dos días atrás, intercambiaron números telefónicos y el alfa prometió visitarlo. Y de paso se auto-invitó a él junto a su novio para compartir la merienda con YoonGi y la niña.
—Hmm—un sonido gutural se produjo en la garganta del menor, sacándole una pequeña risita—, no sabía que ustedes eran amigos.
—Oh, me huele a celos—lo miró con una sonrisa—. Tú eres mi alfa, y te lo he dicho muchas veces. Jungkook simplemente... me agrada.
Jimin le sonrió.
—Lo sé, omega—estiró el brazo para poner su mano sobre la mejilla caliente del mayor—. Vuelvo antes de la una am. ¿Bien? Espero encontrarte dormido.
YoonGi chasqueó la lengua y cerró los ojos, fingiendo que volvía a quedarse dormido solo para que Jimin se levantara finalmente. La cama se movió un poco, lo cual le indicó al mayor que Park se estaba poniendo de pié.
Jimin rodeó la cama y besó la mejilla de Min de imprevisto, y sin más salió de la habitación, llevándose su ropa para cambiarse en la sala y no molestar a los otros dos que continuaron descansando..
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro