—Eres un angelito precioso—susurró acomodando a la pequeña bebé con sus mantas y pequeñas almohadas—, y te pareces mucho a tu papi. Él también es muy bonito, cuando lo conocí me parecía alguien callado y frío pero me he dado cuenta de que es un ser tan puro y honesto. A veces es un poco... brusco o despistado contigo, pero hay que entender que está aprendiendo mucho gracias a ti.

Mientras Jimin le hablaba en su tono de voz más bajo y dulce a una cachorra que dormía cómoda y tranquila, YoonGi se encontraba a unas cuadras mas adelante, sentado en una banca en el parque. Las manos le sudaban y no podía mantener las piernas quietas, producto de la ansiedad.

Habían quedado de verse en el lugar por petición del omega, en un lugar publico donde la gente circulaba constantemente para evitar cualquier tipo de disturbio. Todo habia sido calculado estratégicamente por YoonGi y no podia salir mal; solo tenía que dejarle en claro un par de cosas y daría la charla por finalizada.

Simple y sencillo.

—Hola Min—habló a su espalda; cuando el omega se giró se encontró con un hombre alto que llevaba el cabello peinado perfectamente hacia atrás—. Sé breve, por favor.

La voz de ninguna persona nunca le había producido tanto desagrado y miedo al mismo tiempo. Pero él... él siempre se llevaba el primer lugar en todo.

—Solo quiero decirte que jamás vuelvas a pisar mi casa, mucho menos de noche. No tienes derecho de irrumpir como lo hiciste.

—¿Me parece o me estás dando una orden?—el alfa gruñó, pero el menor se mantuvo en su lugar a pesar del miedo—, cuida tus palab-

—Tómalo como quieras, y abstente de intentar algo o tendrás consecuencias—se puso de pie con rapidez—, no te tengo miedo, ¿entiendes? No te tengo miedo.

Y decir aquello fue irónico, porque estaba  temblando del terror que tenerlo cerca le provocaba. Eso le hacía preguntarse, ¿cómo diablos se había enredado con una persona que, pasados unos meses, se volvió la mas grande miseria?

—Oh, pero deberías cariño. Vas a pedirme perdón de rodillas por esto, y te aseguro que esa asquerosa criatura no tiene mucho tiempo más de vida.

—Maldito enfermo—le enseñó sus dientes caninos, y viendo como el alfa se reía, decidió marcharse.

Con un nudo en la garganta, corrió hasta su casa. La puerta estaba sin seguro puesto, y ni siquiera se detuvo para cerrarla tras de sí; necesitaba su olor y lo encontró en el comedor.

La sonrisa esbozada en su rostro al notar su presencia le rompió el alma. ¿Por qué tenía que llegar y bajarle los ánimos con sus problemas?

—Estaba esperándote para... ¿YoonGi?—su lobo chilló en lo más profundo de su ser al ver que el mayor se acercaba llorando silencioso—. Oh, cariño.

Jimin lo recibió con los brazos abiertos, envolviendolo en justamente el cálido abrazo que Min necesitaba. Los pulmones del recién llegado muchacho se llenaron del aroma de Park; se sintió seguro.

Era algo como... estar en casa.

—Ese alfa idiota—sollozó—, lo detesto, tanto, lo odio tanto como él dice que me odia a mi.

—¿Fuiste a ver al... alfa que casi rompe tu puerta la otra noche?—acarició los cabellos del otro omega, en busca de transmitirle tranquilidad.

—Si, yo... no debí haber ido.

—Es verdad, no debiste haber ido solo y menos sin avisarme—lo observó con acusación—, ¿y si algo te ocurría? La cachorra no tendría a su papá omega.

—Tiene a su papá alfa—se alejó, lento, del cuerpo contrario—. ¿No habíamos quedado en eso? Tú el alfa y yo el omega; y huelo chocolate caliente así supongo que eso es lo que vamos a merendar ahora.

—Oh, claro, ¿y sería como una cita de padres primerizos?—continuó con la broma.

—Como tu quieras llamarle, a mi me gusta—dio unos pasos hacia atrás para alejarse finalmente de Park y comenzar a caminar en dirección a su habitación; ahora necesitaba el aroma de su bebé—, ¡llorar me da mucha hambre, alfa!

Jimin se estaba mal acostumbrando a que le llamase alfa, pero le encantaba oírlo.