
🫐 𝖻𝗎𝗋𝗒 𝖺 𝗁𝖾𝖺𝗋𝗍 ───── i
。゚・ ☆ entierráme 𓆫
«con tus hebras blancas»
🎤▐ uno: concierto
de ojos ocres.
🫐.
Mis pies resbalaron un poco sobre el suelo recién limpiado.
Logré sostenerme mientras agarraba el micrófono con todas mis fuerzas.
Estaba en el escenario, como siempre. Las luces estallaban sobre mí, cegadoras y cálidas, y la música retumbaba en mis oídos, resonando en mis huesos como una descarga. Para algunos, estar bajo tantos focos sería intimidante, pero para mí, esto era mi hogar. Al menos, ahora.
Al principio resultaba este escenario algo apabullante; todo comenzó con una idea, con un sueño, pero al pasar los años, estaba ya acostumbrado. La falta de privacidad, las locas fans que me arrancaban la ropa de vez en cuando, era algo de mi día a día.
Lo bueno de este sitio, de estar en este lugar y pertenecer a este mundillo, es que tenía a mi propia gente. Que me adoraban con locura, que nunca me rechazaban, nunca me dejaban de lado y siempre que mi nombre aparecía en las redes sociales, mis fans me defendían de lo que fuera.
Escuché sus gritos, que amenazaban con superar mi voz que cantaba.
No había nada que me gustara más que eso. Ser el centro de atención, ser la estrella en un mar de rostros iluminados, cada uno esperando mi próxima canción, mi próximo movimiento. Los amaba, de verdad que lo hacía.
«¡Gojo! ¡Gojo! ¡Gojo!», sus voces gritaban al unísono, con desespero, con alegría. Y yo, como siempre, les entregaba al momento todo lo que querían. Me dolía el cuello de mover la cabeza hacia un lado y hacia otro, perdido en el ritmo de la música, pero aprovechando que el micrófono ya no estaba en su usual soporte, repartía mi mano libre sobre el público.
Tanto chicas como chicos alzaban las manos, entre gritos y lágrimas, entre sudor y sacudidas, y sujetaban la mía con más fuerza de la necesaria. Algunos me hacían daño, y muchas veces mi equipo de seguridad separaban sus manos de mi brazo cuándo no me dejaban avanzar.
Había gente con carteles, personas que se golpeaban unas con otras con la intención de poder verme o tocarme aunque fueran simples roces; una chica de cabellos rosas se vio obligada a apartarse de mí por el equipo de seguridad, que casi me hizo caer sobre el público. Mientras la dejaba atrás, a ella y a sus desolladores gritos, me fijé en que me había dejado rasgos de sus uñas.
Vale, algunos se pasaban.
De todas maneras, echando el cabello hacia atrás con cuidado de no tirar mis gafas usuales, saqué más alaridos y en el primer plano del público, veía a algunos que llevaban encima las tarjetas de identificación VIP; estos eran los fans que pagaban algo más, para poder tener la oportunidad de conocerme en persona, tomarse fotos conmigo y pedir autógrafos.
Sobre todo tras un concierto como este, en Shibuya, en mi ciudad favorita.
Eran pasadas las once de la noche, y con un revés de pies, me decidí a regresar al escenario para dar un gran final y despedirme de la noche, mientras cantaba "Infinity" —la canción que me había lanzado al estrellato— cuándo algo, o más bien alguien, rompió la monotonía de ese mar de fans.
Entre todos los rostros sonrientes y los flashes, las grabaciones y mi nombre remarcado en muchas voces, me llamó la atención. Ella, bueno, no era ella, era él, pero mi cerebro tardó un segundo en procesarlo. Era muy agradable a la vista.
Un chico con ojos dorados, cabello rubio y piel bronceada, parado entre la multitud, con una expresión tan indiferente que me hizo detenerme. Tenía ojos dorados y un curioso lunar bajo su ojo izquierdo. No había emoción en su mirada, no había esa chispa de entusiasmo que todos los demás tenían. Solo... un vacío inexplicable, porque comparado a lo que estaba viendo, era extraño fuera por donde lo mirase.
Sujetaba el móvil de forma tensa, y no perdía detalle de mí, pero sus ojos no me miraban. Literalmente, era la personificación entre aquella gente aglomerada, del aburrimiento.
Dudé por un momento, y fallé.
Dejé que la música me adelantase y al escuchar las preguntas de mis otros fans, rápidamente parpadeé para separar mis ojos de ese chico tan extraño, y pidiendo disculpas apresuradas, regresé al podio mientras retomaba la letra de su canción favorita.
La canción siguió su constante ritmo, con familiaridad, pero mientras observaba aquellas luces de neón clavarse en mi rostro con profundidad, de repente no podía dejar de verlo en el escenario. Sobre todo esa tarjeta VIP que colgaba de su pecho; no pude dejar de preguntarme mientras daba las notas finales de la canción, en la razón de que estuviera aquí.
Si no le gustaba, si no le gustaban mis canciones, ¿qué hacía aquí en primer lugar?
—¡Gracias a todos por venir y escucharme! ¡Los quiero! —grité, mientras abandonaba la estancia y el concierto llegaba a su fin.
Había estado preparando esta sesión durante meses, ignorando las súplicas por mis fans de escuchar nuevas canciones y aferrándome a mi álbum de los últimos años. Ése que había dedicado a Suguru Geto, mi mejor amigo y mi ex.
Sostuve con fuerza mi guitarra, esa que también mi anterior musa me había regalado, observando con expresión perdida los diseños de estrellas y el rostro de Geto; lo había dibujado yo, pero incluso tras nuestra ruptura, había sido incapaz de borrarlo porque seguíamos manteniendo la amistad aunque la gente quisiese encontrar otro significado.
En los últimos días había leído un post de mucha más gente que hablaba de si ellos dos habían vuelto, sólo por una foto sorpresa de ambos tomando un café cerca de este lugar de concierto. Volteé los ojos ante toda la insistencia de los reporteros por no dejarlos en paz.
Acarició el colgante de su pecho, ese que mantenía un diseño dorado y con líneas negras, que pertenecía a mi vieja Boy-Band. Jujutsu, así era cómo nos llamábamos. Fuimos bastante famosos en su época. Allí había conocido a Suguru, pero también a otros amigos; nos separamos hace tres años por ir en busca de nuestra propia música. De lo que sabía, solo Suguru y él habían decidido seguir en el lado de la música.
No había vuelto a ver a sus amigos por su ajetreado horario, pero sabía que Nanami y Haibara, ahora llevaban una panadería y que Shoko estaba estudiando enfermería. Estaba orgulloso de ellos y aunque también se moría por verlos, por estar todos juntos y sentirse normal, sabía que debía primero acabar con la reunión de los VIPS y finalmente, podría tomarse sus debidas vacaciones.
Avanzando por el backstage, vio de refilón como se acercaba su manager, Masamichi Yaga, con su piel bronceada, su corte de soldado y con ese porte severo, las gafas oscuras y en sosteniendo una cosa en cada mano. En una, tenía su usual Ipad con su tiempo ajustado para dedicar a sus fans y la otra, para sus clases de canto (reforzar) y su tiempo programado de descanso.
En la otra, sostenía una toalla que pasó por sus hombros.
—Tienes 35 minutos —le avisó, revisando la tableta—. Cámbiate en tu camerino, descansa, y me esperas en la puerta para dirigirte a la hora para guiarte con tus fans privilegiadas.
Asentí, con la mandíbula tensa. Era poco tiempo, pero lo entendía.
Se suponía que sus vacaciones serían para trabajar en mis nuevas canciones, pero yo me imaginaba tirado en la cama, durante días y sin hacer nada. Eso es lo que odiaba cuándo dejaba de recibir adoración, palabras amables y besos por doquier; que al otro lado del backstage o del escenario, había silencio en su mente. Me quedaba en blanco y llevaba estándolo desde que corté con Suguru.
Al llegar al camerino, el tiempo se me pasó volando.
Me duchándome, cambiándome por una ropa ligera y observando en el reflejo de su espejo con tres cristales, por lo menos, unos veinte minutos. Tenía el cabello húmedo y repasaba mentalmente esos tatuajes que me había hecho con Suguru, que, claro, en su momento me habían parecido de lo más geniales por salir con él. Pero ahora, eran como una marca que me recordaba lo vacío que estaba ahora.
Ambos habíamos dado fin a nuestra relación mutuamente, por la dificultad de vernos, por nuestros horarios ajustados y porque el amor que disfrutamos gran parte de nuestra adolescencia (ya que habíamos comenzado a salir cuándo formamos la banda de Jujutsu) se había reducido a esa amistad del principio. Y estábamos bien con eso, no resultaba raro tampoco vernos con nuestros demás amigos; pero, el único problema es que Suguru no dejaba de sacar nuevos y nuevos álbumes en solitario, y que yo era incapaz.
Para cuándo me di cuenta, y me colocaba mi colgante de mi vieja Boy-Band, escuché en la puerta varios golpes de mi manager. Con un suspiro, dejé mi móvil en mi mesa principal y echándome un poco de perfume encima, salí a perseguir al hombre y a buscar a mis fans privilegiados.
Un rato más tarde, me he encontrado con varios de ellos. Chicos y chicas de mi edad, cercana o algo mayor me atosigaron por más de treinta minutos; cada cinco los dedicaba a uno y la reunión en general terminaba en otros veinte, y mientras tomaba fotos con cada uno de ellos y firmaba los autógrafos que me daban, una chica de cabellos azules claros y ojos claros se me acercó con una sonrisa destelleante. Era su turno, los demás ya habían salido de la sala.
Bastante tierna, pero no parecía respetar mi espacio personal.
Se enganchaba a mi brazo y aunque hablaba atropelladamente, mi voz salió tranquila en una sonrisa nerviosa. Aunque su primera pregunta, tras las fotos y firmar un cuaderno, me disgustó de inmediato.
—¿Cuándo piensas sacar nuevos álbumes, Gojo? Estoy deseando saber lo que tienes en mente y puedo decirte que tus canciones me han obsesionado desde siempre, me ayudan a... —Y se limitó a divagar sobre su vida personal, y solo estaba deseando que se acabaran los minutos.
Kasumi Miwa, era su nombre.
—Verás, Miwa, ¿puedo decirte así? —Ella se interrumpió de golpe, sonrojada como un tomate y escuchándolo con mucha atención—. Pronto estará fuera, pero quiero que sea mucho mejor que este y por eso me he tomado mucho tiempo para sacarlo.
Claramente, no era así, pero era la excusa que había estado practicando desde días antes por si la situación surgía de la nada.
Finalmente, su tiempo se acabó y tras darle un beso en la mejilla, bastante sonoro, Yaga me avisó de que ahora entraría el último y finalmente, la reunión con fans habría terminado. Se sentía mucho más aliviado con esa noticia, ya que sus vacaciones estaban más de cerca.
Y ahí, con un tic nervioso en su pierna izquierda y ladeando su colgante de la antigua banda, vio que la puerta se abría y que entraba su último fan. Aunque bien podía estar equivocado, porque lo reconoció de las primeras filas de su concierto.
El chico, bastante cerca del frente, mirándome como si estar conmigo fuera una completa pérdida de tiempo. Otra vez esa sensación arrasándole y golpeteando su pecho. Cabello rubio, piel bronceada, ojos dorados. Sí, era difícil ignorarlo. Era el mismo de antes.
Hice algo diferente, me acerqué en vez de esperar.
La diferencia de altura era superior, le sacaba una cabeza y media, pero su ropa oscura, con cadenas y botas de cuero con taco, me parecieron interesantes. Lo agarré por los hombros, ignorando su sobresalto y hablando rápidamente.
Vi cómo su expresión cambiaba levemente y aunque sólo había sido un ligero arqueo de cejas, una reacción de curiosidad moderada. Me gustó. Mucho.
—¿No eres fan mío, verdad? —hablé lo suficientemente fuerte, pero con una sonrisa amable—. ¿Cómo te llamas?
Vi cómo se cruzaban sus brazos un segundo antes de que los bajara de nuevo, resignado. Se separó levemente de mi mientras nos tomaban las fotos indicadas y preestablecidas. Los flashes mantuvieron un ligero silencio entre nosotros, pero al término, inmediatamente busqué su respuesta mientras una ayudante me pasaba el mismo bolígrafo para firmar.
Lo sujeté entre mis dedos, mientras lo escuchaba a hablar. Tenía una voz bastante grave, pero con ligeros agudos que resultaban interesantes para mi castico oído.
—Me llamo Hayato, y eh, en realidad... vengo por mi hermana —dijo, extendiéndome un cuaderno rosa y con pegatinas, como si este momento fuera un simple trámite—. Ella está enferma y bueno, he venido en su lugar.
Ahora podía ver más de cerca de su lunar, era atractivo y bueno, sí, no mi tipo al que estaba acostumbrado, pero muy agradable a la vista. Tenía un jersey atado en la cintura, y varios anillos en los dedos.
Aquello me hizo reír. ¡Este chico no tenía ni un ápice de vergüenza! Y a decir verdad, me gustaba. La mayoría de las personas se derretían de emoción al estar tan cerca, y aquí estaba él, mirándome sin el menor interés. Pero ahora entendía que no era fan mío.
Pero, me causaba curiosidad.
—Bueno, puedes no ser mi fan, pero me has escuchado ahí fuera. ¿Qué te ha parecido? —Rodeó los ojos, mientras yo tomaba el cuaderno de su hermana.
Tardó en responder y fue la primera vez desde que comenzó la reunión, de que quería que los minutos no pasaran demasiado rápido. No quería terminar esta reunión.
—Bueno..., no estaba mal, pero no. No, sin duda, no tocas mi mismo ritmo —dijo, como si no habláramos de mi vida entera y más bien de peras y manzanas. Pero su frase me intrigó y no tardé en preguntar.
—¿Tocas? ¿Haces música también?
Sin embargo, su respuesta me dejó desconcertado.
—Mizuki. —Volví a parpadear confuso, hasta que comprendí que me había ignorado olimpicamente y que estaba diciéndome el nombre de su hermana.
Con una risa seca y observando su expresión pétrea y simplona, escribí el nombre de su hermana con mi mejor letra, un toque de cariño en las curvas de las letras. Era una fan mía, después de todo; mientras terminaba de escribirle una dedicatoria más explicita que otras, quise averiguar más teniendo su escueta respuesta de antes.
—Hayato, perdona que insista en esto, pero... ¿dices que no te gusta mi música? ¿O qué no te gusto yo? —Era algo atrevido, pero es que realmente nunca había conocido en mi vida a alguien que no le atrajese al menos algo de las dos cosas.
El chico se río en bajo, sacudiendo el cabello y colocando una mano bajo su barbilla.
—¿Ambas? Lo siento, si no fuera por mi hermana, ni sabría que existes. —Vale, eso me dolió más de lo que pensé en un primer momento.
Finalmente, cuando le devolví el cuaderno, sus ojos dorados se encontraron con los míos una vez más y traté de no borrar la sonrisa del rostro.
—Bueno, eh... —Me fijé en cómo mi manager me señalaba que el tiempo había terminado y aunque quise alargarlo, él acabó por romper cualquiera de mis intentos.
—¿Esto es todo, no? —Guardó el cuaderno en un bajo bolso cruzado y miró hacia la salida, en donde algunos guardias de seguridad venían a sacarlo. Parecía ansiosos por irse.
Yo bajé el marcador y cruzándome de brazos, me fijé en cómo me dio la espalda, como si yo no fuera el cantante más famoso de este sitio y cómo se iba, sin entorpecer a los guardias. Me dejó con la palabra en la boca y lo último que vi, fue su figura desaparecer tras una de las puertas.
¿Pero de dónde has salido?, murmuré para mí mismo en la cabeza.
Me hubiera gustado hablar más con él, pero... supongo que no lo volveré a ver. Así son estas circunstancias que pasaban solo una vez en la vida. Mi manager vino a por mí, me llevó hasta mi limusina y para cuando quise darme cuenta, ya me estaba dirigiendo hacia mi apartamento en el centro de Shibuya, porque planeaba quedarme por aquí unas cuantas semanas.
Sin embargo, esa interacción extraña con el chico rubio, me dieron ganas repentinas de hacerle un concierto de ojos ocres, en privado. Sentí varios latidos en mi corazón al revisar en mi mente su contoneo de caderas, su expresión indiferente y ese cabello brillante.
Oh, dios, pensé, no podía ser.
Esto solo me había pasado con Suguru, la primera vez que lo había visto y maldije en mi mente, porque esto no podía pasarme con un civil normal y corriente. Pero cuando abrí mis labios para dirigirme hacia Yaga, no supe qué demonios estaba haciendo.
—¿Puedes darme información sobre el último chico con el que me reuní en la sala VIP? —Él me miró, desconcertado—. Quiero volver a verle.
Y su carcajada me hizo avergonzarme por completo.
Pero estaba decidido, porque tenía que comprobarlo. Tenía que hacerlo.
🫐🎤. ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por su apoyo.
esta historia me emociona demasiado, porque amo a gojo, amo a mi oc. este capitulo me ha dejado mucho que desear, porque me moría por agregar más cosas; pero nada, finalmente comenzamos con esta aventura.
por cierto, pueden escuchar la canción de infinity por jaymes arriba.
los quiere, su wondergirl.
🎤🪽
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro