⠀❪ iv ❫⠀━━━━ persiguen al llorón delante de nuestras narices.
Miro a Newt, con expresión perpleja mientras siento que mis hombros se tensan más todavía.
Él no parece afectarse por mis palabras, lo toma con demasiada calma, y en ese extraño silencio en la noche, pienso que algo no está bien. La idea de haber acabado aquí dentro, con un montón de chicos desconocidos me aterroriza, y por alguna razón sé que esto no es todo lo que debería conocer. Que de alguna manera, hay más.
Pero por más que trato, tengo nublada la mente.
No me viene nada más a la cabeza que ese hombre sin rostro, que ese maldito nombre, y por lo demás, todo permanece en blanco. Rasgo mis uñas con delicados movimientos, mientras lo veo esquivar mi mirada.
—No es que lo crea, es que es así —responde como si nada.
Pero luego, muerde sus labios, acaricia sus muñecas y con un rápido movimiento, saca una daga de los bolsillos traseros de sus pantalones raídos y viejos. Me lo tiende por el mango y la ligera idea de qué quiere que acabe con su sufrimiento me pasa por la cabeza, pero por la forma intensa en la que me mira, solo alzo mi mano para sostenerlo.
Veo ese afilado filo, lo pequeña pero peligrosa que puede llegar a ser, y confuso, la ladeo de un lado a otro. En algún momento, he comenzado a hacer algunos movimientos con la muñeca, como si de alguna manera estos estuviesen grabados en mi sangre.
—¿Y? ¿Qué quieres que haga con ella? ¿Acabar con mi vida, o con la tuya? —Por la forma en la que su mirada parecer avivarse, sé que es un no.
Pero, luego distingo con familiaridad esa brumosa oscuridad en su mirada, la forma en la que acaricia su pierna izquierda tratando de pasar desapercibido, y me exaspero.
—Newt, si has venido aquí a hacerme perder el tiempo, será mejor que recojas esto y me dejes en paz. —Pero pasa de mí por completo, para levantarse de un salto.
Me tiende una mano, de mala gana.
—Ven, acompáñame y cállate.
Lo hago a la fuerza, básicamente; porque por la forma en la que me detalla, sé muy bien qué es mejor cerrar el pico. Nuestras manos se encuentran con un movimiento seco y me sorprende con la facilidad con la que me incorpora. Trastabillo hacia atrás cuando nos encontramos cara a cara, demasiado cerca. Su cabello rubio parece destacar incluso en la oscuridad.
—Te sigo —digo, observándolo guiarme el camino.
Atravesamos las lindes, dejamos atrás las lápidas y avanzamos en silencio, entre que balanceo de un lado a otro la daga, hasta las puertas del Laberinto; eso que mencionó Chuck antes. La miró con ojos entrecerrados, esperando quizás que Newt me lance a su interior sin siquiera decirme algo. Detallo la espalda alineada y curvada del pajarillo, y me detengo a varios pasos al distinguir sin duda alguna, nombres y nombres grabados en piedra.
Entonces, sé lo que quiere cuándo se gira para mirar la daga.
—Por mucho que te cueste aceptarlo, quieras o no, estás aquí ahora. Por lo tanto, formas parte de esta familia y debes grabar tu nombre. Necesitamos dejar huella de que estamos aquí, ¿no? —Se aparta varios pasos, dejándome espacio.
Veo esa enorme puerta de piedra, que la decoran un sin fin de nombres hasta más arriba y busco un lugar. Pero entonces, me detengo en seco, porque no sé cómo me llamo y dándome la vuelta, soltando la daga y agarrando del cuello de la camisa a Newt, lo enfrento con más fuerza de la que pensaba. Pero me ha cabreado, lo ha hecho para molestarme; para vengarse por lo de antes.
Es un jodido loco, que solo quiere sacarme de mis casillas.
Llego a esa conclusión cuando veo que entrecierra los ojos, para soltar un: —Ah, cierto. No sabes cómo te llamas, ¿no?
Escupo en el suelo y lo aparto de un empujón, echando humo. Mis cabellos se sacuden y siento que se oscurece la mirada; cuando pienso irme sin decir nada, dándole la espalda, lo veo recoger el cuchillo afilado. Se detiene al frente, entorpeciéndome el paso y suspiro, con gravedad.
—¿Qué quieres de mí, Newt? Lo he entendido, antes me pasé, ya está. Solo querías devolvérmela, ¿no? —Pero a pesar de lo que esperaba, no tiene ninguna mueca burlesca o llena de suficiencia decorándole ese rostro de marfil.
Su mano aferrada al mango del arma, con tanta fuerza, me hace dar un paso hacia atrás.
—No... No lo decía con esa intención, perdóname si lo ha parecido, pero... ¿Te fuiste de la fiesta de la hoguera por eso, no? ¿Te sientes mal por no saber tu nombre? —Se me acerca para agarrar una de mis manos, y presto total dedicación a la forma calmada en la que vuelve a ponerme la daga en ella. Todo con movimientos calculados—. ¿Pero es que no te enteras? No tienes qué superar a nadie, muchos de nosotros no recordamos nuestro nombre hasta días o semanas más tarde. Thomas no es mejor que tú, y no tienes que apartarte de nosotros cuándo algo así ocurre.
Bufo por encima, casi sin considerar sus palabras, y bajando mi vista hacia mi mano. La daga encaja perfectamente y, si no fuera porqué era Newt quién había venido a decirme esto, probablemente a cualquier otro ya le habría dado una paliza.
Pienso entonces en el chico llorón, ahora llamado Thomas; porque recuerde algo de sí mismo, Newt tiene razón. No me van a tratar como un tonto por tardar algo más.
—¿Y qué hago, Newt? ¿Me hago a la idea de que moriré aquí dentro? ¿De qué tendré que arar la tierra hasta el fin de mis días? ¿De que nunca podré recuperar mi vida fuera de esto, si es que hubo algún momento en que la tuve? —No tengo idea de qué expresión debo estar haciendo, pero mi pajarillo coloca su mano brevemente sobre la mía.
Me doy cuenta de que también encajan.
Su agarre es cálido, suave, y trato de no apartar mi mano por todos mis conflictos interiores. Sus ojos claros me miran con delicadeza, y el tono que utiliza para hablarme es igual de delicado.
—No estás solo, ¿vale? Todos hemos pasado por esto, ya te lo he dicho. Y por muy oscura que se vea la cosa, yo... —Su mano acaricia brevemente mi palma, sobre la daga, antes de separarse—, yo no te dejaré. Como a nadie de mi familia, ¿me oyes?
Nos quedamos allí, en esa oscuridad plateada, y aferro la daga para dirigirme hacia el muro de piedra. La clavo con fuerza, la aprieto y comienzo a escribir lo único que me viene a la mente: «Alexander». Cuando termino, descubro que Newt sigue allí, detrás de mí, plantado con una sencilla sonrisa y de brazos cruzados.
—¿Qué has escrito? —quiere saber.
Por respuesta, le lanzo la daga que coge al vuelo y camino hacia adelante, escondiendo mis manos en los bolsillos de mis pantalones.
—¿No tienes ojos para ver, chico bonito? —Bufa ante mis palabras y seguro de que me oye, añado—: Y no hace falta que tengas compasión por mí, Newt. Puedo arreglármelas solo.
Camino sin preocuparme porque me sigue, pensando en sus palabras, en lo raro que ha sido verle comportarse de esa manera y..., algo se remueve en mi estómago. No solo por él, si no también por el nombre que he escrito. De alguna manera y aunque no quiero asegurarlo en voz alta porque se convertiría en mi verdad, sé que era mío. Antes, quizás.
Pero ya no; de alguna manera sé que ése ya no es mi nombre.
Regreso a las hamacas con paso lento, escuchando en la lejanía otras pisadas, quizás las del propio Newt regresando a su cabaña, quién sabe, y encontrando mi lugar, me recuesto. Cierro los ojos, fijándome brevemente en que Thomas duerme plácidamente a un lado.
Pienso en la bondadosa acción de animarme de ese pajarito, y suspirando, trato de dormir. Deseando quizás, poder saber quién soy para el día de mañana.
—...ese es tu nombre ahora, ¿lo entiendes? —Otra vez, voces distorsionadas, imágenes borrosas pero siento que algo me duele.
Escucho gritos por lo bajo, por todas partes y que algo me quema por dentro.
—¡No quiero, no quiero! ¡Déjenme volver a casa, por favor!
Por supuesto, me da miedo admitirlo, pero sé que esa se trata de mi voz, aunque mucho más joven. De pronto, en mis recuerdos veo un destello blanco. Alguna ropa extraña. Un cabello rubio y un rostro carente de amabilidad. A mí derecha, cuándo veo que la imagen parece esclarecerse un poco, veo a un niño rubio. Tiene sus ojos cerrados, espasmos por todas partes y parte de su cabeza está vendada y con sangre.
Sé que estoy llorando, porque en un momento dado me toco las mejillas como puedo y puedo sentir ese líquido frío, antes de que unas manos me agarren con fuerzas y me aten brevemente a una cama. Me duele todo el cuerpo y la voz, que descubro que se trata de una mujer, vuelve a hablarme.
—¡Ponerle más sedante, así no se puede trabajar! ¡Maldito niño rebelde! —No entiendo para nada lo que dice.
Escucho más gritos, puede que los míos, y comienza a dolerme la cabeza. Vuelvo a mirar a ese crío, como una de sus manos se extienden hacia las mías, y no puedo moverme.
Pero ahora interesado por saber más, es cuándo abro los ojos, sudando la gota gorda. Me levanto de golpe, tratando de discernir entre mis sueños y la realidad. Breves momentos más tarde, recuerdo en dónde estoy y mi hamaca se balancea suavemente, de un lado a otro, para ver que en la distancia se alejan Thomas y Alby, con quien no he tenido muchas oportunidades para hablar.
Me toco brevemente la frente, descubriendo que la tengo en parte mojada. Parece que este sueño sí me ha hecho sufrir bastante; por lo que me levanto de un salto, me revuelvo el cabello y sacudiendo la hamaca de Chuck, lo despierto suavemente.
—Oye, niño, ¿dónde puedo... ya sabes, asearme? —Tarda más de lo que creía en centrarse y despertar brevemente, pero me señala a la izquierda.
—Claro... Una caseta desvalijada y de puertas gruesas. Caminas un poco y lo encuentras. —Luego vuelve a acostarse, a darme brevemente la espalda y veo cómo sostiene entre sus manos una figurita.
No veo qué es, pero dándole las gracias, alcanzo una encimera cerca de donde dormimos, en donde hay un montón de ropa doblada. No tiene mejor aspecto que la que llevo, pero por lo menos parece limpia. Agarro una de las muchas toallas que hay cerca, sin querer saber cómo sé qué es, y salgo despedido hacia los baños.
Un rato más tarde, ya aseado, cambiado y despierto, me encuentro trabajando con los demás chicos del Área; aunque puedo decir que, de nuevo, he sido forzado a esto. Mi idea era planear un buen día de siesta, pero Newt vino a recogerme de la oreja y ahora me veo ayudando a Thomas, a un chico llamado Zart, que es el encargado de los jardines y que, casualmente, supervisa Newt.
El chico, Zart, tiene una cara regordeta y es mucho más grande que Newt, pero es callado y algo reservado. Aunque en ningún momento me ha mirado mal y ha tratado de enseñarnos todo lo vital a Thomas y a mí, que ahora recibo el nombre de "Novato", mientras tanto.
Zart y yo nos encargamos de excavar la tierra con guantes de jardinería y bastante gruesos, rodeados de pequeñas plantaciones, mientras Newt y Thomas están enfrascados en una graciosa conversación sobre cada una de las posibilidades de escapar de este sitio. Mis dedos duelen cuándo escucho a mi pajarito comentar con gracia:
—Créeme, Thomas. Todo lo que se te ocurra ya lo hemos intentado. Solo hay salida a través del Laberinto —comenta entonces, tomando una voz más grave y seria.
Thomas parece querer perder el tiempo con una pala, clavándola sobre la tierra aunque sin mucho ánimo. Mi pajarito vuelve a llamarle la atención.
—Escucha, ¿quieres ser útil como el Novato? —Ignora mi maldición y prosigue—: Toma. Ve a traer más fertilizante, ¿quieres? —manda, tirándole una cesta de madera.
Tomo esa oportunidad para lanzarle un poco de tierra sobre la ropa al chico llorón.
—Sí, Thomas, ve a mancharte un poco las manos, ¿quieres? —Hábilmente consigo darle en una pierna, pero pasa de mí, sacándome el dedo para marcharse entre tumbos y bajas maldiciones hacia el interior del bosque.
Entonces, agachado sobre mi rodilla, me doy cuenta de que Zart y Newt me miran.
—¿Qué? —pregunto, pero los dos se limitan a reírse de mí.
Molesto, agarrando un poco de tierra, se la tiro encima a Zart que cae justo dentro de su boca y la escupe, tosiendo.
—¡Te has pasado, tío! —dice, pero entre risas. Se raspa la lengua con cuidado y se da la vuelta cuando otro de nuestros compañeros de jardinería lo llama por detrás para pedirle unas tijeras.
Rápidamente se aleja de mi pajarito y de mí, para atenderle. Pero, incluso cuándo coloco con suavidad una flor rosada, agarro otros matojo de tierra y hierba. Miro entonces a Newt con una sonrisa, para descubrir que este ya me tenía la vista encima. Eso me sorprende, pero trato de ocultarlo con mi artillería pesada.
—¿Qué? ¿Tú también quieres? Tengo buena puntería, ya lo has visto. —Se ríe por lo bajo, sujeto a un poste de la plantación—. Creo que un poco de marrón te vendría bien en la cabellera.
Ahora rodea los ojos, pero pienso bajo ese impresionante cielo azul, que de alguna manera Newt, con esa sencillez y esa claridad humana que tiene para saber lo que me pasa con una mirada, es como una primavera azul. No entiendo cómo ahora sé que, claramente, esa es una estación, pero estoy totalmente de acuerdo.
Ese pajarito puede ser bastante apacible a la vista, pero sí me acerco demasiado, puede hacerme daño. Por lo que vuelvo a atender las plantas de mis pies, raspando quizás con demasiada fuerza la tierra con la pala.
Su voz me asusta, cuando de pronto vuelve a hablarme.
—¿Y tú que, Novato? ¿No vas a hacerme incesante preguntas sobre cómo escapar de aquí? —Ahora es mi turno de voltear los ojos, porque me lo esperaba.
Vuelvo a sonreír, para echarme el cabello hacia atrás con un rápido movimiento de manos. No me importa manchar mis hebras oscuras con rastros de tierra en ese momento, si no, en esa pequeña y desafiante prueba que me ha dejado el otro.
—¿Vas a responder con la verdad, o me mentirás como has hecho con Thomas?
Sus ojos claros se abren con cuidado y después, trata de arreglar algo inexistente del poste de sujeción. Levantándome con cuidado, dejo de estar acuclillado y olvidando las palas y las macetas, alcanzo al rubio con tres pasos.
Apoyo uno de mis brazos sobre ese poste metálico, para dejar buena vista de mis músculos y por el brusco movimiento, causo que Newt me mire de inmediato. Me inclino brevemente, aprovechando que supero al otro por quizás unos cuatro centímetros, y con mi mano libre y enguantada, levanto su barbilla.
No parece querer apartarse bruscamente de mi lado, ni siquiera por los cuchicheos que nos rodean al estar tan cerca y apartados de los espacios personales del otro.
—¿Crees que soy tonto, nené? —Ese apodo me brota de la nada, pero al momento comprendo lo bien que le queda. Este aparta su rostro de mi agarre, desconcertado.
—Lo eres. ¿Crees que eres alguien para hablar de estos temas, Novato? —Y oh dios, la forma en la que pronuncia la última palabra me hace estremecerme. Aprieto con fuerza mi agarre en el poste, pensando en qué decir, cuando escuchamos un grito.
La voz resulta terriblemente familiar y cuándo ambos miramos en la distancia, vemos que viene corriendo Thomas, gritando y pidiendo por ayuda. Por un momento dudo de que esté diciendo la verdad, de que a lo mejor se trata de alguna broma, pero cuándo Newt agarra una pala de nuestro lado, eso me dice lo contrario. Entonces veo qué un chico rubio es el que persigue al llorón delante de nuestras narices y de que encima, lo conozco.
Fue el que acompañaba a Minho ayer, ambos entraron juntos del Laberinto.
—¿Qué cojones...? —pregunto en alto, claramente sin esperar respuesta.
Segundos más tarde, cuando se hace más notorio que de verdad no es ninguna broma, Newt y yo salimos despedidos hacia Thomas, quien ha caído al suelo y ese chico rubio parece tener completa intención de matarlo. Los demás chicos del Área salen a nuestro encuentro y aunque me gustaría adelantar a Newt para llegar primero, no tengo ningún arma a mano.
Newt es el primero en alcanzarlo antes, para darle un golpe con la pala. El chico cae al suelo, y un montón de chicos aparecen de la nada para sujetarle. Newt se ve bastante atractivo y valiente, así, arrodillado en el suelo y con esa ropa que deja entrever esa piel clara y adictiva de ver.
Sin embargo, sacudo la cabeza de inmediato y alcanzo a Thomas, para ayudarle mientras los demás parecen centrados en el aspecto febril del chico y de su comportamiento errático.
—¡Cálmate, Ben! —escucho que dice por ahí Gally.
El cocinero, que conocí brevemente en el desayuno, Frypan por como se presentó, pregunta qué demonios ha pasado y Thomas responde, mientras lo sujeto de un brazo para estabilizarlo. Chuck aparece a nuestro lado, sin entender nada de nada.
—¡Me ha atacado! —dice el llorón, incapaz de creerse que hace segundos había estado a punto de estirar la pata.
Dejo que Chuck se ocupe de Thomas, quién respira agitadamente, para seguir por detrás a Alby y observar al chico que todos rodean. Su aspecto es peor de lo que pensaba y esa nueva herida de Newt en su cabeza, no parece mejorar las cosas.
Me asusta de pronto cuándo me agarra del cuello de la camisa y me lanza hacia adelante. Alby parece enfadado de verdad, e incluso para mí es una sorpresa.
—Levántale la camisa, Novato. —Dudo de hacerlo, pero comparto mirada con Newt, como lo tiene bien sujeto y dejándome caer de rodillas, hago lo que pide.
Aunque claro, el chico dificulta la misión porque no deja de moverse, estremecerse y dar tumbos. Gally a un lado de mí, me pide que me dé prisa y de verdad que intento no golpearle en ese mismo instante.
Cuando la levanto, veo que bajo sus costillas tiene una especie de picadura. Es grande, venosa y morada. Tiene mala pinta. No reacciono como los demás, por supuesto; todos se asustan, exclaman y a pesar de que Gally suelta un «Le han picado» que me causa interés, mis dedos tratan de acariciar esa herida.
Gally vuelve a hablar, parece asustado de verdad.
—¿En pleno día? —Parecen ignorar las súplicas del chico.
Sin embargo, antes de poder tocar la herida, Newt agarra mi muñeca con fuerza. Casi hasta me hace daño, pero la vivez de sus ojos que claramente me indican que es una advertencia, me interrumpen de rebelarme una vez más. Lo único que atino a hacer, es soltarme de su agarre y apartarme con brusquedad de la escena, escuchando a Alby decir que lo lleven a un especie de hoyo.
El chico se revuelve con más fuerza, pide perdón, culpa a Thomas de algo que no tengo ni idea, pero nada de eso evita que se lo lleven a rastras. Escucho sus gritos, sus quejidos y rebeliones incluso cuándo desaparece más de mi vista.
Miro a los chicos que me rodean, que parecen nerviosos pero tratan de ocultarlo para irse a las cabañas. Parece que el trabajo ha terminado por hoy, pero yo necesito respuestas.
Alcanzo a Alby, que camina con Thomas todavía tratando de salir de su estupor y con Chuck. LO agarro de la camisa, esperando por sinceras respuestas a esta mierda.
—¡¿De qué va esto, eh?! ¡¿Qué le pasaba a ese loco malnacido?! —Pero antes de responderme, otra mano me aparta bruscamente del lado del líder de este sitio.
Me agarran de la camisa y aunque trato de escapar de su fuerte sujeción, la mano de Newt se aferra como si la vida le valiera en ello. Sus ojos se encuentran con los míos y aunque puedo ver brevemente qué Thomas, Chuck y Alby se alejan de nosotros, sin inmutarse realmente por mi comportamiento racional, luego sólo puedo prestar atención a mi primavera azul.
Quien me observa con esos ojos claros, rotos, y con rastros secos de lágrimas. No sé en qué momento se ha separado de la muchedumbre que cargaba con Ben, pero ha aparecido de la nada. Claramente está afectado por lo que acaba de pasar.
—¡Ben era mi amigo, idiota! ¡Ten un maldito respeto, gillipullo! —Eso me molesta de inmediato, porque no puedo disculparme en esta situación. No cuando literalmente todos pasan de mí, y siguen sin decirme lo que quiero saber.
—¡¿Por qué debería?! ¡Desde que he llegado aquí, no he recibido más que respuestas simples, esquivas y misteriosas! —Forcejeo ante su agarre, que ya me hace algo de daño en el cuello—. ¡No conocía a ese tipo y no puedes negar que tengo la razón ahora! ¡Ese chico está enfermo y este sitio es una maldita locura! ¡Odio estar aquí, joder! ¡¿Es que no lo entiendes?! —Nuestras piernas se entrecruzan varias veces, con agitadas respiraciones.
Una voz en el fondo, me dice que ahora Newt sólo habla con dolor, pero... sus acciones duelen igualmente. Cuándo me golpea la mejilla y me escupe las palabras con resentimiento, sé que es su corazón frágil el que me habla. Puedo escuchar también los alocados latidos del mío, amenazando con salir de mi pecho, inadvertidos ante las emociones desbordantes del otro.
—¡Lárgate si tanto quieres! ¡Metete en el Laberinto la próxima vez que se abran las puertas y desparece de mi vista, idiota! —Aprieta sus manos con severidad, para terminar con un—: ¡Ojalá pudieras ocupar el lugar de Ben, maldita sea! ¡Ojalá fueras tú el que hubiera sido picado!
Después, nos miramos en un completo y amargo silencio.
Yo acaricio mi mejilla caliente, seguramente sonrosada y observo la forma en la que se muerde los labios, quizás con arrepentimiento. Quizás recabando en sus palabras.
Se cubre la boca con el dorso de una de sus manos, todavía enguantada con material de jardinería y da un paso hacia mí, tratando de controlar sus emociones y su revoltosa respiración, pero ya he salido de allí. Porque aunque no sepa lo que significa del todo la palabra "picado" y no sepa las consecuencias que pueda tener, sé que es algo malo.
Mis piernas corren, con rabia, lejos de su lado.
Enfundando mis escasas lágrimas de impotencia con mis dedos tersos, ya liberados de los guantes de jardinería que he tirado en cualquier parte, ignoro la voz que me llama y me alejo hacia el bosque. Ahora mismo, no puedo dejar de pensar en que realmente no soy capaz de pertenecer a este sitio. En cómo odio a Newt, en cómo los odio a todos.
Pero tampoco puedo dejar de pensar en cómo ese golpe me ha hecho recordar algo.
Mi nombre. En algo que me pertenece y que es sólo mío.
Senne, así es cómo me llamo.
🌊🤍
★ ⠀ : ───────────── ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por su apoyo; de nuevo, esto es para ustedes. amo a senne, pero me ha dolido las complicaciones de este cap. recuerden que la relación de newt y de senne al principio es como un enemies-to-lovers, pero ahí vamos tirando. ahora mismo, se soportan y en segundos, esa tolerancia muere. no sé si se menciona realmente que newt sea cercano a ben, tanto en las películas como en los libros, pero aquí supongamos que sí.
me ha dolido esta pelea, no voy a mentir. pero muchas cosas más se vienen, omggg.
nos veremos pronto, mis corredores.
🌊🤍
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