⠀❪ iii ❫⠀━━━━ la fogata y mi pajarillo
Laberinto.
Pienso en esa palabra que mencionó el niño gordete gran parte de la tarde. He permanecido acostado en la hamaca que escogí, sin hacer caso de las miradas juzgadoras o de aquellos que me miraban con esa intensidad de que hiciera algo para ayudar.
Pero vamos, era mi primer día, tenían que darme un poco de espacio.
Incluso Thomas, que no se había apartado del lado del niño gordete, Chuck, tampoco hacía muchos intentos por trabajar. Los había visto varias veces pasar por mi lado, y varias de esas veces el más pequeño llevaba encima cubetas con agua o abono; pienso en Newt, en ese chico que veo pasearse por las zonas de trabajo acompañado de Alby y, de otras veces, ayudar en lo que puede.
Bajo el sol de la tarde, su cabello de pajarito parece brillar con más luz; lo tiene dorado, rizado, y deslumbra a la vista. No voy a negarlo.
—Que aburrimiento —menciono, mientras trato de cerrar los ojos, otra vez, tratando de sacar de mi cabeza ese maldito nombre también.
Alexander. Alexander. Alexander.
Mis ojos duelen cuándo una figura aparece en mi mente; es claro que es un adulto. Tiene una barba empecinada, el mismo de antes, con esos ojos claros y sabios; su mano se extiende hacia mí, mientras no deja de repetir una y otra vez ese maldito nombre. Eso me hace pensar en el mío, en cómo debo llamarme, en que debo de tener alguna forma en la que gente pueda reconocerme.
Y algo, muy en el fondo, me dice que claramente no me llamo Alexander. Ya no.
Las horas pasan; la mayor parte de ellas las paso allí acostado, tratando de borrar de mi memoria a ese hombre, a sus imágenes borrosas y a sus gritos desconsoladores.
Para cuándo me doy cuenta, me quedo dormido.
—Oye, nuevo, despierta. Es hora de la cena y de ir a la fogata. —Una voz trata de llamarme la atención, de hacerme despertar de mi pequeña ensoñación que no es más que unas visiones en negro y abro los ojos, lentamente.
Lo primero que me doy cuenta es de que el cielo está oscuro, que la persona que ha venido a buscarme trae una lámpara de parafina, de esas que se cargan en la mano y que protegen la luz que da que se crea con queroseno. Me golpeo la cabeza, incapaz de averiguar cómo demonios sé eso.
Aparto una sábana que me cubre hasta la cintura, y que no tenía antes de quedarme dormido y veo que quién me busca es Alby, ya que lo reconozco por su aspecto y por las explicaciones de Newt antes. Su rostro muestra una sonrisa amable y me extiende una de sus manos, con amabilidad. No hay rastro de Chuck y mucho menos de mi compañero llorón.
—¿Fogata? ¿De qué hablas? —Sostiene mi muñeca y me saca de la hamaca de un tirón.
Trastabillo un poco, descubriendo su repentina fuerza, así de la nada. Sin embargo, su rostro se mantiene todavía amable y no parece cabreado conmigo por no haber hecho nada más que recostarme y hacer el vago. Por alguna razón, su mirada intensa me hace encogerme sobre mí mismo; me hace sentir mal. Luego recuerdo mi pequeña discusión con Newt, en donde recalqué varias veces que no haría de este mi hogar y que muchos menos haría algo por esta mierda, más que buscar la manera de salir.
Entonces, se me aparece en la mente la idea repentina de que en realidad este tío viene a echarme o algo.
Pero no parece ser el caso, cuándo me señala que lo siga y ambos salimos del complejo de hamacas y sábanas repartidas por el suelo.
—Como ya te he dicho, vamos a hacer una fogata, que no es otra cosa más que una reunión para dar la bienvenida al nuevo novato del Área. Que esta vez, sois dos. —Alumbra mi rostro con esa lámpara raída y aparto mis ojos, haciendo el rostro a un lado.
—No hace falta que os toméis tantas molestias conmigo, no pienso quedarme mucho tiempo.
Parece encantado con mis palabras, porque se ríe a bocajarro.
—Yo no le veo la gracia —comento, algo enfurruñado.
No obstante, él no parece para nada afectado con mi humor y sigue hablando, ignorando claramente mis intentos de cortar la conversación.
Por alguna razón, sé que no se me da para nada bien hablar con la gente. Acaricio varios de mis mechones oscuros, tratando de distraerme.
—Eso dicen todos al principio, chico —dice, como si nada.
Luego el silencio vuelve a invadirnos y no decimos nada hasta que las luces aparecen en mi camino y distingo una fogata, claramente lo que es. En el centro del Área, todos los chicos del lugar rodean una leña con fuego, cantan y parecen beber alguna bebida que ofrece ese estúpido que se metió antes conmigo. El que parece contármelas todo el rato.
—Odio a ese tipo —digo, mientras no dejo de repartir muecas ante su rostro alegre y lleno de jovialidad que reparte con sus amigos.
Alby parece darse cuenta de a quién me refiero y lo señala:
—Ese es Gally, y créeme, no es tan patán como parece. —Su voz se torna severa—. Probablemente ya te lo habrá explicado Newt, pero aquí todos somos una familia. Lo peor que puedes hacer, es rechazarlos. Ya formas parte de esta Área, novato, hazte a la idea.
—Sigue siendo, ese tal Gally, todo un personaje.
Alby permanece callado mientras seguimos aproximándonos y distingo al resto de la gente.
Algunos permanecen sentados, pasando el rato, otros en robles apostados y simplemente charlando. Veo al chico llorón con Chuck, que seguramente está explicándole todo este embrollo, como hace Alby conmigo. Luego veo un poco más alejados, a los chicos Corredores, esos que pueden salir cuando les dé la gana del Área.
—Date una vuelta, conoce a la gente, disfruta un poco —me dice el líder del lugar, sin darse cuenta de lo incómodo que me hace sentir eso.
Luego me abandona, para alcanzar a unos chicos que parecen comenzar una pelea y allí, solo, me siento un poco perdido. Algo de lo que estoy seguro es de que puedo arreglármelas solo, pero en estas situaciones, mis manos comienzan a rebuscar en los bolsillos de mis pantalones viejos para esconderlas. Comienzo a caminar, entonces, sin un punto fijo.
Arian pasa cerca, ese chico que me ayudó a hacer mi hamaca y me saluda mientras corre detrás un chico moreno, camisa sin mangas y sonrisa valiente. Lo saludo con la cabeza y sigo tratando de hacerme un lugar mientras me veo algo opacado por todos esos chicos que parecen estar en su lugar indicado, en su hogar. Eso vuelve a revolverme las tripas; más que nada, porque algo sigue diciéndome que yo jamás podré ser de este lugar.
Y por alguna razón que todavía no entiendo, sé que tiene toda la razón.
—¡Ten esto, larcho! —escucho que grita ese tal Gally, que parece estar peleando con alguno de sus amigos. Están en un recodo y dios, parecen animales salvajes.
Trato por todos los medios de pasar de ellos, de dejarlos atrás y cuando lo consigo, me sorprende haberme encaminado sin darme cuenta hacia los Corredores, brevemente explicados antes por Chuck. Sin embargo, el chico rubio del color de una clara de huevo corre a por otra bebida y me encuentro a solas, con ese chico de apariencia asiática, que me mira de esa forma intensa de antes. Aunque ahora sonríe.
—Si me sigues mirando de esa manera, será mejor que me hagas un retrato. —Y me nace sola la expresión de burla.
—¿Quién dice que no la haré esta noche? —Estalla en carcajadas, dejando un plato de comida a su lado. Ahora parezco tener toda su atención.
Sin embargo, yo me apoyo en una pierna, mirando de pronto en la lejanía ahora a Newt, el pajarillo, sentado junto a ese chico llorón que vino en La Caja conmigo en la mañana. Parecen encantados hablando uno con el otro y trato de pasar de ellos y de esa irritante sonrisa de lado del pajarillo dorado, hasta que este mismo nos señala (aunque en realidad parece dirigirse más bien al chico asiático de mi lado), y entonces sus ojos se agradan brevemente cuando nuestras miradas se cruzan.
Su boca tiembla ligeramente, pero bastante consciente de que el chico llorón espera por sus palabras, voltea la cabeza para seguir hablando con él. Sin darme cuenta, he hundido bastante mis hombros y sólo me doy cuenta de ello cuándo el Corredor me habla nuevamente.
—¿Qué problema tienes con Newt? —Su voz suena interesada, demasiado, y alzo una ceja curioso.
—¿Qué hay con él?
Cruza sus brazos, mirándome levemente, hasta negar con la cabeza. Su piel bronceada es exquisita de ver, porque comparada con la mía, parezco un vaso de leche. La comparación me saca una sonrisa y la señala, con el dedo índice.
—Ahí lo tienes: estás pensando en él, ¿no? —La idea que le está pasando por la cabeza y que ha sugerido, me saca una carcajada.
Cuando paro de reír, me sigue mirando, pero sin gracia alguna por su rostro. Yo me limpio invisibles lágrimas de mis mejillas, sintiendo algo de fresco en mis brazos. Se me eriza la piel poco a poco, cuando veo una expresión severa en él.
—¿A qué viene esa risa?
Trato de explicarle de la mejor manera, sin faltarle el respeto; después de todo, no hay que ser un ciego para darse cuenta de que tiene respeto en este lugar.
—Hm, no es nada, es que... ¿Creías que estaba pensando en Newt? Estás equivocado, solo me había hecho gracia el hecho de Gally se crea muy valiente enfrentándose con gente mucho menos acuerpada que él. ¿No es una clara desventaja? —Claramente, era una mentira piadosa.
Su expresión se suaviza, para ladear la cabeza y fijarse en esas peleas que se hacen a nuestras espaldas.
—Bueno, es cierto que sus contrincantes suelen ser más pequeños, pero... ¿Tú crees hacerlo mejor, no? —Su sonrisa vuelve a ensancharse, y se me torna peligrosa—. He escuchado lo que dicen, que desde que llegaste, no has hecho más que plantarle cara.
Esquivo su mirada, fijándome en cómo sigue lanzando a chicos a diestra y siniestra, y cómo siento un revoltijo furioso nacerme en el interior del estómago. Había algo en él que no me caía del todo en gracia, y no tenía nada que ver con su comportamiento de basilisco.
Cuando pienso responderle, un chico me golpea sin querer. Es mundo, de cabello oscuro y expresiones afiladas. Se disculpa al instante conmigo para alcanzar a otro grupo, que reconozco como a los Cortadores, esos que se ocupan de la madera.
—Tienes que disculpar a Winston, a veces no ve más que sus propios pies.
Ahora conozco un nombre más; no sé si es algo bueno o no.
—¿Y? ¿Me vas a responder, o te has mordido la lengua por primera vez?
Cuando vuelvo a mirar al chico, descubro que está de pie, a mi lado y con sus brazos cruzados en una posición tensa como antes. Mantiene otra renovada sonrisa, incitadora esta vez, y sonrío de la misma forma.
—¿Cuál era tu pregunta, eh...?
—Minho, puedes llamarme así. —Estrechamos las manos, la suya muchísimo más tosca y gruesa que la mía y añade—: Ahora, contesta, ¿crees ganarle a Gally, no?
—¿Al cabeza hueca? Ni lo dudes.
Su rostro se compunge en una silenciosa carcajada y a mí espalda, descubro a Newt y al chico llorón pasearse cerca, aparentemente también dándole a conocer nuestros alrededores. La visión me hace apretar las manos, y por alguna razón, detesto ese rostro amable que le dedica Newt a mi compañero de llegada.
—¿Recuerdas tu nombre? —La voz de Minho, ahora sé otro nombre, me distrae.
De nuevo, ese ligero mareo y ese golpe en blanco.
—¿Qué pasa si digo que ni idea?
Hunde sus hombros, como si me entendiera, y apoya una de sus manos en mi hombro derecho. Parece bastante más amable y compresivo que Newt, aparentemente.
Quiero decir, el pajarillo no fue nada malo conmigo, pero... Es diferente. Siento que este chico asiático y yo estamos, de alguna manera, hechos de la misma masa.
—Lo recordarás pronto, a veces se necesitan algunos golpes, ¿quiere intentarlo?
La idea me saca una sonrisa y entre medias del algarabío de los chicos, lo encuentro en posición de enfrentamiento. Levanta sus dos puños y tuerce su cadera. Me pregunto entonces si puedo tener una oportunidad con él, cuándo escucho literalmente a pasos de nosotros la voz de Newt.
—¿No me has oído? Nadie quiere ser un Corredor, y además tienen que elegirte.
—¿Quién te elige? —Claramente esa es la voz del chico llorón.
Luego, al fijarme de soslayo, descubro que Gally y sus amigotes se han acercado demasiado a nosotros y que apropósito, ese cabeza hueca, lanza a su contrincante contra mi compañero de llegada. Newt se aparta raudo, pero después varios de los chicos rodean al llorón y lo incitan a una pelea. Minho tira de mi brazo, echándome atrás, como para darles espacio.
El chico de cabellos castaños cruza mirada conmigo, justo cuándo parece que ya ha sido confirmada su participación en ese estúpido juego. Gally comienza a explicar las reglas, y Minho se niega a soltarme del brazo.
—Las normas son sencillas, Novato: duras más de cinco segundos, o te echo del círculo.
El chico asiente y veo que Newt añade un, suave y ligero: —No te pases con él.
Entonces ambos comienzan a empujarse mutuamente, la gente comienza a hacer un círculo mucho más grande y Minho mira con detalle la pelea, mientras se niega a soltarme el brazo. Yo siento que se tensa con cada una de las veces que el chico llorón acaba en el suelo.
Por alguna razón, siento cómo si le debiera algo, como si debiera mantener mi ojo avizor sobre él; pienso, de pronto que se debe mayormente porqué vino conmigo.
—Lo está haciendo papilla, Minho —intento razonar con él, de que lo mejor que puedo hacer es ayudar, pero el chico a mi lado se niega a soltarme y a cabecear.
—Déjame ver de que es capaz —contesta, sin dar el brazo a torcer.
De todas maneras, me suelto de su agarre con un movimiento brusco, para esconder mis manos en los bolsillos y alzar una ceja curioso, cuándo el chico consigue tirar al suelo a Gally.
—¡Toma esa, cabeza hueca! —Eso me sale, escondido entre las risas y ovaciones de los demás, hasta que el chico le haga una zancadilla al llorón.
Las palabras mueren en mi boca cuándo veo dos cosas: primero, que el llorón se golpea la cabeza y segundo, Gally se levanta victorioso, mirándome con violencia.
—¿Qué decías, pingajo?
Mi mandíbula se tensa al distinguir esa sonrisa ladina y llena de suficiencia en él, cuando de pronto me asusto (al igual que el resto) por el grito del llorón. Parece desconcertado, aliviado y feliz, de alguna manera.
Entiendo porqué.
—¡Thomas! —Se levanta raspando sus piernas en esa arena amarilla, eufórico—. ¡Ya recuerdo mi nombre! ¡Soy Thomas! —De inmediato, el ruido nace entre todos.
Alby recalca su nombre, los chicos no dejan de repetir su nombre y saltan a felicitarlo. Estrechan sus manos y veo, atravesado por todos, cómo un chico moreno, alto y de expresión afable le dice: —Bienvenido a casa, Thomas.
Todos parecen felices y alegres porque recuerde algo de sí mismo, algo suyo, incluso Gally. Le dan un trago nuevo, de algo espeso, ahora Thomas tose y Gally le estrecha la mano. Mis pies se mueven hacia atrás, no me afecto por nada. Ni siquiera por ese grito jolgorio de algo horroroso que parece provenir del interior del Laberinto, tras esas paredes de piedra que vi antes con Chuck y el llorón y que parece arruinar la fogata.
Yo no me asusto, sigo caminando y alejándome del resto de la gente, incluso cuándo sé que también se están despidiendo y que la fiesta parece haber apagado, mis pies me dirigen hacia el bosque oscuro. No tengo ganas de acostarme en la hamaca, de perder mi tiempo allí para refugiarme en recuerdos borrosos de un pasado que soy incapaz de recordar.
Me abrazo el torso, de repente amargado ante la idea de que ahora soy el único en este lugar que no tiene ni un inútil nombre al que aferrarse. Mis pies duelen, la planta quema y para cuándo me doy cuenta, me he integrado mucho en el interior del bosque.
Observo ante mí, con plena luz de la noche y bañado por una luna baja, unas lápidas formadas con ramas y hojas secas. Hay unos nombres grabados en ellas, pero no soy capaz de leerlos por la oscuridad que me ciega. Me sigo abrazando a mí mismo, incluso cuándo veo desde la distancia que las pocas luces del campamento del Área parecen haber desaparecido.
Me siento solo, de repente, esa misma sensación de antes y cuando pienso que es hora de devolverme, nada más darme la vuelta me encuentro cara a cara con Newt.
Su rostro es algo apagado y su mirada se ubica en las lápidas.
—¿Quieres que te haga compañía? —Asiento en bajo, algo confuso por su comportamiento pero ambos nos sentamos allí, suavemente en la brizna húmeda y rodeados por el ulular del viento.
Permanecemos un buen rato, abrazo mis piernas y escondiendo mi mirada bajo mi codo, le pregunto en bajo: —¿Qué haces aquí, Newt?
—Es que... ya sé que puede que no nos llevemos bien, pero entiendo por lo que estás pasando.
Eso hace que se me crispe la nuca y lo miro, incapaz de creerlo.
—¿Tú crees?
🌊🤍
★ ⠀⠀⠀ : ───────────── ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por su apoyo; de nuevo, esto es para ustedes. amo a senne, que sufra y amo a newt, omgggg. ¿ya quieren leer el siguiente?
nos veremos pronto, mis corredores.
🌊🤍
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro