𝘣𝘭𝘰𝘰𝘥 𝘴𝘸𝘦𝘢𝘵 𝘢𝘯𝘥 𝘵𝘦𝘢𝘳𝘴 ───── iii
𔔀 GET JINXED ! 🤖 jinx&kael.
by ©xelsylight. 2024.
🤖▐ quieren juntarme con la niña de pelo azul.
───── ( comentar & votar.
Al contrario de mis deseos, al parece sí que insistieron en que me hiciera amiga suya.
Y aunque no quería y habían pasado días desde que Jinx llegó, para la mayoría del tiempo que intentaba hablar para al menos hacer contacto, ella estaba en su mundo. No me miraba ni hablaba, y si intentaba acercarme, siempre tenía alguna excusa para desaparecer. Algunas veces.
—Tienes que hablar con ella en algún momento —dijo Sevika esa mañana mientras revisábamos un cargamento. Otra vez, insistiendo.
—¿Para qué? Si ya sabemos que me va a ignorar como siempre—respondí, intentando no parecer demasiado interesado. Porque sí, una parte en el fondo le interesaba saber porqué tanta distancia.
Porque parecía sufrir tanto; a veces, la observaba de soslayo y los golpes que se daba en la cabeza no eran para nada sanos.
Sevika soltó una risa baja.
—Porque si no lo haces, Silco pensará que no podrás ayudarla.
—¿Y eso qué importa?
—Importa porque están en el mismo equipo. Y porque Silco no tolerará que uno de ustedes no se lleve bien con el otro, sobre todo teniendo en cuenta que ya la considera como a una hija. —Las últimas palabras las mencionó con algo de repudio, pero ella era igual que el hombre.
Después de todo, las maneras en las que me cuidaba, me hacían pensar que podía considerarla más familiar que nadie. Pero jamás lo diría en alto, y estaba seguro de que de hacerlo, ella se reiría en mi cara y lo negaría con creces.
Después bufé, pero sabía que tenía razón. Después de todo, Silco siempre hablaba de la "familia" como si fuera lo único que importaba. No podíamos darnos el lujo de no entendernos, no en este mundo y que para el jefe, sólo era una rueda más. Alguien prescindible.
Por la tarde, después de terminar mis tareas, decidí buscarla. La encontré en la parte subterránea del local, en un taller improvisado que parecía más suyo que de Silco. Era bastante grande, y había que tener cuidado para no caerse a un vacío tremendo. También había herramientas y piezas esparcidas por todas partes, y en el centro de todo, ella. Estaba sentada en el suelo, con el ceño fruncido, trabajando en algo que parecía una especie de juguete metálico. No podía verlo bien a distancia.
Aunque había intentado darle algo de color a esta sala, porque habían pinturas y había comenzado a hacer pequeños bosquejos, algo adorables a la vista.
—¿Qué haces? —pregunté al alcanzarla.
Jinx levantó la vista apenas un segundo antes de volver a concentrarse en su trabajo.
—Nada que te importe.
No me di por vencido, recordando las palabras de Sevika.
Me acerqué y me agaché para mirar mejor los dibujos hechos con tiza en el suelo, bocetos extraños y complejos que parecían salidos de un sueño. Algunos eran animales, otros en cambio, no eran más que formas irregulares y algo tenebrosas.
En el centro ella sujetaba un pequeño juguete metálico. Parecía haberle dibujado un rostro, y se asemejaba a un ratón, pero no podía asegurarlo hasta preguntarle; por lo que lo hice.
—¿Es un... es un ratón? —pregunté, curioso.
Ella no respondió, pero vi que apretaba los labios, quizás molesta o atormentada. El juguete parecía algo deformado, sobre todo aplastado en algunas esquinas.
—Se ve... divertido. ¿Funciona? —Incliné la cabeza, queriendo ver mejor. Ella por lo menos, no me dio la espalda esta vez.
—Si hice que funcionara el mono... estoy seguro de que lo hará —dijo al fin, con un tono que me dejó en claro que se lo tomaba muy en serio.
De repente, el ratón —ya que no negó serlo— hizo un sonido metálico, y un tornillo salió disparado. Me eché hacia atrás, sorprendido, pero luego me reí. Me había asustado por un momento, pero realmente parecía inofensivo.
—¡Eso fue increíble! —No pude evitar decir.
Jinx levantó la mirada hacia mí, confusa por mi reacción.
Durante un segundo, pensé que iba a ignorarme de nuevo, pero entonces, algo cambió. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, tímida pero real; aunque seguía frunciendo el ceño.
—Aun le queda mucho... para ser increíble —murmuró, pero sus mejillas se habían sonrojado un poco. Aunque pronto esa expresión desapareció de su rostro para volver a arrugar el rostro con pesar.
No lo pensé dos veces.
—¿Puedo ayudarte? —pregunté, emocionado. De verdad me interesaba que ya no me echara a patadas y aunque lo negase en voz alta, hablar con alguien de mi edad.
—¿Tú? —dijo, arqueando una ceja—. ¿Has hecho esto antes?
—No, pero... puedo pasarte las cosas, al menos.
Ella pareció dudar, pero finalmente asintió. Me pasó una caja de herramientas y apartándose para dejarme hueco a su lado, señaló esta con expresión algo tímida.
—Sujétala ahí y cuando necesite algo, me lo das.
Estuvimos un buen rato así; ella trataba de arreglar esa especie de ratón y yo le pasaba varias cosas y aunque en muchas ocasiones tuvo que explicarme el nombre de cada herramienta, de alguna manera mi plan funcionó. Mientras trabajábamos, noté que Jinx se relajaba un poco.
Aún no hablaba mucho, pero al menos ya no parecía tan distante como antes.
—Eres buena en esto —dije después de un rato. Se notaba a leguas que la chica era lista, pero quizás, le daba algo de miedo avanzar.
Ella me miró de reojo.
—No sabes lo que dices.
Por primera vez, me miró directamente a los ojos. Su sonrisa era casi inexistente, pero volví a repetirlo para dejárselo en claro dos veces y apartó la mirada.
—No entiendes nada, Kael.
Esa fue la primera vez que escuché que decía mi nombre e ignoré su tono depresivo, para hundirme de hombros. Al menos así, Silco ya no estaría tan decepcionado conmigo.
Habían pasado semanas desde que empecé a pasar más tiempo con Jinx.
Al principio, todo fue por insistencia de Sevika y Silco —y por miedo de que me echasen por no intentar ser su amigo—, pero, con el tiempo, me di cuenta de que me gustaba estar cerca de ella. Era como si, poco a poco, esa coraza que la separaba del resto empezara a romperse, al menos conmigo. Supongo que tenía que ver mucho que ambos compartiéramos la misma edad.
Ella tenía un talento increíble para construir cosas, aunque muchas veces no tuvieran sentido. Sus ideas eran extrañas, pero brillantes. Siempre me sorprendía. Ahora, cada vez que entraba al taller, la buscaba de manera automática, y, para mi sorpresa, ella también me buscaba.
Ahora, tras bastantes un mes y medio de nuestro primer encuentro, estaba trabajando y aunque habíamos quedado para jugar al terminar mi turno, para mi no fue una sorpresa escucharla detrás de mí, mientras cargaba unas cajas con suministros.
—Kael —dijo, alargando la última sílaba mientras se acercaba con un salto en cada paso—. ¿Ya terminaste?
—No todavía —respondí sin mirarla, centrado en acomodar las cajas.
Estábamos de nuevo en la oficina de Silco, como el día en que la conocí.
—¿Y cuánto vas a tardar? —preguntó, apoyando el mentón en una de las cajas y mirándome con esos grandes ojos azules.
—Un rato más. Después iré contigo, como siempre.
Jinx hizo un puchero y se cruzó de brazos.
—Pero yo quiero jugar ahora.
—No puedo dejar esto a medias —contesté, sin dar mi brazo a torcer.
Ella infló las mejillas y se giró hacia Silco, que estaba observando desde su silla, con una leve sonrisa en los labios. Aunque casi imperceptible, parecía casi una mueca si no lo conocías de cerca como nosotros.
—¿Silco? ¿Puedes dejarle más tiempo libre hoy?
Silco levantó una ceja, claramente entretenido.
—Kael, ¿qué opinas?
Me giré hacia ellos, tratando de ocultar mi incomodidad. Esta era mi moneda de cambio, no podía dejar que me trataran diferente a otros.
—No necesito un trato especial. Puedo terminar esto y luego...
Antes de que pudiera terminar, sentí un golpe en la parte de atrás de mi cabeza. Sevika, con su brazo metálico, había decidido intervenir. Dolió; ella había salido de la nada.
—Deja de ser tan cabezón, crío —dijo, medio riendo—. No pasa nada si te tomas un respiro.
Me llevé una mano a la cabeza, frotándome donde me había dado.
—¡Podrías haberlo dicho sin golpearme!
—No sería tan divertido —dios, la odiaba.
En realidad, no lo hacía, pero era divertido fingir que sí.
Jinx en cambio, absorta de mi conflicto de sentimientos, sonrió, claramente disfrutando la situación.
—¿Entonces puedo llevármelo? —preguntó, mirando a Silco con ojos suplicantes.
Silco asintió lentamente, su voz tranquila pero firme. En mi opinión, era demasiado blando con ella.
—Por hoy, sí.
Jinx aplaudió y me agarró del brazo antes de que pudiera protestar y gritó un: —¡Vamos!
—Está bien, está bien —murmuré, dejando las cajas a un lado.
Mientras me arrastraba fuera del almacén, escuché a Sevika reírse entre dientes.
—Recuerda, chico, no te metas en problemas. —A diferencia de lo que muchos pudieran creer, en realidad Sevika era demasiado sensible.
—Eso dependerá de ella —respondí, lanzando una mirada hacia Jinx, que seguía sonriendo con esa energía inagotable.
Cuando nos marchamos en dirección a su taller, solos, Jinx me soltó y caminó delante de mí, dando pequeños saltos.
—¿Qué quieres hacer? —le pregunté.
Ella se giró hacia mí, caminando hacia atrás con esa sonrisa traviesa que empezaba a conocer bien.
—Tengo una idea.
Eso nunca era algo bueno.
Seguimos caminando hasta alcanzar a sus pertenencias, para revolver entre sus cosas hasta sacar una caja con botes de pintura y lo que parecían ser tirachinas caseros. Era demasiado creativa, y me encantaba que lo fuera. De alguna manera, juntos podíamos alejarnos del oscuro mundo de nuestro alrededor y ser niños normales.
—¡Vamos a probar esto! —exclamó, empujándome hacia una de las paredes donde había un tablero improvisado con dianas y dibujos.
No tenía ni idea de cuándo habría hecho todo eso, porque todos los días estaba con ella y me parecía increíble que lo hubiera hecho a mis espaldas.
—¿Qué es esto? —pregunté, inspeccionando uno de los tirachinas.
—Es un juego que se me ocurrió. Ganas si logras pintar más de la diana que yo. Pero cuidado —sonrió de forma traviesa—, las reglas las invento sobre la marcha.
Solté una risa nerviosa, pero acepté. Después de todo, era imposible decirle que no a Jinx cuando tenía esa chispa en los ojos. Siendo sincero, en realidad cada día pasado a su lado se me hacía más y más complicado negarme a a sus locuras; quizás me estaba acostumbrando demasiado.
De todas maneras, comenzamos a disparar pintura hacia las dianas. Ella era increíblemente precisa, mientras que yo apenas lograba alcanzar el tablero.
Eso me daba algo de envidia, pero Sevika me había prometido que pronto comenzarían mis entrenamientos de cuerpo a cuerpo y eso me emocionaba; sin duda era algo que no le interesaba a Jinx y en eso podría sacarle algo de ventaja.
—¡Toma esto! —gritó mientras disparaba una bola rosa directo al centro.
Como después era mi turno, estaba algo más cerca que antes de la diana y el impacto hizo que el bote de pintura se tambaleara y, antes de darme cuenta, una línea gruesa de pintura rosa me cayó directamente en el cabello.
—¡Ah, vamos! —me quejé, tratando de sacudir la pintura de mi cabeza.
Este tipo de cosas solían tardar bastante en salir, sobre todo si las aguas conque tratabas de limpiarlo no eran del todo puras.
—¡Ups! —rió ella, aunque su risa pronto se desvaneció.
Cuando la miré, su expresión había cambiado. Por alguna razón, se me revolvió el estómago.
La sonrisa traviesa desapareció y, en su lugar, apareció una sombra oscura en sus ojos. Sus manos comenzaron a temblar mientras apretaba el tirachinas en su poder. Intenté acercarme a ella, aunque algo dentro de mí me dijese que hacer distancia era la mejor opción de todas.
—Jinx, ¿estás bien? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.
Ella no respondió de inmediato. Se quedó mirando la pintura rosa que goteaba de mi cabello, sus labios apretados y sus ojos parpadeando rápidamente, como si estuviera viendo algo que no estaba allí. Sentí que en realidad, no me estaba mirando a mí.
—¿Por qué... siempre lo hacen? —murmuró, apenas audible.
—¿Hacer qué? —No entendía nada.
Y de repente, arrojó el tirachinas hacia mi y que esquivé casi de milagro. Su voz se alzó, temblorosa pero llena de rabia.
—¡Dejarme sola! ¿Crees que puedes dejarme también, como ella lo hizo?
Dio un paso hacia mí, sus manos apretadas en puños. Yo retrocedí instintivamente, sin entender qué estaba pasando. Tuve esa misma incomodidad al conocernos.
—¿De qué estás hablando? Yo no voy a ningún lado...
—¡Mentiroso! —gritó, su respiración acelerándose mientras levantaba las manos para empujarme contra la pared. El impacto no fue fuerte, pero esto no es algo que esperaba ver en ella tras creer conocerla.
En realidad, esto me demostró que realmente no sabía nada de ella.
—Jinx, cálmate —intenté razonar, aunque mi voz temblaba.
No solía tener buenos recuerdos con gente que se me acercase con puños en alto.
Ella se quedó allí, con sus ojos clavados en los míos, y por un momento pensé que iba a golpearme otra vez. Pero en lugar de eso, dejó caer los brazos a los costados, sus dedos aún estremeciéndose. Mi corazón se arrugó al verla tan afectada de pronto.
—Ellos siempre se van —susurró, más para sí misma que para mí.
—¿Ellos? ¿Quiénes? —pregunté con cuidado. Después de todo, podía tomar esta oportunidad para averiguar algo más de sí misma.
Pero ella se apartó de mí, llevándose las manos a la cabeza, tirando de la trenza descolocada que solía estar tras su espalda.
—No importa. No importa... —repitió, como si intentara convencerse a sí misma. Luego me miró de reojo, con una mezcla de tristeza y algo que no pude identificar—. Solo no me dejes, ¿vale?
—No voy a dejarte —dije con firmeza, aunque no sabía si me creía.
Y tampoco supe porqué, pero estaba seguro de que no mentía.
Ella se quedó en silencio por un momento, y luego volvió a su lugar de antes, fingiendo que nada había pasado. Me miró con una sonrisa y con algo de temblor en las piernas, retomé mi asiento con ella. Lo mejor era ignorar lo sucedido y seguir como antes.
Sin reparar en ese brote de resentimiento por su parte, seguimos jugando al tirachinas de colores y no dijimos nada más del tema. Aunque ella, deliberadamente, ignoraba mirarme a la cara; yo sentía que el color rosa lustroso sobre mi cabello era en realidad algo malo.
Después de eso, bueno, los siguientes días fueron como una mancha borrosa en mis recuerdos. Realmente no pasó nada parecido y tuve que centrarme en seguir ayudando a Sevika.
Una semana más tarde de ese extraño momento compartido con mi amiga, había terminado mi turno más tarde de lo habitual. Mis brazos temblaban, porque además, había comenzando a entrenar con Sevika y digamos, que ella no era para nada suave con un niño de mi edad.
Ella sonreía burlona tras haberme dado una paliza —literalmente— mientras entrábamos en nuestra casa, para darme un leve empujón hacia los dormitorios.
—Anda, chico, ve a descansar. Hoy lo has hecho bien.
—¿Es sarcasmo? Porque no he avanzado nada desde la última vez.
Ella negó con la cabeza mientras se lanzaba sobre el sofá de la sala de estar, y yo caminé hasta llegar a mi habitación, pensando en lo mucho que me gustaría dormir unas horas seguidas. Pero al pasar al interior de mi lugar privado, noté la puerta ligeramente abierta y una figura familiar dentro. Era Jinx, paseándose entre los muebles y tocando distraídamente los objetos y pocas pertenencias que había estado adquiriendo desde que llegué.
No había rastro de mi zorrito blanco, pero a sabiendas de que a veces salía para ir de caza en solitario, me di cuenta en ese momento de que ella no lo conocía. Tendría que presentárselo en algún momento.
—¿Jinx?
Ella levantó la vista y, al verme, su rostro se iluminó brevemente con una sonrisa.
—¡Kael! ¡Has tardado una eternidad!
—No puedo tomarme a la ligera mi trabajo, Jinx —dije, entrando con cautela.
Ella muy pocas veces había entrado aquí y me resultaba verla raro riéndose, mientras se apoyaba en mi escritorio, jugueteando con un cuchillo que había tomado de algún lado. Uno de los muchos que tenía desperdigados por ahí.
—Siempre tan correcto, Kael. Es aburrido no verte hacer cosas diferentes.
—¿Aburrido? ¿Yo? —respondí, fingiendo indignación—. No eres tú la que se ríe cuando Sevika me regaña. Hasta te unes a ella.
—Eso es diferente. Es gracioso verte huir de su brazo metálico.
Ambos reímos. Fue un momento ligero, como los que habíamos tenido últimamente. Pero entonces, algo cambió en su expresión al escucharme.
—Sevika nunca podrá alcanzarme, Jinx. —Cruzamos mirada—. Nací preparado para huir de personas tan rudas como ella.
Su sonrisa se congeló. La expresión en su rostro se reformó tan rápido que no tuve tiempo ni procesarlo. Otra vez, me comenzó a doler el estómago al verla.
—¿Preparado, dices? —repitió, su voz baja y tensa.
—Sí... quiero decir, me muele a palos, pero no se compara a mi vida antes en—
—¡No digas más! —interrumpió, dando un paso hacia mí con los ojos ardiendo de rabia.
—Jinx, ¿qué pasa? —pregunté, confundido.
—¿Sabes a quién me recuerdas tú? —dijo, ignorando mi pregunta. Su tono era peligroso, como si estuviera a punto de explotar y parecía completamente perdida en sus recuerdos—. ¡A ella! ¡A Vi!
No entendí a qué se refería. No sabía mucho de su pasado, pero estaba claro que había tocado una fibra sensible. Sobre todo con esa tal "Vi".
—¿Vi? ¿Quién es Vi?
—¡Mi hermana! —gritó, y antes de que pudiera reaccionar, en un cerrar de ojos, sentí su puño impactar en mi mejilla.
El golpe me hizo tambalear, y levanté una mano para tocar el lugar donde me había golpeado. Ardía, y la miré, incapaz de creer que hubiera hecho esto.
Quiero decir, sabía que ella era más alta que yo y eso, pero ignorando algunos episodios espasmódicos, esta era la primera vez que era agresiva conmigo. No supe qué sentir en realidad, pero tenía que calmarla. Su rostro desquiciado me preocupó de inmediato.
—¡Jinx, cálmate! No sé qué hice, pero no quise ofenderte. Lo sigo en serio —pero no parecía escucharme.
—¡No me importa, eres un mentiroso, como ella! —gritó de nuevo, su respiración agitada mientras levantaba el puño, lista para golpearme otra vez.
Me quedé inmóvil, sin saber si debía intentar calmarla o correr. Sin embargo, antes de que pudiera decidir, una figura entró apresuradamente a mi habitación.
—Jinx, basta.
La voz de Sevika cortó el aire como un cuchillo. En un segundo, y tras su espalda apareció Silco que se acercó a Jinx, para tomarla por los hombros. La atrajo hacia ella en un abrazo.
—Ya es suficiente, pequeña —murmuró mientras la envolvía en sus brazos con fuerza.
Jinx pareció resistirse al principio, pero luego sus hombros comenzaron a temblar, y su respiración se volvió irregular. Se cansó en el poder de su padre y él la levantó, para salir de la habitación.
Traté de seguirlos, quizás para averiguar qué era exactamente lo que le pasaba a mi amiga, per Sevika apareció detrás de mí y me tomó del brazo, tirando suavemente para que los dejara ir. Los observé marcharse de la casa de mi anfitriona sin decir nada.
Ni siquiera sabía en qué momento había aparecido Silco en la casa; pero tampoco me importaba. Ahora todo era demasiado confuso.
—Ven, chico. Vamos a curarte eso —la escuché vagamente, pero no me moví de mi sitio.
Quizás esperaba que ella regresase, para pedirme disculpas. Lo haría, le presentaría a mi zorro blanco y quizas... Sevika me dio una palmada en el hombro.
—Escucha, Kael. No es tu culpa. Pero hay cosas en su pasado que la persiguen y que no tienen nada que ver contigo, ¿entiendes? —Su brazo en mí resultaba más pesado que nunca.
Pero asentí, aunque todavía estaba tratando de procesar lo que acababa de pasar. La Jinx que había conocido en las últimas semanas parecía tan lejana en ese momento que me dolía. El pecho se me arrugó con fuerza ante la posibilidad de perder a la única amiga que había tenido en esta odiosa ciudad.
—¿Por qué me golpeó? —pregunté finalmente, porque era en lo único en lo que podía pensar.
—Porque los monstruos de su pasado no la dejan atrás, no te preocupes por ella. Déjame curarte eso, ¿vale?
No respondí, pero las palabras de Sevika se quedaron conmigo, mientras tiraba de mi brazo para ir al cuarto de baño.
Ahora sabía que detrás de la sonrisa y las risas de Jinx había heridas profundas, quizás demasiado tormentosas como para sacarlas a la luz. Pero quise saber. ¿Podría algún día ayudarla a sanar? ¿O terminaría alejándome de ella como mi amiga temía?
𓍯 ࣪🦴. ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por su apoyo.
omggg estaba emocionada de subir esto, otro capitulo, aaaaa diooos, amo tanto la dinámica de sevika y kael. y ni se diga de mis bebes, a los cuales ya les queda unos pocos caps (quizas dos) de pequeños para hacer un salto a mayores.
los amo demasiado, espero saber sus opiniones aquí y que esperen la siguiente actualización con ganas.
nos vemos pronto, arcanos.
𓆤.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro