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BAMBAM, NO HAGAS ESO╏Parte única

Desde pequeño sabía que tenía un pequeño problema con cierta zona de su cuerpo. Le avergonzaba, no lo iba a negar. El hecho de saber que sus pezones eran tan sensibles como los de una mujer lo acomplejada de sobremanera.

Y yo, no era solo sentir escalofríos y cosquillas en su estómago al acariciarlos, era aún peor que eso. La sola fricción de su camisa con ellos hacía que sus ojos se voltearan y el bulto en sus pantalones creciese con rapidez, deseando hacerse una paja al mismo tiempo que pellizcaba a los causantes de su enorme erección.

Le avergonzaba, sí, pero la deliciosa sensación al tocarlos mientras tiraba de su pene era por demás de exquisita y eso no lo iba a negar, porque era justo lo que estaba haciendo en ese momento.

—M-mierda... —masculló extasiado, cerrando sus ojos con fuerza por la corriente de placer que recorrió su cuerpo al apretar su rojizo pezón con fuerza.

Su mano derecha subía y bajaba con rapidez por su miembro, sintiendo muchísimo morbo al escuchar el sonido entre pegajoso y mojado que hacía debido al presemen que soltaba en abundancia.

Llevó su mano izquierda a su boca y chupó sus dedos, mojándolos con su saliva, para luego llevarlos a su pezón desatendido, comenzando a apretarlo y pellizcarlo a su antojo, gritando de placer por lo rico que se sentía.

—¡Ah! Dios... mhm~ —mordía sus labios con fuerza, pero quería más, mucho más, así que soltó su miembro y se giró sobre la cama, quedando boca abajo.

Tomó la almohada más cercana y se sentó a horcajadas sobre ella. Todos alababan sus movimientos de cadera, pero no más que él en esos momentos, en los cuales comenzaba a restregarse desesperado contra el suave material.

Teniendo ahora sus dos manos desocupadas, las llevó a cada uno de sus pezones, aumentando su placer y la experiencia a otro nivel. —¡Sí! ¡Oh, me encanta!

No se preocupaba por si alguien lo escuchaba, pues estaba en su costoso departamento con la suficiente distancia entre vecinos para que nadie supiese ni lo que pensara.

Pagó una gran cantidad por él, debía valer la pena.

Sus caderas se movieron con más fuerza y sus manos maltrataban, —de manera exquisita— sus rojos botones erectos, en busca de su propia liberación. Las estimulaciones lo estaban llevando a su punto máximo, viendo estrellas por todo el placer que sentía.

Apretó una última vez ambos pezones al mismo tiempo y por fin logró su tan ansiado orgasmo, viniéndose de forma tan arrolladora y sintiendo como caía agotado en su cama.

—Joder, que buena paja —habló a la nada, intentando recuperar la respiración. Miró sus punzantes pezones, rojos y algo irritados por toda la acción. Chasqueó la lengua con fastidio—. Ahora estarán más sensibles que de costumbre por algunos días.

Y eso no hubiese sido la gran cosa, de no ser por seis chicos que acostumbraban a hacerse Card Slash entre ellos, y a tocarse por todas partes, olvidando la decencia cuando están a solas o en público.

—Ahg, ¿¡Por qué no debuté con un grupo de chicos más normales!? —se quejó al tiempo que pataleaba, haciendo una especial de berrinche. Se giró en la cama, pero fue un total error: —¡Ah~! ¡Oh, no, no otra vez!

Pero bueno, quién era él para privarse de otra buena masturbada.

━•✧ ◍ ✧•━

—¿Te encuentras bien? —preguntó el líder del grupo a su maknae, sabiendo que a este le ocurría algo por su extraña tranquilidad y su permanencia en aquella silla y no junto a sus otros compañeros.

—Lo estoy, hyung. No se preocupe —le dedicó una sonrisa suave y siguió en su misma posición, mirando como los demás chicos bromeaban entre ellos y se divertían sin más.

Jaebeom hizo una mueca con sus labios y posó su mano en el hombro del menor. —Si necesitas hablar sobre algo sabes que me tienes a mi, ¿Sí? Tu hyung siempre va a escucharte todo lo que tengas que decir.

—Sí, Jae hyung, lo sé —secundó el chico.

El mayor asintió y se fue de ahí, ya que debía estar al pendiente de todos sus "hijos" para que no hiciesen tanto desastre en la sesión fotográfica.

Yugyeom suspiró desganado, teniendo muchísimas ganas de unirse a sus compañeros y bromear con ellos, pero no podía, porque sus "pequeños problemas" estaban aún sensibles por sus actos secretos, y sumando otro punto, el atuendo que tenía no le ayudaba en nada.

Una camisa de seda suelta era igual al roce suave y constante en sus delicados pezones. No podía permitirse un problema en sus pantalones en medio del trabajo, y mucho menos al frente de sus compañeros. Con lo idiotas que son los chicos, iban a burlarse de él hasta que diese su último aliento de vida.

Ya podía verse llorar como siempre lo hacían.

Sintió unas manos en sus hombros y miró a su costado, encontrándose con su mejor amigo. —¿Por qué mi bro está aquí sentado y no está conmigo, ah?

—Estoy algo cansado, Bam —se excusó fácilmente.

El tailandés asintió y de manera confianzuda se sentó en las piernas de Yugyeom. El menor no le tomó importancia, puesto que Bambam solía hacer ese tipo de cosas constantemente.

—Te entiendo, esta sesión la planearon muy repentinamente y tuvimos que interrumpir nuestras pequeñas vacaciones. De seguro estabas desvelándote a lo desgraciado y durmiendo de día.

Si supieras, pensó. —No dormí anoche y fue cuando nos avisaron de esto. Quiero dormir un poco más.

Bambam asintió y permaneció en silencio, mirando a los demás a esperas de que empezara el trabajo. Bajó la mirada a sus manos y por el rabillo del ojo miró algo que llamó su atención. Aunque la camisa de Yugyeom fuese suelta, podía notar claramente como la tetilla del menor estaba levantada.

Ladeó la cabeza con confusión; no hacía frío como para que estuviese de ese modo.

Llevó su mano hasta el pecho de Yugyeom y presionó levemente el abultado pezón del chico, pero se asustó de sobremanera cuando su amigo dio un brinco en su asiento.

—¿Te duele? ¿Estás bien? —preguntó asustado y preocupado por la reacción del menor.

—E-estoy bien, solo no vuelvas a hacer eso —respondió Yugyeom, claramente incómodo.

La frente de Bambam se arrugó con confusión, —¿Por qué no haría eso? Siempre jugamos así entre todos, Yugyeom.

—Pero no conmigo, así que no lo hagas de nuevo —replicó el chico.

La conversación paró ahí, pero la curiosidad era tan grande en Bambam que, esperó a que Yugyeom se olvidara del asunto para volver a tomar el pezón de su amigo y pellizcarlo levemente.

Un jadeo salió de los labios de Yugyeom, y se levantó rápidamente de la silla, empujando a Bambam lejos de él.

—¡Bambam, no hagas eso! —exclamó el chico nervioso.

—¿¡Qué sucede contigo!? —cuestionó Bambam con molestia al ser empujado de tal forma. Yugyeom evitaba su mirada y Bambam levantó una ceja a modo de burla—. ¿Qué? ¿Te da cosquillas que toquen tus tetillas?

La presión de Yugyeom subió notablemente al escucharlo y negó con fiereza, haciendo que Bambam lo mirara raro por su extraño actuar. —¿¡Q-qué dices!? ¡No es por eso!

—¡Chicos, ya vamos a empezar! —gritó alguien del staff, llamando la atención de todos—. Disculpen la demora, pero ya daremos inicio a la sesión fotográfica.

Yugyeom mordió su labio y caminó hasta el set, ignorando la intensa mirada de Bambam sobre él.

Mirada que sintió durante todo el tiempo que estuvieron ahí.

━•✧ ◍ ✧•━

Yugyeom miraba al encargado de la sesión fotográfica darles las gracias por el increíble trabajo que habían hecho, pero su mente estaba en otra parte, deseando internamente a que terminara su innecesario discurso para poder irse de ahí.

Todo era una tortura; la camisa, las pose que tuvo que realizar, e incluso sus compañeros que ese día les dio por hacer todo el skinship con él. Sentía que sudaba frío, y solo quería quitarse esa maldita prenda que lo tenía al borde.

Agradecía que le quedase un poco grande como para ocultar su tentada erección, pero necesitaba deshacerse de ella inmediatamente.

—¿Qué mierda le sucede? —murmuró Bambam en voz baja, viendo a lo lejos a un muy nervioso y ansioso Yugyeom.

—Oye, no seas irrespetuoso, nos está dando las gracias —murmuró de igual modo Jackson, regañándolo por su manera de expresarse.

Bambam lo miró y rodó los ojos, —No hablo del camarógrafo, así que no te metas, chino.

—Ah, ¿Y de quién hablas?

—No seas metiche. Ahora déjame en paz.

Jackson lo empujó levemente y siguieron prestando atención al hombre, o eso intentó Bambam, quién de vez en cuando le dedicaba miradas curiosas al menor del grupo.

—Y nada, chicos. Fue un placer trabajar con ustedes y espero volver a hacerlo en otra ocasión —finalizó el hombre y los siete jóvenes hicieron una reverencia a modo de gratitud y despedida.

Por fin, pensó Yugyeom, quien no esperó ni un segundo más para llegar al camerino privado que le habían asignado y quitarse esa estorbosa camisa que le estaba haciendo el día muchísimo más largo de lo normal.

Suspiró aliviado en cuanto estuvo sin ella y se quedó un momento así, disfrutando de ya no sentir ningún toque sobre su pecho.

Miró su pantalón e hizo una mueca con los labios al ver su pene semi erecto dentro de sus boxers. —Eres un imprudente, ¿No podías aguantarte a llegar a casa? No, tenías que emocionarte con un montón de personas cerca.

El sonido de la puerta abriéndose llamó su atención y se giró a ver quién había entrado, encontrándose a quien menos quería hacerlo en un momento así.

Tomó nuevamente la camisa de la discordia y se la colocó, reprimiendo el jadeo que quiso salir de sus labios cuando la tela se deslizó por todo su cuerpo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó sin ver a Bambam, sentándose en el pequeño sofá del lugar y reposando su cabeza en el respaldo.

El tailandés puso el seguro de la puerta y se acercó hasta el menor, cruzándose de brazos y levantando una ceja. —¿Qué te sucede? Has estado muy raro todo el día y no creas que voy a olvidar cómo me empujaste hace rato.

Yugyeom chasqueó la lengua y se encogió de hombros. —No tengo nada, y me tomaste desprevenido. Quiero cambiarme, ¿Puedes salir?

Bambam lo miró un par de segundos más, sin creerse absolutamente nada, así que decidió actuar por sí mismo y buscar respuestas. Se terminó de acercar hasta Yugyeom y posicionó sus piernas alrededor de las caderas del chico, sentándose en sus piernas y tomando sus manos a manera de que no escape.

—¿¡Qué haces!? Bájate, Bambam —se quejó Yugyeom.

—No hasta que me digas qué sucede contigo —demandó—. ¿Por qué cuando entré volviste a ponerte la camisa? Te he visto un millón de veces sin nada encima, ¿Qué estás escondiendo?

—No escondo nada, déjame en paz —dijo fastidiado, intentando quitarse a Bambam de encima.

—Quitate la camisa.

—¿¡Qué!? ¡No voy a hacer eso!

Bambam bufó y comenzó a tirar de la prenda, luchando con Yugyeom quien intentaba dejarla en su sitio. Entre tanto tirar de ambos, la camisa, —por ser de un material muy delicado— terminó por rasgarse, dejando el pecho de Yugyeom al descubierto.

El chico intentó taparse nuevamente, pero Bambam volvió a tomar sus manos y las despejó del camino.

—Oye, ¿Por qué están así? —preguntó con preocupación Bambam al ver los rojizos pezones de su amigo—. ¿Tienes alguna alergia? ¿Te duelen?

Las mejillas de Yugyeom se calentaron con velocidad, y desvió la mirada a otro lado que no fuese la curiosa mirada de Bambam sobre su pecho.

—¿Puedes bajarte?

Bambam negó, —No. Voy a tocarlos.

—¡No!

Pero ya había sido muy tarde cuando Bambam ya estaba presionando levemente uno de ellos, sintiéndolos extrañamente calientes. Yugyeom mordió su labio y echó la cabeza hacia atrás, reprimiendo cualquier sonido que quisiese salir de él.

Bambam ladeó la cabeza sin entender la actitud de su amigo, así que volvió a presionar el rojizo botón, volviendo a tener otra reacción de este tipo. Levantó sus cejas al comprender lo que sucedía, y eso le causó muchísima más curiosidad.

—Nunca había conocido de un chico que le gustara esto —comentó sin ganas de burlarse del otro, recibiendo una mirada avergonzada por parte de Yugyeom—. No te estoy criticando, eh. Que quede claro.

—Ya lo sabes, así que bájate —intentó alejar a Bambam de encima, pero este se aferró a él.

—¿Por qué debería bajarme? —preguntó con aire inocentón.

—Bambam... —regañó el menor, recibiendo otra suave presión en su delicado pezón—. ¡Ya deja de hacerlo!

—¡Es que me llama la atención! —dijo Bambam con énfasis en su voz—. He visto a muchas chicas volverse locas cuando atiendo sus pechos, y me da curiosidad saber cómo lo haría un chico.

—¿¡Y quién te dijo que dejaré que me sigas tocando!? ¡Ya bájate de una buena vez!

Las manos de Bambam se posaron sobre cada tetilla del chico. —Pero Yugyeom... —comenzó a subirlas y a bajarlas con lentitud, sintiendo el cuerpo de su amigo vibrar por la estimulación—. Prometo que te va a gustar.

Tomó entre sus dedos uno de esos pequeños botones, y lo apretó levemente, logrando espasmos en Yugyeom.

—B-Bambam, no hagas eso... —pidió Yugyeom, con su voz frágil al sentir la deliciosa atención que recibían sus puntos más débiles.

—Yo sé que sí quieres, Yug. Déjame hacerlo... —repitió Bambam, pellizcando ambos pezones y mirando con intensidad a su amigo. Le estaba gustando aquello, ver aquella mirada suplicante de Yugyeom le ponía irremediablemente, incluso cuando no eran los chicos los que le gustaban exactamente. Acercó su rostro al cuello de Yugyeom y comenzó a repartir suaves besos por toda la extensión, hasta llegar al oído del contrario—. Eres un travieso, mira nada más cómo los dejaste; rojos e irritados. De seguro los maltratas tanto en busca de tu placer.

—Bambam...

—¿Te gusta así? ¿Rudo? —dijo para apretar fuerte ambas tetillas, ganándose un agudo gemido por parte de Yugyeom y un movimiento de caderas.

Como una chica, Yugyeom gemía como una chica necesitada de más. Su pene creció dentro de sus pantalones y dudó un poco antes de sentarse más cerca del menor, justo encima de su miembro, sintiéndolo algo hinchado y punzante contra su trasero.

—¿Q-qué haces? —preguntó Yugyeom al sentirlo sobre él.

—No digas nada, solo disfruta.

—No me gustan los chicos —dijo el chico algo nervioso por la cercanía.

Bambam lo miró burlón, —A mí tampoco, pero no se siente mal, ¿O sí? —el contrario negó—. Además, somos amigos, esto es algo para reforzar la amistad.

Yugyeom asintió algo inseguro, pero justo en ese momento Bambam volvió a pellizcar sus pezones, haciendo sus ojos rodar por el placer. —¡Ah~!

El miembro de Bambam se hizo un poco más erecto, y sentir el de su amigo contra su trasero lo hizo sentir un poco ansioso, así que actuando por puro impulso movió sus caderas levemente, arrancándoles un gemido a ambos por la exquisita sensación.

Se miraron con asombro un momento, pero no se detuvieron a pensarlo mucho, cuando ya Bambam volvía a realizar el mismo movimiento y mantenerlo constantemente, uniéndose Yugyeom, quien tomó de las caderas al tailandés para afianzarlo más al encuentro y rozarse con más intensidad.

Eran un lío de gemidos y gruñidos, moliendo sus erecciones cubiertas por las telas de sus pantalones. Bambam llevó su boca hasta uno de los pezones de Yugyeom y comenzó a chuparlo y morderlo con desespero, disfrutando de sentir al chico deshacerse de placer por algo que le estaba haciendo.

—¡Dios, ah! Si, mhm... —la boca de Yugyeom estaba abierta, dejando salir todos esos sonidos de satisfacción al sentir los dientes y lengua de Bambam sobre su pezón.

Jamás había sentido algo así, y la estimulación era exquisita en todos los sentidos, sintiendo ganas de llorar por lo rico que se sentía. Tomó del culo a Bambam, apretándolo y masajeándolo, a su antojo, ganándose gemidos de gusto que iban directos a sus botones.

Bajó su cabeza hasta el cuello de Bambam y comenzó a besar y morder ahí, sabiendo que estaba haciendo algo bien por la manera en la que el tailandés se estremecía.

Los desesperados movimientos estaban haciendo de lo suyo, y antes de que pudiesen saberlo ya se estaban corriendo con fuerza dentro de sus pantalones. Mordieron sus labios para no dejar salir ningún ruido que pudiese delatarlos y reposaron en el sofá, Yugyeom en el respaldo y Bambam sobre él, en busca de calmar sus agitadas respiraciones.

La cabeza de Bambam reposaba en el cuello de Yugyeom, sintiendo los párpados pesados por el arrollador orgasmo que había vivido. —Eso estuvo increíble...

Yugyeom asintió, haciendo un sonido de afirmación con la garganta, sin tener más fuerzas para hablar. Aún podía sentir las secuelas del orgasmo en su cuerpo, y la sensación de Bambam encima de él.

Estuvo increíble, claro que sí.

—¿Quién más sabe de eso? Ya sabes...

—Nadie —respondió Yugyeom sabiendo a lo que se refería Bambam—. Solo tú sabes mi secreto. Es vergonzoso, no lo vayas a divulgar.

Una sensación de orgullo envolvió a Bambam, sintiéndose importante por conocer ese secreto tan íntimo de Yugyeom. Su amigo había tenido algunas parejas, y que ninguna de ellas supiesen de eso lo subía de categoría.

—No debería de avergonzarte. Todos tenemos nuestro punto débil.

—¿Cuál es el tuyo?

Bambam se alejó de Yugyeom para mirarlo a los ojos. —¿Para qué quieres saber eso?

—Tú sabes el mío, creo que es justo saber el tuyo —se encogió de hombros.

Dudó un por un segundo, pero luego se dio cuenta de que no debía hacerlo realmente. No con Yugyeom.

—La verdad es que mi cuerpo es bastante sensible, pero mis manos y mis labios lo son mucho más.

—O sea que si te chupo un dedo te gustaría —dijo Yugyeom con gracia.

Bambam rió y golpeó levemente el pecho de Yugyeom. —No digas eso ni en broma.

—¿Por qué, te excita?

—Un poco, la verdad —admitió sin más.

Yugyeom lo miró con intensidad, sin borrar la sonrisa traviesa de su rostro, siendo correspondido de igual modo por Bambam.

—¿Qué hay de tu boca?

Bambam tocó sus gruesos labios levemente. —No es una fijación oral como tal, pero sí llegan a ser un punto sensible para mí.

—¿Con solo un beso te prendes?

—Con solo un beso me prendo —repitió insinuante—. Pero no cualquier beso, debe de ser un muy buen beso.

—Me han dicho que beso bien...

El tailandés se acercó al rostro del otro, rozando sus labios. —Tendría que confirmarlo por mi mismo.

Yugyeom juntó sus labios en un hambriento beso, siendo correspondido de igual forma, comenzando una lucha de labios y lenguas, buscando la manera de tener mucho más del otro.

El menor mordía el abultado labio inferior del tailandés, arrancándole gemidos de placer por la sensación, confirmando lo dicho anteriormente, y es que sentía el cuerpo de Bambam volverse nada con un beso, incluso se mecía débilmente sobre él en busca de más.

Unos toques a la puerta los hicieron separarse con rapidez, y miraron hacia ella con algo de temor.

—¡Yugyeom! ¿Bambam está ahí contigo? —la voz de Jinyoung se escuchó.

Aclarándose la garganta, Bambam respondió: —¡Aquí estoy! ¿Sucede algo?

—Te dije que estaría aquí, pero nunca me haces caso —ahora fue el turno de Mark en entrar a la conversación—. ¡No es nada, Bambam! Solo que no los encontrábamos y Jinyoung se preocupó un poco.

—El auto llegará dentro de poco. Apresúrense en arreglarse —demandó Jinyoung y se marchó de ahí junto a Mark.

Ambos jóvenes taparon sus bocas y comenzaron a reírse por la situación, dejando ir un poco la adrenalina de casi ser descubiertos.

Se miraron cómplices y se levantaron para arreglarse, regalándose miradas traviesas y uno que otro toque mientras estaban ahí.

Sabían que ese era el inicio de algo que no acabaría pronto, y estaban ansiosos de descubrir más puntos débiles del cuerpo contrario como del suyo propio.


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Regalo para el lindo Ángel que llegó a mi vida. Espero que te haya gustado, preciosa~ 💚✨

Tómalo como regalo atrasado de cumpleaños y como agradecimiento por estar día y noche conmigo. Eres simplemente especial para mí, y te amo como no tienes idea (。•̀ᴗ-)💕

Angelsaurio

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