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BAMBAM, NO HAGAS ESO╏Parte extra

Un nuevo comeback se venía dentro de poco, y los siete chicos tuvieron que dejar sus vacaciones para volver a esa casa grande en la cual debían convivir todos. Era más fácil tenerlos a todos juntos en un mismo espacio, y de esa forma el trabajo salía mucho más rápido.

Jaebeom preparaba el desayuno con algo de flojera, siendo visto por un Youngjae aún adormilado que estaba a nada de golpear su cabeza contra la mesa a causa del sueño. Jinyoung estaba en la sala, leyendo un libro, y Mark estaba a su lado jugando con su teléfono. Jackson, por otro lado, estaba concentrado preparando su terrible licuado de aspecto repugnante que tanto le gustaba presumir.

—¿Bambam y Yugyeom aún no despiertan? —preguntó Jinyoung, cerrando su libro y mirando a los demás.

La casa era de concepto abierto, así que se podían ver, y las habitaciones se encontraban en el piso superior. Eran un total de seis cuartos, y cada uno tomó el suyo personal, dejando a los dos menores compartir habitación sin derecho a reclamo.

—Regresaron tarde del estudio, déjalos descansar. Hoy es nuestro día libre, así que no importa a qué hora se levanten —dijo Jaebeom apagando las hornillas. Miró a Youngjae y golpeó su cabeza para espabilar al muchacho—. Si tanto sueño tienes, vete a dormir.

—¡Hyung! —se quejó el chico, sobando su cabeza—. Estoy esperando la comida, luego me iré a dormir.

El sonido de la licuadora se detuvo, y Jackson se giró a verlos sonriente. —¿Quieren licuado?

La cara de todos se arrugó y negaron casi de inmediato, levantándose para llegar hasta la mesa en donde el líder ya estaba colocando el desayuno. Jinyoung miró las escaleras con algo de duda, y Mark fue quien lo notó.

—Déjalos quieto —dijo el americano, llamando su atención—. Son grandes, no necesitas cuidarlos a cada momento. Además, JB dijo que llegaron tarde, así que deben estar durmiendo aún.

Sin darle más vueltas al asunto, los cinco presentes se dedicaron a comer sus alimentos, disfrutando de la compañía. Si bien a todos les gustaba vivir en sus departamentos solos, el regresar a convivir juntos era agradable.

Aunque claro, esto traía sus desventajas, y eso lo estaban viviendo Yugyeom y Bambam en ese preciso momento. Luego de su primer encuentro en aquel camerino, se vinieron muchos más, los cuales fueron aprovechados en la soledad de sus departamentos en los cuales nadie les molestaba.

Poco a poco fueron descubriendo más acerca del otro, revelando secretos de cama que guardaban recelosamente en sus memorias. Poco a poco fueron escalando más y más, haciendo más intensos los roces, y dejando que sus manos viajaran hacia lugares más ocultos, más prohibidos. Poco a poco se dieron cuenta de que lo que en un principio hacían, ya no era suficiente, y arriesgándose descubrieron un nuevo mundo de posibilidades.

Todo era más fácil antes, cuando Bambam o Yugyeom visitaban la vivienda privada del otro, sin correr el riesgo de ser descubiertos, pero ahora ya no estaban solos, sino que tenían la compañía de sus cinco amigos a los cuales le habían escondido sus actos. Ambos decidieron que pararían por ese tiempo, para no arriesgarse a ser descubiertos.

Pero era imposible.

Yugyeom estaba sobre sus manos y rodillas, con la mano de Bambam apretando su boca para que sus gemidos no salieran tal alto. Sus ojos se cerraban con fuerza, sintiendo el miembro del contrario arremeter con fuerza dentro de él, tocando ese punto que lo hacía mirar estrellas.

Los jadeos y bajos gruñidos de Bambam lo hacían sentir escalofríos, y es que el mayor tenía su pecho pegado a su espalda, y su boca besando su nuca con esmero. Sintió la mano libre de Bambam serpentear por su estómago, hasta llegar a uno de sus pezones, comenzando a pellizcarlo con saña.

Yugyeom chilló, y no soportó más, sintiendo sus brazos débiles y dejando caer su pecho al suelo. Bambam tomó sus caderas, ralentizando sus embestidas. —Párate.

—N-no puedo —jadeó, sumamente débil. Bambam salió de él, ganándose un gemido de queja, pero lo giró, abriendo sus piernas y penetrándolo de inmediato—. ¡Ah!

—¡Shh! Nos van a descubrir —advirtió Bambam, volviendo al ritmo acelerado de antes. Yugyeom tapó su boca, reprimiendo todos los alaridos de placer que quería dejar salir. En esa posición Bambam maltrataba aún más su próstata—. ¿Te gusta, Yugy? ¿Ah?

El chico asintió, no dejándole espacio a la vergüenza, y Bambam sonrió por la imagen. Vio los botoncitos rosas de su amigo, y su boca se hizo agua. Había desarrollado cierto gusto por ellos. Sin tardar mucho, se inclinó y tomó uno entre sus labios, comenzando a chuparlo con ganas. Con su otra mano tomó el otro, pellizcándolo para así no dejarlo desatendido. Para ese punto los ojos de Yugyeom estaban llenos de lágrimas provocados por las exquisitas sensaciones que lo estaban recorriendo.

Un conocido cosquilleo les advirtió lo que se avecinaba, y como si estuviesen conectados, unieron sus labios en un demandante beso, mezclando sus lenguas y saliva de una manera salvaje y hambrienta. El arrollador orgasmo llegó hasta Yugyeom, y ahogó su extasiado gemido entre los labios de su amigo, y poco después llegó Bambam cuando sintió las calientes paredes de Yugyeom apretarlo deliciosamente. Grandes chorros caían en el estómago de Kim, manchando parte del pecho de Bambam, y también dentro de Yugyeom, llenándolo por completo.

El tailandés se desplomó a un lado de Yugyeom, ambos exhaustos y con sus respiraciones entrecortadas, mirando con detenimiento el techo de su habitación.

—No usaste protección —dijo Yugyeom, sintiendo como el semen de Bambam salía de su interior. No le desagradaba, pero era un poco incómodo.

—Estamos limpios, y a ambos nos gusta más así que con condón —respondió sin importancia.

Decidió no opinar sobre eso, pero luego frunció el ceño, golpeando el hombro del contrario. —¡Me tocaba a mí estar arriba! La última vez también fuiste tú quien la metió.

—Grítalo más fuerte, Yugyeom. Que todos en la casa se enteren que nos la metemos a cada rato —habló irónico Bambam, y Yugyeom desvió su mirada al techo, sabiendo lo imprudente que fue—. Además, estuvo muy bueno, y si quieres puedes ser tú el de arriba dos veces seguidas y estaremos a mano.

—Me parece bien —se encogió de hombros. Sus rodillas dolían un poco, y miró a Bambam con duda—. ¿Por qué lo hicimos en el suelo? Era más cómodo en la cama.

—Porque las camas rechinan mucho, y no queremos ser descubiertos —se sentó y estiró sus brazos—. Odio hacer esto con personas cerca. Me gusta escucharte gemir alto.

Las mejillas de Yugyeom se sonrojaron, pero por la reciente actividad física no fue tan notorio. —Eso es demasiado gay —dijo sentándose de igual modo, siseando al sentir el leve escozor en su parte baja.

—Oh, claro, porque tener un pene en tu culo es lo más heterosexual del mundo, Kim Yugyeom —se burló Bambam, levantándose del suelo y caminando hasta el baño.

Yugyeom lo siguió con la mirada desde su sitio, mirando al mayor apreciar su reflejo en el espejo. No pudo evitar que su mirada recorriera el cuerpo del contrario, paseando por sus brazos, que con ejercicio habían crecido de tamaño, siguiendo con su espalda, su fina cintura, su respingón trasero y sus largas piernas. El cuerpo de Bambam era sumamente atractivo a su vista, y desvió la mirada cuando sintió que estaba viéndolo demás.

Ellos seguían siendo los mismos amigos de siempre, solo que ahora compartían una estrecha relación en la cama que nadie sabía. Habían dejado las cosas en claro, acordando que aquello sería solo por gusto y nada más allá, pero Yugyeom había cruzado la línea, y estaba consiente de ello. No estaba enamorado de Bambam, pero sí podía admitir que se sentía atraído por él, tanto en la cama como fuera de ella. Era su mejor amigo, quien mejor lo entendía y con quien podía ser él mismo.

Fácilmente podía considerarlo como su tipo ideal...

...pero era un hombre.

A Yugyeom no le gustaban los chicos, incluso se había aventurado a mirar algo de porno homosexual para saber si les gustaba o no, pero no provocó nada en él, así que estaba descartado el hecho de ser gay. Sin embargo, y sin que le quede algo por dentro, Bambam sí le parecía jodidamente atractivo, y su cuerpo llamaba por completo su atención.

Pero no podía hacer nada al respecto, y ya lo tenía asumido.

Se levantó del suelo luego de mucho pensar, y se metió al baño. Bambam estaba en la ducha, y podía ver su silueta a través de la cortina. Se apoyó del lavamanos, y se cruzó de brazos, mirando hacia el frente.

—¿Harás algo hoy?

Bambam tarareó una respuesta afirmativa. —Le prometí a Aerin que saldría con ella hoy.

El nombre de aquella chica logró que una mueca disgustada se implantara en el rostro de Yugyeom. Go Aerin era una chica que Bambam había conocido hace poco y habían estado saliendo a citas. La había presentado a los seis, y debía admitir que era muy agradable y bonita, pero no se sentía totalmente a gusto con ella.

Se sentía incómodo cada vez que los miraba juntos, y prefería no estar presente para llevarse el mal rato. ¿Cómo Bambam podía hacer eso? Actuaba de una forma con Aerin, y luego se escabullía entre sus sábanas para que lo besara. Se comportaba como un caballero con ella, pero le gustaba montar a Yugyeom. Intentaba darle su espacio a la chica para no irrespetarla, pero luego le hablaba sucio cuando le tocaba ser el activo.

Miró nuevamente la figura de Bambam, y no esperó para adentrarse en la ducha y acorralar a Bambam contra la pared, pegando su pecho a la fría cerámica.

—¿Qué haces? —preguntó el tailandés sorprendido, y jadeó cuando sintió a Yugyeom rozar su miembro contra su trasero.

El chico mordió su oreja, y llevó su mano hasta el pene de Bambam, encontrándolo un poco despierto. Se sintió orgulloso por eso. —Planeo cobrarte una de las veces que me toca arriba.

━•✧ ◍ ✧•━

Álbum listo, coreografías listas, solo faltaban las fotos para por fin comenzar con las promociones de lo que sería el nuevo comeback de GOT7.

Todos lucían trajes, teniendo sus pechos al descubierto por el concepto sensual que traería el nuevo álbum. La sesión iba a ser en una casa con un diseño nuevo en innovador, de color blanco, pero con solo el apoyo de la luz solar, dejando ese toque semi oscuro y cálido que buscaban.

—¿Por qué todos tenemos el pecho al aire y Jinyoung tiene una camisa? —preguntó Jackson señalando a Park, quien llevaba su pecho cubierto por una prenda de tela fina y casi transparente—. Yo opino que se la quite.

Jinyoung golpeó el brazo de Jackson. —No te metas. Youngjae también tiene una camisa y no veo que andes diciendo que andes diciendo para que se la quite.

—¿Él también? Ya voy a dar mis quejas. Todos vamos a mostrar nuestros cuerpos sí o sí.

Jaebeom se encontraba hablando con el director de la sesión, y Mark bromeaba con la línea Maknae, mirando por el enorme ventanal que tenía la casa.

—Yugyeom, tienes un admirador —bromeó Mark.

—¡Oh, yo también lo vi! —la risa de Youngjae no se hizo esperar.

Yugyeom frunció el ceño. —¿De qué hablan?

—No vayas a mirar para allá todavía, pero hay uno de los chicos que desde que llegamos no te ha quitado la mirada de encima —comentó Mark—. Creo que es uno de los maquillistas.

Si bien ya tenían puestos sus vestuarios, aún sus rostros estaban completamente limpios de maquillaje. Yugyeom miró con disimulo hasta el jardín, colocando su mirada en donde Mark le había indicado. En cuanto posó sus ojos en la zona, uno de los chicos desvió la mirada al suelo, luciendo terriblemente nervioso. Era delgado, algo bajito y tenía sus cabellos negros tapando parte de sus ojos.

De lejos no podía analizarlo bien, pero por lo poco que veía podía aceptar que era lindo. No entraba en la categoría de guapo, puesto que se veía muy delicado y pequeño para ser llamado así, pero la forma en que jugaba con sus dedos, y se veía tan diminuto en su sitio le pareció muy tierna.

—Yo no noté que ese chico estaba mirando a Yugyeom, así que no mientan —la voz de Bambam se hizo notar, y se giró a mirarlo, encontrando su frente algo arrugada—. No les creas a esos tontos.

—¿De qué hablan? —preguntó Jackson, acercándose junto a Jinyoung hasta donde se encontraban los demás.

—De que ese chico no para de mirar a Yugyeom.

—¡Es cierto! —exclamó Jackson.

Jinyoung asintió y miró al chico. —Lo están asustando, será mejor que se quiten de aquí.

Haciendo caso a lo pedido, todos se sentaron en los sofás de la casa, estando de acuerdo de que Yugyeom tenía a un chico detrás de él. Jaebeom se acercó a su grupo, y los miró con curiosidad. —¿De qué hablan?

—Yugyeom llamó la atención del bonito chico de camisa de rayas —explicó Jackson, subiendo y bajando sus cejas juguetonamente.

—Pensé que era el único que lo había notado.

Mientras todos se enfrascaban en una conversación respecto al tema, Yugyeom giró su cabeza, buscando con la mirada al chico, encontrando sus ojos por unos efímeros segundos antes de que el contrario desviara la mirada, con sus mejillas rojas. Yugyeom sonrió de lado, y regreso su vista, encontrándose ahora con la de Bambam. Tragó saliva. —¿Qué?

El tailandés lo miró por unos instantes, con su rostro completamente serio. —¿Por qué lo veías?

—¿Ah? —miró a los demás, pero estos seguían hablando entre ellos, ignorando su conversación—. S-solo me dio curiosidad.

Bambam alzó una ceja, pero no dijo más nada, desviando su mirada al frente, y confundiendo a Yugyeom. No intervinieron más en la plática, y pronto fueron llamados uno a uno para que fuesen hasta sus lugares asignados para aplicarles el maquillaje, y para sorpresa de Yugyeom, el chico de antes era quien iba a encargarse de su rostro.

Tomó asiento en el lugar correspondiente, y miró en silencio cómo el contrario arreglaba su maquillaje sobre la mesa. Podía notar sus movimientos algo temblorosos, y quiso evitar pensar que era por él. Con el chico más cerca, pudo notar bien sus facciones. Tenía un rostro fino, y muy delicado, unos labios algo gruesos y rojizos. Sus ojos eran algo grandes, y expresivos, y sus mejillas estaban decoradas por un incesante sonrojo.

Era lindo, lo aceptaba, y era la primera vez que se sentía medianamente atraído por un chico que no fuese Bambam.

—U-uh, yo ya comenzaré —avisó el chico, luchando con mirarlo a los ojos, fracasando al no poder sostenerle la mirada por mucho tiempo.

—No estés tan nervioso. ¿Eres fan del grupo? —preguntó con amabilidad, provocando que el sonrojo del contrario aumentara.

Asintió. —Me gusta mucho.

—Es bueno saberlo —sonrió—. ¿Puedo saber tu nombre?

—Lee Nakyum —murmuró.

—Es un gusto, Nakyum. Solo relájate.

Nakyum asintió, y sonrió quedito, tomando sus brochas para comenzar su trabajo.

Durante todo ese tiempo, Yugyeom bromeaba con Nakyum, llevando un rato agradable entre ambos. También lo había provocado un poco, mirándolo detenidamente para así lograr avergonzarlo y que sus mejillas se calentaran aún más. No sabía porqué lo hacía, pero le entretenía verlo de ese modo.

El chico no era su tipo, pero no podía evitar mirarlo demás para apreciar sus bonitos rasgos. Era lindo, sí, pero muy delicado para su gusto, incluso al hablar se cohibía demasiado y hasta cierto punto lo hizo sentir aburrido. No era como charlar con Bambam, con quien podía conversar por horas sin cansarse. También estaba el hecho de que Bambam podía ser lindo también, pero también era muy guapo y atractivo cuando se lo proponía.

Mirar a Nakyum le hizo darse cuenta de tres  cosas; la primera, era que podía admirar a otros hombres y aceptar que eran de su gusto, la segunda, es que al parecer se podía sentir atraído por más chicos, la tercera cosa, y la que parecía traerle más problemas, era que al parecer Bambam le gustaba más de lo que quería creer.

━•✧ ◍ ✧•━

—¡Estoy agotado! —se quejó Yugyeom lanzándose al mueble de la casa en donde se estaban quedando.

Luego de un largo día de fotos, por fin habían terminado y regresado a su hogar. Los seis mayores también tomaron asiento en la sala, menos Bambam que había entrado a la cocina para beber agua. Este último se encontraba callado, y no se había hecho a notar durante todo el viaje de regreso.

—Y cuéntanos, Yugyeom. ¿Qué tal el maquillista? —preguntó Youngjae burlón—. Todos te vimos hablar con él, y el pobre parecía un tomate de lo rojo.

—No sabía que te iban los chicos, y hasta coqueteaste con él —comentó Jinyoung.

—¡No le estaba coqueteando a Nakyum!

—Oh, es que hasta tiene nombre —rió Jackson, y miró al menor con tranquilidad, como si el tema no fuese fuera de lo común—. ¿Te dio su número? ¿Te gustó?

—Ok, detente ahí —Yugyeom se sentó correctamente—. No le estaba coqueteando, ¿Ok? Solo conversaba con él, y no, no me dio su número.

—No respondió lo último —habló Mark—. ¿Te gustó o no?

Pensó en la pregunta, y se encogió de hombros. —Era lindo —respondió simple. Sus amigos jamás lo juzgarían, y decir que un chico era lindo no era para tanto.

El sonido de una puerta siendo cerrada con fuerza los asustó a todos, y notaron que Bambam ya no estaba cerca. Yugyeom frunció el entrecejo curioso, no sabiendo el porqué de su actitud. ¿Será que se sentía mal? Bambam acostumbraba a irritarse cuando se sentía mal.

—¿Te gustan los chicos? —Jaebeom llamó su atención, y Yugyeom lo miró—. Sabes que te aceptamos tal como eres, pero es la primera vez que sales con algo de este estilo.

Lo pensó. ¿Le gustaban los chicos? Antes hubiese dicho que no, pero luego de hoy se había dado cuenta de que existía la posibilidad de que otros llamaran su atención.

—No lo sé —respondió sincero—. Es decir, Nakyum era lindo, pero no saldría con él —no mientras comparara cada parte de él con Bambam—. No podría responder la pregunta ahora, pero no me cierro a la idea de estar con un chico. ¿Me explico?

Jaebeom asintió. —Ya eres grande y sabes lo que haces. Mientras no te dañes a ti o a los demás, tienes nuestro apoyo —los demás asintieron—. Es mejor que vayan a descansar.

Sin muchas ganas de contradecir al líder, cada uno fue tomando camino hasta sus habitaciones. Yugyeom se adentró en su cuarto, y encontró a Bambam sobre su cama, acostado boca arriba y tapando sus ojos con su antebrazo.

—¿Estás bien? —le preguntó, más no recibió respuesta—. Oye, te hice una pregunta.

—No es tu problema cómo me sienta, déjame en paz.

Aquella respuesta tomó por sorpresa a Yugyeom.

—Me preocupo por ti, idiota. No tienes porqué contestar de ese modo —reclamó, sin quitar la vista del mayor.

Bambam se quitó el brazo de encima, y se sentó en la cama, mirando a Yugyeom con burla. —¿Qué? ¿Quieres que te sonría y me ponga nervioso ante ti?

—¿Pero qué estás diciendo?

—Solo te pregunto cómo quieres que actúe —se encogió de hombros—. Así lucía el chico de temprano y tú te veías muy a gusto con él. 

Yugyeom lo miró sin entender. —¿Acaso estás celoso?

—¿Qué? Obviamente no —la frente de Bambam se arrugó—. Pero si vas a comenzar a salir con otros chicos entonces avísame para no volver a estar contigo.

—No puede ser... —rió desganado, aún sin poder creer lo que escuchaba—. ¿Cómo me dices tú eso? Te recuerdo que entre los dos, tú eres el que está saliendo con alguien.

—Sí, pero yo no me he acostado con Aerin.

—¿¡Y acaso yo- —respiró hondo—. ¿Acaso yo me estaba cogiendo a Nakyum en tus narices, Bambam?

—Pues parecías muy contento a su lado —dijo firme—. No sabía que te gustaban los hombres, y si planeas salir con ese tal Nakyum, entonces acabaremos con nuestros encuentros.

Se levantó de la cama, y se metió en el baño, dejando a Yugyeom con la palabra en la boca. Era increíble, y se sentía furioso por lo que escuchaba. ¿Cómo se atrevía a reclamarle? ¿Con qué derecho? Nunca opinó nada sobre su relación con Aerin, y hoy, que solo habló con un chico, ya le estaba poniendo fin a esa extraña relación que tenían.

Se cambió de ropa, quedando solo en boxers, y se acostó en su cama mirando a la pared. Estaba enfadado, y al mismo tiempo se sentía decepcionado. Bambam había sido un idiota, y no le apetecía hablar con él en un gran rato.

¿Lo peor? Le gustaba, Bambam le gustaba, y luego de esto que había sucedido no creía poder hacer algo al respecto.

━•✧ ◍ ✧•━

La cama se estaba moviendo, y apretó sus ojos recién despertando de su sueño. No entendía que estaba sucediendo, y tampoco era consciente. Sintió una mano pasar por sus costillas, y una cálida respiración contra su espalda. Se tomó su tiempo para despertar por completo, y bajó la mirada, mirando el brazo que estaba sobre su estómago.

Sabía de quien se trataba.

Se giró en la cama, quedando frente a frente al contrario, y lo miró detenidamente, teniendo los ojos del mayor posados en los suyos.

—¿Qué haces aquí? —murmuró bajo, con su voz levemente rasposa por acabar de despertar. Miró el reloj, notando que no había pasado mucho desde que se durmió, solo unas dos horas.

—Tengo frío.

Alzó una ceja, y miró su atuendo. —Solo tienes puesto tu ropa interior. Ponte algo más encima.

—No quiero.

—Entonces toma otra frazada y cúbrete.

—Quiero dormir contigo, ¿Sí?

—Yo no quiero, así que vete a tu cama.

Bambam suspiró, pero se abrazó más a Yugyeom, incluso cuando este no devolvía su abrazo. Al menos no lo apartaba.

—Lo siento, fui un tonto, lo admito —susurró contra el pecho de Yugyeom—. Yo... no me gustó verte con ese chico.

Yugyeom se quedó callado por un rato, hasta que rodeó la cintura de Bambam, apegándolo más a él. No dijeron nada más, simplemente se quedaron abrazados, pero sin volver a dormir. Cada uno estaba perdido en sus pensamientos, y el sueño ya se había escapado de sus organismos.

—Nakyum era lindo, pero no saldría con él... no es mi tipo.

—¿Y con otro chico? ¿Saldrías?

Bambam alzó la mirada, y posó sus ojos en Yugyeom. —No lo sé, quizás. ¿Tú?

—Yo no —negó con la cabeza—. No me sentiría cómodo.

—¿Justo ahora estás incómodo?

—No —la respuesta vino de inmediato—. Contigo nada es incómodo.

Yugyeom tragó saliva, con su corazón acelerado por sus palabras.

—Me gustas, Bambam —dijo, y el tailandés abrió sus ojos levemente—. No estoy enamorado de ti, no lo malinterpretes. Simplemente me gustas, mucho. No solo en la cama, sino también afuera, cuando solo pasamos el rato juntos. Creo que no deberíamos de seguir con esto.

El mayor de ambos no decía nada, solo miraba a Yugyeom con una expresión indescifrable. Kim, por otro lado, no se sentía mal por el silencio, es decir, al momento en que confesó cómo se sentía, lo hizo con el único fin de ser sincero, y de dar una explicación de porqué debían acabar sus encuentros. No esperaba que Bambam se lanzara a sus brazos y le declarara amor eterno.

—N-no lo imaginé —terminó diciendo—. Tampoco lo pensé.

—No te comas la cabeza por eso. Supongo que era algo que podía llegar a suceder. Sé que te gustan las chicas, y yo estoy descubriendo que otros chicos pueden llamar mi atención.

—Pero no quiero —Yugyeom lo miró confundido—. Cuando te dije que no lo pensé, me refería a que no pensé que también podría sentir igual. Siempre asocié que mis sentimientos por ti no eran más que amistosos, monotonía por el tiempo de estar juntos, pero hoy cuando te miré con Nakyum no me gustó para nada. Me sentí molesto, pero también sentí miedo, de que me reemplazaras por alguien más.

—Estabas celoso...

—Sí, Yugyeom, estaba jodidamente celoso, y el verte sonriéndole a ese chico lo que hizo fue empeorar la sensación ¿Contento? —rodó los ojos, y el menor no pudo evitar sonreír—. A lo que quiero llegar es que también me gustas. No me gustan los hombres, solo tú.

—¿Qué hay con Aerin?

—Solo estábamos saliendo, ni siquiera éramos novios —chasqueó la lengua—, y creo que le gusta más Jinyoung que yo.

Ambos rieron por eso, y luego se miraron a los ojos, con pequeñas sonrisas en sus rostros. No sabían cómo sería su relación de ahora en adelante, y estaban algo emocionados por ello.

—¿Seremos novios? Eso no es de bros —dijo Bambam con burla.

—Ser novios es cosa de gays, y no lo somos —le siguió Yugyeom.

—Exacto, no somos gays. Solo somos mejores amigos que follan y se gustan, sin la etiqueta de novios pero con exclusividad —declaró—. ¿Te parece besamos para sellar nuestra nueva forma de amistad?

Yugyeom rió, y tomó los labios de Bambam, quien correspondió el beso de inmediato. Era extraña la forma en la que sucedían las cosas, pero en ocasiones no era tan urgente ponerse a preguntar el porqué. Ambos iban escalando un poco más en la vida del otro, y se tomarían todo su tiempo para averiguar cómo terminarían.

—Creo que tomaré mi segunda oportunidad de estar arriba —dijo Yugyeom besando el cuello de Bambam.

—Mhm, eso estaría bien —dijo el mayor, y se levantó de la cama—, pero vamos al baño, porque ni loco dejo que me pongas en el piso.

El menor rió, y se encaminaron al baño. Que bueno que no acabaron con esos encuentros, porque ambos los disfrutaban como nunca.

Dedicado a  Neuronasyugbam10

Espero te haya gustado ♥

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