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𐔌. 🏁 ⋮ 𝙊𝙊2 .ᐟ ֹ₊ ꒱

Seungmin observaba con ternura al australiano a su lado. Las conversaciones habían sido bastante cómodas, sin un solo momento de incomodidad entre ellos. Sin embargo, sin darse cuenta, había bebido más de la cuenta. Solo había tomado cerveza, nada más fuerte que eso, pero olvidó un pequeño detalle: su resistencia al alcohol era prácticamente nula. Ahora, con las mejillas encendidas y la lengua más suelta de lo normal, estaba hablando cosas sin sentido. 

Christopher lo miraba con diversión, negando con la cabeza mientras soltaba una risa baja. Ahora sabía que el menor no solía beber y menos en exceso, por lo que le sorprendía verlo así. Previendo lo que podía pasar si continuaban en el bar, decidió cancelar las últimas botellas que habían pedido y pagando las últimas.

—Es hora de que nos vayamos de aquí —dijo con una sonrisa acomodando sus lentes, al ver cómo Seungmin fruncía el ceño en clara negación. 

—No… Si nos vamos, ya no tendré motivos para cruzar palabras contigo —protestó con un ligero puchero, tratando torpemente de apartar el cabello que le caía sobre los ojos. 

El australiano suspiró con paciencia antes de acercar la mano al flequillo del menor y apartarlo con cuidado. Sus dedos rozaron suavemente la frente de Seungmin, quien entrecerró los ojos con un leve suspiro. El rubor en sus mejillas no solo se debía al alcohol, y Christopher no pudo evitar encontrarlo muy adorable. 

Sabiendo que no podían quedarse más tiempo, sacó su teléfono y envió un mensaje rápido a Felix, avisándole que se iría antes al hotel porque no se sentía bien. No quería que el otro se preocupara demasiado, así que dejó claro que no era nada grave. 

—Vamos, no puedes quedarte aquí toda la noche —dijo con firmeza, ayudándolo a levantarse con cuidado. Seungmin se tambaleó un poco, pero Christopher lo sostuvo con facilidad, asegurándose de que pudiera caminar sin problemas. 

Mientras lo guiaba hacia el auto, el coreano murmuró en voz baja: 

—No lo sé… eres alguien popular, que seguro busca a alguien como tú. No a alguien que solo arregla el auto de su rival… 

El australiano parpadeó, sorprendido por aquellas palabras cargadas de un dejo de tristeza. Seungmin bajó la mirada, inseguro, mientras jugueteaba con la tela de su chaqueta. 

Christopher quiso responder de inmediato, pero su silencio se prolongó más de lo debido, haciendo que el menor frunciera aún más el ceño. Maldijo internamente por su torpeza y, sin pensarlo demasiado, afianzó el agarre en su cintura para acercarlo un poco más. 

—Eso no es cierto —dijo finalmente, con una suavidad que contrastaba con su expresión seria—. Si estoy aquí ahora, es porque quiero. 

Seungmin alzó la vista, encontrándose con los ojos oscuros de Chris, que lo observaban con intensidad. Su corazón latió con fuerza, y por primera vez en la noche, el alcohol ya no parecía la razón principal de su aturdimiento. 

El mayor sostuvo su mirada por unos segundos, sintiendo cómo su propia respiración se volvía más pesada. Sabía que no era el momento adecuado para decir más. No cuando Seungmin estaba en ese estado.

Así que, en lugar de hablar, simplemente lo guió con cuidado hasta el auto, asegurándose de que no tropezara en el camino.

Ya habría tiempo para hablar con claridad.

Lo único que tenía claro en ese momento era que Seungmin estaba equivocado.

Porqué, popular o no, si había alguien con quien quería seguir cruzando palabras, era con él. El trayecto hasta el auto no fue complicado, pero sí estuvo lleno de pequeños momentos que hicieron que el corazón de Christopher latiera más rápido de lo normal. 

Cada vez que Seungmin tambaleaba, instintivamente se aferraba más a él, apoyando su peso sin ninguna vergüenza. Y cada vez que lo hacía, Christopher sentía el calor de su cuerpo filtrarse a través de su ropa, su aliento cargado con el leve aroma de la cerveza rozando su cuello. 

Respiró hondo, tratando de mantenerse enfocado y acomodando constantemente los lentes por su nerviosismo. 

Abrió la puerta del copiloto y ayudó a Seungmin a sentarse con cuidado. El menor soltó un quejido bajo al acomodarse, inclinando la cabeza contra el respaldo con una expresión de agotamiento evidente mientras que el australiano se daba la vuelta para subir al carro.

—¿Estás bien? —preguntó Chris, tratando de abrochar el cinturón, pero no pudo evitar el roce de sus dedos contra la piel suave de Seungmin. Algo en él, algo más fuerte, respondió a ese contacto. 

Seungmin asintió lentamente, pero luego frunció el ceño, como si reconsiderara su respuesta, antes de mirarlo fijamente con esos ojos que brillaban con algo más que alcohol. 

—Tal vez un poco mareado… —susurró, su voz temblorosa, pero cargada de una intención que Christopher no pudo ignorar. 

—No me sorprende. Has bebido más de lo que deberías. 

El castaño sonrió con picardía, un destello travieso cruzando sus ojos. Sin pensarlo, se inclinó hacia él, tan cerca que Christopher pudo sentir su aliento en el rostro, caliente y pesado por la bebida. Olvidándose totalmente del cinturón de seguridad.

—No es mi culpa que tengas una voz tan… —Seungmin dejó que la palabra se alargará, su tono arrastrado y provocador—. Tan… sexy. 

Bang se quedó paralizado por un segundo, procesando lo que acababa de decir. No había forma de ignorar el fuego que se estaba encendiendo en su estómago. 

Seungmin levantó una mano, sus dedos apenas rozando el cuello de Chan, recorriéndolo lentamente, casi como si estuviera disfrutando de cada reacción que provocaba en él. 

—Me hace querer escuchar más… —susurró, su rostro tan cerca del suyo dónde Bang podía sentir la calidez de su piel. 

La respiración de Christopher se volvió más pesada, casi incontrolable. Intentó concentrarse en algunos pensamientos más puros, pero era imposible cuando Seungmin se acercaba más, su cuerpo apenas rozaba el de él. 

—Dímelo de nuevo —La voz de Seungmin estaba cargada de un deseo contenido, y sus ojos no se apartaban de los del mayor, desafiándolo, invitándolo a cruzar una línea que, por un momento, parecía inevitable. 

Christopher tragó con dificultad, sus dedos tensos aún sujetando el cinturón. No podía. No debía. Pero la tentación era tan grande, y la cercanía de Seungmin tan intensa, que su cuerpo empezó a reaccionar sin pedir permiso. 

—Seungmin… —dijo su nombre en un murmullo bajo, apenas audible. 

El coreano sonrió con satisfacción, con un brillo oscuro cruzando sus ojos. 

—Así… —dijo, acercándose aún más—. Me gusta cuando dices mi nombre así. 

El ambiente en el auto se volvió espeso, cargado de una electricidad palpable. Christopher sentía cómo la habitación se hacía más pequeña, cómo su control comenzaba a desmoronarse ante cada palabra, cada gesto de Seungmin. 

El menor estiró su mano con suavidad, rozando el rostro de Chris, trazando un camino desde su mandíbula hasta su cuello, un toque tan sutil pero tan profundo que casi dolía. 

—¿Qué pasa, Chris? ¿No quieres estar más cerca de mí? —la pregunta flotó en el aire como una invitación que desbordaba en promesas. 

[...]

Se me había olvidado que nuestro Chan era Miope JAHJDSJ. También se me olvidó que

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