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໒✦❫⋮ Promesa

Sus lágrimas corrían libres por sus mejillas, y apretaba a Youngjae entre sus brazos. Miró su rostro cubierto de sangre, y le dolió aún más el corazón. Con su mano temblorosa comenzó a acariciar su mejilla, ignorando a la policía y a los paramédicos que estaban en el lugar.

—Está inconsciente —avisó uno de los paramédicos sobre el estado del Alfa moribundo. Jaebeom se sintió un inútil al saber que no había terminado de matarlo. El mismo paramédico se acercó hasta él, agachándose al frente y mirándolo con seriedad—. Deje al chico, debo revisar sus signos vitales. Lleva un golpe en la cabeza, no debería sostenerlo de ese modo, puede complicar su estado si es que está vivo.

—E-está vivo —aclaró con apuro, y suavemente dejó a Youngjae en el suelo, pero tomó su mano, sintiendo la necesidad de no soltarlo en ningún momento.

Miró al contrario revisar a Youngjae con cuidado, y solo se quedó ahí, esperando por alguna información.

—Señor —llamó uno de los policías, y alzó la mirada para verlo—. Necesitamos tomar su testimonio de la situación.

—Yo n-no lo golpeé a él, se lo juro...

—Lo sabemos —habló nuevamente el policía, calmando a un alterado Jaebeom—. La llamada que nos hizo nunca se cortó, así que escuchamos todo lo que sucedió. De igual forma nos gustaría que nos narrara el suceso para así proceder legalmente. No solo hubo coacción física, sino que hay más delitos implicados como la compra y venta de Omegas.

Jaebeom asintió. Declararía todo lo que sabía si con eso lograban poner detrás de las rejas a ese malnacido, y de paso localizar a los padres de Youngjae para que reciban su merecido. Prohibirle estudiar para ocuparse en cosas innecesarias como saber atender a un Alfa también era considerado como un delito y pagarían por ello. Sin embargo, apretó su agarre a la pequeña manito de Youngjae, y miró al policía con algo de desespero.

—Lo haré, diré todo lo que sé, incluso haré que Youngjae hable y declare lo que ha estado sufriendo... pero no ahora. Mi prioridad es que él esté sano y salvo, y hasta que no se encuentre en ese estado entonces no tendré cabeza para nada más. Espero entienda mi punto, oficial. Yo más que nadie quiero que ese jodido idiota se pudra en la cárcel, pero primero está Youngjae y su bienestar.

El policía suspiró y asintió. —De acuerdo, pero no podemos esperar tanto. En cuanto el chico despierte y esté estable deberán declarar los hechos, ¿entendido?

—Entendido.

—H-hyung...

Jaebeom abrió los ojos y miró rápidamente en dirección al Omega quien con trabajo intentaba tener sus ojos abiertos. —Y-Youngjae, pequeño... no te duermas, por favor, abre tus preciosos ojos para mí.

—El golpe que recibió no fue tan grave, pero sí es delicado. Debemos llevarlo de inmediato al hospital para atenderlo correctamente —avisó el paramédico, dándole señas a sus otros compañeros de trabajo que se acercaban con una camilla.

Los hombres hicieron su trabajo, logrando que el cuerpo de Youngjae estuviera reposado sobre la camilla y colocándole un collarín. Aún no sabían exactamente qué golpes había recibido el chico, pero su cuerpo lucía extremadamente débil, así que debían tratarlo con cautela evitando así algún daño mayor.

Jaebeom siguió de cerca a los hombres y subió a la ambulancia, tomando asiento cerca de Youngjae. Volvió a tomar su mano, mientras veía como una de las pocas mujeres del lugar comenzaba a limpiar con cuidado su rostro, quitando aquella sangre seca y/o húmeda que aún tenía. Un leve apretón en su mano lo hizo mirar a Youngjae con atención, encontrándose con su débil mirada para con él. Lucía tan destrozado, y Jaebeom solo quería volver el tiempo atrás, rogarle que no lo dejara para así jamás verlo de ese modo.

Ese Alfa lo había dicho; tres años. ¿Por qué un chico de diecisiete años tenía que vivir esta vida? ¿por qué sus padres lo vendieron al que primero ofertara por él? En su mente imagina a un pequeño Youngjae siendo adolescente, entregado a un hombre que superaba su edad por más de una década. Podía imaginarlo asustado, sin entender lo que realmente ocurría. Podía imaginarlo preguntarle a sus padres lo que estaba sucediendo, e incluso podía imaginarlos a ellos siendo las personas desagradables que eran, diciéndole por encima que lo habían vendido. Podía imaginar a un Youngjae de dieciocho, diecinueve y hasta veinte años esforzándose por ser un buen Omega a pesar de todo, y eso solo hizo que sufriera un poco más.

—L-lo siento... —murmuró al chico sin dejar de mirarlo en ningún momento, con sus ojos llenándose de lágrimas—. H-he llegado tarde a ti, n-no te pude proteger...

Youngjae no desvió la mirada en todo ese rato, y débilmente sonrió sin mostrar sus dientes.

—Tenía razón...

Frunció el ceño e iba a preguntar a qué se refería, pero Youngjae volvió a caer en la inconsistencia. Abrió sus ojos asustados e iba a informarle a alguno de los paramédicos, pero se dio cuenta de que uno le estaba suministrando un medicamento. El paramédico notó su mirada. —Es morfina —dijo luego de un rato—. Aunque no lo dijera, el dolor que de seguro estaba sintiendo es insoportable.

—Tenga —la mujer de antes le tendió una pastilla, logrando que Jaebeom la mirara sin entender—. Es un supresor, toda la ambulancia huele a Alfa en celo.

Miró la pastilla de reojo, volviendo su mirada a la mujer. —¿Se está burlando de mí acaso?

La mujer abrió los ojos y negó rápidamente. —No, señor, ¿por qué haría algo así?

—¿Entonces por qué me da un supresor a mí? Déselo a alguno de sus compañeros, al que esté en celo, no a mí.

—S-señor, aquí todos somos Betas... usted es el único Alfa —respondió, luciendo terriblemente asustada por la intimidante mirada de Jaebeom.

La ambulancia se detuvo, y los paramédicos sacaron a Youngjae con diligencia del auto. Jaebeom bajó tiempo después, siguiendo de cerca la camilla en la que se estaban llevando a Youngjae, pero la mujer de antes lo detuvo, explicándole que no podía entrar hasta que el paciente estuviese en una habitación y estable.

—Por favor, tómese en supresor y vayamos a una de las camillas para curar sus manos. Tiene heridas en ellas a causa de los golpes —habló la enfermera.

—No puedo —la miró, encontrándose con su expresión interrogante—. Yo no soy un Alfa —y antes de que dijese algo más, sacó de su cartera su certificado médico en donde claramente decía que él era un Beta.

La enfermera leyó aquella tarjeta y alzó sus cejas cuando miró la naturaleza del hombre. Apretó sus labios y regresó el material. —Yo... señor, le juro que justo ahora está en celo, es un Alfa. Le recomiendo que vayamos con el doctor para que lo examine, pero antes tome el supresor. Quizás la adrenalina aún corra por su cuerpo, pero cuando esta se normalice comenzará a padecer de fuertes dolores.

—Debo esperar por Youngjae.

—Lo están atendiendo —insistió—. No saldrá dentro de poco, se lo aseguro. Deben tratar cada una de sus heridas, así que venga conmigo.

Vacila un poco antes de asentir y seguir a la mujer por los pasillos del hospital. En el camino se detuvieron en un filtro de agua, y Jaebeom a duras penas se tomó el supresor, aún inseguro de lo que la enfermera le decía. Caminaron otro poco más hasta defenderse al frente de una puerta, la cual tenía una plata plateada con el grabado de "Doctor Hong". La enfermera tocó un par de veces y abrió cuando se le fue concedido el permiso.

—Buenas tardes, doctor Hong. Lamento interrumpir —hizo una reverencia hacia el hombre, quien solo sonrió sin mucha molestia.

—No es nada, señorita Lee. ¿Sucede algo?

La mujer asintió, y le hizo señas a Jaebeom para que se adentrara a la oficina. Jihong se levantó de su asiento en cuanto miró al contrario entrar, haciendo una corta reverencia a modo de saludo, la cual fue correspondida por Jaebeom.

—El doctor Hong puede ayudarlo —avisó Lee, y tomó el botiquín que se encontraba en el lugar—. Tome asiento, curaré sus manos mientras tanto.

Jaebeom acató la orden de la enfermera, y miró al hombre al frente de él, quien ya había tomado asiento y lo miraba con atención, esperando a que hablara.

—¿Tomó un supresor? —preguntó Hong antes.

—Lo hice —asintió—, pero se supone que no debería.

Y tal como lo había hecho antes, le tendió su certificado médico al doctor. Jihong lo tomó y leyó con atención la tarjeta, entendiendo ahora las palabras de Lim Jaebeom, según decía el certificado. Regresó la tarjeta, y se sentó derecho, pensando nuevamente lo mucho que amaba su trabajo.

—¿Ha tenido síntomas? Dolores de cabeza, musculares, hipersensibilidad olfativa... —Jaebeom negó—. ¿Sucedió algo antes?

Jaebeom siseó cuando sintió el alcohol contra sus maltratados nudillos. —Uh, estuve peleando contra un Alfa que maltrataba a un Omega.

—Físicamente es imposible que alguien Beta pelee con un Alfa, y más imposible aún que la única herida que tenga sean las de sus nudillos por los golpes —indicó, y Jaebeom asintió, sabiendo que era cierto—. ¿Ese Omega es importante para usted?

—Lo es.

La manera tan rápida en la que Jaebeom respondió hizo que Jihong atara cabos.

—¿Lo conoce de años?

Jaebeom negó. —Solo un par de meses. Muy poco la verdad, pero eso no importa realmente. Ese chico es tiene todo mi aprecio.

—Parece que a pesar del poco tiempo logró llegar a ser alguien indispensable en su vida —Jihong tomó un papel en donde anotaba las recetas de sus pacientes y anotó un par de cosas antes de entregárselo a Jaebeom—. Debe realizarse ese examen, con eso podrá sacar un nuevo certificado médico que avale su nueva naturaleza como Alfa.

—No estoy entendiendo doctor —susurró, sintiéndose asustado—. ¿Cómo que ahora soy Alfa? Tengo treinta años, no puede simplemente decirme que me realice unos exámenes para cambiar mi certificado médico y pensar que lo haré como si nada.

—Cálmese, Lim. Ya le voy a explicar lo que está sucediendo —habló Hong con suavidad. Podía entender cuán desconcertado estaría el hombre por esta nueva información—. Su celo ahora es de presentación, no es igual a los demás celos que sufrirá. Cómo lo dice su nombre, su lobo solo quiere darse a conocer, así que no se preocupe ni tenga miedo.

»Quizás ahora no perciba su olor propio, pero poco a poco lo hará. Los cambios irán apareciendo gradualmente, y debe tomarlos como calma. Sé que suena como insensible de mi parte decir algo así, pero lo recomendable es que asuma esta experiencia para poder afrontarla de mejor manera.

—¿Por qué ahora? ¿por qué no antes? —cuestionó Jaebeom—. Entiéndame, solo quiero saber porqué me está sucediendo esto.

Jihong sonrió. —¿No le parece curioso lo rápido que se encariñó con ese Omega? ¿que haya acabado con un Alfa siendo usted un Beta? —detuvo sus palabras un momento para dejar que Jaebeom pensara un poco—. La respuesta está ahí, tan clara y directa que podría notarla. Existen las presentaciones tardías, pero su caso es diferente, señor Lim.

»Existen personas como usted en donde sus lobos están en un estado de letargo, un sueño tan profundo que es imposible detectarlos con la medicina. Por eso cuando le hicieron su examen para el certificado, este dio como resultado que era un Beta. Sin embargo, el sueño en los lobos se acaba por diferentes estímulos, en su caso fue ver a ese Omega en peligro. Sintió la necesidad de protegerlo porque eso es lo que los Alfas hacen; proteger a sus Omegas.

—¿M-mi Omega...?

—Lim Jaebeom, su lobo despertó para poder defender a su manada —Jihong sonrió de lado—. Si no se ha dado cuenta aún, ese Omega es su destinado.

Destinado, Youngjae era su destinado.

Para Jaebeom, la historia de destinados era una fábula para niños que los hacía soñar en grande con lo que sería compartir sus vidas con la pareja que la Diosa Luna había escogido para ellos. Cuando tenía alrededor de los diez años, tenía el deseo ferviente de conocer a su destinado. No le importaba si era una niña o un niño, porque si la Diosa Luna lo había escogido para él, entonces se trataba de una buena persona, alguien que lo amaría siempre y viceversa. Cuando cumplió los quince y no hubo presentación de por medio, no se desanimó, sabiendo que esta podía tardar uno que otro mes. Sus padres eran Alfa y Omega, así que no debía asustarse tanto. Sin embargo, cuando cumplió los dieciséis, se dio cuenta de que la historia de los destinados era eso, una simple historia y que él sería un Beta más.

A los veinte conoció a Soyeon, y supo que los destinados no importaban tanto puesto que la pelinegra en aquel entonces era lo que siempre quiso, y aunque su relación se formalizó a penas cinco años después, sabía que su vida estaba destinada a ser al lado de ella. Pero no era así, porque a pesar de amar a Soyeon sabía que algo le faltaba, y quizás fue por esa razón que nunca pudo dar el siguiente paso con ella. Porque era feliz, pero no tanto, y lo supo cuando se dio cuenta de que la sonrisa de Youngjae, su dulce voz, su bonito rostro y su mera existencia lo hicieron vivir en un mundo ideal. Con él sí se sentía completo. Siempre se preguntaba cómo había llegado a ser tan importante para él, y ahora sabía la respuesta.

Era su destinado.

—Terminé de curar sus manos —la voz de la enfermera llamó su atención—. ¿Le gustaría hacerse los exámenes correspondientes y luego ir a verlo? No tardará mucho.

Sin palabras, Jaebeom simplemente asintió.

🌼✨💜✨🌼

Miraba la puerta al frente de él, dudoso de entrar. Al saber que Youngjae aún no estaba en una habitación, fue en compañía de la enfermera hasta el laboratorio del hospital para realizarle los exámenes que le había ordenado el doctor y que estarían dentro de un par de horas. Este incluso le había dado su tarjeta para agendar una cita para después, en donde se encargaría de explicarle más a fondo lo que sucedería con él. Agradeció aquel detalle.

Justo cuando había salido del laboratorio, le habían notificado que Youngjae se encontraba en una habitación. Había salido en dirección al cuarto en cuanto supo de su estadía en el, pero ahora se sentía nervioso, sin querer entrar. Tenía miedo, y algo incertidumbre por saber cómo reaccionaría Youngjae.

Sacudió la cabeza y tocó la puerta, escuchando el leve murmullo del chico que le incitaba a entrar. Tomó el pomo de la puerta y lo giró lento, abriendo y adentrándose a la habitación, encontrándose con los ojitos de Youngjae sobre él. Parecía un deja-vu, y sintió añoranza de que aquel momento le recordara cuando apenas y lo había conocido. Lucía igual de inocente que aquella vez, tan diminuto e inofensivo que provocaba cuidarlo y protegerlo de todos. Su cabeza estaba cubierta por una venda, y algunos rizos rebeldes se salían de esta. Su rostro se veía un poco magullado, y tenía una que otra curita decorándolo.

Tenía un pijama parecido al de aquella vez, solo que en vez de celeste, este era amarillo. Manga larga y abotonado, era sumamente adorable, más Jaebeom lo apreció mucho más allá de su apariencia, puesto que su diseño podía ocultar fácilmente todos y cada uno de los moretones que de seguro estaban esparcidos por todo el cuerpo del chico, y Jaebeom no sabía si sería capaz de verlos sin desmoronarse otra vez, lamentándose por no haberlo podido proteger de aquella bestia.

Omega...

Tragó saliva en cuanto escuchó aquella voz, sintiéndose algo sorprendido, más no lo expresó. Sabía lo que era, debía asumirlo. «Sí, ese es nuestro Omega» pensó, logrando que aquella parte sintiera satisfacción al escucharlo. Incluso él se había sentido satisfecho.

—H-hyung... —la bajita voz de Youngjae lo llamó, y con pasos lentos se acercó hasta la cama del chico. Sus ojos estaban conectados, y los latidos de sus corazones latían desbocados—. Y-yo-

Las palabras fueron cortadas cuando el cuerpo de Jaebeom lo cubrió por completo en un protector abrazo. El mayor se aferraba a Youngjae con la necesidad de saber que estaba ahí, vivo, que estaba a salvo. Inconscientemente llevó su rostro al cuello del menor, y como nunca antes había hecho, aspiró lo más profundo para llenarse del olor salido directamente del Omega. Siempre había disfrutado de la esencia a rosas desde a fuera, pero tenerla desde el propio chico era un experiencia inigualable más aún por el hecho de que podía sentirla con más potencia al ser ahora un Alfa, y gracias a eso se hizo un poco más adicto a aquel agradable olor.

Los músculos de Youngjae se sentían tensos, incluso una de sus manos se aferraba a uno de sus brazos, pero no lo alejaba, o eso quería creer. Paseó su nariz por el cuello contrario, subiéndola y bajándola en una caricia a la zona, y juró escuchar un sutil ronroneo proviniente del pecho de Youngjae. Su aroma se hizo más fuerte y a Jaebeom le encantó eso.

—Lo siento... —susurró contra su cuello, sintiendo como el agarre en su brazo se intensificaba—. Dije que te protegería y no lo hice. Tuviste que pasar por tanto y yo no estuve ahí.

La habitación quedó en silencio, y Youngjae alejó su mano del brazo de Jaebeom para posicionarlo sobre su espalda. —Me protegió, hyung, también estuvo ahí. De no ser por usted, justo ahora no estaría aquí... no hay nada que disculpar.

Se quedaron en esa posición un rato más, con Jaebeom llenándose del aroma de Youngjae, mientras que este último solo se dejaba cubrir por la cálida sensación de ser querido. Jaebeom se alejó tiempo después, tomando una de las sillas del lugar y sentándose a su lado, mirándolo sin perderse detalle de su rostro. Adorándolo.

—¿Por qué te fuiste de casa? ¿por qué regresaste con él?

Youngjae bajó la cabeza. —Porque estaba siendo una molestia en la vida de hyung... Jaebeom hyung solo debía tener dos responsabilidades, su trabajo y Soyeon noona, así que solo estaba estorbando. No quería ser una carga para hyung.

—Youngjae, tú nunca fuiste una molestia para mí —aseguró, atreviéndose a tomar la mano del chico entre la suya, aliviado de que Youngjae no haya evitado el acto y aferrándose al agarre—. Mi vida es mejor desde que estás en ella. La iluminaste por completo, y yo solo estaba feliz por ello. Las cosas con Soyeon ya terminaron, pero eso ya venía mal de hace mucho, solo que no lo quise ver, así que tampoco te sientas culpable por eso. Nada tiene que ver contigo, y nunca me incomodaste en algún momento.

Los ojitos de Youngjae brillaron ante las palabras dichas, y solo pudo atinar a entrelazar sus dedos con los de Jaebeom. —¿Lo dice en serio, hyung?

—¿Cuándo te he mentido yo a ti? —dijo, y captó el momento exacto en el que Youngjae bajó los hombros aliviado—. Youngjae, debo decirte algo... soy un Alfa.

La mirada de Youngjae sobre él era curiosa y algo sorprendida, pero no parecía alterado por la información, casi como si fuese algo que en el fondo supiera. Respiró hondo antes de seguir. »Yo me he presentado a raíz de lo que ha sucedido... me he presentado al verte a ti en peligro.

Omitió la parte de ser destinados, y es que sentía que era mucha información para tan poco tiempo. Muchas emociones vividas, muchas cosas que asimilar.

—Lo sabía —la respuesta de Youngjae lo hizo mirarlo sin entender—, es decir, él lo sabía, me lo había dicho.

—¿De quién hablas?

—Mi Omega, él sabía que usted era un Alfa todo este tiempo —Youngjae apretó sus labios—. Desde el primer momento en que lo vi, mi lobo supo que usted era un Alfa, incluso yo lo creí y pensé que usaba algún inhibidor de olor, pero luego me dijo que era Beta.

»Seguía insistiendo día con día que usted era un Alfa, pero yo no le prestaba atención porque sabía que en realidad era un Beta... ahora puedo ver que tenía razón, porque puedo sentir que es Alfa y su olor está llegando justamente a mi nariz.

Jaebeom relamió sus labios. —¿A qué... huelo? Aún no he podido percibirlo.

—Huele muy bien, hyung. Huele a mi árbol favorito, mi Omega incluso está muy cómodo con su aroma —sonrió—. No le diré el olor, solo espere a poder descubrirlo.

Su árbol favorito. Olía al árbol favorito de Youngjae, y se sintió un idiota al sonreír tan genuinamente por ese detalle. Bajó la mirada y sacudió la cabeza. Había un tema del cual aún tenían que hablar.

—La policía quiere tomar tu declaración para proceder en contra de... ese tipo —no lo iba a llamar Alfa jamás—, y encontrar a tus padres. Cometieron delitos graves y deben ser aprehendidos por ello —los hombros de Youngjae se tensaron notoriamente y Jaebeom se levantó de su silla para sentarse en la cama, tomando el rostro del chico y alzándolo para mirar sus ojos directamente—. No temas, ¿sí? Mientras yo exista nadie te hará daño. Ellos no volverán a tocarte, ni llevarte. Yo me encargaré de tí y te protegeré de todos.

—¿Lo promete?

—Claro que sí, pequeño —dejó un suave beso en su frente—. Hyung te cuidará, así que no debes preocuparte por nada más.

El pequeño Omega solo pudo abrazarse a Jaebeom con cuidado, puesto que aún su cuerpo dolía y se sentía débil, llevando su rostro al cuello del mayor como este lo había hecho anteriormente. Jaebeom correspondió el abrazo de inmediato. Youngjae era pequeño, y había adelgazado lo cual lo había ver aún más delicado, pero cabía perfecto entre los brazos de Jaebeom, ambos lo notaron.

—Alfa... lo quiero.

Jaebeom cerró sus ojos, y abrazó más a Youngjae. —Yo te quiero más, Omega... te prometo que todo lo malo acabó.

—Le creo, hyung.

🌼✨💜✨🌼

Jaebeom caminaba de regreso a la habitación de Youngjae con un sobre en la mano. Ya era de madrugada, y los pasillos del hospital se veían algo solos. Se había encontrado con el policía de antes, quien estaba al pendiente de la situación con Youngjae, y dejaron para ese mismo día en la tarde proceder con las declaraciones de ambos, dándole chance a Youngjae para que descansara un poco.

Abrió la puerta de la habitación, encontrándola semi oscura de no ser por la luz de la luna que se filtraba por la ventana. Cerró con cuidado y se acercó hasta Youngjae, quien se encontraba sumamente dormido. Había caído rendido en sus brazos, y lo sostuvo durante un tiempo, no queriendo soltarlo. Sonrió de lado al verlo con la boca abierta y sus rizos cayendo desordenados sobre su frente. Los quitó de su cara, y lo arropó correctamente, para luego tomar asiento en el sofá-cama que estaba en la habitación. Miró el sobre en sus manos, aquel que contenía sus resultados, y a pesar de saber lo que diría lo abrió, leyendo con cuidado toda la información que contenía para finalmente llegar a la parte que le interesaba.

𝚁𝙴𝚂𝚄𝙻𝚃𝙰𝙳𝙾𝚂:
𝙻𝙸𝙼 𝙹𝙰𝙴𝙱𝙴𝙾𝙼 𝙰𝙻𝙵𝙰.

Cierto escalofrío cubrió su cuerpo, y una emoción inexplicable lo invadió. Un aroma llegó a su nariz, algo fuerte pero cálido, y miró a Youngjae con una pequeña sonrisa. Su árbol favorito eran los pinos, porque él olía de esa forma.

Se acercó de nuevo a Youngjae y tomó su mano, mientras que el chico inconsciente solo la apretaba en sueños. —Prometo que te cuidaré, pequeño. Siendo Beta o Alfa, me encargaré de que tengas una buena vida.

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