໒✦❫⋮ Dudas resueltas
El tiempo parecía transcurrir con una lentitud agonizante. Los días se hacían más largos, mientras que las noches se sentían eternas en una pesadez poco cómoda. Cada espacio de su casa tanto de su vida misma había perdido aquella calidez que no había sido consiente, y era terrible conocer que esos pequeños detalles marcaron una diferencia de un antes y un después.
Pero él debía seguir adelante, no podía detener su cotidianidad por algo que fue efímero. Tenía un trabajo, una relación, amigos y familia, debía seguir adelante.
—¿Todo en orden, cariño?
La voz de Soyeon lo hizo volver a la realidad. Cita, compras, almuerzo, justo estaban terminando de comer. No podía descuidarla a pesar de su estado de ánimo. Seguir con su vida, eso está presente.
—Sí, todo bien —le sonrió sin muchas ganas.
—Pronto me darán vacaciones, ¿crees que puedas pedir algunas tú? Aunque sea un par de días —comentó Soyeon, mirándolo con ilusión—. Podríamos ir a la playa.
—Estamos en semanas de exámenes, So. No puedo pedir permisos, además de que con mi grupo estoy planificando un corto viaje al templo de Bulguska.
—Ah, pero podría ir contigo.
Namjoon negó. —Iré como un profesor, Soyeon. No te prestaré atención, y sé lo mucho que te aburre todo lo que tenga que ver con mi trabajo.
La mujer apretó sus labios, y luego sonrió, aunque parecía más una mueca. —Está bien.
Estaba siendo un idiota. Soyeon no tenía nada que ver con su terrible estado de ánimo. Estiró su mano por encima de la mesa y tomó la contraria. —Pronto saldremos de vacaciones los dos. No te preocupes.
Aquello pareció ser suficiente para Soyeon, quien sonrió de una forma más real. Conforme con el resultado, Namjoon pidió la cuenta y pagó el precio para luego salir del pequeño restaurante al que habían entrado. El centro comercial no estaba tan lleno, y luego de un día de acompañar a Soyeon a comprarse ropa agradecía ese detalle. Se sentía agotado, quería ya estar en su casa y aprovechar de los pocos momentos en que no tenía trabajo ni exámenes que revisar para poder descansar un poco.
Sintió su mano ser tomada, y la dejó ser, no teniendo ni ganas de apretar el agarre. Estaba exhausto de todo, con un cansancio que calaba hasta su alma. Habían pasado varias semanas desde la partida de Seokjin, y aunque al principio estaba algo renuente con tener noticias del chico, ya con el pasar del tiempo esto había cambiado, sin embargo, nada supo de él. Era como si se había esfumado de la faz de la tierra, y su estadía en su casa había sido solo producto de su imaginación.
—Hey, Namjoon. Estoy hablando contigo.
Giró su cabeza, concentrando su mirada en Soyeon. —¿Sí?
—Tienes la mente en las nubes últimamente —la rubia rodó los ojos—. Desde que ese chico se fue de tu casa estás así. Sé que te sientes horrible porque todo este tiempo se aprovechó de ti, pero ya deja el tema en paz. Se fue, supéralo.
—Seokjin no se aprovechó de mi —dijo de inmediato—. No digas eso.
—Es curioso que aún lo defiendas —rió sin ganas, separando su mano de la de Namjoon—. Muy poco tiempo en tu casa y te sedujo de la mejor manera.
—Soyeon, no hables así de Seokjin. Él nunca se me insinuó ni intentó algo conmigo —frunció el ceño, deteniendo sus pasos y mirando directamente a Soyeon—. Tenía un Alfa, yo mismo lo llevé con él, así que no hables de Seokjin como si lo conocieras.
La mujer le mantuvo la mirada, tan seria sin ninguna expresión alguna. —Mira todo el tiempo que ha pasado, y aún el recuerdo de ese Omega es un incordio en nuestra relación. Te recuerdo que yo soy tu novia, Namjoon, tu pareja de años.
—Su recuerdo no sería un incordio si tú no te enfrascaras en manchar su imagen. Te repito; Seokjin nunca se aprovechó de mi, tampoco intentó algo conmigo. Si se quedó en mi casa fue porque tenía sus razones, y luego se fue con su Alfa. Él jamás habló mal de ti, así que tú tampoco lo hagas.
La tensión entre ambos Betas era tan fuerte e incómoda, que sus miradas solo demostraban cuán disgustados se encontraban. Le molestaba que Soyeon hablara tan mal de Seokjin como si se hubiese tomado el tiempo de conocerlo, de saber qué había detrás de aquellas sonrisas. Se llevó una mano al pelo, echando sus hebras hacia atrás, y desvió la mirada, intentando calmar su reciente enfado.
Sus ojos captaron algo, dejándolo paralizado en su lugar, queriendo asegurarse de que era real. Su corazón latió desbocado, y sintió la necesidad de acercarse para saber si era cierto lo que estaba viendo.
—Debe ser una jodida broma... —murmuró Soyeon, y chasqueó la lengua.
El tiempo parecía haberse detenido, pero sus piernas no tenían noción de ello, tomando camino hasta acercarse al chico que lo miraba con genuina sorpresa desde su lugar. Se detuvo a unos simples pasos, detallando su rostro, y teniendo un mal sabor de boca al ver que aquellas adorables mejillas que había visto aumentar de tamaño habían desaparecido por completo, y que usaba la ropa que tenía antes, la que no le había comprado. Su cabello había crecido considerablemente, teniendo sus rizos chocolates cubriendo parte de su rostro, pero Namjoon pudo ser consciente de aquel moretón que estaba en su pómulo derecho, al igual que el adhesivo que cubría parte de su ceja. Se veía delgado, casi tanto como cuando lo encontró, y apretaba entre sus manos un pequeño bolso viejo y algo roto.
Namjoon solo quiso llorar por verlo de aquella forma, más cuando él se había dedicado a cuidarlo con tanto afán.
—Namjoon hyung... —susurró Seokjin, mirando fijamente al mayor, como si quisiera asegurarse de que estaba al frente de él.
—¿Seokjin, estás bien? —tomó su rostro con preocupación—. ¿Qué te sucedió en el pómulo y en tu ceja? ¿estás comiendo bien?
—¡O-oh, sí! Estoy bien, hyung —alejó sus manos de su rostro, y sonrió—. Estoy feliz de verlo, hyung. L-lo he extrañado un poco...
Apretó sus labios, y asintió. —Yo también te he extrañado, Jin. La casa se siente un poco vacía sin ti.
Los ojitos de Seokjin brillaron, tal como lo hacían siempre que Namjoon le decía algo que le gustaba. No dijeron otra palabra más, solo se dedicaron a mirarse, grabando en sus memorias cada facción contraria. Se habían extrañado tanto, que solo podían hacer eso. Un corto carraspeo se escuchó, y Seokjin saltó en su sitio, haciendo una corta reverencia hacia la mujer.
—B-buenas tardes, Soyeon noona.
—Hola, Seokjin —respondió cordial, y miró a Namjoon—. ¿Ya podemos irnos?
—¿Estás solo? ¿quieres que te lleve a casa? —le preguntó Namjoon a Seokjin—. Puedo dejarte de camino.
Sabía que aquello molestaría aún más a Soyeon, pero le era inevitable no querer estar otro poco con Seokjin. No iba a dejarlo solo.
El chico negó rápidamente. —No es necesario, hyung. Váyase tranquilo.
Iba a decir algo más cuando miró cómo el brazo de Seokjin era halado hasta tener al chico aprisionado contra el pecho de alguien más. Namjoon miró al hombre, reconociendo fácilmente al Alfa de Seokjin. Sintió una acidez subirle desde el estómago hasta la garganta, y se posicionó de manera recta para mirar al contrario a los ojos. Miró de reojo a Seokjin, encontrándolo algo cohibido en su sitio, y tuvo las enormes ganas de tirar de él hasta tenerlo entre sus brazos.
—¿Seokjin, quienes son estas personas? —preguntó el Alfa de manera seria, mirando tanto a Namjoon como a Soyeon con recelo, deteniendo su mirada en la mujer para detallarla con más interés.
Namjoon frunció el ceño por ese detalle, acercando a sí a Soyeon para ocultarla detrás de él. ¿Cómo se atrevía a mirarla en su cara? Y más aún, con Seokjin presente. Le dio asco aquel detalle, y tomó la mano de Soyeon para darle más confianza.
—A-alfa, él es el hyung del que le hablé —respondió Seokjin con la mirada gacha—. Namjoon hyung fue quien cuidó de mi, y Soyeon noona es su pareja.
El hombre, quien no había apartado su mirada de Namjoon, lo miró de arriba abajo, sonriendo de lado de forma despectiva. —¿Cómo pudo un simple Beta cuidar de ti, Seokjin? ¿acaso me estás mintiendo?
Los ojos del chico se abrieron desmesuradamente, y negó de inmediato. —¡No le miento, Alfa! —miró a Namjoon con súplica—. P-por favor, hyung. Dígale que no miento.
—Seokjin no miente —frunció el ceño, molesto de tener que dar fe de la palabra de Seokjin. El chico podría decirle cualquier cosa y le creería sin ningún problema, ¿por qué su Alfa no lo haría?—. Fui yo quien estuvo al pendiente del bienestar Seokjin todo este tiempo, y créame, la corta estadía que tuvo a mi lado le fue mucho mejor que las semanas en las que regresó con usted. Es su pareja, debería creerle, porque un simple Beta como yo lo hace sin importar la opinión de los demás.
—Namjoon hyung, no... —Seokjin negó.
—¿Acaso estoy mintiendo? —le preguntó incrédulo, y volvió a mirar al Alfa—. Mire cuánto ha adelgazado, mire sus ropas, mire su rostro. Cuando lo llevé a su casa Seokjin tenía un estado de salud ideal, y no vestía de una forma tan precaria. Un Beta cuidó mejor de su Omega, mientras que usted es solo un Alfa inservible que no le puede ofrecer la vida que se merece.
—¡Namjoon hyung, cállese! —gritó Seokjin, con sus manos hechas puños a los lados. Lucía molesto, pero Namjoon pudo notar también cuán asustado estaba.
Tragó saliva, y respiró hondo, no queriendo soltar nada más. Miró al Alfa a los ojos, no queriendo doblegarse ante sus duros ojos. No iba a permitir rebajarse ante él. Soyeon apretó su mano, pero no se movió de su lugar, indispuesto a dejarse vencer por aquel hombre que se había ganado su total desprecio.
—Creo que tu hyung tiene mucho que decir, ¿no lo crees, Seokjin? —sonrió falsamente, y abrazó más a Seokjin contra su pecho—. Vayamos a casa, Omega.
Seokjin se tensó en su sitio, y bajó la mirada con sumisión, siendo llevado por el Alfa a su lado. Namjoon miró con enojo la situación, y estaba dispuesto a acercarse otra vez, pero Soyeon se colocó al frente de él, deteniendo sus pasos. —Vámonos ya —dijo.
—No puedo, debo ir p-
—Kim Namjoon —cortó sus palabras, su rostro tornándose en una enfadada expresión—. Ya has hecho suficiente. Te has metido en donde no te llamaban y jodiste todo.
Iba a decir algo más, pero Soyeon se dio media vuelta en dirección a la salida del centro comercial. Namjoon suspiró y caminó detrás Soyeon, intentado hablar con la mujer pero esta lo ignoraba sin más. Salieron del lugar en dirección al auto de Namjoon, y Soyeon se apoyó en la puerta de este, con la mirada en el suelo.
—Soyeon.
—Llévame a casa —habló sin más—. Estoy agotada.
—Estás enfadada conmigo —no lo preguntó, y miró a Soyeon—. Ese tipo estaba siendo un idiota, incluso lo estaba siendo contigo. ¿Hice mal en decirle la verdad?
Soyeon rió. —Estaba siendo un idiota conmigo... ¿y por qué no se lo dijiste? ¿por qué no le reclamaste que me estaba viendo? ¿¡por qué te dedicaste solo a reclamarle de que estaba cuidando mal de Seokjin!? ¿¡qué tanto te importa ese chico a ti!?
»Todo ese momento se trató de ti reclamándole a ese tipo por no atender como se debía a Seokjin, no atenderlo como tú lo habías hecho. ¿A quién carajos le importa cómo cuidaste tú a Seokjin? ¿alguien te lo pidió? ¿te sirvió de algo darle una vida especial? ¿se quedó a tu lado? ¡No, Namjoon! ¡Pudiste darle todo pero al final se fue con su Alfa! Y aunque lo niegues, te duele saber que lo escogió a él antes que a ti. ¿No te da vergüenza que tu pareja sepa todo esto?
—Tú no lo entiendes —negó—. ¿Acaso no lo viste? Estaba aterrado de estar a su lado, incluso puedo jurar que ese imbécil fue quien lo golpeó... —se llevó una mano al pelo, haciendo una mueca—. Fui tan ciego, está más que claro que fue él quien tenía a Seokjin de ese modo y volví a llevarlo a ese lugar. Soy un idiota.
Un pequeño sollozo llamó su atención y volvió su mirada a Soyeon, encontrando su mirada incrédula y un par de lágrimas rodando por sus mejillas. Ladeó su cabeza, acercando su mano hasta el rostro contrario, pero recibió un golpe para que no la tocara.
—No puedo creer que después de todo lo que te dije sigues pensando en él.
—So...
—Vete a la mierda, Namjoon —escupió con molestia y profunda decepción—. Corre tras él si te da la gana, pero a mí no me metas en tus cosas. Has hecho más por ese chico en apenas unos meses que por mi en todos estos años juntos, y no, no le echaré la culpa a Seokjin, porque esto que siento tiene tiempo. ¿Crees que no me he dado cuenta de la forma en que siempre evades el tema de vivir juntos? ¿de casarnos? Si ya no querías nada conmigo pudiste terminarlo... pero te dedicaste a ilusionarme, y esperaba ver un cambio en ti.
—Cariño, no digas eso. Yo te quiero, ¿sí?
—Pero no me amas, y ahí está la diferencia —se quedó en silencio, sintiendo su rostro algo humedecido. Relamió sus labios, totalmente devastada. Se sentía cansada de dar y no recibir, de luchar por alguien que no iba a luchar por ella—. No te voy a detener, no como tú lo has hecho conmigo. ¿Crees que no hay personas que esperan por mi? Sin embargo, siempre me negaba, dándote una oportunidad tras otra para cambiar. No lo haré más, Namjoon, no seré como tú. Ve tras Seokjin si así lo quieres, no estoy segura si ese chico te ama de vuelta, pero inténtalo... solo déjame fuera de todo esto. No luches por él teniéndome amarrada a ti. No seas egoísta.
—Lo siento —murmuró, con el corazón hecho pedazos. Soyeon solo desvió la mirada—. No quería esto para ti, no lo mereces. Soy el peor hombre del mundo, y entiendo si no quieres ver mi cara de nuevo, pero realmente lo siento, So. Eres una mujer increíble, y yo solo un idiota que no te merece.
Soyeon bajó la mirada, y luego se giró. —Tomaré un taxi, no te preocupes por mí. No quiero saber de ti por un tiempo. Déjame asimilar que mi pareja lucha por alguien más, que es capaz de enfrentarse a todo el mundo por él... que solo estabas conmigo por costumbre y no porque realmente querías —dijo, y sin más se fue, dejando a Namjoon en su lugar, mirándola irse, sintiéndose la culpa cubriendo cada parte de su cuerpo, pero con el peso de sus hombros desvaneciéndose.
Era lo correcto, y solo se arrepentía por haber lastimado a la mujer que lo acompañó por tanto tiempo.
💞
El camino parecía sabérselo de memoria, y se sentía ansioso por llegar lo más pronto posible. Tenía una mala corazonada, y solo esperaba que fuese una ilusión y todo estuviese bien realmente. Manejó con cuidado por aquellas calles vacías, adentrándose al barrio en donde ahora vivía Seokjin, mirando de reojo las casas del lugar. Todo lucía igual, descuidado y viejo, y el mal sabor de boca que tenía se hizo más grande.
Divisó la casa a lo lejos, viendo que esta sí había cambiado, lastimosamente para mal. Lucía más destrozada, una vivienda en horribles condiciones como si nadie viviese en ella. Estacionó al frente de ella, y bajó del auto, sintiendo su corazón apretarse al escuchar el algarabío que había dentro del lugar. Miró a los lados, encontrando a los vecinos fuera de sus casas, escuchando con claridad lo que ahí sucedía, pero sin que nadie se atreviera a meterse. El ruido de cosas cayendo, y alaridos desgarradores le helaron la sangre, y no tardó mucho tiempo en acercarse hasta la puerta para comenzar a tocar con desespero.
—¡Seokjin! ¡soy yo, ábreme! —gritó, golpeando con más afán la madera. El ruido dentro de la casa bajó considerablemente, pero aún podía percibir el movimiento dentro, como una especie de correteo—. ¡Ábreme ahora o llamaré a la policía!
Tomó su celular, marcando rápidamente el número de emergencia, y volviendo a tocar la puerta. Escuchaba gritos ahogados, luego un gran estruendo de algo caerse, así que forcejeó la puerta, intentando abrirla. Por suerte la madera y el metal del seguro estaban igual de viejos que todo el lugar, logrando que esta se abriera luego de un par de empujones, revelando ante Namjoon una imagen que ni en miles de años podría borrar de su cabeza.
En el suelo, tirado y cubierto de sangre, Seokjin luchaba débilmente por su vida, siendo ahorcado por el tipo que le había presentado como su Alfa. Su ropa estaba destrozada, mostrando varios golpes, recientes y antiguos, además de cortes que se veían por demás de dolorosos. Su rostro lucía hinchado por la cantidad de coacción física que había recibido, y la sangre cubría gran parte de sus facciones. Sus ojos lucían perdidos debido a la falta de oxígeno y a la próxima inconsistencia en la que entraría, pero sus manos seguían moviéndose, buscando la manera de escapar, algo que era imposible debido a su estado y a la fuerza que poseía aquel hombre.
—¡Oh, pero miren a quién tenemos aquí! —el tipo sonrió, mostrando toda su dentadura, dejando de apretar el cuello de Seokjin, pero aún sosteniéndolo—. ¡El Beta inservible!
—Deja a Seokjin... —habló con voz baja, sintiendo su pecho calentarse por la imagen. Sus manos estaban apretadas en puño, y se sentía algo paralizado por lo que veía.
El Alfa relamió sus labios, y tomó de los cabellos a Seokjin para arrodillarlo a su lado, apretando su rostro y mostrarlo a Namjoon. Seokjin jadeó por aire, tosiendo y llorando con fuerza, haciendo que el corazón de Namjoon se hiciera añicos con solo verlo en aquel estado. Quería tirarse encima de ese tipo y arremeter contra él, pero podría lastimar a Seokjin y eso era lo que menos quería. Debía actuar con inteligencia, había marcado el número de la policía y esperaba que escucharan todo lo que estaba pasando.
—Mira, cariño. Tu príncipe ha venido por ti —le dijo a Seokjin de forma burlona, y luego miró a Namjoon—. ¿No luce hermoso así? La sangre cubre toda su cara, lo cual es una bendición. Jamás en mi vida había visto un Omega tan feo como este —chasqueó la lengua, y giró el rostro de Seokjin para mirarlo fijamente a los ojos, teniendo una expresión de asco—. Lastima que eras lo único que podía conseguir. Ni tus padres te querían, estorbo. Mira que venderte a mi por tan poco precio...
Un lastimero sollozo salió de los labios de Seokjin, y gruesas lágrimas corrieron por sus mejillas, siendo mezcladas en el camino con su propia sangre. —A-alfa...
—Alfa, Alfa, Alfa —repitió, volviéndose su expresión seria—. ¿Acaso no tienes dignidad, cariño? Tres años a tu lado, no te he tocado ni estando en celo, no he tenido ganas de marcarte, ¿en serio crees que quiero ser tu Alfa? Primero muerto que tener tal basura como Omega —escupió con desprecio.
—Déjalo ir —volvió a hablar Namjoon, haciendo uso de todo su autocontrol, el cual ya estaba al límite. Podía ver cuán lastimado, tanto física como psicológicamente, estaba Seokjin, y solo quería alejarlo de aquel hombre que lo dañaba—. ¿No lo quieres? No sabrás más de él, solo déjalo libre. Créeme que ese Omega del que tanto reniegas es el que no se merece a una escoria como tú.
Su mirada estaba conectada a la de ese Alfa, en una lucha donde ninguno de los dos quería perder, pero contra todo pronóstico, el Alfa sonrió, comenzando a acariciar los cabellos de Seokjin, quien se tensó en su lugar, no sintiéndose seguro.
—¿Te enamoraste de este Omega, uh? No pierdas el tiempo, esa Beta preciosa que estaba contigo vale más la pena que esto —miró a Seokjin—. ¿Puedes creerlo? Lograste enamorar a un hombre, vaya logro para alguien como tú. ¿Y tú, Seokjin? ¿lo quieres igual? ¿también te enamoraste de él? Eres una pequeña zorra, claro que también lo quieres. Si no dejabas de hablar de él.
Miró a Namjoon. »Esta basura solo sabía pronunciar tu nombre. "Hyung esto...", "hyung lo otro...". Tuve que cagarlo a golpes para que dejara de decir tu nombre. Una niñita enamorada. Por suerte aprende rápido y no te llamó más.
Seokjin tembló en su lugar, y miró de reojo a Namjoon por un instante, cerrando los ojos en cuanto el agarre en su pelo se hizo más fuerte. El Alfa lo miró por un momento antes de asentir, volviendo su vista a Namjoon. »Tienes razón, si yo no lo quiero entonces puedes llevarlo contigo, no me importa en lo absoluto. Solo que... debo cobrar antes el precio que pagué por él.
Y sin que Namjoon pudiera advertirlo, el Alfa tiró de la cabeza de Seokjin con fuerza, golpeando con violencia el cráneo del chico contra el duro suelo y dejándolo tirando en el piso con un charco de sangre corriendo debajo de él.
La vida se les fue de las manos a Namjoon, quien corrió rápidamente hasta tomar al chico entre sus brazos, con sus ojos desorbitados del miedo y la preocupación. Tomó entre sus manos el rostro de Seokjin, detallando con cuidando cada una de sus facciones, y quiso llorar de desespero al verlo tan magullado. Aquellos preciosos ojos estaban cerrados, y apretó sus labios intentando no soltarse a llorar en aquel instante. Vacilante, llevó una mano al pecho del chico y respiró hondo al sentir los débiles latidos de su corazón. Con cuidado lo dejó en el suelo, y verlo ahí fue su límite.
—¿Vas a llorar? Qué marica —el Alfa se burló, mirándolo desde arriba—. Créeme, ese chico no valía nada bueno. Sus padres se deshicieron de él como si fuese un objeto, y cuando lo compré me miraron como una especie de Dios. Así de desesperados estaban. Intenté buscarlos para devolverlo a él, pero habían desaparecido —chasqueó la lengua.
El hombre iba a seguir burlándose del contrario, cuando Namjoon alzó la mirada y detuvo cada una de sus risas amargas. Sus ojos, que en algún momento fueron marrones, ahora eran de un rojo oscuro, casi vinotinto, y lo miraban de una forma tan dura que se sintió intimidado. Sacudió la cabeza, ¿cómo iba a sentirse así por un simple Beta?
Namjoon se levantó del suelo con lentitud, sin quitar la mirada del Alfa. Su pecho se sentía caliente, y su sangre corría por sus venas espesa y rápida. Sentía un inmenso dolor de cabeza, pero poco le importó aquel detalle, acortando la distancia entre el hombre y él, derribándolo de un duro golpe contra su nariz. Se posicionó sobre él y siguió repartiendo infinidades de puñetazos, esquivando con agilidad cada uno de los golpes que iban contra él, y devolviéndolos con el triple de intensidad. Sintió sus nudillos húmedos de la sangre contraria, pero no se detuvo hasta que el cuerpo debajo de él quedará inerte.
Lo tomó del cuello, acercándolo a su rostro, con los ojos del Alfa mirándolo desorientado. —Eres un hijo de puta inservible. La peor escoria de todas. Te pudrirás en la cárcel, maldito.
Tiró con fuerza su cabeza contra el suelo, dejándolo inconsciente en el lugar, justo como lo había hecho con Seokjin. Se levantó, algo tambaleante, y volvió con Seokjin, tomándolo con cuidado y apretándolo contra su pecho. Sintió sus ojos llenarse de lágrimas, y no pudo evitar soltarse a llorar, aferrándose a Seokjin con todo el pesar del mundo.
—L-lo lamento tanto, ángel. Te dije que te cuidaría y no lo hice —negó decepcionado. Tomó su rostro y juntó sus frentes—. Perdóname, pequeño... p-perdóname, mi vida.
Escuchó a lo lejos el sonido de la policía en conjunto con el de la ambulancia, pero no se movió de su sitio, incapaz de soltarse del pequeño Omega, disculpándose una y otra vez por no haberlo protegido de todo el mal que lo rodeaba. Lloraba desconsolado, aferrándose al menudo cuerpo del chico con pesar.
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