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໒✦❫⋮ Alfa

Namjoon frunció el ceño ante las cosquillas en su cuello, así que abrió sus ojos con lentitud, encontrándose una gran cantidad de rizos color chocolate. Miró la hora en el reloj que reposaba sobre su mesita de noche, notando que apenas y eran las seis de la mañana. Aún quedaba un poco de tiempo antes de entrar a la universidad, pero de igual forma era mejor ir despertando.

—Jin, pequeño, arriba —susurró, llevando su mano hasta la cabeza del chico para peinar sus cabellos—. ¿En qué momento te metiste a mi habitación?

—Anoche hacía frío y hyung es calentito —habló Seokjin en medio de un bostezo, abrazándose aún más a Namjoon—, y sin mirar el reloj sé que aún queda tiempo.

El mayor rodó los ojos, pero no se alejó del quejoso Omega, dejando un pequeño beso en su cabeza. Llevaban alrededor de tres meses en aquella rutina, tres meses que habían transcurrido desde aquel fatídico día en que salvó a Seokjin de las garras de aquel hombre. Con un estado más estable, Seokjin declaró toda la situación que había estado viviendo, teniendo la mano de Namjoon aferrada a la suya indispuesto a dejarlo solo en un momento como ese, y aunque se negó a dar el nombre de sus padres, —por el simple hecho de ser justamente sus padres— el otro Alfa había hablado de ellos, así que en el transcurrir de un mes habían conseguido a la pareja, la cual había estado viviendo en la ciudad natal de Seokjin; Gwacheon. Namjoon se reservó aquella información, sabiendo que a Seokjin nada de eso le gustaría y él tampoco quería involucrarlo más. Se encargó de todo el asunto, sabiendo que aquellas tres personas habían quedado encerradas por unos cuantos años, muchísimos para su propia satisfacción.

Seokjin había vuelto a vivir con él, y poco a poco las cosas volvieron a la normalidad. Volvieron las mañanas alegres, acompañadas de la música de la radio y el cantar del chico. Volvieron las comidas acompañadas y las pláticas amenas de un sinfín de temas. Volvió la luz a la vida de Namjoon, como también volvió la esperanza a la vida de Seokjin. Podría decirse que eran algo, pero nada muy profundizado. Se querían, más que amigos, como un Alfa quiere a un Omega, y era recíproco el sentir. Sin embargo, Namjoon no quería apresurar las cosas, y es que Seokjin aún necesitaba sanar, o así pensaba él. Todo lo que había vivido Namjoon lo respetaba, y no creía correcto ir por algo más.

O así pensaba él.

Porque más allá de sus pensamientos, estaba ocultando su inmenso temor de hacer las cosas mal con Seokjin. Apenas tres meses había descubierto su verdadera naturaleza como Alfa, y aunque nada estaba fuera de lo común, se sentía nervioso por equivocarse con el chico. En vez de ser Seokjin el que necesitaba tiempo, parecía ser él quien aún debía informarse de todo. Era alguien precavido, aún quería descubrir más.

—Llegarás tarde a tu tercera semana de clases, ¿quieres eso? —preguntó, sabiendo que aquello podía lograr algún estímulo en Seokjin. Tal y como lo había planificado antes, el chico entró por la carrera de educación, teniéndolo a él como un increíble respaldo. Había logrado obtener una beca completa por sus increíbles notas, y Namjoon se encargaba de ayudarlo en todo lo que podía.

Seokjin levantó la cabeza de entre su cuello, mirándolo algo adormilado. Su rostro aún estaba algo hinchado por el sueño, y su cabello lucía totalmente despeinado. —No quiero llegar tarde, hyung.

—Entonces levántate a prepararte mientras yo preparo el desayuno —sonrió, adorando la tierna imagen del chico recién levantado. No era la primera vez que lo veía de ese modo, y sabía que tampoco sería la última gracias a la nueva manía del menor de escabullirse entre sus sábanas para dormir.

El menor negó al tiempo en que se levantaba. —Yo preparo el desayuno mientras hyung se arregla, luego lo hago yo —miró a Namjoon por sobre su hombro, regalándole una sutil sonrisa—. Me gusta cuando hyung come mi comida.

Sin más que agregar, Seokjin salió de la habitación, llevándose consigo la mirada de Namjoon, quien solo podía sentir su corazón acelerado y sus mejillas quemar un poco.

Ese chico lo iba a terminar matando.

💞

Namjoon terminaba el desayuno en lo que Seokjin se arreglaba para ir a la universidad con él. Ese día se había colocado un traje sencillo de color negro con una camisa blanca, unos zapatos de vestir y su usual pelo largo amarrado en una media cola, aunque este último detalle lo estuvo pensando mucho mientras se peinaba puesto que ya lo sentía más largo de lo normal y hacía tiempo que no lo traía corto.

—Volví —avisó Seokjin, y Namjoon se giró a verlo, sonriendo de inmediato.

Llevaba puesto unos tenis blancos, un jean claro, un suéter gris manga larga y una camisa blanca sobre este metido dentro de los jeans. Había tenido que comprarle ropa nueva, y es que luego de mucho insistir Seokjin le había confesado que aquel hombre había echado a la basura toda su ropa y zapatos, además de los libros y demás cosas que él le había dado. Se había molestado, no con Seokjin, sino con ese idiota, ¿por qué tanto afán de hacer miserable la vida del chico? No lo entendía.

—Te ves bien, Jin —halagó Namjoon, sirviendo la comida en los platos.

—¿Lindo?

—Mucho.

Aquella respuesta fue más del agrado de Seokjin. —Usted también se ve bien hoy, hyung. Su cabello luce más largo.

—Uh, sí. También lo noté —tomó asiento y comenzaron a comer ambos—. Estaba pensando en cortarl-

—¡No! ¡Por favor, hyung, no corte su cabello!

—Ya me va a llegar a los hombros, Seokjin. No creo que sea correcto —frunció el ceño por el apuro de Seokjin—. Además, no me has visto con el cabello corto.

—Hyung, no dudo que con cualquier estilo de cabello luzca genial —respiró hondo, mirando a Namjoon con seriedad—, pero su cabello largo es increíble, y no creo que deba cortarlo —finalizó con un puchero.

Seokjin se cruzó de brazos. —¿Estás intentando convencerme siendo tierno?

Seokjin apretó sus mejillas con sus manos, logrando que sus labios sobresalieran aún más. —¿Lo estoy logrando, hyung?

«Sí, claro que sí» suspiró y negó. —Igual lo recortaré un poco, pero lo mantendré largo, ¿contento?

—Sí, mucho —la enorme sonrisa en el rostro de Seokjin fue un premio de obediencia para Namjoon, y el mayor se preguntó cuántas veces se dejaría llevar por el bonito rostro del chico. Siguieron su comiendo en silencio hasta que Seokjin carraspeó un poco, llamando la atención de Namjoon—. Joon hyung, necesito hablar de algo.

—¿Sucedió algo?

—Sé que es algo sorpresivo, pero no puedo dejar pasar más el tema, porque usted también necesita saberlo... —Seokjin cerró sus ojos con fuerza, y luego de pensarlo mucho soltó: —¡Hyungustedyyosomosdestinados! —abrió sus ojos con nervios, pero Namjoon solo lo miraba con curiosidad—. U-uh, ¿no dirá nada...?

—Es que no entendí lo que dijiste —ladeó su cabeza—. Hablaste muy rápido, Jin. Hazlo más despacio.

—Hyung... —mordió su labio y bajó la cabeza—, le decía que usted y yo... pues, somos d-destinados...

—Oh... —Namjoon apretó sus labios y dejó los cubiertos sobre la mesa—. Ya lo sabía, Jin.

Seokjin, quien estaba preparando un discurso mental sobre que era normal que no se haya dado cuenta puesto que tenía muy poco tiempo de haberse presentado, levantó la cabeza en cuanto aquellas palabras salieron de la boca de Namjoon. Abrió su boca genuinamente sorprendido, pero la cerró de inmediato, mirando su comida fijamente.

—¿Jin, estás bien? —preguntó Namjoon mirando a Seokjin con preocupación—. Mhm, me enteré de eso el mismo día, solo que no te lo había dicho porque sentí que no era el momento. Luego estuvimos ocupados con lo de la demanda y ahora empezaste clases... lo lamento.

Seokjin asintió y se levantó de su silla. —Está bien, hyung —y salió de la cocina.

Namjoon lo siguió, mirándolo coger su bolso y yendo en dirección a la puerta. —¿No me esperarás?

—Hoy quiero ir en autobús, hyung. No se preocupe.

Iba a preguntar el porqué, pero Seokjin ya había salido de la casa. Suspiró, llevando una de sus manos hasta su frente sin poder entender lo que había sucedido. Decidió no darle muchas vueltas por los momentos y volver a la cocina para guardar el almuerzo de ambos. Aún quedaba tiempo, así que guardó todo con calma, llevando todo a su auto y emprendiendo marcha hasta la universidad.

Debía hablar con Seokjin, pero le daría su espacio antes. El chico no era de enfadarse, en todo ese tiempo conociéndolo nunca lo había hecho, y cuando notaba que se sentía mal por alguna razón, le daba tiempo para que él mismo se acercara y le comentara el porqué de su ánimo. No quería apabullarlo, no era de ese tipo de persona.

La primera clase ese día justamente era para los de primer ingreso en donde se encontraba Seokjin. En la universidad sabían lo cercano que ellos eran, además de saber que vivían juntos. Lo había comentado cuando abogaba por Seokjin para que este fuese aceptado en la universidad, y aquello no traía inconveniente alguno mientras no se presenten situaciones que puedan ser malinterpretadas, cosa que no fue problema para ambos ya que respetaban mucho el espacio y el lugar, manteniendo una relación profesor-alumno.

Los jóvenes entraban al aula, saludando al profesor y tomando asiento en sus lugares correspondientes. Seokjin fue uno de los últimos en ingresar al aula en compañía de Mark, uno de sus compañeros y con el cual había entablado conversación desde el primer día y volviéndolos algo cercanos. El americano era un Omega de igual forma que Seokjin, y Namjoon se sentía agradecido de que se haya unido a su pequeño, logrando así que tuviera su primer amigo.

Miró a Seokjin, pero este lo ignoraba, sacando sus útiles de su bolso y colocándolos prolijamente sobre su mesa compartida con Mark. Frunció el ceño ante este detalle, pero no hizo nada. No era ni el lugar ni el momento.

—Buenos días, alumnos. Espero hayan tenido un buen fin de semana —saludó a su grupo y se enfrascó en su clase. En ese momento debía ser el profesor Kim, y no el Alfa Namjoon el cual estaba preocupado por el pequeño Seokjin.

💞

El salón ya se encontraba vacío puesto que ya había terminado su clase. Namjoon estaba sentado, esperando impaciente a que apareciera Seokjin para buscar su comida, pero estaba tardando demasiado. Había pasado ya media hora desde que su descanso había comenzado y Seokjin nunca había llegado tan tarde como esa vez. Se levantó dispuesto a buscarlo, cuando la puerta del salón fue abierta por Mark.

El chico hizo una reverencia hacia el mayor y lo miró con apuro. —Profesor Kim, disculpe molestarlo.

—No, tranquilo —negó—. ¿Sucedió algo? ¿sabes por qué Seokjin no ha venido hasta acá?

—Justo venía a hablarle de eso. Jin se ha tenido que ir de emergencia a casa —Namjoon lo miró con preocupación, y Mark se mordió el labio antes de seguir—. Al parecer su celo estaba programado para hoy y no podía quedarse por más tiempo.

Señales de alerta se encendieron en la cabeza de Namjoon, quien no tardó mucho en coger sus cosas y salir apresurado del aula. No le importó notificar su salida, lo único que estaba en su mente era el hecho de que Seokjin se había ido en ese estado a riesgo de correr algún accidente en la calle. La vaga idea de imaginarse al Omega en una situación poco agradable logró que su corazón diera un vuelco asustado. No quería más sufrimiento para él.

Entró a su auto con rapidez y emprendió camino hasta su casa. Jihong le había comentado sobre el celo tanto en Alfas como en Omegas, sabiendo que para los de su especie este era cada seis meses, mientras que para los Omegas era trimestral. Cuando se enteró de aquel dato, no pudo evitar sentirse peor, y es que se dio cuenta de que al momento de Seokjin irse de su casa habían pasado los dos meses, por lo que su celo había llegado cuando estaba con aquel hombre, también vino a su mente las palabras del mismo, quien decía que nunca lo había tocado. Si era sincero, había ignorado aquel tema, pensando que aún faltaba tiempo para que sucediera, dejándolo de lado y restándole importancia. Su miedo a hacer algo que lastimara a Seokjin era tan grande que decidía cegar sus ojos a cosas que tarde o temprano pasarían. Esta vez, más temprano que tarde.

—Debes estar bien, pequeño... —murmuró, apretando sus manos sobre el volante, volviendo sus nudillos blancos por la enorme preocupación que carcomía su ser—. Ojalá nada malo haya ocurrido... n-no sabría cómo sentirse de ser así.

A los pocos minutos llegó a su casa, estacionando rápidamente y bajando del auto con apuro. Sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta, mareándose al recibir la ráfaga de aroma a rosas contra su nariz. Se sostuvo contra el marco de la puerta y sacudió la cabeza para poder entrar al lugar, cerrando la puerta con seguro antes. Se sintió un poco aliviado, puesto que aquel intenso aroma solo significaba que Seokjin estaba ahí. Un grueso y bajo rugido surgió desde lo más profundo de su pecho, y Namjoon apretó sus ojos, controlando su parte más animal. No era momento, no aún.

Caminó hasta la habitación del chico, encontrándola vacía. Frunció el ceño ante ese detalle, pero luego no tuvo más duda cuando se acercó a la suya y la abrió, encontrando al menor ahí. Su cama estaba desordenada, y sobre esta habían distintas prendas suyas. El Omega estaba acostado sobre ellas, oliendo a profundidad la ropa, y girando de un lado a otro. Sus mejillas estaban sonrojadas, y lucía un poco sudoroso. Su ropa estaba desarreglada por los movimientos y su pelo estaba un poco más revuelto que de costumbre.

Suspiró aliviado, todo estaba en orden, nada malo había sucedido.

—¿Hyung? —balbuceó el chico levantando la cabeza de entre una de sus camisas—. ¡Hyung!

Namjoon no tuvo tiempo de reaccionar cuando ya tenía a Seokjin pegado a él como un koala, rodeando sus caderas con sus piernas y aspirando de su cuello con énfasis. El mayor tuve que sostenerlo para que no se cayera.

—Deberías de anotar tus fechas, Seokjin —dijo con algo de dificultad, pues tener al chico sobre él y su intenso aroma a rosas era algo que lo estaba desconcentrando—. Me asusté muchísimo cuando Mark me dijo que te habías regresado a casa, ¿y si te sucedía algo en el camino? No me lo iba a perdonar nunca.

Seokjin se alejó de Namjoon para mirarlo a los ojos. Sus labios estaban abultados en un adorable puchero, y Namjoon tuvo que hacer uso del más enorme autocontrol para no tomarlos en un beso. El primer beso de ambos.

—¿Hyung está molesto conmigo?

Namjoon negó, desviando la mirada de los rosados belfos. —No, solo me preocupé por ti.

Un beso aterrizó en su mejilla, y luego Seokjin volvió a su lugar en su cuello. —Lo siento, hyung. No volverá a pasar.

—Está bien. ¿Tomaste algún supresor?

Un gruñido bajito se escuchó en el lugar, y Seokjin lo miró con enfado. —¿Por qué tomaría un supresor?

—¿Porque estás en celo...? —dijo sin entender muy bien la molestia de Seokjin.

Otro gruñido por parte de Seokjin salió a la luz, y el Omega se lanzó al cuello contrario para morder sin mucho afán. Se dedicó a repartir pequeños besos y mordidas sin patrón fijo, mientras que Namjoon no sabía realmente qué hacer, algo atontado por los actos de Seokjin. El chico dejó un camino de besos desde el cuello hasta la mejilla del mayor, separándose a solo centímetros de sus labios. —Mi Alfa puede ayudarme...

Namjoon abrió los ojos como platos cuando aquellas palabras fueron dichas, y sin pensarlo mucho soltó a Seokjin sobre la cama, alejándose unos cuantos pasos. El menor lo miraba sin entender, y es que Namjoon lucía realmente alterado, sin dirigirle ni una sola mirada. Algo en su pecho se rompió, y apretó sus labios con fuerza.

—¿Hyung, puede ayudarme? —insistió con voz quedita. Sentía ganas de llorar, pero debía resistir un poco más. Quizás todo era un malentendido.

—Jin, pequeño, no creo que esto sea lo correcto —habló Namjoon con nerviosismo. Miró a Seokjin, e hizo una mueca—. Ha pasado poco tiempo de todo esto, no nos conocemos bien, y no quiero que te arrepientas.

—Hyung es mi destinado, la pareja que la Diosa Luna eligió para mí, ¿por qué me arrepentiría? —preguntó incrédulo, con la tristeza haciéndose más profunda en su ser—. Si le estoy pidiendo que me ayude es porque quiero...

—Siento que aún no es tiempo, Seokjin —repitió Namjoon—. Has pasado por tantas cosas que aún debes superar, no creo que esto sea recomendable. Justo ahora estás en celo, quizás por eso no lo piensas correctamente, pero cuando el efecto pase verás que lo mejor era esperar un poco más.

Namjoon detuvo sus palabras cuando miró las gruesas lágrimas correr por las mejillas de Seokjin. Intentó acercarse al menor, pero este se corrió hacia atrás, huyendo de su tacto. Aquel detalle lo hizo sentir pésimo.

—Jin, escúchame...

—No sirvo como Omega... —murmuró con la cabeza gacha—. Mis padres lo decían, que yo era el peor de mi clase, así que me esforzaba todos los días para hacerlos cambiar de parecer...

—Seokj-

—Pero tenían razón —siguió—, tenían razón al decir eso porque soy el peor Omega que haya existido.

—Hey, no digas eso —Namjoon tomó asiento a su lado—. Tus padres nunca tendrán la razón en nada de lo que decían.

—Es que sí dijeron la verdad, hyung —insistió Seokjin, levantando la mirada y conectándola a Namjoon, rompiendo el corazón del mayor por sus entristecidos ojos—. Kang también tenía razón, era el peor de todos. Nunca le gustó mi comida, mi compañía, mi olor... incluso durante mi celo le causaba asco, por eso nunca me tocó.

Namjoon gruñó. —Este tipo es un imbécil, no deberías hablar de él.

—Y hyung es mi destinado y me sigue tratando como al chico que atropelló unos meses atrás —el mayor de paralizó en su lugar al escuchar las palabras de Seokjin—. Mi destinado no me trata como su pareja, ni hace el intento de marcar la diferencia. Solo logro pequeñeces de su parte, como si no estuviera interesado en mi... ni siquiera estando en celo puedo llamar su atención, ¿qué tan desafortunado debo ser como Omega para que la pareja que escogió la Diosa para mí no me quiera?

»P-pensé que no había notado que éramos una pareja destinada, y que por eso no había hecho ningún acercamiento... pero resulta que siempre lo supo, y mi corazón se rompió al saberlo. Luego pensé que mi celo lograría interesarlo, pero usted cree que no estoy pensando bien y que me arrepentiré, ¿cómo me arrepentiría de entregarme a la persona que amo? A la única a la que le confiaría mi vida sin dudarlo. Al que me enseñó lo que era ser querido y vivir bien. Por favor, hyung, dígame qué debo cambiar de mí para poder ser lo que quiere. Qué debo hacer para que me vea como un Alfa ve a un Omega. Dígamelo, y cambiaré lo que no le gusta, no hay problema, solo... s-solo quiero que me a-ame.

Namjoon tiró de Seokjin hasta tenerlo en un apretado abrazo en cuanto el chico se soltó a llorar con más fuerza y sentimiento. Sus propios ojos se llenaban de lágrimas, producto de la decepción y la molestia consigo mismo. Había sido un imbécil, había estado lastimando a Seokjin con sus actos, pensando que eran los correctos, todo sin preguntarle a él como se sentía. Por culpa de sus temores había hecho que Seokjin se sintiera miserable, justo cuando se había prometido a sí mismo que ese pequeño ángel no volvería a sufrir en la vida ya que él se encargaría de darle todo para que fuese feliz.

Seokjin solo quería amar y ser amado.

—Lo siento mucho, Seokjin —murmuró avergonzado consigo mismo—. No soy mejor que ese idiota, porque yo también te lastimé por culpa de mis temores, de mi dudas. Soy un completo imbécil que no te merece.

—H-hyung, no se compare con él —susurró el chico, con su voz temblorosa a causa de las lágrimas.

—Te amo desde hace mucho tiempo —soltó. Seokjin se separó del abrazo para mirarlo directamente a los ojos—. Me di cuenta cuando te fuiste, que te amaba, pero ya lo hacía desde antes —tomó el rostro de Seokjin entre sus manos, dedicándole una mirada llena de culpa—. Tengo miedo, Seokjin. Has sufrido tanto en tu vida que no quiero causarte lo mismo. Hace poco me enteré que soy Alfa, y no quiero hacer algo que te lastime. Me aterra actuar impulsivamente, me aterra asustarte, ¿crees que no me muero por besarte? ¿por unirme a ti? Dios, Seokjin, eres lo que más anhelo, pero de solo pensar e-en marcarte... ¿y si llego a lastimarte? No me lo perdonaría jamás.

Seokjin mordió su labio, apoyando más su rostro contra la mano contraria. —Hyung, nunca me lastimaría...

—Seokjin, yo-

—Yo confío plenamente en usted —cortó sus palabras, dejando un beso en la palma del mayor—. Lo dije, le confiaría mi vida, porque solo usted me ha demostrado que valgo la pena. Yo soy quien lo siente, solo estaba pensando en mi sin detenerme en lo que usted quería... lo amo, hyung, creo que lo hago un poco más que antes, por favor, no tema más, porque sé que nunca sufriría por usted.

Se miraron unos instantes más, antes de acercar sus labios con lentitud. Seokjin cerró sus ojos, y Namjoon solo pudo mirarlo de cerca, admirando su precioso rostro y aquel adorable lunar bajo su ojo. Era irreal aquel chico, y jamás pensó que encontraría a alguien como el summum de la belleza. Porque no era común, porque sus rasgos lucían inocentes a pesar del tiempo, porque todas sus facciones eran tan delicadas, dispuestas perfectamente para mirarlas por largo rato sin cansarte ni un poco. ¿Por qué nadie se había detenido a adorar tal inigualable criatura?

Con sumo cuidado juntó sus labios en lo que parecía ser un efímero toque, porque Seokjin merecía ser besado así como lo más delicado y preciado del mundo. Aquel hombre no lo sabía, pero él sí, él sabe que Seokjin merece ser tratado como el ángel que es. Sintió al chico temblar levemente, y se atrevió ir un poco más allá, entreabriendo sus labios con mucha parsinoma, deleitándose de la exquisita sensación de lo que era besarlo a él.

Los pinos y las rosas danzaban juntas en el aire, envolviéndolos en la más cálida sensación. Siguió moviendo sus labios, siendo seguido por Seokjin, manteniendo aquella lentitud abrasadora que los volvía solo un poco locos. Se separó poco a poco, acunando el rostro del chico entre su mano. Seokjin abrió sus ojos lentamente, dándole una preciosa vista a Namjoon de sus mejillas sonrojadas, sus labios más rojizos y un par de ojos de color rosa, brillantes y atrayentes como ellos solos. Namjoon los miró detenidamente, sintiéndose incapaz de desviar la mirada de ellos.

Alfa...

Su lobo gruñó satisfecho. —Omega mío...

Y aunque quería salir, Namjoon no lo dejó, manteniéndolo oculto. Quería encargarse él de su chico, no dejárselo a alguien más. Acortó nuevamente la distancia entre ambos, besándolo con más pasión. Seokjin se derretía en sus labios con cada choque, y Namjoon lo abrazó a sí para no dejarlo caer.

Quería ser él quien amara a Seokjin, quería ser él quien le demostrara lo que era ser querido, deseado. Quería demostrarle que todo lo que había sucedido ya acabó, y que a su lado solo quería que fuese feliz. Por eso, despojó de toda prenda a Seokjin, admirando cada parte de aquella piel blanquecina y aspirando aquel aroma a rosas que estaba en todas partes. Besó su rostro, besó su cuello, besó sus brazos, su pecho, su estómago y vientre, besó sus piernas, dejando una que otra marca, porque quería demostrarle a Seokjin que sus piernas podían tenerlas pero por producto del profundo amor que le tenía. Nunca había estado con un chico antes, pero el cuerpo de Seokjin era una completa delicia para él, lo admiró como la obra más codiciada, lo más bello del mundo, y se sintió feliz de saber que era suyo, ese Omega era solo suyo.

Bajó al sur, besando su zona más íntima y deleitándose de los delirios gustosos de Seokjin, siendo para Namjoon música que repetiría una y otra vez sin cansarse. Besó su espalda, bajando y llegando justo a la gloria, deleitándose con aquella entrada que chorreaba lubricante por él. Lo besó ahí también, dedicándole tiempo para prepararlo. Ese Omega era suyo, y se encargaría de llevarlo al cielo donde pertenecía tan irreal ángel. No hubo zona que no besara, y no se cansaría de hacerlo, porque Seokjin era su más grande anhelo, y jamás se había sentido así.

Se había despojado de sus prendas hace mucho con la ayuda de las manos temblorosas de Seokjin, y sus cuerpos calientes y sudorosos estaban unidos en un cálido abrazo, besando sus bocas sedientos de más. Con cuidado, Namjoon se adentró en Seokjin, mirándose fijamente, incapaces de separar sus ojos ni un segundo. La calidez los cubrió, y estaban a nada de llorar por lo bien que se sentía el estar juntos. Era delirante lo bien que era unirse de tal forma, y el amor podía sentirse en cada espacio de aquella habitación. Sus olores se hicieron más pesados, más potentes, mientras que ellos solo podían buscar de a poco su punto máximo.

Sus pieles hormiguearon, y Seokjin mostró su cuello con sumisión, mirando directamente a Namjoon en una clara señal de que le daba el permiso y que confiaba en él. El mayor no necesitó más, y dejándose llevar por un conocimiento innato mordió aquella zona del cuello del menor. Ambos sintieron como sus corazones latía en una misma sintonía, y sus lobos aullaban emocionados. Namjoon sintió el metálico sabor de la sangre en su boca, pero no lo asqueó. Separó sus colmillos, —los cuales habían crecido un poco— y lamió la herida hasta que dejara de sangrar.

Sus respiraciones estaban aceleradas, y sus pechos subían y bajaban a causa de estas, pero la enorme sonrisa en sus rostros no decaían en ningún momento. Eran uno solo, y la Diosa Luna era testigo del acto más profundo de amor que habían realizado para pactar su unión.

—¿Te duele?

Seokjin negó. —Para nada, hyung. Se lo dije, usted nunca me haría daño —sonrió y se acercó hasta Namjoon para abrazarse a él, siendo correspondido—. Ahora es mi Alfa.

—Y tú el precioso Omega que me regaló la Diosa Luna —besó cortamente sus labios—, mi Omega.

Disfrutaron sus cuerpos una y otra vez con dedicación, tomándose su tiempo para admirar el cuerpo contrario. Eran destinados, porque la Diosa Luna así lo quiso. Namjoon pensaba que su vida estaba completa, pero se dio cuenta de cuán equivocado estaba al ver aquellos ojos dulces que poseía ese Omega de pasado triste, y que su lobo había aguardado hasta encontrarlo para así poder ser el Alfa que necesitaba, llenando su vida de amor y cuidado, y al mismo tiempo, llenando la suya de la más cálida sensación acompañada de un agradable olor a rosas.

FIN

Primera mini-historia 𔘓 ¡BETA!

Segunda mini-historia 𔘓 ¡OMEGA!

Cuarta mini-historia 𔘓 ¡DELTA!

Disponibles en mi perfil.

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