"No se trata del tiempo que tienes, sino de lo que haces con él."

Nunca pensé que algo pudiera cambiarme.
No después de la guerra, del dolor, del peso de tantas vidas que cargué como cicatrices invisibles.
Yo era el control. El silencio. La sombra que todos temían, incluso dentro de mi propia familia.

Hasta que ella llegó.
Pequeña. Humana. Frágil.
Con los ojos cansados de quien ya no espera nada, y una sonrisa que desafiaba al mundo, incluso al suyo, que se le escapaba de entre los dedos.

Evelyn Carter no vino para quedarse.
Vino porque le quedaba poco.
Un último invierno, quizá un verano más. Lo justo para despedirse del mundo con la dignidad que le fue arrebatada desde que supo que estaba muriendo.

Alice la vio mucho antes. En sus visiones aparecía como un susurro, como una sombra que regresaba una y otra vez, sin razón. Hasta que entendimos que no era un error. Era una advertencia.
O quizás... una oportunidad.

Edward no podía leer su mente.
Bella decía que se sentía tranquila a su alrededor.
Renesmee la adoraba.
Y yo...
Yo me rompí.

Porque hay algo cruel y divino en enamorarte de alguien que se apaga mientras tú no puedes morir.

A veces, el amor no es un milagro.
A veces, el amor llega para enseñarte a dejar ir.

Y sin embargo, si tuviera que vivir mil años más, si tuviera que volver a enfrentar la guerra, la sangre, la oscuridad... lo haría.
Una y otra vez.

Por ella.

Por Evelyn.