» Capitulo 33 | +18
–Yo también te amo– murmuró ella contra su boca mientras lentamente daba un paso y luego otro, hasta que ambas cayeron sobre la cama entre una lluvia de rosas.
Amity gimió contra su boca y enredó sus piernas alrededor de la cintura de su novia, mientras esta dejaba profundos besos en su boca.
Terminaron jadeando, y entre risas, se separaron un poco.
–Ow, gracias– dijo Luz, abrazándola y recostando su cabeza entre los pechos semidesnudos de su gatita. –Todo esto... mierda, te amo tanto– soltó ella sin poder evitarlo.
Amity acarició su cabello, ronroneando, y luego la tomó de las mejillas, obligándola a mirarla.
–No me agradezcas, mejor desvistete– dijo ella, enfatizando juguetonamente la última palabra.
Luz la miro, con sus mejillas tan rojas, por unos cortos segundos antes de responder con aquel mismo tono seductor –¿Por qué mejor no me desvistes tú, mi amor?–.
Y Amity sonrió ante esa idea.
Luz se puso de pie al borde de la cama mientras que su gatita, a cuatro patas, gateaba hasta ella, atrapando entre sus dedos el dobladillo de la camiseta de su novia y con sutileza, deslizó sus manos debajo de la tela, acariciando su espalda y su cintura, para luego retirar la prenda y arrojarla en el piso.
Dejó una estela de besos en sus hombros y ronroneó contra su cuello, mientras sus manos se deslizaban hacía abajo, haciendo suspirar a la otra chica con aquel simple roce.
Se separó un poco y, volviendo a estar a cuatro patas sobre la cama, intentó desabrochar el pantalón de su chica con su boca.
Y aunque tardó un poco, lo logró.
Luz tenía el rostro ruborizado mientras Amity bajaba con sus dientes aquella prenda hasta sus rodillas, para luego mirarla desde abajo con sus ojitos felinos.
–Recuéstate– susurró ella, saliendo de la cama y colocándose detrás de ella. Luz se dejó caer en la cama mientras su novia le quitaba los zapatos y el pantalón, y se subía a horcajadas sobre ella.
–Meow– murmuró ella, restregándose contra su cuerpo, cómo un minino, exigiendo atención y caricias.
Luz la recorrió con la mirada, desde sus pechos apenas cubiertos con encaje, su cinturita en aquel ajustado corsé oscuro y sus mitones que parecían ser las patas de una gata, hasta la pequeña faldita que dejaba al descubierto sus preciosas piernas enfundadas en medias de color negro, de la cuál bajaba una sexy cola de terciopelo oscuro. Ella estaba babeando ante la idea de que tocar primero, y cuando deslizó sus manos por debajo de su falda, gimió al no encontrar ningún trozo de tela ahí.
–Soy todita tuya ésta noche, sin restricciones– susurró Amity en su oído, para luego lamerlo lentamente, provocando que la chica soltara un suspiró.
–¿Toda mía, gatita?– repitió ella, tomándola de la cintura y acercándola hasta tenerla pegadita a su pecho, sus narices rozando y sus labios a solo centímetro de distancia.
–Ssi– jadeó Amity, sintiendo como Luz empujaba suavemente sus dedos entre sus piernas.
Las separó un poco y cerró los ojos, dejando salir pequeños jadeos mientras Luz desataba uno a uno los broches de su corsé, sin dejar de empujar rítmicamente ahí abajo.
–Maulla para mí, gatita– le pidió Luz, tocando un punto que sabía que ponía sensible a su chica.
–Meow– gimió Amity, moviendo sus caderas.
–Si, así– murmuró ella, besando su cuello y mordiendo un poco.
–Meoow– repitió ella, y luego ronroneó.
Luz desató el último broche y su gatita se quedó sin corsé, y sin cola.
Sin dejar de masturbarla, la bajó de su regazo y la dejó sobre la cama, levantando su falda y deleitándose con la preciosa vista que había entre sus piernas.
Amity tomó con fuerza las sábanas entre sus puños cuándo sintió los dedos alejarse de ella, y en cambio, sintió la boca de su novia, lamiéndola.
–Mierda, sí– jadeó ella, llevando una mano hacia abajo, enredando sus dedos en el largo cabello castaño de su amante.
Si aquella gata tenía nueve vidas, había perdido una en el infierno que se desató en aquellas sábanas.
Temblando aún, recibió con gusto los besos que ascendieron desde su vientre hasta su boca, chocando sus labios en un desastroso y delicioso beso.
Luz miró a su chica, a su gatita, jadeando y despeinada, con marcas de su labial en el cuello y su vestido levantado hasta la cintura.
–Mi turno– ronroneó ella después de unos minutos, levantándose y subiéndose otra vez sobre el regazo de su novia. Bajó el cierre de su vestido y, lentamente, se lo quitó.
Un pequeño espectáculo para su novia.
Amity estaba casi totalmente desnuda sobre ella, excepto por las medias, los guantes y dos trocitos de tela negra en forma de huella de gato que cubrían sus pechos, finos como el papel, y que Luz planeaba quitar también.
–¿Te gustan?– preguntó ella al ver su intensa mirada sobre sus senos.
–Meow, sí– respondió Luz, alzando sus manos para arrancar aquella tela, pero Amity la detuvo, tomando sus manos entre las suyas e, inclinándose hacía el frente, las acorraló contra la cama.
–Harás eso después– ronroneó ella contra su boca.
Luz sintió un intenso calor recorrerla desde adentro con aquellas palabras mientras veía como Amity tomaba una cinta de terciopelo, aquella que había sido su cola y, jugando con ella entre sus dedos, la miraba a los ojos con una pregunta titilando en ellos.
Luz, nerviosa y excitada, asintió, dejando que Amity amarrara sus muñecas con un simple nudo entre ellas, para luego alejarse.
Sentía su corazón desbocado, preguntándose qué le haría ahora su gatita.
Cuando la vió volver mostrándole un arnés, aquel que tenían guardado y solo habían usado un par de veces, sintió una mezcla de diversión, placer, miedo y pena, deseando huir y a la vez no.
–Ahora tú eres mía– le dijo la gatita, acariciando su cintura, con un tono que hacía querer gritar a la otra chica «Si, soy tuya, solo tuya».
Ella besó sus labios y acarició su espalda, desabrochando su sujetador y besando sus hombros mientras lo retiraba. Con una mirada traviesa, deslizó hacia abajo, solo un poco, su ropa interior.
–Sigue– jadeó Luz, levantando sus caderas.
–Que siga con ¿qué?– jugó Amity, acariciando en cambio sus piernas.
Luz sabía que si le suplicaba iba a tardar más, por lo que decidió usar un tono más dulce y calmado.
–Desvísteme para tí, gatita– susurró ella, mirándola con deseo a sus ojitos dorados.
Amity besó su vientre y volvió a enganchar uno de sus dedos en la tela de sus bragas, deslizándola hacia abajo mientras repartía besos a lo largo de sus piernas.
Cuándo se deshizo de ellas, Luz abrió sus piernas lo más que pudo y retuvo el impulso de gemir por el halo de frío que la besó. Amity volvió a ascender, dejando más besos y algunos chupetones en sus piernas. Cuando llegó a arriba, comenzó a hacer un pequeño masaje con sus dedos, utilizando aquel delicioso lubricante que destilaba un cálido aroma a fresas, y arrancando profundos gemidos de la boca de su chica, haciéndola quedar casi al límite.
–¿Lista, bebé?– preguntó su novia sobre ella, con el arnés ya puesto, a punto de penetrarla.
Luz asintió frenéticamente mientras Amity colocaba otra cinta sobre sus ojos, de color rojo y sin amarrarla, y con cuidado, comenzaba a introducir el jueguete en ella.
Arqueó la espalda por instinto e intentó cerrar la piernas, pero Amity la mantuvo como la tenía mientras comenzaba a mover sus caderas contra ella.
Ella empezó a gemir, bajo y casi imperceptible, el nombre de su gatita, loca de placer con cada movimiento que le hacía.
Cegada, amarrada y siendo follada por su novia, que deliciosa maldita fantasía.
Un espasmo recorrió su cuerpo cuando el placer llegó a un punto más elevado, y despidiéndose de su cordura, le pidió a su gatita que lo hiciera más rápido, que la hiciera gritar.
Y Amity la complació, haciéndola chillar cada vez más alto hasta correrse.
Luz trató de respirar, con el calor aún bajo su piel y sus ojos mirando luces bajo la cinta roja. Sintió como Amity retiraba con cuidado el juguete y luego se acercaba a ella, retirando la venda de sus ojos.
–¿Te… gustó?– preguntó dudosa, desatando también sus muñecas.
Luz no respondió y la tomó de la cintura, llenando su boca de largos besos húmedos.
–Tomaré eso como un sí– jadeó ella, recostada sobre el pecho desnudo de su novia.
Después de unos minutos en silencio, Luz se levantó por un cobertor, pues el calor había bajado y ahora tenía frío, mientras que Amity alcanzaba la botella de champagne y su copa vacía, y se servía un poco.
Luz las envolvió a ambas bajo aquella manta y Amity le dió a beber de su propia copa antes de iniciar otra sesión de besos, ahora con un sabor dulce y embriagante.
–¿Y mi postre?– recordó Luz de pronto, levantando la manta y mirando descaradamente los pechos de su chica. Amity sintió sus mejillas arder al recordar lo que le había dicho a Luz cuando ella quisó tocarla.
«Harás eso después».
Pálida, asintió y dejó que Luz se acomodará a su lado, tomando uno de sus senos en su boca y comenzará a amamantarse como una bebé, posiblemente provocándole un segundo orgasmo.
–Buenas noches, mommy– murmuró Luz con la boca llena, envolviendola con sus piernas.
–Buenas noches, baby– respondió Amity, sabiendo que ambas estaban lejos de dormir aún.
Si te a gustado el cap, no olvides dejar una estrellita, para animarme a subir más capitulos así <3
—Atte y con amor, Hars.
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