Y aquí estábamos de nuevo, yo jugando con las líneas que trazaba sin esmero alguno sobre su blanquecina piel de porcelana bañada con esa luz tenue que la luna nos regalaba. Su respiración caía en un suave compás que hacia que su pecho se contrajera tranquilamente causando mi paz.

Sabía que cuándo el despertador sonara dentro de unos minutos yo tendría que despedirme de él de nuevo, cómo cada tortuosa ocasión lo debía de hacer, coloqué mi palma debajo de mi barbilla y con mis dedos dibujaba las líneas de su delgado cuerpo, estaba ligeramente marcado con pequeños círculos rosas que había dejado la noche anterior, sombreaba su cabello negro asimilando su actitud, si alguien lo pudiese ver de la manera en que yo lo veía ahora y con mis mismos ojos no podrían llamarme loco por mirarlo con tanta fascinación.

Por que Min Yoongi era una pieza de arte en su máximo esplendor, y era un problema constante, pero era mío, a medias pero al final era mío.

Su móvil comenzó a lanzar una melodía que yo conocía a la perfección, deseaba que no despertara y que siguiera regalándome sin palabra alguna la mayor sensación de bella auto destrucción que podría inventarse.

Se removió advirtiéndome silenciosamente que había escapado de las manos de morfeo, me di vuelta débilmente sabia bien lo que sucedería luego, la misma conversación de siempre.

— Si Suran, me he quedado en el estudio, no, no volveré hasta mañana tengo demasiado que preparar. Si, lo entendí, si; la cena con tus padres losé, bueno nos vemos.

Lo mismo siempre, las mismas palabras perfectamente repetidas una y otra vez cómo si se tratara de un contrato hecho a memoria en su paladar y calcado en su tono desinteresado y frío cómo sólo el podía ser.

— Jiminie... — posó suavemente su mano sobre mi descubierto hombro, podía jurar que instantáneamente la marca de aquel mortífero tacto quedo calcado en mi también delicada piel - debemos irnos.

Suspiré pesadamente, hoy, justamente hoy no tenía ganas de fingir más.

— No iré a la compañía hoy hyung, no me siento en mi mejor estado, creo que tomaré el consejo de Hobi hyung e iré a ver a un médico — pronuncié rezando internamente para que no me sermoneara o recalcara que no debía de faltar por causas así, pero simplemente su voz no llego a mis oídos.

Su cálida presencia dejó la cama, lentamente comenzó a juntar su ropa, que estaba desparramada por todo el piso marmolado que poseía ese cuarto tan lleno de insignificantes recuerdos y palabras que murieron en mis labios mil veces, siendo esta la mil y una.

Recordé ese día inusual en el cual la lluvia empapaba mis sueños, el mismo día en que sin quererlo choqué contra un hombre de semblante serio y bien vestido mojándolo. Desde ese día supe que mi canción ya estaba siendo escrita por sus manos, yo estaba siendo moldeado según sus ojos me quisieran enmarcar.

Los meses se volvieron minutos y los años en segundos. No recuerdo cuándo comenzamos este juego de filo profundo, cuándo comenzó a desinteresarme los pensamientos y dolor de tú novia. Me contabas que la amabas pero no era lo que deseabas para ti, que era perfecta, pero para alguien más, para ti no. Que ella se merecía alguien quién le entregara todo lo que era, qué fuera completamente suyo y tú no lo eras.

Los días fueron lentamente convirtiéndose en la rutina constante de necesitarte, no sabía si tú te sentías de la misma manera y la verdad no me importaba con demasía, sólo quería sentirme completo contigo, las noches eran cortas y los días con extrema pesadez eran largos, esperando algo de ti.

Todo era lo mismo, salidas llenas de detalles, todas las mañanas encontraba una pequeña nota sobre mi celular, y más a su lado una rosa blanca con un listón negro atado cuidadosamente, sonreía siempre porque ya tenía muchas rosas y ninguna moría pues me traías las que eran artificiales pues decías que querías que ellas duraran eternamente igual que nosotros, igual que nuestro supuesto amor.

29062017