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Outro


somnium
( )

Dos cuerpos danzaban silenciosos al compás de los lujuriosos vaivénes de sus choques y dulces voces contrastando entre sí, dos cuerpos compenetrándose en uno, sollozos de placer, rasguños, leves grititos y marcas en la piel. Dos hombres demostrándose el hambre por su contrario, el deseo, el amor.

Todo era demasiado ficticio, el dinero debajo de su cama, las sábanas esparramadas sobre las mismas, besos, mordidas, gemidos contenidos ante esas luces de neón rosas que inundaban ese cuarto de motel de pasada.

— Ggu-gukie~ — sus gemidos eran ese interruptor en la mente de su pareja, para llevarlo al cielo.

—Taetae te amo — simpleza en cortas palabras besos y mordidas en esa piel tan deliciosa para él sobre aquel tatuaje que amaba observar, causo el tan esperado temblor en su anatomía

La rutina de hacer el amor entre fajos de dinero obtenidos de una forma no tan honrada, las bebidas ya acabadas, las drogas, luces, canciones, sus cuerpos, ellos. Ambos seres demasiado enamorados el uno del otro, demasiado sedientos de su amor, a su necesidad por la adrenalina, el uno por el otro.

Un cigarro en los labios rojos del mayor se enmarcaba ante la luna, los leves tonos rosáceos incrustándose en esa piel tan suave y tersa que abarcaba la perfección de la creación. A cada bocanada el humo expulsado creaba remolinos de sueños antes dorados en esa mente tan dañada e cansada. Abundando la preocupación, cómo también la emoción del robo ocurrido hacían pocas horas.

Un click, su sonrisa se expandió dejando a la vista unos dientes pulidos a mano, una sonrisa cuadrada demasiado irreal.

—¿Porqué eres tan hermoso bebé? — pronunció su pareja levantándose de la cama, con apenas una sábana envolviendo su desnudez. El contrario sólo sonrió dulcemente.

—¿Por qué es usted tan perfecto señor Jeon?.

Las risas, seguidas de cosquillas y palabras tiernas llenaban ese cuarto hecho un desastre.

Un desastre cómo eran sus vidas. Ambos amantes de la noche, repletos de sueños un poco rotos, con el dolor y la adicción rebosando sus cuerpos. Personas, gritos, lucesillas, automóviles. Demasiadas cosas para tan cortas edades.

Kim Taehyung de sólo 22 años se vestía presuroso y risueño, entre grititos dados por su novio Jeon Jeongguk de 20 años quién tomaba los fajos de dinero tirándolos en aquella maleta negra.

Salieron de ese motel corriendo, podrían ser las 2 o 3 de la mañana, podrían estar durmiendo pero una patrulla, destellos azules y rojos los obligaron a ir al único lugar dónde sabían que estarían seguros. Su pequeño Edén. Ambos subieron a ese automóvil que acabaría en unos minutos en algún lugar sin importancia con ellos dos tomando el tren para no dejar rastros y hacer la típica huida limpia que caracterizaba a ambos.

Sus manos estaban enlazadas siendo protegidas por el manto nocturno, llegando a aquellos complejos de edificios abandonados, evitaron a cuerpos que estaban con sus sistemas demasiado llenos de alucinógenos, peleoneros, prostitutas y seres del más bajo moral hasta llegar a su pequeño (pero gran escondite).

—¡Jiwoo ya llegamos! — habló el menor tirándose en el sofá —. ¡Y tengo hambre!.

Exclamó y nadie apareció.

—Debe de estar durmiendo amor — respondió Taehyung despojándose de su chaqueta de cuero, colgándolo por la puerta —. Sería mejor ir a descansar.

El menor le hizo un leve puchero que enterneció al mayor. Se aproximó juntando sus labios con los de su contrario.

—Vamos a dormir bebé, mañana molestarás a Jiwoo.

Jeon rió y lo acompañó hasta quedar ambos abrazados en esa cama, sintiendo el latir del contrario, el ruido de los automóviles y músicas fuera no impedían que ambos acabaran completamente rendidos a Morfeo en minutos.

peccator
( 罪人)

— ¡Vamos apresúrate mierda! — los gritos salían disparados igual que las balas —. ¡Vamos imbécil!.

Esas exclamaciones de la joven que sujetaba aquella pistola hacían que las manos viejas del hombre temblaran.

Una tienda de conveniencia, la más grande Seúl estaba siendo asaltada por tres personas. Las 12:00 p.m darían en menos de 3 minutos, los corazones latían asustados, los empleados permanecían en el piso con dos hombres apuntándoles, ese día no fue bueno no traer seguridad ante el cierre diario de caja que se hacían al cerrar el lugar. El cuál consistía en contar el dinero de todos los cajeros y ajustarlos al sistema.

—¡Vamos corre, la policía está cerca JW! — la mujer giró ante su acompañante quién mantenía una máscara blanca y ese distorsionador de voz muy característico de esos tres asaltantes —. ¡Tienes 20 segundos!.

Su mirada se posó en ese hombre, un movimiento rápido y el mango de su arma impactó contra la sien del mismo causando su desmayo instantáneo, las luces fueron apagadas, dos motocicletas estaban encendidas y los oficiales pisándoles los talones.

Sirenas aumentando el volumen y proximidad, llantas siendo usadas al punto máximo llorando contra la acera intransitada de la madrugada, humo y adrenalina llenando sus pulmones y ser entero.

Dos patrullas seguían muy de cerca a Jeongguk y Taehyung quiénes montados sobre esa motocicleta iban detrás de Jiwoo. Un fuerte y peligroso desvío hecho por Jeon los llevó perder a los automóviles, pero causó la caída de uno de los maletines de dinero.

Llegaron a su guarida entre gritos y risas. Sí, perdieron algunos billetes pero no era nada comparado con lo que Jiwoo tenía entre sus bolsos negros.

—¡Lo logramos chicos!— la chica sonreía animada abriendo una botella de vodka que traía entre sus pertenencias —. ¡Bailemos! — se aproximó a ambos chicos quiénes compartían besos fugaces, los separó tomando a Tae de la mano para guiarlo al centro de la sala, lo hizo beber y colocó canciones.

Jeon estaba sentado mirándolos de reojo con cierta molestia por cómo la joven los distanció, pero tampoco era algo muy grave de manera que lo dejó pasar y se dispuso a contar el dinero.

Su vista se posaba en su perfecto novio, quién movía elegante y algo torpe su cuerpo, unas ganas inmensas de besarlo lo invadieron, la manera en que sus siempre rojizos labios seguían el compás de las melodías, su cuerpo sexy ante esa camisa blanca de mangas largas que tapaban sus manos. Ese pantalón rasgado que se ceñía a sus esbeltas piernas lo tornaban demasiado atractivo, muy apetecible.

Jeongguk se incorporó acercándose a ambos, tomó fuertemente de la palma del mayor, le arrebató a Jiwoo la botella de sus manos -haciendo que la chica se quejara- y aproximó ese cuerpo acanelado al suyo.

Bebió aquel líquido que quemaba su faringe a medida que bajaba, una mueca hizo reír a su amante quién entre sus brazos escondía su rostro en el cuello del contrario inhalando su aroma a vainillas y sudor.

Sin dudarlo mucho Jeongguk tomó posesivamente de los labios de Taehyung cómo queriendo demostrarle a quién fuere qué él le pertenecía a su mayor y viceversa. Que su ser fue hecho para encajar con el de su pareja.

También demostrarle a su media hermana Jiwoo que Taehyung era sólo suyo, hiciese lo que fuere jamás se lo arrebataría.

Jiwoo bufó molesta, dio un profundo sorbo a su bebida, su ceño entrecerrado y sus brazos cruzados emitían su descontento con el acto que presenciaba, se tiró al sofá demasiado enfurecida.

Y es que ambos hermanastros Jeon Jeongguk y Jeon Jiwoo habían caído completamente enamorados de ese niño de ojos avellana y piel tersa, de ese joven de musculatura fornida, voz profunda, actitud inocente pero demoníaca. De ese ser humano que los incitó a probar de lo prohibido, enseñándoles el placer del pecado, la belleza de lo roto y la fuerza que sin saberlo tenían al protegerlo.

Pero la joven odiaba con su alma a su hermanastro pues le había arrebatado a su amor de niñez, pero lo que ella no sabía es que no puedes robar algo que nunca fue tuyo.

Porque desde que Jeon conoció a Taehyung a los 13 años de edad ya fue suyo. Desde las largas pláticas de madrugada, hasta el miedo de enamorarse, hasta su primer beso, la confrontación con sus padres, cuándo los echaron de sus hogares, desde la muerte y la resurrección de sus almas al complementarse, al unirse en el silencioso contrato suicida del amor, Kim Taehyung le perteneció a Jeon Jeongguk.

Y eso a pesar de saberlo molestaba demasiado a Jiwoo, tratando de evitar tan meloso y odioso acto encendió la televisión y las palabras de ese periodista la hicieron apagar la canción y no por molestar a ambos jóvenes sino por el miedo.

— ¿Qué diablos Jiwoo? — habló Jeon mirándola.

— Calláte y oye las malditas noticias Jeongguk.

"Hoy los tres asaltantes conocidos cómo los Change mask asaltaron una de las tiendas más grandes de Seúl, pero se logró conseguir más pistas de estos misteriosos y peligrosos asaltantes".

— Bah, no nos hallarán nunca, vamos Jiwoo deja de temer — habló el pelinegro sentándose al lado de la muchacha, podrían ser rivales en muchas cosas pero eso no quitaba que tenían lazos.

— No podemos arriesgarnos más Ggukie — habló Tae aproximándose al televisor apagándolo — el asalto de mañana será el último, luego nos repartiremos todo el dinero y desapareceremos de aquí por un tiempo.

—Sí, será lo mejor, ya tenemos suficiente dinero para pagarnos los gastos de años e invertir en algo. Lo de mañana será lo último y luego nos largaremos de todo esto — dijo Jiwoo abrazando a Taehyung quién cariñosamente la besó en los cabellos.

Si bien él sabia de los sentimientos de la mujer, él le tenía un amor dulce, cómo el de una hermanita menor.

— Bien — irrumpió Jeon —. Mañana será el último asalto luego nos iremos de aquí.

"Pero se tiene entendido su itinerario de asaltos esperamos que las autoridades logren atraparlos"

Los tres se sonrieron, pero no sabían que los planes que le gritas al mundo, él hará lo posible para arruinarlos.

est dilectio
()

Las risas invadían ese pequeño apartamento, ese tan descuidado pero vivo, las luces de neón iluminaban cada rincón del mismo y bañaban a esas anatomías quiénes danzaban sin música ante la euforia de haber tenido éxito en su robo.

Jeongguk presenciaba a esos dos jóvenes festejando con tequila y bailes raros, sin lugar a dudas el atraco fue exitoso, más de lo que él hubiese esperado y eso también lo tenia preocupado. Tomó los bolsos llenos de billetes y llamó a alguien.

Taehyung lo miraba de entre risas y con el alcohol recorriendo su ser, se volvía un poco torpe y es que él no tenia tanta resistencia al esa sustancia cómo su acompañante, sus ojos se volvieron a posar en esa anatomía que él tantas veces logró poseer pues él veía con adoración a su perfecto novio.

Para sí Jeongguk era simplemente un príncipe de los que no hallas a diario, sus ojos y cabellos obscuros, su sonrisa calmada y seductora, su porte elegante, esa voz suave pero potente, la manera en que lo sujetaba, besaba, abrazaba, mimaba. Todo en él lo hacía encantarse más y más con ese niño de ojos noche y piel levemente bronceada que lo hacían ser el galán soñado de cualquier persona y era suyo.

Su novio, amante, todo. Su sonrisa fue difuminándose. ¿Se paso de copas en tan poco tiempo?. Pues pareciese que si.

De pronto su vista se volvió algo atontada y sus risas salían al mundo solas. Oía a Jiwoo hablarle de algo pero no prestaba atención.

—Bebé, saldré un momento ya vuelvo.

Sintió una presión acaramelada sobre sus labios, el leve roce le dejó ese sabor a caramelos de chocolate que tanto adoraba degustar.

El cerrar de la puerta anunció que el pelinegro había salido. Taehyung trato de incorporarse, se sujetó la cabeza pues los mareos lo tenían fuera de sí.

— Taetae no, no, ven aquí — Jiwoo lo tomó de la muñeca empujándolo contra el sofá —, oppa ¿no estás cansado de Jeon?.

Los dedos de la mujer viajaban sobre el pecho un poco descubierto del mayor, sus ojitos brillaban contrastando con los brillos emanados en tonos verdosos y lilas del lugar. Taehyung sentía incomodidad, sabia que Jiwoo era capaz de cualquier cosa y él en su estado de ebriedad con la mayoría de sus sentidos dormidos no ayudaban en nada.

— Vamos Taehyung, podemos irnos tú yo lejos de aquí — su voz se oía más cerca de sí, él atinaba a reír, era de seguro una broma de la niña, sí eso era —. Yo puedo ser mucho mejor que él.

Sus ojos estaban cerrados inhalaba un aroma dulce pero asfixiante, su pecho se comprimía con dificultad, sus labios fueron atrapados por otros que el no conocía, además de sentir un peso extra sobre sus piernas.

Jiwoo había subido sobre él tratando de besarlo, pero a pesar de su embriaguez Taehyung podía diferenciar el dulce sabor de su novio y ese no era.

Trató de empujarla pero estaba demasiado atontado, no movía sus belfos sino más bien los mantenía demasiado apretados como sus ojos.

Lo próximo que sus ojitos vieron fue cómo Jiwoo era empujada al piso por un enfurecido Jeongguk.

— ¡Qué rayos piensas que haces con mi novio Jiwoo!.

Jeon tenia los ojos inyectados en sangre, nadie tocaba a su novio, nadie.

— ¡Estoy harta de ti Jeongguk, tú me robaste el amor de Taehyung pedazo de imbécil, Tae tenía que ser mío, yo lo conocí primero, yo lo amé primero, y luego llegaste tú y cómo todo me lo arrebataste, no te bastaba con robarme la atención de mi madre sino también me quitaste a la única persona que amé!

Jeon la miró quizá si hubiese sabido todo lo que ocurriría no hubiera hablado.

— Taehyung siempre fue mío.

— Ahora haré lo que debí de haber hecho hace años.

La mujer enfundó su arma a la altura de su hermanastro y sin pestañear apretó el gatillo.

Lo que ocurrió luego fue mucha sangre, Jiwoo emanando demasiado odio, miedo y arrepentimiento.

Jeongguk gritaba desgarrado, a los minutos oyeron sirenas, quizá era una redada que los acabaría por undir también, el pánico se apoderó de la todos.

— ¡Taehyung! — el pelinegro lo envolvió en sus brazos apretujandolo contra su frenético ciclo de latidos — ¡¿Qué rayos hiciste con mi novio Jiwoo?! — su voz se quebraba a pasos agigantados al igual que la roja sangre que se apoderaba de sus prendas.

Tae se interpuso entre la bala y el corazón de su pareja siendo él quién recibió lo más duro de esa noche.

El shock estaba presente en los tres, para Jeongguk no importaba nada más que el salvar a su novio. No notó cuándo su hermanastra huyó de allí, él sólo tomó entre sus brazos a su príncipe, llevándolo fuera, sus ojos estaban llenos de lágrimas, su cuerpo cubierto por ese tono carmesí.

Las luces de las patrullas lo cegaron por unos segundos.

— P-porfavor salvénlo.

Fue lo poco que dijo antes de oír los gritos de los oficiales, unas esposas presionaran sus muñecas, sus gritos de angustia y desesperación por ver a su novio ir en una ambulancia lo destrozaron por completo.

3 meses después.

Caminaba entre esas lápidas y árboles, entre llantos de familias que recién perdieron a sus seres queridos. Caminaba silencioso sosteniendo un ramo de rosas blancas, con pequeñas lagrimitas queriendo caer desordenadas y desesperadas.

— Perdóname, se que no he venido en algunos meses, es sólo que como sabes es difícil para mí — habló apenas llegó hasta una de las lápidas grisáceas —he querido venir antes, pero ya sabes...

Se arrodilló dejando las flores en frente de ese pedazo de mármol donde se leían las letras perfectamente hechas. Paso sus dedos sobre los relieves dejando al fin caer una lágrima rebelde.

Su móvil sonó y miró la pantalla.

— ¿Si?.

— Ggukie, te esperamos en la entrada, ya tenemos los boletos, ven rápido.

Dirigió su mirada hacia el su derecha divisando efectivamente un automóvil negro esperándolo.

Bajó su móvil sin cortar la llamada.

— Será la última vez que charlemos papá, me voy de Corea para comenzar de nuevo con Taehyung, por favor cuida de nosotros. Te amo.

Besó las rosas y fue corriendo hasta el móvil. Al ingresar lo primero que hizo fue besar a su novio dulcemente y acurrucarse en su pecho.

— ¿Listos tortolitos?.

— Callése Jimin hyung, usted es incluso peor con Yoongi hyung.

— Sí, somos demasiado cursis pero ustedes nos ganan Jeongguk.

Rió el rubio.

Luego de que arrestaran a Jeongguk el fue puesto bajo las leyes, pero al no tener pruebas suficientes ante las dos seciones de presentaciones ante el juez el veredicto fue de que era inocente.

Trataron de inculparlo por la herida causada en Taehyung, pero este afortunadamente despertó y negó todo.

Taehyung fue rozado por la bala, impactó en su brazo derecho, la pérdida de sangre más el alcohol corriendo por sí lo mantuvieron en un estado delicado. Pero luego de unos días pudo recuperar su estabilidad.

Los cuatro chicos estaban a punto de abordar el avión.

— Sabes Jeonggukie siempre dije que eras inteligente pero no sabia cuánto — habló Jimin quién observaba a su esposo hablar con el piloto.

— ¿A qué te refieres Jimin hyung?.

— A qué esa noche en que Yoongi me dijo que debíamos de esconder el dinero y esperar tres meses para contactarte creí que era una broma.

— Pues sabía que tener tanto dinero y más con los oficiales pisandónos los talones no era nada seguro mantener todo eso con nosotros.

— ¿Pero porqué nosotros?.

— Pues Yoongi hyung es cómo un padre para mí, confío ciegamente en él además de que sabía que ustedes son nobles y no tocarían el dinero, además de no necesitarlo.

— Sí, pues ahora mirános, ustedes irán a viajar por el mundo y Yoonie y yo iremos a instalarnos al fin a Canadá. Los echaremos de menos, pero saben que podrán ir a visitarnos.

— Sí hyung.

Luego de abrazos y despedidas tranquilas Tae y Jeon abordaron su jet el cuál los llevaría a su primer destino que era latinoamérica.

— ¿Jeonggukie alguna vez te arrepientes de haberme conocido?. — Taehyung lo miraba algo entristecido — has perdido a tú familia, has robado, lastimado y todo por mí culpa, te incite a pecar siendo tú tan inocente.

— Jamás Taetae — Jeon lo tomó de las mejillas depositando suaves besos — tú sólo me enseñaste del amor incondicional, muchos dicen que el pecado original no fue otro más que el amor. Y por ti este pecador recibió el perdón que no merece.

"El mayor pecado del ser humano es el condenar el amor de otros por simplemente no comprenderlo"

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