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único.

La relación de Beomgyu y Yeonjun era un poco... peculiar.

Habían comenzado a vivir juntos por simple conveniencia, después de que Yeonjun buscara a alguien para ayudarlo a pagar la renta. Pero, después de convivir tanto tiempo juntos, terminaron volviéndose cercanos, y aún si probablemente podrían pagar una renta completa por su cuenta, seguían viviendo juntos.

Y, ninguno de los dos recordaba cuando comenzó, pero, de vez en cuando, solían quedarse despiertos hasta la madrugada, bebiendo y hablando de sus aventuras de una noche. Sorprendentemente, no era incómodo, al contrario, se sentía natural hacerlo, y solo los había hecho ser más cercanos.

Así que, ahí estaba Yeonjun, escuchando a Beomgyu hablar de su más reciente aventura.

—Ugh, era un tonto. —Beomgyu rodó los ojos, quejándose—. Estaba sorprendido de que no pueda correrme solo con la penetración —se quejó Beomgyu—. La penetración está sobrevalorada, no es la gran cosa... —murmuró—. El porno miente, qué sorpresa...

—Suena a alguien que no sabe que existe algo llamado clítoris... —Yeonjun se rió—. Y sí, el porno miente descaradamente... —le dió la razón—. Por mucho tiempo creí que las vaginas eran de color rosa.

—¿Eh? Pero sí pueden ser rositas... —reclamó, confundido.

—No sé que harán para que se vean de color rosa en el porno... pero yo nunca he visto una que sea así en la vida real.

—Pero la mía es así —dijo, con el ceño ligeramente fruncido y sus labios en un puchero—. Y no he hecho nada para que lo sea.

—¿Qué? —Yeonjun fue tomado desprevenido por aquella información, sintiendo que había escuchado mal.

—Mi vagina es rosa —ahora dijo directamente, sin dejar lugar para que Yeonjun lo ignorara—. ¿Por qué haces esa cara?

Yeonjun no tenía idea de que cara estaba haciendo, pero podía imaginarse que era una mueca de incredulidad, confusión, sorpresa, y curiosidad.

Sí, curiosidad.

—Oh —soltó—. ¿De verdad?

—¿Por qué mentiría? —Beomgyu resopló, rodando los ojos—. Mi vagina es rosa, así que el porno no miente del todo.

Yeonjun tuvo que reprimir su impulso de decir: '¿puedo verla?'

No era por ser raro o un pervertido (o al menos eso quería creer), pero no iba a creer eso sin pruebas. Beomgyu podría estar mintiendo, estaba borracho después de todo, y los borrachos siempre decían la verdad.... ¡pero podría estar mintiendo!

Yeonjun quería ver la vagina de Beomgyu, y no había nada raro en eso, ¿verdad? Solo quería comprobar si de verdad era rosa...

[...]

Últimamente, Beomgyu había tomado interés por el pole dancing, así que llevaba un poco de tiempo aprendiéndolo. A Yeonjun le sorprendía que Beomgyu no lo hubiera considerado antes, ya que parecía algo perfecto para Beomgyu.

Así que, ahí estaba Beomgyu, trepado en aquel tubo, demostrando su flexibilidad y fuerza. Y esa no era la primera vez que Yeonjun lo veía, pero si era la primera vez en la que, en vez de concentrarse en la gracia con la que su figura se movía alrededor del tubo, sus ojos estaban clavados en su entrepierna. La pequeña prenda que lo cubría no hacía mucho, no cuando estaba tan ajustada y era tan corta, que podía ver el encaje de su ropa interior asomándose debajo.

Pero no le importaban sus lindas bragas de encaje, no cuando podía ver el contorno de su coño, y se veía tan regordete; Yeonjun imaginaba que sus gordos labios cubrían por completo su clítoris, que tendría que usar sus manos para separarlos y poder apreciar lo rosado de su vagina.

Mierda, debía dejar de pensar en eso si no quería tener que explicarle a Beomgyu porque de repente tenía una erección.

Se limpió la garganta, queriendo dar una señal de su presencia, y dió un paso a un costado, haciéndose visible en el reflejo del espejo, deteniéndose a sí mismo de poder admirar a Beomgyu más tiempo sin que él lo supiera. Beomgyu se dió cuenta de inmediato de su presencia, deteniendo lo que estaba haciendo, pero aún así manteniéndose en el tubo.

—Yeonjun —le sonrió, saludándolo—. Acabaré en un segundo, solo quiero intentar algo... y necesito tu ayuda.

¿Eh?

—¿Mi ayuda? —preguntó Yeonjun, esperando que no fuera lo que creía que era—. ¿Para qué?

—Necesito que me sostengas, tengo miedo de caerme si intento lo que quiero.

Esa no era la primera vez que Beomgyu le pedía eso, después de todo, Yeonjun tenía la fuerza suficiente para levantarlo, y simplemente sostener a Beomgyu como un apoyo era sencillo para él, y nunca había tenido problema en hacerlo. Pero no estaba seguro de si, en su situación actual, podría tocar la piel desnuda de Beomgyu sin salir afectado.

—Está bien... —Yeonjun rogó internamente porque Beomgyu le pidiera solo sostenerlo de sus hombros y no de sus muslos—. ¿Qué debo hacer?

—Mis piernas, —Oh, mierda—. por favor.

Yeonjun reprimió un suspiro, no queriendo que Beomgyu pensara que era un fastidio ayudarlo, pues no lo era, solo era un poquito inconveniente para Yeonjun cuando lo único en lo que podía pensar era en lo mucho que quería ver su rosado coño y todo pensamiento relacionado a Beomgyu de alguna manera terminaba en algo sexual...

—Claro —Yeonjun fingió que todo estaba bien con una sonrisa temblorosa.

Su piel era tan suave...

Yeonjun tragó saliva, sintiendo que su mano estaba demasiado arriba en el muslo de Beomgyu, casi tocándole el culo. Tuvo una pequeña lucha interior sobre si debería mover su mano a un lugar más apropiado, o aprovechar la situación y tocarle el culo sin pena alguna.

Esa segunda opción se escuchaba más tentadora de lo que debería...

—Bien... —murmuró Beomgyu.

Beomgyu suspiró, preparándose para hacer lo que quería. Y entonces, susurró un pequeño '1, 2, 3' y soltó el tubo, dejando sus manos a sus costados, tan solo sosteniéndose con sus piernas, y claro, la ayuda de Yeonjun.

—Suéltame —le pidió Beomgyu, aún si eso tenía el peligro de que su (en la opinión personal de Yeonjun, hermoso) culo cayera hasta el suelo.

Aún si una parte de él quería seguir manoseando a Beomgyu, Yeonjun obedeció, y lo soltó, aunque dudando, sin querer que Beomgyu se lastimara. Para su sorpresa, eso no pasó, pues Beomgyu logró mantenerse apoyado con la ayuda de solo sus piernas, incluso apoyando sus brazos sobre ellas, adoptando una posición como si estuviera sentado en el aire.

—¡De hecho es bastante cómodo! —exclamó, contento de haberlo logrado.

Yeonjun se sintió un poquitito culpable, pensando en cosas inapropiadas cuando Beomgyu tan solo estaba intentando superar un desafío que se puso a sí mismo...

Pero no pueden culparlo (demasiado), no cuando aún no podía dejar de pensar en el rosado coño de Beomgyu, que, ahora como extra, podía imaginar y era gordito, tal y como si estuviera sacado de un vídeo porno.

Yeonjun no dormiría esa noche.

[...]

Yeonjun de verdad debía aprender a decirle que no a Beomgyu...

Por ejemplo, debería aprender a negarse cuando Beomgyu le pedía que lavara su ropa, no importaba que para ese punto Yeonjun se encargara más de lo que Beomgyu lo hacía, no importaba que Beomgyu fuera tan convincente con su excusa de que 'Yeonjun solo era mejor haciéndolo', o que no fuera humanamente posible negarse a Beomgyu pidiéndole con la voz más dulce y un puchero en sus labios mientras batía sus pestañas, Yeonjun debía aprender a decirle que no.

Así que ahí estaba... echando a la lavadora la ropa de Beomgyu. Atrapado en sus pensamientos, llenos de cualquier tontería, hasta que, sus manos tocaron algo húmedo. Inmediatamente miró hacia abajo, frunciendo el ceño, confundido por lo que había tocado. Y, cuando vió lo que era, sintió su corazón detenerse un segundo: era ropa interior, unas lindas bragas negras de encaje.

Lo húmedo que había tocado era la parte que correspondía a la entrepierna, así que... tocó la humedad del coño de Beomgyu.

Tragó saliva, intentando detener los pensamientos que lo ahogaron en ese momento. Volvió a tocar la humedad, manchando su dedo con ella y acercándolo a su rostro, oliéndolo. Aspiró hondo, logrando captar el sutil aroma, y, como si aquello hubiera nublado sus sentidos, tomó las bragas en su puño, y miró de un lado a otro, cuidando que no hubiera rastro de Beomgyu por ahí cerca, y, sin realmente pensar en lo que estaba haciendo, metió las bragas en su bolsillo, sintiendo su corazón latir con nervios.

Beomgyu no se daría cuenta, ¿verdad?

[...]

Horas después, Yeonjun aún no podía creer lo que había hecho. De verdad le había robado a Beomgyu unas bragas...

Pero él no se daría cuenta, ¿verdad? De seguro tenía muchas bragas iguales, que unas desaparecieran no le importaría, ¿verdad? De seguro ni se daría cuenta, ¿verdad?... Y Yeonjun siempre podía hacerse el tonto por si Beomgyu realmente preguntaba...

Así que, soltó su puño, viendo la tela de encaje extenderse un poco sobre la palma de su mano. Las desgraciadas bragas eran bonitas, completamente negras y de encaje. La tela que se suponía y cubría su coño era tan delgada que Yeonjun dudaba y cubriera más de lo mínimamente necesario... eso no le hacia bien a la imaginación de Yeonjun, ni tampoco el pensar en como se vería el culo de Beomgyu en esas lindas y pequeñas bragas...

Mierda. Antes de que pudiera hacer algo al respecto, Yeonjun ya tenía una erección. Debería avergonzarle lo rápido que se puso caliente con solo pensar en Beomgyu, pero ese no era momento para pensar con la cabeza de arriba.

Así que, bajó sus pantalones, quedándose viendo el bulto en su ropa interior y teniendo un segundo para arrepentirse de eso y simplemente ir a tomar una ducha fría o algo así... pero no, no iba a arrepentirse, no cuando estaba tan ansioso por tocarse a sí mismo.

Se quitó la ropa interior, su erección inmediatamente levantándose contra su estómago, y no dudó en tomarla, envolviendo su mano alrededor de ella, moviéndola de arriba a abajo, el vaivén siguiendo un desesperado ritmo.

Y pensó en Beomgyu, pensó en su coño, tan lindo, gordito, y rosado. Se preguntaba cómo sería su sabor, cómo se sentiría contra su lengua. Deseaba hundir su rostro en él y chuparlo, oír a Beomgyu gemir y lloriquear por él.

Antes de que pudiera pensar correctamente en lo que estaba haciendo, Yeonjun acercó las bragas a su rostro, hundiendo su nariz en ellas. Así era como olía el coño de Beomgyu, y olía bien. Era débil, y Yeonjun desearía que fuera más potente (quizá si el coño de Beomgyu fuera lo que tuviera contra su cara en ese momento...), pero el olor a almizcle, con el toque más débil de dulzura; mierda, a Yeonjun se le hacía agua la boca, cómo desearía poderle comer el coño...

Desearía que Beomgyu se sentara en su cara, sintiendo esa suave piel, su enorme culo aplastando su rostro, mientras le comía el coño, empujando su lengua en su agujero, chupando su clítoris, aquel adictivo olor tan cerca de su nariz, escuchar los lindos sonidos de Beomgyu, hacerlo sentir tan bien, que se corriera en su rostro, sentir aquel sabor contra su lengua...

Yeonjun gimió, corriéndose, manchando su mano, su estómago, su pecho, y, lo más importante, las bragas de Beomgyu.

Y, aún con la claridad post-orgamo, no pudo arrepentirse, no cuando ahora solo podía pensar en el rosado coño de Beomgyu manchado con su semen...

Hasta que, de la nada, escuchó un pequeño sonido, casi imperceptible, inconfundiblemente un quejido o... gemido. Inmediatamente, Yeonjun se puso alerta, y buscó la procedencia de aquel ruido, y la encontró, detrás de la puerta entreabierta, dónde Beomgyu estaba de rodillas, espiándolo, con una mano metida en sus pantalones.

Sus ojos se encontraron con los de Beomgyu, y ambos se miraron con pánico y vergüenza. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Tan solo lo ignorarían y seguirían con sus vidas fingiendo que eso nunca pasó? ¿Tendrían una incómoda plática al respecto? ¿O las cosas seguirían como si fuera un vídeo porno?

—Yeonjun —soltó Beomgyu en un susurro—. Tú... ¿Qué haces con mis bragas?

¿De verdad estaba preguntándole eso? ¿Aún cuando perfectamente lo había visto? Yeonjun diría que Beomgyu hizo eso por el shock y el trauma, pero cuando tenía su mano metida en sus pantalones, obviamente haciendo algo no muy distinto a lo que Yeonjun hizo, no podía creerse esa teoría.

—Y-yo —la voz de Yeonjun salió débil—. Solo... pensaba en ti.

—¿En mí? —dijo Beomgyu, sacando su mano de sus pantalones, levantándose, y Yeonjun inmediatamente notó lo mojados que estaban sus dedos—. ¿En mi cuerpo? ¿En lo que deseas hacerme?

—Sí —admitió, avergonzado, diciéndolo en un murmuro.

Beomgyu se acercó a él, viéndose tan extrañamente intimidante.

—¿Y en qué pensabas?

Yeonjun no quería responder, solo quería esconderse y llorar de la vergüenza.

—En tu coño.

—¿Hmm? —soltó Beomgyu con una falsa sorpresa—. ¿Pensabas en mi coño? —Cuando Beomgyu lo decía se volvía incluso más vergonzoso—. ¿Y qué quieres hacerle?

Beomgyu se acercó por completo a él, y tomó su mentón, aplicando la más ligera presión cuando dijo:

—Responde.

Yeonjun se sentía tan pequeño, aún si Beomgyu era el que tenía que voltear hacia arriba para poder mirarlo a los ojos.

—Quiero chuparlo —respondió con voz pequeña—, quiero que te sientes en mi cara.

—¿Y quieres que eso ocurra?

—Sí —susurró, sin atreverse a admitirlo en voz alta.

Beomgyu levantó su mentón, sonriéndole con cierta burla.

—Ruégame.

—Por favor —soltó—. Por favor, siéntate en mi cara.

Hmm... ¿Acaso eso es suficiente? —pensó en voz alta, susurrándolo, tan solo haciendo que Yeonjun se sintiera aún más desesperado.

—Por favor —rogó, sus ojos ya brillantes con desesperadas lágrimas—. Por favor —repitió—, siéntate en mi cara, deja que te coma el coño... por favor.

Beomgyu sonrió, satisfecho.

—Te ves tan tierno cuando estás rogando, a punto de llorar... ¿Acaso estás tan desesperado? —susurró, acariciando con su pulgar el rostro de Yeonjun—. Eres como un tonto perrito que solo piensa con su polla, ¿no es así?

A Yeonjun debería avergonzarle ser comparado con un perro, y lo estaba, hundiéndose en su propia pena, pero su polla ya estaba otra vez dura, y su mente no podía dejar de desear comerle el coño a Beomgyu, sintiendo como se le hacía agua la boca, tal y como un tonto perrito hambriento.

—¿Acaso lo eres? —Beomgyu le preguntó, usando un dulce tono, tal y como cuando le hablas a un simple perro-— ¿Acaso eres un tonto perrito?

Yeonjun no le respondió, a punto de llorar, sintiéndose tan pequeño bajo la pesada mirada de Beomgyu.

—Respóndeme —ordenó, su dulce tono desapareciendo, apretando ligeramente su agarre sobre su mentón.

—Lo soy —susurró Yeonjun, sin sentirse capaz de decirlo en una voz más alta.

—¿Qué eres?

—Un tonto perrito.

Beomgyu ladeó la cabeza, sonriéndole dulcemente, disfrutando el escuchar esas palabras salir de su boca.

—¿Y a quien le pertenece ese tonto perrito?

Yeonjun ni siquiera dudó su respuesta.

A ti.

—Buen chico —lo felicitó—. Te has ganado un premio.

Si Yeonjun de verdad fuera un perro, estaría moviendo su cola, pero sus ojos brillantes eran suficientes para reflejar su emoción.

—Me sentaré en tu cara, y dejaré que me comas el coño. —Yeonjun se relamió los labios, su mente nublándose por completo con deseo—. Así que haz que me corra, perrito —le ordenó, sonriéndole.

Beomgyu lo empujó suavemente, provocando que cayera sentado en su cama. Yeonjun entendió el mensaje, acostándose, sintiéndose nervioso pero emocionado, eso de verdad estaba yendo por el camino del vídeo porno. Beomgyu desabrochó sus pantalones, y ahí estaban, unas bragas no muy distintas a las que Yeonjun había robado.

Eso realmente estaba pasando, Yeonjun sentía como si estuviera soñando, y rogaba por no despertar.

Sabiendo lo mucho que Yeonjun quería ver su coño, Beomgyu lo tentó, metiendo su pulgar debajo del elástico de su ropa interior, bajándola lentamente. Yeonjun estaba completamente hipnotizado, sus ojos fijos en la entrepierna de Beomgyu, esperando el momento en el que finalmente pudiera verlo.

Y el momento llegó, Beomgyu se quitó por completo las bragas y Yeonjun vió su coño, aún si así no podía ver si realmente era rosa, pues era tal y como había imaginado, tan gordito que sus labios ocultaban lo rosado.

Beomgyu se sentó en la cama y gateó hasta él, hasta que se puso a horcajadas sobre su pecho, viéndose tan dulcemente intimidante para Yeonjun, quien debía mirar hacía arriba para encontrar sus ojos, aunque lo que menos le importaba en esos momentos eran los ojos de Beomgyu.

—¿Quieres verlo? —le preguntó Beomgyu, refiriéndose a su coño, aún si sabía muy bien la respuesta.

Yeonjun asintió de inmediato.

—Adelante —dijo, levantando sus caderas.

Dudando un poco, Yeonjun apoyó sus manos sobre los muslos de Beomgyu, poco a poco acercándose a su entrepierna, hasta que, usó sus pulgares para separar sus labios, y así pudo ver lo rosado que era su coño, de verdad era rosa, un color suave y aún así tan claramente rosado. Estaba tan mojado, mostrándole a Yeonjun que Beomgyu deseaba eso tanto como él.

—Y bien, perrito... ¿crees que mi coño es lindo? —le preguntó Beomgyu, usando aquel dulce tono.

Yeonjun soltó un pequeño sonido de afirmación. Por supuesto que creía que el coño de Beomgyu era lindo.

—¿Es porque es rosa? —soltó con un ligero tono de burla—. ¿Acaso a mi perrito le gusta el rosa?

Yeonjun se quedó en silencio, avergonzado de que aquello fuera verdad, a perrito sí le gustaba el rosa...

Beomgyu solo rió, entretenido con su expresión, que mostraba a la perfección esa adorable vergüenza.

—Voy a sentarme en tu cara, ¿bien?

Beomgyu no le dió una verdadera oportunidad de responder, no cuando bajó sus caderas, sentándose en su cara. Y, para Yeonjun, no había algo que se sintiera mejor que eso. Los muslos de Beomgyu al lado de su cabeza, la suave y cálida piel, el ligero peso sobre su rostro, sin ser incómodo; podía oler su coño tan perfectamente, la humedad contra su boca y su mentón, el sabor sobre su lengua. Yeonjun sentía que estaba tan cerca de su coño, y eso nublaba por completo todos sus sentidos.

—Tres palmaditas en mi muslo por si necesitas que me levante —indicó Beomgyu, aún si Yeonjun no creía necesitarlo.

Yeonjun apoyó sus manos sobre las caderas de Beomgyu, y lamió una línea desde su agujero hasta su clítoris, sintiendo aquel sabor, e inmediatamente queriendo más.

—¿Te gusta, perrito?

Yeonjun no respondió, al menos no verbalmente, solo volvió a lamer, ahora empujando la punta de su lengua en el coño de Beomgyu, provocando que él soltara un suspiro. Continuó así, torpemente comiéndole el coño, la humedad cayendo por sus mejillas, haciendo que todo se sientiera aún más desordenado. Beomgyu gemía sobre él, sus piernas temblando en momentos, moviendo sus caderas, siguiendo la lengua de Yeonjun.

—Perrito... —lo llamó entre gemidos y suspiros—. Deja tu lengua quieta —ordenó—, quiero restregarme contra ella.

Yeonjun lo obedeció de inmediato.

Dejó su lengua afuera, plana y rígida, aún pegada al coño de Beomgyu. Y Beomgyu comenzó a mover sus caderas contra su lengua, su agarre sobre el cabello de Yeonjun tensándose. Se sentía tan desordenado, Yeonjun sintiendo la mitad inferior de su rostro completamente empapada, el coño de Beomgyu tan caliente contra su lengua.

Beomgyu tan solo estaba restregando su coño contra el rostro de Yeonjun, su clítoris rozando contra su nariz en algunos momentos. Beomgyu lo estaba usando para su propio placer, y a Yeonjun no podría encantarle más la idea.

Hasta que, los movimientos de Beomgyu se volvieron más torpes, incluso desesperados, sus piernas temblando, y su voz rompiéndose por completo en gemidos. Yeonjun sabía que iba a correrse, y amaba que sería en su rostro. Y pasó, Beomgyu se corrió. Yeonjun pudo sentir su coño palpitar contra su lengua, poniéndose aún más caliente, aún más mojado, dejando su rostro completamente empapado.

Beomgyu levantó sus caderas, aún con la respiración agitada, y, volteó hacia abajo, mirando a Yeonjun, le sonrió y dijo:

—Te lo ganaste, perrito, dejaré que me folles.

Yeonjun había sido tan buen perrito, así que se había ganado un gran premio.

Beomgyu se le quitó de encima, quedándose sentado a su costado. E, inmediatamente, Yeonjun se levantó, actuando como un perrito impaciente, y se abalanzó sobre Beomgyu, empujando su cuerpo, provocando que su espalda cayera contra el colchón, Yeonjun quedándose sobre él, con sus ojos brillando con un ansioso deseo.

—Mi perrito realmente está desesperado —Beomgyu soltó una pequeña risa ante su acción, encontrándolo adorable.

Sí, lo estaba.

Su polla estaba tan dura, y Beomgyu lo sabía, podía sentirla contra su muslo, podía sentir como manchaba su piel con pre-semen.

Y, tal y como un perro, Yeonjun no se preocupó en enderezarse para así penetrarlo más fácilmente, no, tan solo movió sus caderas a ciegas, hasta que la punta de su polla quedó atrapada en el agujero de Beomgyu, y, sin dudarlo, Yeonjun empujó, en un solo movimiento metiendo su polla entera en su coño.

Estaba tan apretado y cálido...

Yeonjun escondió su rostro contra el hombro de Beomgyu, sintiéndose avergonzado. Beomgyu envolvió sus brazos alrededor de su cuello, manteniéndolo cerca, Yeonjun pudiendo sentir su respiración contra su oído, dándole escalofríos.

—Vamos, perrito... —susurró, animándolo—. No me hagas esperar.

Y Yeonjun lo obedeció, moviendo sus caderas como un torpe perrito que solo buscaba preñarlo. Podía escuchar cada sonido que salía de la garganta de Beomgyu, incluso los pequeños suspiros y suaves quejidos; Beomgyu no era realmente ruidoso, soltando los gemidos más dulces y suaves, Yeonjun los encontraba tan lindos...

Dios, realmente estaba follando a Beomgyu, a su lindo y rosado coño.

No podía creer que realmente estuviera en esa situación, parecía que en cualquier momento despertaría de ese sueño húmedo.

Yeonjun se sentía tan... tan torpe y patético, y no podía entender porqué estaba actuando así, tal vez era que Beomgyu lo hacía portarse como un patético perrito, tal vez era que estaba pensando con su polla y no con su cabeza.

Lo único en lo que podía pensar era que debía preñar a Beomgyu.

Yeonjun sentía su mente completamente nublada, metido en su mentalidad de un tonto y desesperado perrito. Tan solo concentrándose en follarlo, en preñarlo, sintiendo sus ojitos llorosos, aquel rosado coño se sentía tan bien.

Y, sin realmente haberse dado cuenta cuando fue que ocurrió, Yeonjun se corrió, mordiendo el cuello de Beomgyu para acallar un vergonzoso gemido. Aún cuando soltó la piel de su cuello, Yeonjun mantuvo su rostro escondido ahí, bastante seguro de que Beomgyu podía sentir su respiración contra su cuello. Yeonjun mantuvo su polla enterrada en su coño, como un perrito esperando a que bajara su nudo.

—Perrito... no tienes un nudo —dijo Beomgyu, sabiendo exactamente en que estaba pensando—. Y me estás aplastando —añadió, dándole una palmadita en la espalda, indicándole que se le quitara de encima.

Yeonjun hizo un pequeño sonido de tristeza, él no quería sacar su polla, quería que su semen se quedara en el rosado coñito de Beomgyu, necesitaba que fuera así para asegurarse de preñarlo. Aún si en realidad no quería, fue un perrito obediente e hizo caso.

—Hiciste que me ponga caliente otra vez... —murmuró Beomgyu—. Ven y acaba con lo que empezaste.

Beomgyu usó sus dedos para separar los labios de su coño, revelando su adorable color rosado manchado con su semen, goteando de su agujero, manchando sus dedos.

Y Yeonjun no dudó en hundir su rostro entre sus piernas, inmediatamente lamiendo y chupando su coño. Sintió a Beomgyu enredar sus dedos en su cabello, empujando ligeramente su cabeza contra su entrepierna. Yeonjun metió su lengua en su agujero, un poco más de su propio semen escapándose, él comiéndoselo torpemente.

Era un sucio perro cachondo, comiéndose su propio semen del coño de su dueño.

—Buen chico —susurró Beomgyu—. Eres tan buen perrito para mí...

El elogio solo lo motivo más, lamió su clítoris, que era tan grande y regordete que parecía una pequeña polla. Y Yeonjun envolvió sus labios alrededor de la pequeña polla de Beomgyu, chupándola.

Con eso bastó para que Beomgyu se corriera, levantando sus caderas, y soltando uno de sus dulces gemidos que Yeonjun tanto adoraba.

Y, con la respiración agitada y su dulce tono burlón, Beomgyu le dijo:

—Dulce perrito... ¿De verdad te gusta tanto el rosa?

End.

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