¡ son of helena, not ares !

          00. when i was eight years old…

──── 𝐂𝐎𝐑𝐕𝐔𝐒 𝐓𝐄𝐍𝐈́𝐀 𝐎𝐂𝐇𝐎 𝐀𝐍̃𝐎𝐒 𝐂𝐔𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐀𝐑𝐄𝐒 𝐕𝐈𝐒𝐈𝐓𝐎́ 𝐀 𝐒𝐔 𝐌𝐀𝐃𝐑𝐄 𝐄𝐍𝐅𝐄𝐑𝐌𝐀.

Nunca lo conoció en persona. De hecho, su madre solía decir solamente que era un tipo coqueto y rudo, y que debido a su trabajo a distancia se marchó sin saber que tendría un hijo.

«Me importa un comino», pensaba Corvus de niño. «Si amaba a mi madre, se supone que volvería por ella».

Cuando vio a un hombre de aspecto gamberro y de alguien que parecía capaz de robar en su apartamento, lo golpeó en la pantorrilla sin pensarlo dos veces corriendo a su alrededor. Gritó como loco esperando alertar a los vecinos.

Uno, porque la mayoría de los señores que querían conocer a su madre siempre eran malos con él ya que Corvus recibía toda la atención. Y dos, porque también protegería a la mujer de sucios tipos, aunque su fuerza no estuviera comparada al hombre por ser un simple niño.

—Ja, golpeas como niña —se burló Ares, siendo las primeras palabras que le dedicó a su hijo—. Ni lo he sentido, duende quisquilloso. ¡Y deja de mirarme como insolente, respeta a los mayores!

Corvus sacó la lengua y una seña ofensiva.

—¡Y tú eres un vagabundo feo, viejo y maloliente! ¡Te daré una patada en el trasero! ¡Prepárate, anciano!

Entonces Corvus claramente esa noche no durmió por haber visto los ojos rojos y llameantes de Ares a través de unos lentes negros. Su sumió en el silencio escuchando como se reía en la habitación de Helena.

Bueno, ¿lindo padre, no?

Corvus recuerda que Ares, indignado por su propio hijo, le regañaba cuando lo veía jugar a los autos, diciéndole que era mejor jugar con espadas o empezar alguna pelea con los niños del barrio.

Muy emocionado por dentro de comenzar a sentir una figura paterna sin demostrarlo, Corvus le obedecía.

Por eso desde muy niño se metía en problemas, como cualquier otro semidiós promedio claramente, aunque siendo hijo de Ares, era en realidad el doble de problemas que traía consigo mismo.

Era impulsivo, terco, y demasiado peleón con la gente que no le agradaba por completo. Uno de ellos era Ares... pues a Corvus le encantaba fastidiar a su padre.

Todo es culpa del viejo, era lo que pensaba Corvus refiriéndose a que Ares lucía como un completo ex convicto y un gamberro maloliente.

Recuerda que Helena le contó que era un mestizo cuando Ares regresó. Corvus se sentía confundido. Era como si todo se hubiera aclarado para él.

Pero no supo cómo reaccionar cuando supo el significado de «semidiós», aunque sí logró comprender por qué había visto a un enorme señor de un solo ojo y el por qué la mayoría de los niños mortales ni siquiera, para empezar, se acercaban a él porque tenía pinta de bravucón.

También entendió a muy mal pesar que su padre quería despedirse de Helena de la forma más conveniente que le parecía, porque parecía comprender, aún sin que Corvus dijera algo, que Helena no volvería a sonreírle.

No había otra razón para volver. Para Ares, era Helena y nadie más. Corvus sabía que no regresó por amor a él.

Porque Helena no estaría más. Su enfermedad la consumía de a poco y Corvus recuerda los mechones de cabello tirados en el suelo. En ese momento se preguntaba si quedaría a cargo de Ares.

Gran error. Todo duró unos pocos meses. Los dioses debían alejarse de los mortales.

Después de la muerte de Helena, el dios de la guerra le consiguió un lugar de asistencia social y se marchó, sin antes entregarle una fabulosa espada que Corvus actualmente ni siquiera piensa en usar, ni que tampoco nadie sabe de su existencia, a excepción de Annabeth Chase.

De todos modos, Corvus tenía la sensación de que Ares lo sabía, aunque nunca más volvió a verlo de nuevo gracias a los malditos Dioses.

No sabía por qué, pero no le parecía tan importante querer saber si su padre lo quería como sus demás hermanos o el resto de los mestizos, porque muy en el fondo, Corvus tenía un poco de afecto o una gran parte de espera en tratar de que estuviera orgulloso al menos de él.

Solo tuvo una figura de padre y madre durante toda la vida, y esa fue Helena.

Por desgracia, terminó enterándose del cáncer que se apoderó de su pecho. Corvus no llora pensando en eso. Corvus tampoco quiere hacerlo y no está triste por su pérdida, sino bastante nostálgico, ya que su madre se despidió marchándose satisfecha de tener un hijo al que amó.

Tampoco es como si fuera un llorón, pero Corvus sentía que estaba en paz y que había dicho todo lo que quería a su madre.

Corvus no tenía ni idea de cómo Ares y ella se conocieron, aunque ni siquiera le encantaría saberlo y le gustaba ahorrarse los detalles de todas formas. Solo pudo observar a simple vista que Helena lo quiso bastante y que él, al parecer también, pero como todo dios griego se marchó sabiendo que no podría convivir por mucho tiempo con los mortales.

«Egoísta», chilló Corvus mientras miraba el techo horrible de los servicios sociales. «Cobarde. Cobarde. No eres tan valiente para enfrentarme».

Corvus de hecho no sabía cómo expresarse.

No sabría cómo enfrentar a Ares.

Pero él era muy afortunado. Muchos no podían tener esa suerte de despedirse y no volvían a ver a sus padres, como Asher Eisley, que era una niña con el recuerdo del cuerpo de su padre muerto a un lado.

Así que, Corvus pensaba que no había visto lo suficiente del mundo real como para llegar a comprender los sentimientos de Luke Castellan y Asher Eisley.

¿Qué era el bien o qué era el mal?

Por primera vez, Corvus se sintió ansioso debido a cosas como esas.

Y ahora puede recordar mientras está vagando por pasillos oscuros y polvorientos; el día que llegó al campamento; el día que conoció a sus amigos; y más que el día que presenció el rostro lloroso de todos cuando Quirón anunció algo tan doloroso.

Al crecer, supo que ese día lo cambió todo.

Incluso para él.

Porque la pérdida de sus amigos lo cambió todo.

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