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chapter seven

── VII ──

«The very first adventure»










  Todos corrían desesperados por la nieve, está se metía dentro de sus zapatos, mojando y congelando sus pies. Pero ninguno se detuvo. Kath estaba al frente de todos, siguiendo los pasos de su amigo sobre la nieve, llevaba el abrigo de este en el brazo. La preocupación era visible en sus ojos, los cuales estaban levemente cristalizados.

── No...– susurró al ver como el ingresaba a un castillo de hielo, sabiendo que era el palacio de aquella bruja. Las querían lágrimas caer por sus mejillas. ¿Cómo no se dio cuenta de la ausencia de su amigo? ¿Cómo no sintió el frío que entraba a la casa cuando este se fue?

──¡Edmund! – se escuchó el grito desesperado de Lucy.

── ¡Calla! – le chistó el castor frenético y con la respiración agitada – ¿No ven que esto es lo que quiere la bruja que hagan? ¡Él es el cebo!

── ¡Pero no podemos dejarlo ir! - le gritó Kath enjuagándose una lagrima que resbaló y que se congelaban en su mejilla. El animal parlante la vio apenado.

── ¡Esto es tu culpa! – le reclamó Susan a su hermano.

── ¿Mi culpa? – este contestó enojado.

──¡Si! ¡si nos hubiéramos ido cuando yo lo dije, Edmund no estaría allí adentro! – gritó apuntando al inmenso castillo de cristal frente a ellos, el cual daba una extraña y abrumadora sensación cuando la veías por más de diez segundos.

── ¡No es mi culpa que el sea tan...!

── ¡Ya basta! – exclamó la pequeña Pevensie.

── Peleando no lo traerá de vuelta – les dijo Kath a los dos mayores antes de dirigir su mirada hacia el castor – ¿Hay alguna forma de rescatarlo?

Este los miró con un brillo en sus ojos antes de que aquel nombre saliera de sus labios.

── Aslan.






ˏˋ 亗 ˎˊ






── ¡Apúrense! – gritó Peter al ver como Susan ayudaba a la Señora Castor con una bolsa.

── ¡Cállate! – le espetó la criatura – Luego me lo agradecerán.

Al terminar, todos siguieron al castor, este había levantado una trampilla por donde se veía un túnel algo estrecho pero lo suficientemente grande para que todos entraran. Este entró primero a aquel pasadizo y todos pasaron por este. Solo quedaba Peter y ella en la casa, el muchacho sostenía en su mano una antorcha prendida fuego par5a iluminar el camino, y antes de que Kath bajara, ambos escucharon como los lobos gruñían y ladraban hacia la puerta mientras daban zarpazos en ella para entrar.

Bajó rápidamente antes de seguir a la fila. No separó sus ojos del lomo del castor, no quería perderse.

Al salir a la superficie las estrellas narnianas los recibieron, pero con un brillo menos intenso, como si parecerían ser conscientes de la tragedia.

── Era mi amigo... – escuchó el susurro apenado del señor Castor, se dio vuelta para saber que ocurría. Frente a sus ojos, una familia de tejones y unos cuantos zorrinos habían sido congelados. Llevó la mano hacia su boca al ver tal escena. Su corazón se estrujó al ver como las criaturitas mostraban un semblante de espanto y horror.

── ¿Qué ha pasado? – susurró.

── Eso es lo que pasa con aquellos quienes contradicen y desobedecen a la reina – le respondió una voz detrás suya, era un zorro que había saltado desde una roca y ahora estaba frente a todos.

── Tú, pequeño traidor – exclamó con odio el castor acercándose hacia él, pero había sido frenado por su esposa para evitar que hiciera alguna locura – ¡Sabemos con quiénes te juntas!

── No soy quien ustedes creen ── le dijo, Kath se dio cuenta que el castor lo acusaba de estar de parte de la bruja por ser un zorro. Estos animales al parecer no tenían muy buena fama en los bosques Narnianos, o en ningún lugar.

──  Bueno, eres tan feo, que pareces uno de ellos.

──  Si, hablaremos sobre mis genes luego. Deben esconderse, majestades – exclamó lo último mirando a los cuatro niños.

──  ¿Tienes algún plan? – le preguntó Peter.

El zorro asintió ante aquello.






ˏˋ 亗 ˎˊ






   Antes de dormir frente a la fogata, Kath recordó lo que había pasado hace solo una hora atrás. El zorro les dijo que subieran a un árbol mientras el entretenía a los lobos. Estos llegaron y le reclamaron información; aquel noble zorro se negó al principio, pero luego de ser herido por uno de ellos, con una excelente actuación, les confesó que fueron al norte.

Luego de que aquellos lobos se hubieran ido, todos bajaron del árbol y caminaron un poco hacia el sur. Peter tuvo que llevar al zorro en brazos ya que este estaba mal herido. Decidieron parar y hacer una fogata mientras la señora Castor curaba de sus heridas. Lamentablemente la criatura les dijo que debía seguir su camino ya que el mismo Aslan le había dado la misión de buscar más reclutas.

Kath cerró los ojos, en un intento de que el sueño llegara, pero todo era en vano.

Se acomodó de tal forma que ella quedara viendo las estrellas. Parecían que ellas eran muy conscientes de la situación ya que destilaban muy poco brillo. Las lágrimas no tardaron en salir. Lloró en silencio, sabiendo que todos dormían. Nunca se dio cuenta cuando se durmió.

Se hallaba en un bosque, un bosque nevado y con una pequeña brisa revoloteando los copos de nieve que caían del cielo y brillaban en su camino a la tierra. De pronto un león, aquel mismo león que había conocido días atrás estaba frente suyo, mirándola fijamente mientras se acercaba a ella.

Katherine rápidamente se arrodilló en cuanto sintió su majestuosidad, y una vez que este se acercó lo suficiente al punto en que lo sintió  frente a ella, agachó su mirada al suelo en señal de respeto.

── Mi querida guerrera, ya todo pasará. Él estará bien  le dijo para luego soplar su aliento sobre ella como lo hizo la primera vez, brindándole paz en su corazón Lo volverás a ver.

Kath abrió los ojos lentamente al sentir como sacudían su hombro. Era Peter quien, junto al castor, estaban levantando a todos.

── Tendremos un largo viaje Kath – le susurró este. Ella asintió antes de reincorporarse y acomodarse el abrigo para partir. 

Aquel primer día de viaje fue largo, muy largo para su gusto. Sus pies dolían mucho y la nieve tampoco ayudaba mucho que digamos, se resbalaba cada tanto, pero lo peor era sentir sus zapatos mojarse al igual que sus medias blancas, los cuales estaban mojados y fríos.

Pero debían de cruzar por todos esos senderos y caminos congelados, hasta incluso necesitaban cruzar el gran río congelado ya que el campamento de Aslan estaba al otro lado.

── Me duelen los pies – se quejó Lucy cuando todos estaban caminado por aquel río congelado.

── Ven – le susurró Peter para luego dejar que la pequeña se subiera y se acomodara sobre su espalda.

── ¡Vamos flojos! – les gritó el castor, el cual estaba a varios pasos de distancia de ellos.

── Estoy cansada – comentó Kath haciendo que los demás rieran un poco.

── Yo igual... – concordó Susan dando una gran bocanada de aire y arrastraba sus pies con cansancio.

── ¡Vamos chicos! – gritó una vez más el castor.

── Juro por dios que si ese castor no nos deja de dar órdenes, me haré un esponjoso y cálido sombrero con él – murmuró Peter a lo bajo, las tres niñas rieron ante aquello pero el chillido de la señora Castor hizo que se detuvieran por un momento.

── ¡Es ella! – gritó con desesperación el castor tomando la mano de su esposa y corriendo hacia el bosque que ya estaba frente a ellos, el cual estaba a la orilla del rio. Todos se dieron vuelta y se encontraron con un trineo viniendo hacia ellos.

Todos empezaron a correr con desesperación en dirección a donde el castor los llevaba. Kath sostenía con fuerza la mano de Susan, quien desde el primer momento estuvo con ella en cuanto la advertencia se oyó y había tomado su mano para que no se separara; llegaron a la orilla del río y se adentraron al bosque, las cascos de los renos resonaban detrás suyo.

Todos se escondieron dentro de una pequeña cueva, esperando a que el trineo se fuera. Aquellos segundos parecían ser horas mientras esperaban alguna señal de que la bruja creyera que los perdió y que siguiera buscándolos. Luego de varios segundos en donde no se percibió ningún ruido en el exterior, el señor castor se adelantó.

── Iré a investigar.

── Yo voy contigo – habló Peter adelantándose levemente.

── No le sirves de nada muerto a Narnia, hijo – detuvo este.

── Pero tú tampoco... – murmuró angustiada su esposa.

── Estaré bien cariño – le dijo de forma tranquilizadora antes de salir al exterior.

Quizás estuvo solo unos segundos afuera, pero para Katherine se sintieron como horas. Pero luego de unos momentos, el castor se asomó con una sonrisa en su rostro.

── Espero que se hayan portado bien este año.

Todos salieron de aquella cueva confundidos, pero esa confusión se transformó en sorpresa al ver a quien tenían frente a ellos. El mismísimo Santa Claus estaba con ellos, mirándolos con una hermosa sonrisa en su rostro.

── Dios mío... – susurró emocionada Kath antes de tomar el brazo de Peter y mirarlo con felicidad. Este le sonrió compartiendo la misma emoción.

── ¡Santa! – exclamó Lucy con emoción corriendo hacia él.

Este soltó una carcajada de felicidad, contagiando el espíritu navideño hacia los niños.

── Buenas tardes, majestades – saludó cortésmente el hombre de barba blanca.

── Creíamos que eras la bruja – le dijo Susan.

── Oh, lamento eso. Pero me justificaré diciendo que yo llevo más tiempo usando el trineo que ella – dijo dando golpes en su trineo haciendo saltar una bolsa escarlata que llevaba en él.

── Estas bromeando... – murmuró incrédula Kath al ver aquella bolsa. Una sonrisa de felicidad pura se asomó en sus labios al ver como aquel hombre agarraba el saco y lo dejaba sobre la nieve.

Todos tenían los ojos brillosos de la emoción.

── ¡Regalos! – gritó Lucy acercándose a él.

Santa soltó una carcajada antes de agacharse y abrir el saco frente a los presentes. Tomó de este un pequeño cinturón de cuero bordó con una daga en él y un pequeño estuche que llevaba una botella de cristal.

── Querida Lucy... – llamó, ella se acercó tímidamente a él – Esto es el jugo de la flor de fuego, con solo una gota curará hasta la herida más profunda, y hasta la enfermedad más terrible. Úsalo con sabiduría – le dijo entregándole aquel frasco con un líquido carmesí – Y espero que no haga falta que los uses, pero siempre llévala - agregó entregándole aquel cinturón con la daga.

──  Muchas gracias señor, pero creo poder ser muy valiente.

──  ¡Oh, Eso no lo dudo! Pero las guerras son muy feas – le dijo para luego hurgar en su bolso y tomar un arco bellísimo y un carcajada llenas de flechas – Querida Susan...

Esta se acercó y tomó el arco en sus manos.

── Creí que las guerras son feas – repitió lo que él había dicho hace unos segundos.

── Y lo son. Confía en este arco y no fallará.

── Pero usted dijo...

── ¡Oh! Y se que te sabes hacer escuchar muy bien – dijo para luego entregarle un cuerno blanco – Pero en el momento que necesites ayuda, toca esto, y la ayuda vendrá en camino.

Susan vio el cuerno y le sonrió a aquel bondadoso hombre.

── Muchas gracias – susurró antes de juntarse con Kath y mostrarle el cuerno.

── Querida Katherine... – la llamó a lo que ella dejó a Susan y se acercó con paso tímido.

── ¿Si, señor?

── Creo que es momento que sepas usar esto – le dijo entregándole una espada. El mango era azul oscuro, con la figura de la cabeza de un león plateado en la punta. Al tomar aquella espada era extraordinariamente ligera, pero a la vez se veía súper afilada y parecía que resistiría millones de guerras y no se rompería.

── Muchísimas gracias – le dijo guardando la espada en su estuche.

── Y toma esto también – le dijo dándole lo que parecía ser un reloj de bolsillo, pero al abrirlo se dio cuenta que era una brújula – Te guiará hacia los lugares donde con mucha necesidad quieras ir.

Ella estaba impactada, una espada y una brújula eran sus regalos, estaba fascinada con ellos.

── Muchísimas gracias señor – dijo para acercarse de nuevo a Susan y mostrarle aquella brújula.

── Querido Peter... – este se acercó hacia él – Creo que ya es tiempo de que debas usar esto.

En sus manos llevaba una espada casi igual a la suya, a diferencia que el mango era rojo y la figura del León era dorada. Peter tomó la espada y la desenfundó, contemplándola.

── Gracias Señor.

── Y debes aprender a usar esto también – agregó el hombre entregándole un escudo plateado con un León escarlata pintado en él – Recuerden niños son herramientas, no juguetes. Cuídenlos muy bien.

── Muchas gracias Santa – le dijo feliz Lucy.

── Bien – dijo el hombre subiéndose a su trineo – Debo empezar a entregar todo esto, al pasar los años, los trabajos se juntan ¡Feliz navidad! ¡Y larga vida a Aslan!

Santa gritó eso antes de irse con sus renos mientras todos lo saludaban y gritaban agradecimientos a él. Segundos después, Kath cayó en la cuenta de que se refería aquel hombre.

── Chicos, él dijo que la navidad ha pasado... Eso significa...

── Que el calor sigue – dijo Susan.

── Y el río se derrite – completó ella.

Todos, asustados y nerviosos, corrieron hacia el rio. Al llegar notaron que este empezaba a derretirse lentamente, pero el hielo que quedaba se veía extremadamente delgada, Kath dudó de que aquella fina capa de hielo los soportaría a todos.

── ¡Vamos! – gritó el castor a lo que Kath lo siguió. Peter llegó junto a ella momentos luego, tomado de la mano de Lucy. Pisó el hielo, pero este se rompía.

── Iré yo – sentenció el castor adelantándose y palpando la superficie con su cola. Los niños pisaban donde el castor decía donde ir. Pasaron minutos en los cuales todos estaban muy tensos, hasta que el chillido de Lucy llamó la atención de los chicos.

Cuatro lobos bajaban por la montaña de hielo y se posicionaban frente a ellos de manera amenazadora.

Peter tomó rápidamente su espada y apuntando con ella a aquellas criaturas. El castor, en un intento de defenderlos, había sido lastimado y estaba bajo las garras de uno de los lobos.

── Oh, hijo de Adán. ¿Crees que me lastimas con eso? – le dijo el más grande de los lobos – Tranquilo, mi reina solo quiere que se vayan de aquí.

── ¡Peter, deberías escucharlo! – gritó Susan por sobre el ruido del rio.

── ¡No Peter! ¡Mátalo! ¡Hazlo ahora! – le gritó el castor.

── No hagamos esto difícil chico, solo váyanse... – le dijo de forma cínica aquel lobo.

── ¡Peter! – le gritó su hermana una vez más – ¡Que un hombre te haya dado una espada, no significa que seas valiente!

── La niña es inteligente, hijo de Adán

Kath vio la duda en los ojos de el chico. El grito de Lucy llenó el ambiente, el hielo se estaba rompiendo.

── Peter, mírame – ella ordenó, se puso junto a el y tomó sus manos, ahora ahora sostenían la espada. Este se dio cuenta de su plan y asintió – A la de tres – le susurró para que él solo escuchara.

1... 2... 3...

── ¡Agárrense! – gritó Peter clavando con Kath la espada en el hielo. Susan se aferró a ella mientras que Lucy lo hacía con su hermano. De un momento a otro, todos estaban empapados de pies a cabeza mientras llegaban hacia la orilla del río, la corriente del agua estaba muy fuerte, se escucharon los chillidos lastimeros de los lobos cuando se lastimaron y Kath respiraba con dificultad ante el peso que sentía y la frialdad del rio.

A decir verdad, el agua estaba helada, Kath temblaba muchísimo.

Al salir del río, frotó sus manos en busca de calor, soplando en ellos para que recuperaran la temperatura. Palideció cuando escuchó los gritos desesperados de sus amigos buscando a la pequeña Lucy. Ella se había perdido en el agua.

Sus ojos se cristalizaron y empezó a gritar el nombre de la niña, tragó el nudo en su garganta cuando por unos largos dos minutos no aparecía ni una señal del paradero la pequeña niña.

── ¿A-Alguien...? – tartamudeó una persona detrás de unos arbustos con voz temblorosa –¿Alguien tiene mi abrigo?

Era Lucy quien venía hacia ellos, empapada y temblando de pies a cabeza. Peter se acercó hacia ella mientras la abrazaba y la envolvía con su abrigo.

── Tranquila pequeña... - le dijo el castor sacudiendo su pelaje del agua que se le escurría – Tu hermano no dejará que nada te pase.

── Y creo que no tendrán que usar esos abrigos por más tiempo – agregó la señora castor con emoción en su voz.

Y era verdad, Kath observó como la nieve se derretía gracias a los rayos de sol que se colaban por las ramas de los arboles y las flores se abrían mostrando aquellos vibrantes colores que fueron cubiertos por la nieve. La primavera había llegado.











¡BUENASAS QUE ONDA TANTO TIEMPO! Sorry por tardar mucho, es que estuve un toque ocupada con la facu, el trabajo y otros fics xd. PERO YA VOLVÍ

¿Qué les pareció el cap de hoy? Y si, a pesar de que este es un fic de Edmund, una parte de mi no puede evitar shippear a Kath con Peter #sorrynotsorry xd

Bueno, sin nada más que decir. ¡NOS VEMOS EN LA PROXIMA!

RiderStilinski ── 07/05/2020 - edición: 09/12/2022

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