chapter one
── I ──
«Once you leave your home, it's sort of hard not to cry»
Sostenía con fuerza la mano de su madre, como si temiese que en cualquier momento evaporara. Miraba hacia todos lados, muchísima gente y cientos de familias se quitaban las lágrimas mientras se abrazaban. Sintió un nudo en su garganta al ver como una pequeña niña de no menos de cinco años lloraba con fuerza y sostenía un peluche, la que era su madre soltaba lagrimas mientras veía como un muchacho (al parecer su hijo) se la llevaba para subirse hacia la locomotora.
Tuvo que sostener con fuerza su pequeña valija al ver como un soldado casi se lo llevaba por delante, Katherine sería enviada a la casa de una de las familias que se ofrecieron voluntariamente a recibir niños para cuidarlos y mantenerlos lejos de la guerra. Tendría que pasarse todo el verano allí, pasaría tres meses sin ver a sus padres.
Madeline, su madre, se agachó hacia su altura para acomodar su abrigo y sus trenzas. Una vez que se anunció el programa para el cuidado de todos los niños, su madre había ido corriendo hacia la oficina más cercana a anotar a su hija para enviarla lejos. Ella sabía que lo hacía por su bien, pero aquella situación le dejaba un molestar en su corazón.
── Lamento no poder estar en tú cumpleaños querida... – dijo Madeline acomodando el lazo de su camisa, Kath le sonrió con tristeza.
── No te preocupes mamá... podrás estarlo el siguiente año... – le respondió en voz baja, pero clara. El labio inferior de su madre tembló por un momento y la abrazó, Kath le devolvió correspondió abrazándola con fuerza.
Era doloroso la despedida de una madre e hija, la muchacha deseaba que solo fuese la primera y única que vez que sucediese aquello, no era gratificante en ningún sentido y no se lo desearía ni siquiera a su peor enemigo.
Sabía que su madre sufría por su ida. Después de que su padre se fuera de su casa para unirse a las filas militares, su progenitora había estado no solo entristecida, sino también apagada. Kath extrañaba sus sonrisas y sus chistes malos, pero podía entender su sufrimiento. Ella también sufría por la partida de su padre.
La noticia de que ella sería trasladada hacia las afueras de la ciudad había sido como un balde de agua fría en medio del invierno; quiso discutir aquello e incluso trató varias veces de persuadir a su madre, pero ella tuvo la última palabra y Kath tuvo que cerrar la boca.
Aquella noche lloró tanto que a la mañana siguiente había despertado con los ojos hinchados e irritados.
── Cuídate y pórtate bien – le dijo Madeline, una lágrima se resbaló por su mejilla y la pequeña muchacha pasó el dorso de su mano por su rostro. Se había prometido no llorar.
── Te extrañaré – murmuró intentando de que su voz no se quebrara. Su madre le sonrió y acarició su mejilla que tenía el rastro de aquella lagrima.
── Te amo – dijo su madre dándole un pequeño beso en su frente.
── Y yo a ti...
Y dándose su ultimo abrazo Kath tomó su pequeña maleta y se encaminó hacia la fila de niños que esperaban por entrar hacia el tren escarlata. Una señora de contextura grande y uniforme azul le pidió su boleto, ella se lo entregó y aquella oficial lo marcó. La muchacha entró al tren, pero antes de encaminarse por los pasillos repletos de niños miró hacia sus espaldas, su madre aún estaba allí y se limpiaba sus lágrimas con un pañuelo de tela blanca.
Tiró por la borda su promesa de no llorar y se acercó rápidamente hacia la ventana más cercana y apoyó sus manos contra el vidrio, sus ojos se llenaron de lágrimas en ese instante mientras veía a su madre saludarla y llorar por su partida.
ˏˋ 亗 ˎˊ
Sentía que en algún momento gritaría de rabia, tenía aquella horrible sensación en su pecho y sus facciones lo demostraban claramente. Edmund Pevensie no era un muchacho muy expresivo, pero aquella situación lo había destruido.
Miró hacia el frente, muchos niños lloraban por el viaje que los alejaría de sus familiares, aquel viaje que los llevaría hacia un lugar para que estuviesen sanos y salvos; y es a aquel lugar donde él también iría. Tras la partida de su padre hacia la guerra Helena, su madre, decidió anotarlos en el programa de protección que había cedido el gobierno solo para los menores de dieciocho años, Edmund sabía que lo enviarían hacia la casa de un profesor, pero no recordaba su nombre y eso era lo que menos le interesaba.
Su madre en ese instante se acercó para poder atar la etiqueta con su nombre y la casa de aquel que los recibiría.
── Papá jamás nos obligaría a irnos – espetó con enojo.
── Si él estuviera aquí o tendríamos que irnos porque no habría guerra – le respondió con molestia Peter, su hermano mayor.
Edmund rodó sus ojos con clara frustración al escucharlo. Iba a refutarle y decirle que no se metiera en donde nadie lo llamaba, pero la voz de su progenitora lo interrumpió.
──Debes obedecer a tu hermano ¿está bien, Edmund? – habló su madre para evitar alguna discusión.
Helena se reincorporó e intentó abrazarlo, pero el muchacho odiaba los abrazos y solo apartó el rostro con clara molestia. Estaba enojado con ella, no entendía el por qué hacía esto; su padre nunca hubiese dejado que esto sucediese, ni siquiera lo hubiese permitido.
Luego de saludar a cada uno de sus hermanos, la mujer se posó frente a ellos y su rostro denotaba tristeza. Él por un momento se sintió mal por su actitud con ella, pero fue tan fugaz aquel sentimiento que al ver el cartel sobre los refugiados detrás de ella hizo que su mal humor volviese ahora el doble.
── Muy bien... pueden ir... – dijo su madre y Edmund tomó rápidamente su maleta y se encaminó hacia la fila de niños que formaban para marcar sus boletos.
Un oficial apoyó su mano en su hombro y lo empujó levemente hacia a fila. Aquello hizo que su enojo se incrementara.
── ¡Oye, suéltame! Se cómo ir al tren yo solo – le escupió soltándose de su agarre – ¡Déjame!
── ¿Pueden entregarme sus boletos por favor? - dijo una de las oficiales extendiendo su mano. Miró con molestia a su hermano, él tenía los boletos, pero estaba mirando otra cosa y no le hacía caso.
Susan, su segunda hermana mayor, le quitó los boletos de sus manos y se los entregó a la oficial.
── Muy bien, todo está en orden – dijo mirando los papeles y entregándolos de nuevo a su hermana – pueden seguir.
Tomó aquello como una señal para empezar a encaminarse hacia la entrada del tren. Una vez que subieron los cuatro la puerta se cerró detrás de ellos, se giró y por un momento se olvidó del enojo que tenía hacia su madre y sacó la cabeza por la ventana, miró a aquella mujer que enjuagaba sus lágrimas y saludaba con su mano extendida hacia ellos.
Sus hermanos se apresuraron a hacer lo mismo y gritaron despedidas desde allí. El tren empezó su marcha, pero eso no evitó que dejase de despedirse de su madre.
ˏˋ 亗 ˎˊ
Tomando su maleta se dispuso a caminar por el largo pasillo atiborrado de niños, sujetó con fuerza la correa de su pequeño bolso y caminó con un poco de dificultad ya que todos se estaban apresurando a encontrar un lugar donde sentarse.
Pasaban los minutos y todos los compartimientos parecían estar llenos, estaba poniéndose nerviosa por el solo hecho de pensar que tendría que pasar el largo viaje en el suelo.
Caminó y caminó por los pasillos hasta que sus nervios se incrementaron al notar que estaba en el último vagón. Se acercó hacia el compartimiento más cercano y tocó la pequeña ventanilla de cristal, cuatro pares de ojos la miraron con atención, bajó su mirada con timidez y abrió la puerta.
── ¿Hay lugar para uno más? – preguntó en voz baja, estaba algo nerviosa de que ellos le dijesen que no y le cerraran la puerta en la cara como había pasado tantas veces.
── Claro... – dijo un muchacho de cabello rubio.
Kath murmuró un «gracias» antes de entrar y cerrar la puerta, se encaminó hacía el asiento libre junto a la ventana y con fuerza levantó su pequeña maleta, pero el portaequipaje era muy alto y aquello le dificultaba.
Aquel mismo muchacho se ofreció a ayudarla y tomando de la manija de su maleta lo dejó allí, como si no le hubiese costado nada.
La muchacha se sonrojó.
── Gracias... – susurró y el chico solo le dio una pequeña sonrisa de lado antes de sentarse de nuevo.
Ella se sentó junto a la ventana y tomando su bolso sacó uno de los cuatro libros que se había traído de su casa. La letra cursiva y dorada del título mujercitas resplandecía, había sido uno de sus regalos adelantados que su madre le había dado por su cumpleaños numero trece.
Abrió el libro y empezó a disfrutar de la historia a pesar de la situación.
Los minutos pasaban y el cielo se había despejado haciendo a un lado las grises nubes dejando que el sol brillase, en todas las estaciones bajaban muchos niños y algunos de ellos tenían sus ojos rojos e hinchados de llorar, incluso algunos seguían llorando en ese momento. Kath sintió que todo interés por la historia se esfumó cuando un niño de no más de tres años se limpió el rostro mojado en lágrimas y se aferraba a la mano de su hermana mayor.
Sintió un nudo en su garganta cuando el tren abandonó aquella estación, uno de los oficiales pasó por el pasillo exclamando a viva voz de la siguiente estación.
Una muchacha le leía a una niña un libro en voz alta en un intento de distraerla, había un niño frente a ella, quizás de su misma edad, era distinto a sus hermanos ya que su cabello era muy oscuro al igual que sus ojos; siendo lo contrario a sus hermanos que tenían ojos claros. Miraba hacia la ventana y su rostro denotaba cuan cansado estaba, lo entendía en cierta forma, aquella situación cansaba mentalmente a cualquiera.
Luego de haber pasado varias estaciones el mismo oficial empezó a caminar y a exclamar en el pasillo que estarían a punto de llegar hacia Coombe halt. Kath se levantó lentamente y se acomodó su abrigo, con algo de esfuerzo tomó la maleta del portaequipaje y se fue hacia la puerta más cercana no sin antes despedirse de aquellos niños que al parecer también bajarían en la misma estación.
Un muchacho, el mismo chico que había estado frente a ella en la cabina de tren, se puso a su lado y se acomodó su chaqueta.
Cuando abrieron la puerta se bajó del tren y se encaminó hacia el camino más cercano a esperar a que el señor Kirke viniese a buscarla.
La estación Coombe halt estaba sucia y muy vieja, Edmund arrugó la nariz cuando una paloma dejó caer sus heces hacia el cartel antiguo
El motor de un auto hizo que él y sus hermanos corriesen hacia el camino junto a la estación creyendo que era el profesor quien los pasaría a buscar, pero aquel vehículo solo siguió su camino dejando el polvo de la tierra volar por el aire.
Los cuatro hermanos se miraron con algo de confusión.
── El profesor sabía que vendríamos hoy – dijo Susan.
── Quizás nos hayan puesto las etiquetas mal – acotó él mirando su boleto, pero era claro que su estación era aquella y no había equivocación alguna.
Notó que había alguien frente a ellos, era aquella chica que estaba en el mismo compartimiento y leía un libro frente a él. Pensó por un momento si a ella también la olvidaron allí los que la refugiarían.
El galope de un caballo llamó su atención y una mujer de avanzada edad se acercó junto a su carreta hacia ellos. Detuvo al animal y los miró con seriedad.
── ¿Señora Macready? – preguntó Peter.
── Si, parece que si... Pevensie ¿verdad? – dijo apuntándolos y él asintió mientras que Susan murmuraba un «si» – ¿Smith? – inquirió ahora apuntando hacia la niña que había ido con ellos y ella asintió.
«¿Eso es todo? ¿Y sus pertenencias?
── No las traemos... Esto es todo... – respondió Peter. La mirada de la Señora Macready se dirigió hacia la niña.
── Solo es esto, Señora Macready – dijo ella en un murmullo.
── Que bien, aprecio el favor – exclamó la mujer – Vengan, suban que tenemos que llegar antes de que caiga el sol.
«Y apresúrense. Quiero estar a tiempo para la hora del té.
Los cinco subieron con prisa hacia la carreta, Peter tomó su brazo para que las chicas subiesen primero y luego ellos subieron. La señora Macready agitó las riendas y el caballo empezó su camino de vuelta a la casa del Profesor Kirke.
¡Hola Hola amores! ¿Cómo andan? Que felicidad poder traer un nuevo capitulo de WARRIOR :D Espero que les haya gustado muchísimo y no se olviden de comentar que tal estuvo y su opinión aquí mismo 👉
Para los que son nuevos a este fic, bienvenidos sean <3 espero que puedan disfrutar esta historia tanto como a mi me gusta escribirla, y para los que ya leyeron la versión anterior espero que disfruten de estos cambios que le estoy dando a mi redacción y los nuevos puntos de viste. Además, recuerden de no hacer ningún comentario que pueda contener spoiler de la continuidad 🤗
¿Que les pareció esta nueva versión? Y si, agregué el punto de vista de Edmund porque de ahora en adelante así será la narración de esta historia xd.
Otra cosa que tiene que ver con las actualizaciones, estaré subiendo capitulo nuevo semana de por medio (o sea, una semana si y otra no) pero deben saber que puede ser que haga una excepción y a veces haga mas seguido, no lo sabremos hasta que suceda xD
Ya nada mas que decir, recuerden que los quiero mucho ¡Y no se olviden de comentar y votar! Ayuda muchísimo y me incentiva a continuar con esta historia.
Manténganse las manos limpias 24/7 🙌 y sigan cuidándose.
RiderStilinski ── 12/03/2020 - edición: 29/01/22
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