𝗢" ࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮8 」
«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗈𝖼𝗁𝗈»... [𝖮8]
❝𝗗𝗶𝗿𝗲𝗰𝘁𝗼❞
El día avanzaba con la monotonía habitual en la casa de los Kim, pero en la mente de Taehyung, las preocupaciones y dudas no dejaban de amontonarse. Desde la llegada del misterioso chico que ahora ocupaba una esquina silenciosa de su hogar, cada momento parecía estar cargado de una tensión invisible, una presencia constante que no dejaba de incomodarlo. No se trataba solo del silencio del chico, sino de la incertidumbre que lo envolvía todo, como un velo que Kim no podía apartar.
Esa inquietud había estado creciendo dentro de él, hasta que decidió que era momento de hacer algo al respecto.
Ese día, después de almorzar, Taehyung tomó una decisión. Ya no podía seguir ignorando la situación, no podía seguir conviviendo con alguien sin siquiera saber qué lo había traído hasta allí, qué demonios lo atormentaban. Observó al chico, que estaba sentado en el suelo, con las piernas cruzadas y la mirada perdida en un punto indefinido.
Había algo en su postura que sugería una mezcla de vulnerabilidad y una fortaleza mal llevada, como si estuviera atrapado en una constante lucha interna.
━ Tengo que saberlo ━ murmuró Kim para sí mismo, tratando de reunir el coraje necesario. Se acercó con pasos lentos, intentando no hacer ningún movimiento brusco que pudiera asustarlo.
El chico alzó la vista hacia él, sus ojos oscuros y penetrantes se encontraron con los de Taehyung, y por un breve instante, Kim sintió que estaba a punto de decir algo, que quizás, finalmente, le daría una pista sobre lo que pasaba. Pero el silencio entre ellos continuó, un abismo que parecía insalvable.
Taehyung respiró hondo, armándose de valor, y decidió romper ese silencio de una vez por todas. Se arrodilló frente al chico, intentando mantener su voz lo más suave posible, pero también firme.
━ ¿Qué te ha pasado? ━ preguntó, con la esperanza de que su tono amigable lo alentara a abrirse ━. ¿Quién te hizo daño?
La reacción fue inmediata y completamente inesperada. El rostro del chico se contrajo en una mezcla de terror y furia, sus ojos se oscurecieron aún más, como si una sombra hubiera pasado por ellos. Antes de que Kim pudiera entender lo que estaba ocurriendo, el chico se levantó de un salto y, con un movimiento brusco, agarró la taza que tenía junto a él en el suelo y la lanzó al aire.
El objeto voló por la habitación, girando en el aire hasta estrellarse contra la pared opuesta, donde se rompió en pedazos que cayeron al suelo con un sonido que resonó como un eco en el silencio que siguió.
Kim se quedó paralizado, sus palabras atrapadas en su garganta. Lo que más lo impactó no fue la taza rota, sino la expresión en el rostro del chico: era una mezcla tan intensa de miedo y rabia que Taehyung sintió un nudo en el estómago. Sin embargo, lo que ocurrió después fue incluso más desconcertante.
El chico, como un animal acorralado, retrocedió hacia el sofá que estaba detrás de él y, con una rapidez sorprendente, se agachó detrás de él, tratando de esconderse. Pero era imposible ocultarse por completo; su ancha espalda sobresalía claramente por encima del respaldo del mueble, lo que hizo que la escena adquiriera un tono irónico y triste al mismo tiempo.
Taehyung se quedó allí, de pie, sin saber qué hacer. Su primer instinto fue acercarse, pero algo en la actitud del chico le dijo que eso solo lo empeoraría. Lo único que podía hacer en ese momento era retroceder un poco y darle espacio, aunque la frustración comenzaba a apoderarse de él. ¿Cómo podía ayudar a alguien que se negaba tan vehementemente a dejarse ayudar? La culpa también empezó a filtrarse en sus pensamientos. Había querido saber más, había querido ayudar, pero ahora solo parecía haber empeorado las cosas.
━ Lo siento... ━ susurró, aunque sabía que el chico no lo escucharía o, si lo hacía, no lo entendería.
Aun así, las palabras salieron de sus labios casi por instinto, como una disculpa que no estaba seguro de merecer dar, pero que sentía necesaria.
El ambiente en la habitación se tornó pesado, cargado de una tensión que parecía palpable. Taehyung quería decir algo más, tal vez una palabra que pudiera calmar al chico, que pudiera hacerle saber que no estaba solo, que estaba allí para ayudarlo, no para asustarlo. Pero ninguna palabra parecía adecuada, y en su mente solo resonaba el eco de la taza rompiéndose contra la pared.
Finalmente, Taehyung decidió que lo mejor era darle algo de tiempo. Se levantó lentamente, sus movimientos deliberadamente suaves, y comenzó a retroceder hacia la puerta de la habitación. Antes de salir, lanzó una última mirada al chico, quien seguía agazapado detrás del sofá, con su respiración entrecortada y su cuerpo tenso como un resorte a punto de romperse.
Kim suspiró y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él con cuidado, como si temiera que un ruido fuerte pudiera romper lo poco que quedaba de la frágil calma que había en la casa. Se apoyó contra la pared del pasillo, cerrando los ojos por un momento, tratando de calmarse. Sabía que no podía rendirse, que tenía que encontrar una manera de llegar hasta él, pero también sabía que, por ahora, cualquier intento de acercarse solo haría más daño.
Quizás con el tiempo, el chico podría empezar a confiar en él, podría empezar a ver que Kim no estaba allí para lastimarlo, sino para ayudarlo a sanar, a superar lo que fuera que lo estuviera atormentando. Pero hasta que llegara ese momento, todo lo que podía hacer era esperar y no perder la esperanza, por muy difícil que eso fuera.
Esa tarde, mientras la suave luz del sol se filtraba por las ventanas de la cocina, Kim estaba concentrado en preparar la cena. El sonido rítmico del cuchillo cortando vegetales sobre la tabla de madera llenaba el espacio, creando una atmósfera de tranquilidad. Cocinar siempre había sido una actividad terapéutica para él, una manera de organizar sus pensamientos y encontrar un sentido de calma. Sin embargo, en el fondo de su mente, seguía resonando la imagen del chico oculto detrás del sofá más temprano, ese instante de miedo y vulnerabilidad que no lograba apartar de su memoria.
Sumido en sus pensamientos, Kim no notó de inmediato la presencia del muchacho en la cocina. Sus pasos eran ligeros, casi silenciosos, como si no quisiera perturbar el ambiente. Fue solo cuando Kim se giró para buscar una sartén que lo vio, parado cerca de la entrada, con una expresión que mezclaba timidez y algo parecido a la determinación.
Kim se detuvo en seco, sorprendido por la inesperada aparición del joven en la cocina. Rara vez lo veía fuera de su rincón, y verlo allí, acercándose poco a poco, era un cambio que no podía pasar desapercibido. Durante unos segundos, ambos permanecieron en silencio, mirándose sin decir una palabra. Kim, consciente de lo delicado del momento, se mantuvo en calma, esperando a que el chico hiciera el siguiente movimiento.
Entonces lo vio. En la mano del joven, temblorosa y nerviosa, sostenía una pequeña flor, una simple margarita que seguramente había recogido del jardín. El gesto, aunque sencillo, era de un significado profundo. Kim sintió un nudo en la garganta, una mezcla de sorpresa y ternura que lo dejó sin palabras. No había necesidad de hablar, porque la acción del muchacho hablaba por sí misma: con los ojos bajos, extendió la flor hacia Kim, como si temiera la reacción que pudiera recibir.
━ ¿Es para mí? ━ preguntó Kim con suavidad, sin moverse demasiado, temeroso de romper la frágil conexión que se estaba formando entre ellos.
El joven asintió, levantando apenas la vista. Su expresión estaba cargada de una mezcla de miedo y esperanza, como si este pequeño gesto fuera una prueba de valentía, un intento de acercamiento que, aunque tímido, significaba mucho.
Kim aceptó la flor con cuidado, evitando cualquier contacto físico innecesario, consciente de que el espacio entre ellos todavía debía ser respetado. Levantó la flor hacia su rostro, aspirando su delicado aroma, y luego sonrió, esperando que el joven pudiera ver en su expresión la sinceridad de su agradecimiento.
━ Gracias ━ dijo Kim con calidez ━. Es hermosa.
El chico levantó un poco más la cabeza, observando la reacción de Kim con algo que se asemejaba al alivio. Aunque el gesto era pequeño, el hecho de que hubiera salido de su caparazón lo suficiente como para ofrecerle la flor era un avance que Kim valoraba profundamente. No cambiaría todo de un día para otro, pero era un comienzo, una señal de que, a su manera, estaba empezando a confiar en él.
Kim colocó la flor en un pequeño vaso con agua que puso en el centro de la mesa, como si fuera el más preciado de los adornos. No añadió nada más, sabiendo que cualquier palabra adicional podría ser innecesaria, podría romper la delicada tranquilidad que se había instaurado entre ellos. En cambio, regresó a su tarea de cocinar, pero esta vez con una sensación diferente en el pecho, un leve atisbo de esperanza que no había sentido en días.
El joven permaneció allí un momento más, observando en silencio cómo Kim continuaba con sus quehaceres, antes de volver a su lugar habitual en la casa. Pero esta vez, aunque regresó a su rincón, lo hizo con una pequeña diferencia: había dado un paso hacia adelante, y Kim había respondido con amabilidad, creando un puente, aunque frágil, entre ellos.
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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09
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