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¡𝗦𝗢𝗟𝗢 𝗨𝗡 𝗩𝗜𝗗𝗥𝗜𝗢!

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𝗦𝗢𝗟𝗢 𝗨𝗡 𝗩𝗜𝗗𝗥𝗜𝗢
ⁿᵉˢʰᵒᵗ - ᵏᵒᵒᵏᵐⁱⁿ
︎𝗁𝗂𝗌𝗍𝗈𝗋𝗂09

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Jimin, un joven de apariencia serena y pensamientos profundamente arraigados en la rutina de su día a día, se encontraba esa noche sumergido en sus propios pensamientos. El reloj marcaba las once y media, y la serenidad de su hogar ofrecía un refugio contra la inquietante realidad del mundo exterior. Aquella tarde, tras regresar del trabajo, había pasado un par de horas ojeando las noticias, una actividad que se había convertido en parte de su rutina vespertina.

Las imágenes y los titulares pasaban ante sus ojos con una cadencia casi hipnótica, un desfile interminable de sucesos que parecían pertenecer a una realidad lejana, ajena a su propia vida.

Entre las múltiples noticias que había leído, una en particular había captado su atención, aunque de manera efímera y sin que él mismo lo considerase de importancia mayor. Un criminal había escapado de una cárcel de máxima seguridad en las afueras de la ciudad. La noticia, aunque alarmante, se presentaba en medio de otros tantos acontecimientos de la jornada: debates políticos acalorados, avances tecnológicos sorprendentes y los habituales desastres naturales que azotaban algún rincón del planeta.

Sin embargo, aquel titular específico había resonado brevemente en su mente antes de perderse en el torrente de información que inundaba la pantalla de su ordenador.

Jimin se levantó de su escritorio, apagó el monitor y se dirigió hacia su dormitorio. La rutina nocturna era, para él, un ritual casi sagrado. La habitación de Jimin era un santuario de orden y simplicidad. Una cama perfectamente tendida, una mesita de noche con un par de libros apilados, y una ventana que ofrecía una vista parcial del vecindario tranquilo en el que vivía. La luz de la luna se filtraba a través de las cortinas, creando un juego de sombras que bailaban suavemente sobre las paredes.

Se quitó la ropa del día con movimientos lentos y precisos, como si cada acción fuera parte de un procedimiento meticulosamente calculado para inducir el estado de calma necesario antes de dormir.

Al dirigirse al baño, se miró en el espejo. Su reflejo le devolvió la imagen de un rostro joven pero ligeramente fatigado. Se lavó la cara con agua fría, disfrutando de la sensación refrescante que le ayudaba a despejar la mente de las preocupaciones cotidianas. Tras cepillarse los dientes, volvió a su habitación y se puso el pijama, una prenda de algodón suave que le proporcionaba una comodidad inmediata. Observó la ventana por un instante, una costumbre nocturna que, por alguna razón, siempre le brindaba un último momento de reflexión antes de dormir.

Sin embargo, esta noche, algo fue diferente. Al ajustar las cortinas, sintió una ligera resistencia y, sin previo aviso, la barra de la cortina se soltó de su soporte. El movimiento brusco y repentino lo tomó por sorpresa, y al tratar de corregir el desliz, su mano golpeó con fuerza el vidrio de la ventana. Un sonido agudo y distintivo de cristal rompiéndose llenó la habitación.

Jimin se quedó inmóvil por un instante, observando incrédulo las grietas que se extendían rápidamente por el vidrio hasta que, finalmente, una pieza considerable cayó al suelo, rompiéndose en fragmentos más pequeños.

El aire nocturno se coló inmediatamente por la abertura, llevando consigo un frescor inesperado que erizó la piel de Jimin. Miró la ventana rota con una mezcla de frustración y resignación. Sabía que era demasiado tarde para intentar arreglarla en ese momento, y que cualquier intento de reparación improvisada sería inútil y, posiblemente, peligroso.

Con cuidado, recogió los fragmentos de vidrio del suelo, depositándolos en una bolsa de plástico que luego dejó junto a la puerta, recordándose a sí mismo que debía deshacerse de ellos de manera segura al día siguiente.

De vuelta en su cama, Jimin se dio cuenta de que la ventana rota introducía un elemento de vulnerabilidad en su santuario que antes no existía. Intentó acomodar las cortinas de manera que bloquearan al menos un poco del aire frío, pero el daño ya estaba hecho: la brisa nocturna, ahora sin restricciones, circulaba libremente por la habitación. Se deslizó bajo las sábanas, que tenían el aroma fresco del detergente recién aplicado, pero el usual confort parecía insuficiente para contrarrestar la incomodidad de la situación.

El barrio en el que vivía Jimin era un lugar apacible, conocido por su seguridad y tranquilidad. Las calles estaban iluminadas por farolas que proyectaban una luz suave y acogedora, y rara vez se escuchaban ruidos perturbadores durante la noche. Sin embargo, la ventana rota rompía con esa sensación de seguridad que había dado por sentada.

Cerró los ojos, tratando de dejar ir cualquier preocupación residual, permitiendo que la oscuridad y el silencio le envolvieran. El sonido lejano de los grillos, un susurro constante que provenía del jardín, actuaba como un arrullo natural, pero esta noche, aquel susurro tenía una nota extra de intranquilidad.

A medida que intentaba conciliar el sueño, la noticia del criminal fugado regresaba a su mente con una persistencia incómoda. La imagen del hombre peligroso y sin restricciones vagando por las calles de la ciudad, aunque abstracta, ahora se mezclaba con la vulnerabilidad tangible de su ventana rota. Jimin se acomodó en su almohada, buscando la posición perfecta para alcanzar el descanso tan anhelado, pero el usual sentimiento de seguridad había sido sustituido por una inquietud sutil pero ineludible.

Finalmente, la fatiga venció a su mente errante, y Jimin se sumió en un sueño inquieto y fragmentado. La ventana rota, con sus bordes afilados y su apertura involuntaria, quedaba como un recordatorio constante de la frágil barrera entre su apacible santuario y la vasta y compleja realidad que se extendía más allá de las paredes de su hogar.

Jimin, sumido en un sueño inquieto y fragmentado, comenzó a moverse inquieto en su cama. La ventana rota había alterado la serenidad habitual de su habitación, permitiendo que la brisa nocturna y los sonidos del exterior invadieran su espacio de descanso. La luna llena proyectaba sombras inquietantes a través de las cortinas, creando figuras efímeras que danzaban en las paredes y el techo. En medio de su sueño, Jimin se revolvía, sintiendo un malestar sutil que no lograba identificar completamente.

De repente, una sensación incómoda lo despertó. Sus ojos se abrieron lentamente, adaptándose a la penumbra de la habitación. Algo no estaba bien. Había un silencio pesado, casi opresivo, que parecía diferir del usual susurro nocturno de su vecindario tranquilo.

Se quedó inmóvil por un momento, escuchando atentamente, tratando de discernir qué era lo que había perturbado su sueño. La brisa nocturna seguía filtrándose por la ventana rota, pero había algo más, algo que no pertenecía a la tranquilidad habitual de su hogar.

Con cautela, se incorporó en la cama, apoyándose sobre un codo mientras miraba alrededor. La luz tenue de la luna iluminaba parcialmente la habitación, creando áreas de sombra que parecían moverse con vida propia. Jimin sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando sus ojos se detuvieron en la oscuridad que reinaba bajo su cama.

Había algo ahí, una presencia que no lograba ver, pero cuya sensación se volvía más y más tangible con cada segundo que pasaba.

El corazón de Jimin comenzó a latir más rápido. La sensación de estar observado desde las profundidades de su propia habitación le hizo cuestionar si todo era producto de su mente ansiosa, perturbada por la noticia del criminal fugado y la vulnerabilidad impuesta por la ventana rota. Respiró hondo, intentando calmarse, pero la inquietud persistía, clavándose en su conciencia con una fuerza ineludible.

Con un movimiento lento y casi temeroso, Jimin extendió su mano hacia el interruptor de la lámpara en la mesita de noche. La luz titiló antes de encenderse completamente, bañando la habitación con un resplandor suave. La claridad repentina le permitió ver con mayor precisión, pero también reveló algo que hizo que su corazón se detuviera por un instante. Bajo la cama, los contornos de una figura se delineaban vagamente, ocultos en la penumbra pero indudablemente presentes.

Antes de que pudiera reaccionar, la figura se movió, deslizándose con una fluidez inquietante. Jimin retrocedió instintivamente, pero sus movimientos eran torpes, aún entumecidos por el sueño. De la oscuridad emergió un hombre cuyo aspecto era tan intimidante como peligroso. Sus ojos, brillando con una intensidad fría, se encontraron con los de Jimin, quien ahora estaba completamente despierto y aterrorizado.

El hombre, que Jimin reconoció inmediatamente como Jeon, el criminal fugado de la cárcel, se alzaba imponente en medio de su habitación, su presencia dominando el espacio con una amenaza palpable.

Jeon se acercó lentamente, cada paso medido y silencioso, como un depredador acechando a su presa. Jimin sintió que su garganta se secaba y sus manos comenzaban a temblar. Intentó gritar, pero el sonido quedó atrapado en su garganta, sofocado por el miedo paralizante que lo dominaba. Jeon, con una voz profunda y resonante, rompió el silencio.

━ Fue un error dejar la ventana así ━ dijo, sus palabras cargadas de una amenaza implícita que hacía eco en la mente de Jimin.

El tiempo parecía haberse detenido en esa habitación, donde la calma nocturna había sido brutalmente reemplazada por una tensión insoportable. Jeon se mantenía firme, sus ojos oscuros clavados en Jimin con una intensidad que no dejaba lugar a dudas sobre sus intenciones. La luna, en su trayecto imperturbable a través del cielo, seguía proyectando su luz sobre los dos hombres, iluminando un escenario que parecía sacado de una pesadilla.

Jimin, incapaz de moverse o de articular palabra alguna, sentía que el aire se volvía más denso, casi irrespirable. Cada segundo que pasaba acentuaba la sensación de peligro inminente, como si la habitación misma estuviera conspirando para atraparle en una trampa sin salida. La figura de Jeon, alta y amenazante, se destacaba contra el telón de fondo de la penumbra, una silueta de oscuridad que había emergido del abismo de lo desconocido para invadir su espacio seguro.

El silencio entre ellos se prolongaba, cargado de una tensión palpable que hacía que cada pequeño sonido, desde la respiración agitada de Jimin hasta el susurro de la brisa a través de la ventana rota, pareciera amplificado. Jeon dio un paso más, reduciendo la distancia entre ellos, y Jimin sintió que su mundo se estrechaba, concentrándose únicamente en la figura del criminal que había irrumpido en su santuario.

Las palabras de Jeon, aunque pocas, habían dejado una marca indeleble en la mente de Jimin. Cada letra, cada sílaba, resonaba en su cabeza, repitiéndose con una insistencia que bordeaba la locura. La noción de que su pequeño descuido, el error de la ventana rota, había permitido la entrada de este peligro inimaginable, lo llenaba de una mezcla de arrepentimiento y terror. La realidad de su situación se volvía más clara con cada segundo que pasaba, y Jimin se encontró deseando desesperadamente que todo aquello no fuera más que un sueño del que pronto despertaría.

Pero la presencia de Jeon, tan tangible y amenazante, le aseguraba que estaba muy lejos de cualquier tipo de sueño. El criminal había escapado de las barreras que se suponía debían contenerle, y ahora estaba allí, en la habitación de Jimin, un espectro de peligro y violencia que había cruzado la línea de lo imaginable. La luna, testigo silenciosa de aquel encuentro, seguía su curso en el cielo, mientras el destino de Jimin colgaba en un hilo frágil, oscilando entre la esperanza y la desesperación.

La presencia de Jeon dominaba la habitación, una sombra amenazante que había irrumpido en la tranquila existencia de Jimin, transformándola en un escenario de miedo palpable. Los ojos oscuros de Jeon, fríos e inquebrantables, permanecían fijos en Jimin, escudriñando cada reacción, cada gesto. Jimin, inmóvil y atrapado en una parálisis de terror, sentía cómo el sudor frío recorría su espalda y sus manos temblaban visiblemente. La lámpara de la mesita de noche proyectaba sombras largas y distorsionadas, acentuando la atmósfera de pesadilla que envolvía la habitación.

Jeon dio un paso más hacia Jimin, su silueta alta y musculosa bloqueando parcialmente la luz de la lámpara. Su rostro, marcado por la dureza y la vida en la clandestinidad, se acercó al de Jimin, sus ojos perforando la distancia con una intensidad que parecía quemar. La voz de Jeon, baja y grave, rompió el silencio con una autoridad innegable.

━ Vas a dejarme dormir aquí esta noche ━ declaró, su tono firme y carente de cualquier vestigio de duda o clemencia.

Jimin intentó tragar saliva, pero su garganta estaba seca, y el sonido quedó atrapado en un nudo de miedo. Abrió la boca para responder, pero las palabras no llegaban. El aire parecía haberse vuelto denso y difícil de respirar, y cada segundo que pasaba bajo la mirada de Jeon era una eternidad de angustia. El terror que sentía no era solo por la amenaza física que Jeon representaba, sino también por la extraña sensación de familiaridad, como si Jeon supiera más sobre él de lo que Jimin mismo comprendía.

Jeon, impaciente por la falta de respuesta de Jimin, se inclinó más cerca, su aliento cálido rozando el rostro de Jimin. La proximidad de aquel hombre, tan claramente peligroso y con una determinación implacable, hizo que Jimin se encogiera aún más en su lugar, la cama ahora un refugio insuficiente contra la realidad que se desplegaba ante él.

━ ¿Me has oído? ━ preguntó Jeon, su voz adquiriendo un matiz de amenaza que dejaba claro que no aceptaría desobediencia alguna.

Jimin asintió rápidamente, su mente girando frenéticamente en busca de una salida, de alguna manera de evitar la ira de Jeon. Pero sabía, en lo más profundo, que no tenía otra opción más que obedecer. La realidad de la situación era ineludible: Jeon había tomado control de su espacio, y cualquier intento de resistencia sería fútil y potencialmente peligroso.

━ Sí... sí, claro ━ murmuró Jimin, sus palabras temblorosas reflejando el pánico que lo invadía.

Jeon pareció satisfecho con la respuesta, aunque su expresión no perdió ni un ápice de su dureza. Sus ojos seguían fijos en Jimin, evaluando cada movimiento, cada reacción. Había algo en esa mirada que sugería un conocimiento previo, una familiaridad que Jimin no podía ubicar. ¿Cómo era posible que aquel criminal supiera tanto sobre él? ¿Qué conexiones ocultas existían entre ellos?

━ Bien ━ dijo Jeon, su tono casi casual, pero con una subcorriente de amenaza que era imposible ignorar ━. Entonces, será mejor que te hagas a un lado y me dejes espacio.

Jimin, sintiendo que su cuerpo se movía casi por reflejo más que por voluntad propia, se deslizó hacia el borde de la cama, haciendo espacio para Jeon. La situación era surrealista, una distorsión grotesca de la seguridad y la rutina que había conocido hasta esa noche. Su mente, aún aturdida por el miedo, intentaba procesar la rápida transformación de su realidad, pero cada intento era sofocado por la presencia imponente de Jeon.

Jeon, con movimientos deliberados y seguros, se acercó a la cama, inspeccionando el espacio como un depredador que evalúa su territorio. Se acomodó en el lado que Jimin había dejado libre, sus acciones impregnadas de una confianza que solo podía provenir de alguien acostumbrado a tomar lo que quería sin consideración alguna por los demás. La cama, que había sido un refugio de confort para Jimin, ahora se sentía pequeña y opresiva, compartida con un hombre cuya mera presencia era una amenaza constante.

Mientras Jeon se instalaba, Jimin permanecía al borde, cada fibra de su ser tensa y alerta. La respiración pesada de Jeon y el crujido de los resortes del colchón eran los únicos sonidos que rompían el silencio, cada uno de ellos resonando en la cabeza de Jimin como un recordatorio de su impotencia. El miedo se mezclaba con una creciente sensación de desconcierto y desorientación. ¿Por qué Jeon había elegido precisamente su casa? ¿Qué era lo que el criminal sabía sobre él?

Jeon, aparentemente satisfecho con su nuevo lugar de descanso, se recostó, cruzando los brazos detrás de la cabeza y cerrando los ojos momentáneamente. Sin embargo, la tranquilidad aparente era una ilusión; cada movimiento de Jeon estaba cargado de una energía contenida, una tensión que podía estallar en cualquier momento. Jimin lo sabía, y la certeza de esa amenaza latente mantenía su mente en un estado de alarma constante.

━ Te recuerdo, Jimin ━ dijo Jeon de repente, su voz baja pero clara en la quietud de la habitación ━. Aunque tal vez tú no me recuerdes a mí.

Las palabras de Jeon cayeron como una bomba en la conciencia de Jimin. Había una familiaridad en la voz de Jeon, algo que resonaba en algún rincón oscuro de su memoria. Pero por más que se esforzaba, no lograba ubicar a Jeon en ningún recuerdo claro. La confusión se sumaba al miedo, creando una mezcla abrumadora de emociones que lo dejaba al borde del colapso.

Jeon, observando la expresión de desconcierto de Jimin, sonrió de una manera que era todo menos reconfortante. La sonrisa era una mueca de triunfo, de alguien que tenía todas las piezas del rompecabezas mientras que el otro apenas comenzaba a comprender que estaba jugando. El misterio de su conexión pasada permanecía, una sombra en la mente de Jimin que lo mantenía atrapado en una red de preguntas sin respuesta.

━ Tranquilo, no voy a hacerte daño... aún ━ añadió Jeon, su tono burlón y amenazante a la vez ━. Pero será mejor que me dejes descansar. Ha sido un día largo y necesito un lugar donde pasar la noche.

Jimin asintió mecánicamente, su mente nublada por el terror y la confusión. La idea de que Jeon pudiera conocerlo de alguna manera, que hubiera alguna historia compartida que él no recordaba, era casi tan aterradora como la presencia física del criminal en su hogar. Las palabras de Jeon seguían resonando en su cabeza mientras intentaba encontrar una posición en la cama que le permitiera al menos fingir comodidad.

La habitación, ahora compartida con aquel intruso, parecía más pequeña y opresiva. La luz de la lámpara proyectaba sombras alargadas y deformadas, y cada movimiento de Jeon, por pequeño que fuera, era un recordatorio constante de la amenaza que representaba. Jimin, acurrucado al borde de la cama, con los músculos tensos y el corazón latiendo furiosamente, intentaba controlar su respiración, luchando contra la creciente sensación de pánico.

El misterio de la conexión entre ellos seguía flotando en el aire, una pregunta sin respuesta que aumentaba la tensión de la situación. Jimin, en el borde del abismo de su comprensión, solo podía esperar y temer lo que vendría después. La noche, que antes prometía ser un refugio de descanso, se había convertido en una prueba de resistencia y valentía, y cada minuto que pasaba bajo la mirada de Jeon era una eternidad de incertidumbre y terror.

La noche había sido una tortura interminable para Jimin, atrapado en la cama junto a Jeon, el criminal fugado cuya presencia transformó su hogar en una prisión de miedo y tensión. El sueño era un lujo que Jimin no podía permitirse; cada sonido, cada movimiento de Jeon era una amenaza latente que mantenía sus sentidos en alerta constante. Cada vez que sus párpados se cerraban, el terror de lo que podría suceder lo despertaba bruscamente, su mente incapaz de desligarse del peligro inminente.

Finalmente, la oscuridad de la noche comenzó a desvanecerse, dando paso a los primeros indicios del amanecer. La luz tenue de la madrugada se filtraba a través de la ventana rota, trayendo consigo una leve esperanza de que la pesadilla pudiera estar llegando a su fin. Jimin, agotado y al borde del colapso, se atrevió a abrir los ojos y mirar a su alrededor. Jeon ya no estaba en la habitación. La cama a su lado estaba vacía, y no había rastro del hombre que había invadido su hogar y su mente. La realidad de su ausencia era un alivio momentáneo, pero el miedo persistía, latente, como una sombra que se negaba a disiparse.

Jimin se levantó lentamente, sus músculos doloridos por la tensión y la falta de sueño. Caminó con cautela hasta la ventana, asegurándose de que Jeon realmente se hubiera ido. El vidrio roto seguía allí, un testimonio mudo de la noche anterior. El aire frío de la mañana se colaba por la abertura, enviando un escalofrío a través de su cuerpo. Miró hacia el exterior, esperando ver alguna señal de Jeon, pero el vecindario parecía tan tranquilo y normal como siempre, un contraste surrealista con la tormenta interna que Jimin estaba experimentando.

Con un suspiro tembloroso, Jimin se preparó para enfrentar el día. A pesar del agotamiento, sabía que tenía que ir al instituto. No podía permitirse faltar, no solo por las consecuencias académicas, sino también porque necesitaba una distracción, algo que lo alejara de los eventos de la noche. Se duchó rápidamente, el agua caliente ofreciendo un breve consuelo a sus músculos tensos, pero su mente seguía atrapada en un ciclo de miedo y confusión.

Desayunó sin apenas probar bocado, su estómago revuelto por la ansiedad. Cada sonido en la casa, cada movimiento, le hacía saltar, temeroso de que Jeon pudiera aparecer de nuevo en cualquier momento. Miró su reloj, notando que el tiempo avanzaba implacablemente hacia la hora de salida. Tomó su mochila y se dirigió a la puerta, sus pensamientos un caos de dudas y temores. Mientras caminaba hacia el instituto, cada paso parecía un esfuerzo monumental, como si su cuerpo estuviera hecho de plomo.

El día en el instituto transcurrió en una neblina de fatiga y distracción. Jimin apenas pudo concentrarse en las clases, su mente constantemente regresando a la noche anterior, a la figura intimidante de Jeon y a las palabras llenas de amenaza que había pronunciado. Sus amigos notaron su estado, pero Jimin se esforzó por disimular, inventando excusas sobre una mala noche de sueño y mucho trabajo escolar. La preocupación en sus rostros le recordó que, a pesar del miedo, no estaba completamente solo, aunque la verdad de lo que había sucedido era algo que no podía compartir con ellos.

Finalmente, las clases terminaron, y Jimin emprendió el camino de regreso a casa, una mezcla de alivio y temor llenando su pecho. Cada paso hacia su hogar era un recordatorio de la noche anterior, y la idea de enfrentarse nuevamente a la habitación donde Jeon había estado era casi insoportable. Sin embargo, sabía que no tenía otra opción. La normalidad superficial de su día en el instituto había sido solo una tregua temporal en la tormenta de su realidad.

Al llegar a casa, su madre lo recibió en la puerta. Su expresión de preocupación y frustración era evidente, y Jimin sintió una punzada de culpa. Ella lo abrazó brevemente, y él pudo percibir la tensión en sus hombros, el resultado de su propia inquietud. No había escapatoria de la reprimenda que sabía que venía, pero el verdadero miedo era que ella descubriera lo que había sucedido realmente.

━ Jimin, ¿qué pasó anoche? ━ preguntó su madre, su tono una mezcla de enfado y preocupación ━. ¿Por qué está la ventana de tu habitación rota? ¿Qué estabas haciendo?

Jimin tragó saliva, buscando las palabras correctas. No podía decirle la verdad, no podía contarle sobre Jeon y la noche de terror que había vivido. Sabía que debía encontrar una excusa convincente, algo que evitara más preguntas y mantuviera a su madre a salvo de la horrible verdad.

━ Lo siento, mamá ━ respondió, su voz temblorosa pero esforzándose por sonar convincente ━. Fue un accidente. Me tropecé y caí contra la ventana. Intenté recoger el vidrio roto, pero no pude arreglarla a tiempo.

La mirada de su madre se suavizó ligeramente, aunque la preocupación no desapareció del todo. Suspiró, llevándose una mano a la frente en un gesto de cansancio. La situación con la ventana rota era seria, pero la seguridad de su hijo era lo primordial, y el accidente, aunque molesto, parecía plausible.

━ Está bien, hijo. Pero debes tener más cuidado. Podrías haberte hecho mucho daño. Voy a llamar a alguien para que arregle la ventana hoy mismo. No podemos dejarla así, especialmente con el clima enfriándose.

Jimin asintió, sintiendo un alivio momentáneo de que su madre aceptara su explicación sin más preguntas. Sin embargo, la preocupación persistía en su mente. Si ella entrara en su habitación antes de que la ventana fuera reparada, ¿encontraría algún rastro de Jeon? ¿Alguna pista que revelara lo que realmente había sucedido? La idea de que su madre pudiera verse involucrada en el peligro que él había enfrentado era insoportable.

━ Gracias, mamá. Lo siento de verdad ━ dijo, tratando de mostrar sinceridad en sus palabras.

Su madre lo abrazó nuevamente, y Jimin sintió una oleada de calidez y protección, pero también un peso de responsabilidad. No podía permitir que nada de lo que había sucedido la noche anterior llegara a afectarla. Tenía que ser cuidadoso, asegurarse de que Jeon no volviera, de que su familia estuviera a salvo.

Mientras su madre se ocupaba de llamar a un reparador para la ventana, Jimin subió a su habitación, cada paso cargado de un nerviosismo que no podía sacudirse. Al entrar, la vista del vidrio roto le trajo de vuelta los recuerdos de la noche anterior, pero ahora, a la luz del día, todo parecía menos real, como si hubiera sido una pesadilla demasiado vívida. Sin embargo, la sensación de peligro persistía, una sombra en el borde de su conciencia.

Se acercó a la ventana, mirando el caos de vidrio roto y sintiendo el frío aire matutino. Se arrodilló y comenzó a recoger los fragmentos restantes, trabajando con cuidado para no cortarse. Cada pieza de vidrio que recogía era un recordatorio de la intrusión de Jeon, y de la vulnerabilidad que había sentido. Pero también era una manera de recuperar el control, de restaurar al menos una parte de la normalidad que Jeon había destrozado.

Mientras trabajaba, su mente seguía girando en torno a las palabras de Jeon, a la amenaza velada y la familiaridad inquietante que había sentido. ¿Cómo lo conocía? ¿De dónde provenía esa conexión que Jeon había insinuado? Las preguntas seguían sin respuesta, un misterio que se entrelazaba con el miedo. Pero por ahora, lo más importante era asegurar que su madre no descubriera nada más, que la paz en su hogar se mantuviera intacta.

Con los fragmentos de vidrio finalmente recogidos, Jimin se levantó, sintiendo un cansancio profundo en cada fibra de su ser. Sabía que la ventana sería reparada pronto, pero la verdadera reparación, la restauración de su paz mental, tomaría mucho más tiempo. Mientras tanto, tenía que mantener la fachada de normalidad, proteger a su familia y encontrar una manera de enfrentar el peligro que Jeon representaba.

El día siguiente transcurrió con una extraña sensación de normalidad para Jimin, a pesar del tumulto interno que lo atormentaba. La ventana de su habitación había sido reparada, y el rastro físico de la intrusión de Jeon parecía haberse desvanecido con la misma rapidez con la que había aparecido. Sin embargo, las cicatrices emocionales y psicológicas eran profundas, y cada momento de tranquilidad era una fachada frágil, lista para romperse con el más leve roce de la realidad.

Al regresar a casa del instituto, Jimin intentó concentrarse en sus deberes escolares, una tarea casi imposible con la constante sombra de Jeon sobre su mente. Se encerró en su habitación, aparentemente absorto en sus libros, pero su mente estaba lejos, perdida en un mar de recuerdos y temores. La presencia de Jeon había despertado fantasmas que Jimin creía haber dejado atrás, pero ahora estaban más vivos que nunca, reclamando su atención y su alma.

Esa noche, la casa estaba en silencio. Su madre ya se había retirado a su habitación, confiada en que su hijo estaba a salvo y que la vida seguía su curso normal. Jimin, sin embargo, sabía que no podía escapar de la verdad. Se sentó en la cama, mirando la ventana reparada, y dejó que sus pensamientos viajaran a un pasado que había sepultado profundamente en su conciencia.

Hace años, cuando Jimin era solo un adolescente, su vida era radicalmente diferente. Creció en un entorno difícil, donde la lucha diaria por la supervivencia era la norma. Fue en esos años oscuros y turbulentos cuando conoció a Jeon, un joven que, a pesar de su apariencia dura y peligrosa, se convirtió en algo más que un amigo para él. La conexión entre ellos era intensa y profunda, un vínculo que trascendía la simple camaradería y se adentraba en el territorio del amor y la complicidad.

Jimin y Jeon compartían más que solo afecto; compartían una vida de crímenes. En aquellos días, juntos formaban un dúo formidable, moviéndose en la clandestinidad, desafiando la ley y el orden con una audacia que solo la juventud y el amor pueden proporcionar. Robos, estafas, y actos de vandalismo eran su día a día, y cada golpe exitoso fortalecía el lazo entre ellos. Sin embargo, esa vida de adrenalina y peligro tenía un costo, uno que Jimin pronto descubriría.

La redada que cambió todo fue rápida y brutal. Jeon fue atrapado, y Jimin, en un acto de desesperación y autopreservación, traicionó al único hombre que había significado algo para él. La policía le ofreció un trato: testificar contra Jeon a cambio de una nueva identidad y una vida limpia. Jimin aceptó, abandonando a Jeon a su destino en una fría celda de prisión. Cambió su nombre, su apariencia, y su vida, decidido a borrar cualquier rastro de su oscuro pasado.

El nuevo Jimin era un joven aparentemente ejemplar, estudiante dedicado y hijo obediente. Se había convencido a sí mismo de que podía dejar atrás su antigua vida, que el amor y los crímenes compartidos con Jeon eran solo una pesadilla de la que había despertado. Pero la visita inesperada de Jeon había reabierto esas viejas heridas, obligándolo a enfrentar la verdad que había ocultado incluso de sí mismo.

Mientras se sentaba en la cama, la frialdad de la realidad se asentó en su pecho. La fachada que había construido era frágil, y Jeon, con su sola presencia, había comenzado a desmoronarla. El miedo y la culpa se entrelazaban en su mente, y Jimin sabía que no podía seguir fingiendo. Su verdadero yo, el joven que había amado a Jeon y que había cometido crímenes a su lado, estaba todavía allí, enterrado pero no muerto.

El espejo en su habitación reflejaba a un joven diferente al que era años atrás, pero los ojos, esos ojos que Jeon había reconocido, seguían siendo los mismos. Miró su propio reflejo, y por primera vez en mucho tiempo, permitió que el peso de sus acciones lo abrumara. La traición a Jeon no era solo un acto de desesperación, sino una decisión calculada para salvarse, sin importar el costo para el hombre que había amado.

Las lágrimas empezaron a llenar sus ojos mientras los recuerdos lo asaltaban. Las risas compartidas en noches de riesgo, los planes susurrados en la oscuridad, y los momentos de ternura robados entre cada golpe. Jeon había sido más que un cómplice; había sido su amante, su otra mitad. Y Jimin había dejado que lo atraparan, había aceptado el trato que le garantizaba seguridad a costa de la libertad de Jeon.

El miedo inicial de que su madre pudiera descubrir la verdad se disipó, reemplazado por una culpa más profunda y corrosiva. El criminal no era solo Jeon; era también él mismo, un criminal que había traicionado a su compañero para salvarse. Ahora, con Jeon de vuelta en su vida, Jimin no podía ignorar más esa realidad.

Las palabras de Jeon resonaban en su mente, la acusación implícita y la amenaza latente. ¿Qué quería ahora? ¿Venganza? ¿Redención? ¿O tal vez, en un giro retorcido del destino, el amor que habían compartido aún tenía un resquicio de esperanza? Jimin no lo sabía, pero estaba claro que su vida nunca volvería a ser la misma. La fachada de normalidad se había roto, y su verdadero yo, el joven amante de Jeon y criminal, había emergido a la superficie.

El camino hacia adelante era incierto y peligroso, pero Jimin sabía que no podía seguir huyendo de su pasado. La presencia de Jeon era un recordatorio de que las decisiones del pasado siempre encuentran la manera de alcanzarte. Mientras la noche avanzaba, Jimin se preparó para lo que vendría, sabiendo que enfrentaría las consecuencias de sus acciones, y que la sombra de su antigua vida nunca desaparecería del todo.

La noche avanzaba lentamente, y Jimin, aunque exhausto, no lograba conciliar el sueño. Los eventos recientes y las revelaciones sobre su pasado se entrelazaban en su mente, creando una maraña de emociones y recuerdos que lo mantenían en vilo. Mientras yacía en su cama, los pensamientos sobre Jeon y su vida pasada como amantes y cómplices criminales lo atormentaban. El arrepentimiento y la culpa eran sentimientos casi palpables, pero debajo de ellos, una chispa de algo más oscuro comenzaba a encenderse.

En medio de su estado de duermevela, Jimin sintió un toque frío y firme sobre su cuerpo. Se despertó bruscamente, su corazón latiendo con fuerza. La habitación estaba sumida en sombras, pero la figura que se cernía sobre él era inconfundible. Jeon estaba allí, sus ojos oscuros y llenos de una intensidad amenazante. La luz tenue de la luna que se filtraba a través de la ventana reparada iluminaba parcialmente su rostro, resaltando sus rasgos duros y peligrosos.

━ Jeon… ━ susurró Jimin, su voz apenas un murmullo ahogado por la sorpresa y el miedo.

Jeon se inclinó más cerca, sus labios casi rozando los de Jimin, pero sus ojos no mostraban ternura, solo un abismo de ira y determinación. La mano de Jeon apretó con fuerza el brazo de Jimin, obligándolo a mirarlo a los ojos. La tensión en el aire era densa, cargada de la historia compartida y el dolor del pasado.

━ Creíste que podías escapar de lo que hiciste, ¿verdad? ━ susurró Jeon, su voz era baja pero cargada de una furia contenida ━. Pensaste que podías traicionarme y vivir una vida tranquila, sin que nadie te encontrara.

Jimin tragó saliva, el peso de las palabras de Jeon cayendo sobre él como una losa. Sabía que no había justificación para lo que había hecho, pero en ese momento, su propia supervivencia había parecido lo más importante. Ahora, sin embargo, se daba cuenta de cuánto había perdido, no solo a Jeon, sino también una parte de sí mismo.

━ Lo siento… ━ comenzó Jimin, su voz quebrándose ━. Nunca quise que las cosas terminaran así. Tenía miedo, y…

Jeon lo interrumpió, presionando su cuerpo contra el de Jimin, haciendo que cada palabra que dijera fuera un desafío.

━ El miedo no justifica la traición ━ dijo Jeon con amargura ━. Me dejaste atrás, Jimin. Me entregaste y desapareciste, como si nuestra vida juntos no hubiera significado nada.

Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Jimin. Cada palabra de Jeon era una daga en su corazón, pero también un recordatorio de la intensidad de su conexión pasada. Miró a Jeon a los ojos, encontrando en ellos el reflejo de su propio dolor y pérdida.

━ No puedo cambiar el pasado ━ admitió Jimin con voz temblorosa ━, pero puedo hacer lo que sea para enmendarlo. No soy el mismo de antes, pero sé que esa parte de mí aún existe.

Jeon lo observó en silencio por un momento, sus ojos escudriñando el alma de Jimin en busca de alguna señal de verdad. Finalmente, sus labios se curvaron en una sonrisa amarga.

━ ¿De verdad lo harías, Jimin? ¿De verdad serías capaz de volver a ser ese chico malo que conocí? ━ preguntó, la provocación clara en su tono.

Sin pensar, llevado por una mezcla de arrepentimiento y el deseo de recuperar lo que una vez tuvieron, Jimin cerró el espacio entre ellos y lo besó. Fue un beso cargado de años de sentimientos reprimidos, de dolor, de amor y de una oscura determinación. Jeon correspondió, su beso igual de apasionado y desesperado, como si ambos estuvieran buscando una forma de resucitar su pasado y darle un nuevo propósito.

Cuando se separaron, ambos respiraban con dificultad, y Jimin sintió una nueva resolución formarse en su interior. Miró a Jeon, su mirada ahora llena de una determinación oscura y resuelta.

━ Te prometo que esta vez no te fallaré ━ dijo Jimin, su voz firme ━. Haré lo que sea necesario. Volveré a ser el Jimin que conociste, y seremos aún más poderosos juntos.

Jeon asintió lentamente, sus ojos brillando con una mezcla de aprobación y desafío. Jimin sabía que esto era solo el comienzo, que el camino hacia la redención y el reencuentro con su verdadero yo sería arduo y peligroso, pero también sabía que con Jeon a su lado, nada era imposible.

La promesa hecha, Jeon se levantó y se dirigió hacia la ventana. Jimin lo siguió con la mirada, recordando el vidrio roto que había permitido que Jeon entrara en su vida una vez más. Ese vidrio roto no solo era una brecha física, sino también simbólica, una ruptura en la fachada de normalidad que había construido. Ahora, esa ventana reparada marcaba el comienzo de algo nuevo y oscuro.

Jeon se giró una vez más hacia Jimin antes de desaparecer en la noche.

━ Asegúrate de no romper esta promesa como rompiste la ventana ━ dijo, una última advertencia antes de desvanecerse en la oscuridad.

Jimin asintió, consciente del peso de sus palabras y de la oscuridad que ahora abrazaba con renovada determinación. La fachada de inocencia se había roto, y lo que quedaba era un Jimin más real, más peligroso, y dispuesto a enfrentar cualquier cosa para redimirse y recuperar a Jeon.

Mientras la noche avanzaba, Jimin se quedó junto a la ventana, observando la ciudad dormida y sintiendo una extraña paz. Sabía que la ventana reparada era solo el principio, y que el verdadero desafío estaba aún por venir. Pero esta vez, con Jeon a su lado, estaba listo para enfrentar cualquier cosa, incluso su propio pasado oscuro.

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↳ 𝗦𝗢𝗟𝗢 𝗨𝗡 𝗩𝗜𝗗𝗥𝗜𝗢 ↲
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Ⓒ︎𝗁𝗂𝗌𝗍𝗈𝗋𝗂09
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【 𝗙𝗜𝗡 】

Gracias por leer ❤️

La verdad me gustó mucho el One shot, y espero que a ustedes igual 🗣️

Denme ideas para los One shot JAJAJA

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︎Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09
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