⋆⌇Sinopsis
|Jeon Jungkook;
Si una cosa tenía clara era que mi hermano solo me llamaba cuando quería algo de mi parte. Así que cuando el mensaje de "te necesito en veinte minutos en mi oficina, no faltes" hizo que la pantalla de mi celular se encendiera, supe que algo traía entre manos y que posiblemente no sería nada bueno.
Solté un bufido porque estaba demasiado cómodo en mi cama como para levantarme a seguirle el juego a mi hermano mayor, él cual siempre termina pidiéndome cosas para su conveniencia y no para la mía. Así que como el buen hermano que soy abrí la bandeja de mensajes entrando a su contacto con la clara intensión de responderle:
"No soy tu secretaria, si quieres que te arrasquen el culo busca a uno de tus empleados, besitos hermanito."
Sabía que ese mensaje lo molestaría, por lo cual no oculté la pequeña sonrisa que se había formado en mis labios. Lancé el celular a un lado de la cama, mientras acomodaba mi cabeza en la almohada y me relajaba.
El aparato volvió a vibrar, volteé los ojos, tomándolo nuevamente en mis manos.
"Bien, tú te lo pierdes, quería proponerte una apuesta...pero al parecer no estás interesado en ganar algo de mi, que lastima. Besos hermanito."
Mierda...ese maldito sabía como llamar mi atención.
"Estoy en treinta minutos allí"
Bien, era un interesado, lo sabían mis padres, él, yo, en realidad todos lo sabían, pero sería estúpido de mi parte dejar pasar una apuesta con Jeon Junsook. Mi hermano poseía más que yo por ser mayor (y por otros detalles más que ahora no vienen al caso) así que mientras más cosas lograra quitarle, pues mejor me vendría.
Me levanté de la cama, estirando una de mis manos para alcanzar la chaqueta que minutos antes había lanzado a la silla de mi escritorio. Aparté uno que otro mechón que se habían situado en mi campo de visión y salí de mi habitación en dirección a las escaleras.
—¿Ya se retira señorito Jeon?— una de las empleadas del hogar (de la cual ahora mismo no recuerdo ni el nombre) se acercó a preguntarme.
—Sí, debo hacer unas cosas, ¿El casco?— le contesté y pregunté sin prestarle mucha atención mientras me colocaba la chaqueta.
Agarré el casco una vez que me lo tendió a la par que me entregaba las llaves de la moto.
—Tenga buena tarde señorito Jeon— me sonrió de una forma coqueta. Ignoré tal acto dándole como respuesta un simple asentimiento de cabeza.
Atravesé la sala principal y a continuación el vestíbulo, di un pequeño giro hacia la izquierda por donde comenzaba un pequeño pasillo, que conducía hacia la puerta del garaje. Justo cuando coloqué un pie dentro del sitio las luces comenzaron a encenderse revelando la colección bastante cara de autos de mi padre (ese viejo tenía la misma obsesión por los autos como por las mujeres) caminé entre los ellos, tarareando una canción que no sabía en donde había escuchado y mucho menos su nombre. Con mi dedo índice tocaba la cubierta de alguno de los coches a propósito, sabía que si papá revisaba las cámaras de seguridad se molestaría al ver como dejo un poquito de suciedad en sus preciados tesoros.
Llegué a la parte que me correspondía y donde solo existían motos, si algo me ha cumplido ese viejo ha sido el capricho de comprarme las motos que he querido desde que cumplí la edad legal para poder manejar una. Desactivé la alarma del vehículo pues resulta que la empleada tiene conocimiento de cuáles son las llaves de la moto que más uso frecuentemente.
Que eficaz.
Me monté en ella, ajustándome los guantes que siempre dejaba encima de para cuando los necesitara, levanté un brazo, para que el sensor de movimiento me diera acceso a salir del garaje. Una vez que se abrió me coloqué el casco y salí a una velocidad moderada, mamá no me dejaba hacer mucho escándalo con la moto en áreas cerca de la casa y yo respetaba su petición.
Salí, haciéndole un pequeño gesto con la mano a el portero para que abriera las rejas y de esa forma tener que evitar detenerme y esperar. Y una vez fuera de casa aceleré tanto como me permitiera la moto.
Veamos qué trae entre manos mi querido hermano.
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Detuve la moto una vez que llegué a la empresa JeonDreamsTropical. Creo que con tal nombre es bastante obvio que se trata de un negocio familiar, exactamente de una cadena de empresas y hoteles,
Lancé las llaves, guantes y casco a uno de los porteros que se encargaría de dejar la moto en su sitio. Acomodando mi sedoso y jodidamente sexy cabello abrí los portones de la empresa, consiguiendo que algunos de los empleados se voltearan a verme.
Me encantaba ser el centro de atención. Que egocéntrico de mi parte ¿Verdad?. Lo sé.
Subí hasta el último piso en uno de los ascensores y en el camino hacia la oficina de mi hermano le guiñé un par de veces el ojo a una que otra chica que se quedaban embobadas mirándome.
—Ya llegó lo mejor de tu vida— dije, entrado a la oficina sin tocar.
Como era de esperarse, la cara de amargo de Junsook me recibió.
—Que yo sepa,— comenzó diciendo.—Amara esta en una sección de fotos— contestó con una pizca de diversión en su hablar, volteé los ojos.—Siéntate Jeon— ordenó.
Le dediqué una pequeña sonrisa, llegando a el sofá que estaba frente a su escritorio, me saqué la chaqueta mientras me dejaba caer sobre el mueble y acomodaba los pies encima de su mesa.
Me satisfacía ver la irritación en su rostro.
—Compórtate— regañó, dándole un manotazo a mis zapatos para que bajara los pies. Eso hice, entre risas.
—A lo que vine hermanito.
Junsook entrecerró sus ojos mirándome con esa típica mirada juzgona que lleva dándome desde los dieciséis. Se acomodó en su asiento, colocando ambos brazos sobre el escritorio.
—Sabes que en unos meses me voy a casar— asentí, sin darle importancia, mientras jugaba con el borde de la chaqueta. Pues estaba un poco cansado del temita de que el hijo mayor de los Jeon's se casaba.
—¿Qué me quieres decir con eso?, ¿Acaso quieres que te lleve los anillos?
—No, nada de eso. Solo que Amara y yo tuvimos una conversación y llegamos a la conclusión de que no necesitamos la casa en Maldivas— al escuchar eso deje de jugar de inmediato con la chaqueta y enfoqué mi vista en el rostro de mi hermano.
—Me comienza a interesar la conversación— Junsook rió divertido.
—Amara me propuso regalártela por tu cumpleaños, el cual está bastante cerca a la fecha de nuestra boda,— por cosas como estas, mi cuñada me caía bien.— Igual no me parece justo darte las cosas tan fácilmente, así que pensé en una tranquila apuesta.
—Oh hermanito, permíteme desmentir tus palabras, tus apuestas jamás han sido tranquilas.
—Es bueno que lo sepas, por algo pierdes en todas— lo miré mal, sacándole el dedo corazón como respuesta, rió por mi acto.
—Suéltalo ya, ¿De qué va?
—Te pediré tres cosas— levantó tres de sus dedos, levanté una de mis cejas.—Por asuntos bastante obvios y que soy una persona ocupada, no puedo darme el lujo de dejar el trabajo para ir a ciertos preparativos y viajes con Amara...— comenzó aclarando.—Por lo cual el primer punto será que acompañes a tu cuñada a todos los eventos que están ya planificados y la ayudes en todo lo que necesite.
Me está pidiendo que lo sustituya, básicamente. Asentí, pues mantenía una buena relación con mi cuñada y disfrutaba de su compañía, a diferencia de mi hermano, no era una amargada.
—Segundo punto, debido a que ambos estamos bastante ocupados, no podemos hacernos cargos de los doberman's— fruncí mi ceño, ya no me gustaba el rumbo de la conversación.— Así que te los encargo hasta que acabe la boda.
Tragué saliva, negando.
—¿Acaso no recuerdas que existe cierta barrera de odio entre esos tres diablos y yo?— pregunté lo que claramente sabía, no podía estar en la mira de esos animales sin que me atacaran, me odian. ¡Desde cachorros!
—Bueno, suelen ser bastante selectivos con las personas, pero prefiero que te muerdan a ti que a un cuidador— lo fulminé con la mirada. Que cariño me tiene.
—Esta bien, encontraré alguna solución para esos diablos.
Lo vi sonreír, satisfecho.
—Y como tercer y último punto, deberás cantarle a Amara— pidió desviando su atención a una foto enmarcada de su prometida que tenía en el escritorio.—Tanto en la fiesta sorpresa que le estoy preparando, como en la boda.
—Bueno, de algo me deben servir esos cursos de canto que tomé de forma obligada por mamá en la adolescencia— me encogí de hombros, aceptando su petición.
—Sí, pero será en español— finalizó.
—Estas jodiéndome ¿Cierto?, no se hablar español— recordé, pues realmente solo se como se dice "hola" y "me gusta tu camisa". Más nada, era pésimo en los idiomas.
—Tienes tiempo para aprenderte dos canciones, yo te ayudaré a escogerlas, no quiero que hagas una de tus burradas y comiences a cantar algo vulgar— sonreí, pues ambos sabíamos que era muy capaz de hacerlo.
—Esta bien, lo acepto. ¿Algo más?
—Oh si, casi lo olvido, debes hacer todo esto en compañía de tu pareja— lo miré extrañado, sin entender el por qué, a lo cual decidió explicarme.— Debido a que papá fue visto en Dubái con una modelo de forma ciertamente comprometedora, me tienen en la mira desde hace un par de semanas, pues están intentado sacarme algún trapo sucio— asentí varias veces entendiendo su punto.
—Si, es mejor evitar que se inventen romances no existentes solo para tener de que hablar, entiendo.
—Pues ya está, eso sería todo, durante seis meses estas bajo esos cargos que hemos acordado en este instante, si cumples todo... la casa en Maldivas será toda tuya— me extendió su mano, esperando a ser tomada por la mía y de esta forma cerrar el acuerdo.
Me dispuse a levantarme del sofá para acercarme lo más posible a su escritorio y a él.
—Pues, mientras hablabas le he estado dando vueltas a un asunto y quiero agregar algo más a esta apuesta repentina y ciertamente necesaria para ti— mis ojos lo observaron de arriba abajo mientras me disponía a dar pequeños toques con dos de mis dedos sobre su escritorio.
—¿Qué quieres?
—Mis...motocross, creo que ya es momento de tenerlas de regreso.
La expresión aburrida de mi hermano se tensó, pues no esperaba cierta petición de mi parte.
—Sabes que no tengo poder sobre esa decisión, Jungkook— recordó, como aquella vez que le rogué que me ayudara hace un año atrás.— Papá estaría muy molesto si eso pasara.
—¿Acaso crees que me importa lo que quiera ese viejo?, lo que sí se que quiero de regreso, son mis motos, he prometido no subirme más en una, específicamente en esas y estoy dispuesto a cumplirlo— expresé, lo que debía haber dicho hace mucho tiempo.—Han pasado casi dos años de aquel incidente...Junsook, me lo merezco.
—Lo intentaré, no te estoy prometiendo nada, pero lo intentaré ¿Vale?—volvió a estirar su mano hacia mí
Acerqué la mía, uniéndola con la suya, dándole cierre a la apuesta.
—Ten cuidado al regresar a casa.
—Sí, sí, como sea— dije sin prestarle atención mientras salía de la oficina de mi querido hermano mayor.
La comisura de mis labios se alzó en una pequeña sonrisa, sentía cierta adrenalina en mi cuerpo, pues estaba seguro de poder ganar esta apuesta.
Me dispuse a marcharme de aquella oficina, mientras dejaba que mi cabeza planeara unos cuantos escenarios de festejo cuando obtuviera mi victoria.
Una fiesta en la playa estaría genial para celebrar.
Sí, sería genial.
Salí de mis pensamientos una vez que sentí las vibraciones de mi celular en una de las aberturas de la chaqueta, saqué este de ahí para ver de que se trataba.
Nuevamente una sonrisa creció en mis labios. Mi chica me estaba llamando.
—Hola amor, tengo que contarte algo asombroso—dije una vez que contesté la llamada.
—Jungkook, lo siento, pero debemos terminar— y colgó.
Espera, espera...
¿Qué acaba de decir?
—notita:
Ahora es cuando se viene lo bueno.
Edité algunas cosas y me gustó así que decidí volver a publicarla ( ya no la enviaré más a borradores, tranquis) así que espero que la disfruten.
Gracias por leer.
Les mando unos besotes del sabrosote de Jungkook.
¡La portada nueva es una chulada!
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