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Suspiró maldiciendo a aquel tiempo, trataba de no mojarse ante el agua de lluvia que caía en su paraguas intentando frenarla.

Aceleró el paso, tratando de ir más rápido para llegar a la tienda donde trabajaba. Podria haber utilizado una aparición como todos los días, pero su mujer se lo prohibió al estar algo resfriado y no querer arriesgarlo a tales condiciones.

Las botas de Fred pisaban los charcos de agua que se formaban en los adoquinados suelos, sus tobillos algo mojados debido a esto.

Suspiró, amaba el invierno, sobretodo la navidad pero sin duda odiaba el clima lluvioso, sentia que le limitaba todo.

Se detuvo al caminar, al  ver un papel, húmedo, mojado y arrugado en el suelo. Haciendo una mueca con sus labios se agachó para agarrarlo entre manos.

Lo sacudió, tratando de dispersar algunas gotas de agua para poder leer lo que ponía. Por desgracia el agua había hecho que la tinta desapareciera casi por completo.

Fred solo pudo leer algunas letras que lo dejaron en total confusión, con el ceño fruncido y ganas de saber más. Se había olvidado del trabajo inmediatamente, podría esperar más.

M  D  L   Y

J ss ca  B    V   a

Fred se extrañó ante la mezcla de letras que no conseguía averiguar su significado. Pero lo que  si pudo saber era el nombre del periódico; Manderley.

Aquella revista con el que su mujer, agobiada y estresada luchaba día y noche para poder superar y no dejar su empresa hundida.

Fred hizo la revista una bola de papel y se dirigió a tirarlo a la papelera más cercana. Acomodó su paraguas en su hombro, para dirigirse hacia el pequeño puestecito que había cerca suya. Se abrió aún más con su abrigo debido al frío que recorría las calles del mundo magico ese frío día de invierno.

—Disculpe señor, ¿podría darme la edición de la revista Manderley? Si es tan amable

Pidió educadamente observando como el anciano le sonreía de una amable manera y se dirigía tras el, para a los segundos volver con una nueva edición de aquella revista.

—Aquí tiene, joven

Le extendió el folleto. Fred sabía perfectamente que su mujer lo mataría, pero algo había dentro de él que le obligaba comprarlo,  no sabia bien el que, un sentimiento extraño.

Tras extenderle al anciano el precio indicado, se retiró para proseguir su camino mientras sus ojos vagaban entre las lagrimas intentando no marearse.

Le resultó imposible al leer aquella noticia que ocupaba la página principal.

MANDERLEY

Jessica Banes, viva

El título y subtítulo eran acompañados por una foto en plano de su antigua novia.

El mundo de Fred se volcó sobre él. Paró en seco, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo.

Todos los males de su pasado golpearon contra su mente. Tuvo que apoyar su cabeza y espalda en una pared de ladrillos que tenía a su lado. El agarre que tenia en su paraguas calló, sin importarle mojarse u resfriarse por la fría lluvia.

Comenzaron las gotas a caer con más fuerza, no había nadie que cruzara por aquellas calles. Fred temblaba de frío, pero aún así seguía estático en su lugar. Su cabeza dolía y sus ojos querían cerrarse.

Abrió la revista para poder leer el cuerpo de esta. No podía ser cierto aquello que leyó.

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Jessica Banes, la mujer a la que todos daron por muerta al ser presuntamente asesinada por Kailei Lombrad (cumpliendo pena en Azkaban actualmente) tras maldiciones imperdonables.

A todos nos hicieron creer que su destino era en el cielo u infierno, dependiendo de la vida que profesase la mujer.

La única heredera de la gran fortuna Banes ha estado ocultada todos estos años.

¿Dónde?

Sin duda, nadie lo esperaría; Jessica fue respaldada por el sanador del mundo mágico Cedric Diggory, aún más conocido por participar en el torneo de los 3 magos, cuando Voldemort hizo su regreso durante su estadía en Hogwarts.

Nos hacen ver que su relación de todos estos años no ha sido únicamente amistosa. Los sentimientos han tenido que colarse de una manera u otra. Somos conocedores sobre que los hijos que Diggory siempre afirmó que tenían una madre fallecida en el parto, fruto de algún encuentro puntual es nada más que la Banes.

Han creado una familia, un amor, mientras todos nosotros hemos creído los hechos sobre su muerte.

¿Qué pasara ahora que se conoce sobre su verdadero estado? ¿levantarán el matrimonio Lupin-Weasley un nuevo juicio por todo lo que la Banes le hizo a unos de los jefes de Sortilegios Weasleys?

Sin duda, estaremos atentos a cualquier movimiento.

____________

Fred dobló el papel mojado y lo introdujo en su bolsillo, para abrigarse lo que podía con el húmedo abrigo y dirigirse a su casa. Su labio inferior temblaba y estaba empapado en esos momentos. El trabajo en esos momentos no le importaba, estaba seguro que su hermano podría hacerse cargo.

Se encaminó a paso rápido hacia su hogar. Sentía la mirada de varias personas clavadas en la nuca, tal vez lo reconocieran por la noticia.

Cuando finalmente llegó a su casa, se encontró a su esposa en el jardín. Casualmente ella estaba de la misma manera que el. Sentada en uno de los escalones, totalmente empapada, su cuerpo temblaba debido al frío pero no parecía molestarse por ello. Lagrimas recorrian sus mejillas y sus ojos estaban rojos e hinchados. El corazón de Fred se estrujó al ver tal imagen.

A paso lento se acerco, el también estático y paralizado. Vio como en las manos de su mujer se encontraba arrugada la revista de papel. Tenia su vista gacha, mordiendo su labio inferior mientras temblaba.

—Lizzie..

Llamó Fred en un sollozo, su cuerpo se sentia igual que el de ella. Un mal sentimiento le recorría cada parte, con miedo a que pasara lo mismo de la otra vez y lo hiciesen separarse bruscamente e injustamente del amor de su vida.

Elizabeth levantó la mirada al escuchar la ronca pero aterciopelada voz de su marido. Al verlo, corrió hacia sus brazos para sollozar junto a el bajo la lluvia.

Ambos destrozados, siendo cómplices del día gris que sucedía. Sus cuerpos tenían miedo de ser separados de nuevo, sus mentes de olvidarse de cada detalle del otro, sus manos del tacto del contrario. De sus ojos brotaban lágrimas, era lo mínimo de comunicación que tuvieron en esos segundos. Elizabeth se separó del hueco del hombro de Fred, para agarrar su cara entre sus manos para buscar ayuda en sus orbes avellana, cuales chocaron con los chocolates. Sumergidos en una pena intensa se miraron y unieron sus labios en un deseoso beso, demostrando todo su amor, como si fuera la ultima vez que probarían el sabor de los cálidos labios del otro.

●●●

Los miembros de la familia estaban sentados en el salón principal. Los mellizos en un sofá de dos plazas, mirándose con temor en los ojos. La mujer en un sillón, mientras veía a su novio moverse de un lado al otro de la habitación, pasando su mano por el pelo frustrado.

—Cedric, ¿podrías parar? Me estás poniendo más nerviosa de lo que ya estaba

Murmuró la Banes atrapando su labio inferior entre dientes, movía su pierna a grandes velocidades a causa de los nervios que poseía su cuerpo.

Cedric frenó en seco para mirarla  mientras se inclinaba hacia un sofá para apoyarse en el. Miró a los miembros de la su familia. Relamió sus labios, el también estaba asustado pero debia mantener la postura.

—Tenemos que buscar una solución—indicó Cedric mirando la revista que se encontraba en la mesa alrededor de ellos.

—¿Solucion? ¿Acaso la hay? Todos ya saben que mamá esta viva

Dijo Erick, mirando a su padre con el ceño fruncido sin entender hacia dónde quería llegar el Diggory mayor que el.

—Pero mamá no puede quedarse aquí—masculló Cedric entre dientes

Y es que su mayor pesadilla se había hecho realidad. Sabia que Jessica no podía permanecer a su lado mientras la verdad hubiera sido revelada, seria peligroso para ella y no se lo permitiría. Era el amor de su vida, si. Pero necesitaba verla a salvo y sin miedo. Consiente era de que no podía permanecer más tiempo encerrada entre cuatro paredes, pero también era imposible que saliera a la luz del mundo mágico. Debía haber una solución, pero esa solución no los incluía a ambos juntos.

Jessica alzó la cabeza y se levantó del sillón cruzándose de brazos.

—¿cómo que no?—cuestionó mirándolo con extrañeza.— ¡Ya todos saben que estoy viva! ¿Que más da? Podría hacer de una vez una vida normal, no quiero esconderme más ¡Joder!

Bramó la Banes, algo molesta ante la actitud de su pareja.

—Mon amour, sabes que no es por puro capricho. Yo te amo y quisiera más que nadie poder vivir una eternidad junto a ti, pero tu seguridad es lo primero.— Cedric se acercó lentamente hacia Jessica, para acariciar su mejilla. Esta desvió la mirada.

—No entiendo porque haces esto, Kailei ya está en Azkaban no me pasará nada. Además si es por Fred, iré al juzgado y pagaré la fianza por todos los daños causados

Insistió Jessica mirando hacia el otro extremo de la casa. Los mellizos se miraban entre ellos asustados, sabían que lo más cuerdo sería dejar a sus padres solos para que arreglaran las cosas, pero astutamente decidieron quedarse por si debían intervenir en la charla.

Un suspiro se escapó por los gruesos labios del Diggory. Relamió sus labios y su áspera y varonil mano siguió aportando caricias a su pareja para que se calmara y fuera más fácil debatir sobre los hechos.

—No es por eso amour. Kailei puede salir de Azkaban en cualquier momento o tan siquiera escaparse. Ella está demente y no me extrañaría que tratase de hacerlo, es demasiado lista por desgracia.—farfulló con reencor hacia la otra mujer— Creo que ambos sabemos que si se escapa tu corres un gran peligro cariño.

Jessica con ojos cristalizados asintió mordiendo su tembloroso labio inferior. Sus perlas irritadas miraron a los orbes del ex Hufflepuff.

—Pelearemos si es necesario, pero no me puedes separar de ti.. no puedes separarme de los niños. Yo los necesito Cedric, os necesito.— seguía insistiendo con voz tibuteante, totalmente destrozada por dentro, como si varias estacas se le hubieran clavado lenta y dolorosamente en el corazón.

Su razón de vivir era sin duda sus hijos y el sanador, no podían quitarle aquello. Si Kailei volviese ella pelearía, pelearía por su familia como cualquier otra persona lo hubiera hecho. Pero se negaba a perder al amor de su vida, a quien la había enseñado a amar , a reconfortarse, a reencontrarse con ella misma, le había enseñado cuán bonito es el mundo si hay felicidad incluso si estaba dentro de unas cuatro paredes. Le había otorgado tanto cariño y amor.

—Jess.., sabes que lo mejor es irte lejos por un tiempo..

Insistió el Diggory con dolor profundo por dejarla ir, sus ojos también cristalizados a este paso.

Los mellizos negaron mirándose entre ellos.

—¡No! ¡Mamá no puede irse! ¡Estas demente!

Jamás creyó hablarle de manera tan fría y despectiva a su padre, pero su corazón le decía que debía hacerlo entrar en razón. Su madre no podía ser arrebatada de su lado. Erick se sintió culpable al segundo que pronunció aquellas palabras, pero en parte aliviado por tratar de hacer  algo en contra de las ideas de su padre para mantener a la Banes a salvo.

La mirada afilada de Cedric vió a su hijo. Su mandíbula se tensó.

—Erick, Valerie a vuestro cuarto

Indicó de manera fría y seria, sus hijos no habían visto a su padre de aquellos modos nunca.

Valerie se cruzó de brazos molesta ante la actitud de su padre. Jessica solo miraba a sus hijos impresionada  y aunque su rostro triste y decaído lo ocultara, estaba tan enorgullecida de sus hijos.

—Si mamá se va, yo también me voy con ella

Aseguró firme la mujer más pequeña de la casa, su hermano imitó su acto.

—Si ellas se van, yo también


¡Hola! ¡Estamos de vuelta poco a poco con Ramé!

¿Que tal? ¿Teneis alguna opinión?

Nos leemos, espero que os haya gustado y muchisimas gracias por comprender y esperar. Lxs! Amo

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