Ꮠ ࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮5 」
«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝖼𝗂𝗇𝖼𝗈»... [𝖮5]
❝𝗔𝗴𝘂𝗮 𝘀𝘂𝗰𝗶𝗮❞
«Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre...»
La oración siempre tenía un efecto purificador en el alma de Kim, como si lavara con agua cristalina todos los pecados y errores que lo alejaban de Dios. Cada palabra era un bálsamo para su conciencia atormentada, pero también un recordatorio doloroso de su propia imperfección. Sentía que, con cada error, Dios se distanciaba un poco más de él, o peor aún, que se sentía decepcionado. Tal vez por eso estaba tan abatido.
«Venga a nosotros tu Reino...»
Quizás lo que más lo entristecía era la incapacidad de arrepentirse completamente de esos errores. Pensamientos impuros se habían colado en su mente, fantasías que lo perturbaban y lo hacían cuestionar todo: su devoción, su vocación, y su amor por Dios. Se sorprendía a sí mismo imaginando los fuertes brazos y la piel bronceada de un hombre que había llegado a su vida solo para sembrar la duda en su corazón.
Jeon Jungkook. Ese nombre resonaba en su mente, cada vez más fuerte, cada vez más insistente. La llegada de Jeon a la iglesia lo había sumido en un torbellino de pensamientos y emociones que no lograba comprender del todo. Se preguntaba si su devoción a Dios era auténtica o si solo era una manera de darle sentido a su vida, una vida moldeada por las expectativas de sus padres y la obligación de seguir el camino del Señor.
«Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo...»
Porque sí, amaba a Dios y todo lo que representaba, pero entonces, ¿por qué había empezado a tener esos pensamientos promiscuos que agitaban su corazón y despertaban deseos inconfesables en su cuerpo? Durante los últimos cinco días, Kim se había despertado en plena madrugada, bañado en sudor, intentando calmarse después de sueños ardientes que lo dejaban exhausto, tanto física como mentalmente. Había llegado al punto de resignarse; esos sueños eran inevitables, y lo que más lo atormentaba era que no quería dejar de tenerlos.
«Danos hoy nuestro pan de cada día...»
No, no se sentía culpable en esos sueños donde se abandonaba completamente entre las piernas de Jeon, permitiéndole convertirlo en un caos de placer y pecado. Era una experiencia que rozaba lo sublime, aunque después se convertía en un tormento, una culpa que lo quemaba tanto como las heridas en su espalda, brazos y piernas, resultado de los azotes que se había impuesto como castigo. Sentía que debía castigarse, y lo seguiría haciendo, aunque su cuerpo se desgastara cada vez más.
La tensión en su vida diaria era palpable, especialmente con sus padres, quienes habían notado su comportamiento errático. Sin embargo, habían decidido dejar todo en manos del Señor, confiando en que la verdad saldría a la luz a su debido tiempo. Como hijos devotos de Dios, no querían intervenir directamente en lo que creían era una prueba divina para su hijo.
«Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden...»
Kim supo que algo estaba profundamente mal en él cuando, la noche anterior, en medio de uno de esos sueños, había cerrado los ojos de nuevo para prolongar esa fantasía en la que el hombre italiano lo manejaba a su antojo. Noche tras noche, día tras día, su mente estaba ocupada por ese hombre, por su cuerpo, su rostro, su voz y esas palabras que lo envolvían en un torbellino de emociones. Era algo tan espléndido como angustiante.
«No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal...»
Con las rodillas y manos ardiendo por haber estado tanto tiempo arrodillado rezando, Kim decidió levantarse y despejar su mente. Había pasado una hora entera implorando el perdón del Señor, pero el hambre y la sed empezaban a ser insoportables. Sin embargo, cuando se giró para dirigirse a su hogar, se encontró con la persona que había convertido sus últimos días en un infierno, no tanto por el sufrimiento, sino por la falta de arrepentimiento que sentía por ello.
«Amén...»
Jeon estaba allí, observándolo con una seriedad que escondía, o al menos así lo percibía Kim, un dejo de preocupación. Las ojeras profundas en el rostro del sacerdote evidenciaban la falta de sueño, y lo más extraño fue el sentimiento de vergüenza que lo invadió al darse cuenta de que Jeon lo veía en ese estado. ¿Por qué no quería que él viera su verdadero ser? Un hombre lleno de sentimientos desordenados y contradictorios, una persona plagada de complejos y oscuridad.
La presencia de Jeon lo hipnotizaba, como si todo a su alrededor se desvaneciera y solo existieran ellos dos, uno frente al otro. La diferencia de tamaño lo intimidaba, pero más que eso, era la sensación de estar completamente expuesto.
━ Buongiorno, padre Kim ━ la voz ronca de la mañana hizo que los pelos de Kim se erizaran ━. Veo que está un poco... cansado. ¿Se encuentra bien? ━ El tono de preocupación en la voz de Jeon hizo que un sonrojo cubriera sus mejillas.
¿De verdad se preocupaba por él?
Los ojos miel de Kim se llenaron de lágrimas por una razón que no lograba comprender. Por Dios, ¿por qué no podía mentirle como hacía con todos los demás? ¿En qué momento se había vuelto tan vulnerable frente a él? Jeon era prácticamente un desconocido.
━ B-Buenos días, señor Jeon. Yo me encuentro bien, ¿usted cómo sigue con su recuperación? ━ intentó responder con un tono estable, pero la inseguridad en su voz era evidente. Jeon, sin embargo, no insistió.
━ Bueno, yo diría que bien. La verdad, he estado muy relajado últimamente y me he entregado mucho a la iglesia ━ admitió Jeon con una sonrisa extraña, una que hizo que Kim se sintiera aún más confundido.
Algo en sus palabras sonaba falso, pero quizás era la falta de sueño afectando su percepción.
━ Me alegro de eso. Pronto iniciará el culto, por favor tome asiento ━ dijo Kim con una sonrisa forzada, evitando a toda costa hacer contacto visual.
No quería ser grosero, pero tampoco podía soportar estar un minuto más junto a él sin sentir el impulso de lanzarse entre sus brazos.
Jeon le devolvió una pequeña sonrisa.
Y Kim se maldijo a sí mismo por pensar que tal vez Jeon estaba leyendo sus pensamientos más oscuros y secretos.
━ Disculpa la molestia, ¿pero antes podrías brindarme un vaso con agua? ━ preguntó Jeon con una voz suave, pero cargada de una intensidad que Kim no pudo ignorar.
Durante un breve instante, sus miradas se cruzaron, y en los ojos de Jeon, Kim creyó ver un brillo feroz, casi depredador. Era una mirada que lo hacía sentir vulnerable, como si estuviera ante un cazador acechando a su presa.
Sin decir una palabra, con las mejillas teñidas de rojo, Kim asintió. Sus labios parecían haberse sellado, incapaces de emitir sonido alguno.
Una vez más, su maldito problema de no saber ocultar sus emociones lo traicionaba.
Se giró rápidamente, dirigiéndose hacia la cocina de la casa parroquial en busca del vaso de agua. Sin embargo, el sonido de pasos detrás de él lo hizo detenerse por un segundo. ¿Acaso Jeon lo estaba siguiendo? La idea de estar a solas en la cocina con él hizo que su corazón comenzara a latir con fuerza desbocada. Pero, pese a la urgencia de sus pensamientos, no pudo reunir la valentía para girarse y pedirle que esperara afuera.
Su cuerpo y su boca parecían estar desconectados de su mente, incapaces de obedecer lo que en ese momento le parecía la decisión más sensata.
Finalmente, entraron en la cocina, dejando atrás la serenidad del templo. La atmósfera se tornó densa, cargada de una tensión que Kim no podía explicar. Una sensación de calor incómodo comenzó a recorrer su espalda baja, cada vez más intensa a medida que sentía a Jeon acercarse.
Kim se apresuró a abrir el refrigerador, tratando de centrarse en la tarea de servir el agua, pero el silencio en la habitación solo acentuaba el sonido de su respiración agitada. Cada gota que caía en el vaso parecía marcar el ritmo de su corazón, que latía con una fuerza casi dolorosa. Sus manos temblaban, y el miedo a derramar el agua lo paralizaba, aumentando su nerviosismo.
Entonces, Jeon, al darse cuenta de su temblor, se acercó más, extendiendo su mano para sostener la jarra junto con él. El contacto entre sus manos hizo que un calor abrasador recorriera todo el cuerpo de Kim, concentrándose en su pelvis. La proximidad entre ellos era sofocante, y de pronto sintió una urgencia desesperada de vomitar o de salir corriendo; cualquier cosa que lo alejara de esa situación que lo estaba consumiendo.
━ ¿Por qué estás tan nervioso, agnello? ━ murmuró Jeon en su oído, usando aquel apodo italiano que sonaba tan suave y peligroso al mismo tiempo.
La voz ronca y cercana hizo que las orejas de Kim se encendieran en un rojo intenso, mientras el calor en su vientre crecía de manera insoportable.
━ A-Alejese de mí... ━ su voz salió débil, casi como una súplica. Kim sentía que sus fuerzas lo abandonaban, incapaz de sostenerse por mucho más tiempo.
━ Me pides eso y te estás restregando contra mí, cagna ━ replicó Jeon con una frialdad que lo dejó helado.
Kim no había notado hasta ese momento que, en algún punto, su cuerpo había comenzado a moverse instintivamente, presionándose contra el cuerpo de Jeon, rozando sus glúteos contra su bulto cada vez más palpable.
El horror lo invadió cuando se dio cuenta de que su propio cuerpo había reaccionado con una erección evidente, una señal clara de que, en ese momento, Dios estaba lejos de sus pensamientos. No había espacio para el arrepentimiento ni para la culpa, solo para el deseo que lo consumía sin piedad.
El vaivén de las caderas de Jeon se sincronizó con los besos húmedos que empezó a depositar en su cuello. La sensación de su lengua deslizando por sus clavículas, junto con la presión creciente de su erección contra el trasero de Kim, lo llevó al borde de la desesperación. Nunca antes había experimentado algo tan embriagador, tan prohibido, pero justo cuando su cuerpo estaba a punto de alcanzar el clímax de aquel placer prohibido, la realidad lo golpeó de nuevo.
Parpadeó, y el calor que lo envolvía se desvaneció. Jeon no lo estaba tocando; de hecho, estaba de pie a unos pasos de distancia, observándolo con una expresión que podía ser interpretada como burla o simple diversión. Kim estaba solo, temblando y confundido, intentando comprender si todo lo que había sentido era real o producto de su imaginación desbordada.
━ ¿Se encuentra bien, padre? ━ preguntó Jeon, su voz suave pero cargada de una intención que Kim no lograba descifrar.
«Padre… Sacerdote…»
Las palabras resonaron en su mente, llenándolo de una culpa que casi lo ahogaba. ¿Cómo había permitido que su mente lo traicionara de esa manera, haciéndolo imaginar algo tan... pecaminoso?
El sudor comenzó a correr por su frente, bajando hasta empapar su túnica. Se sentía sucio, manchado por una lujuria que no podía controlar.
━ Veo que no lo estás completamente, ¿entonces qué ha pasado, agnello? ━ repitió Jeon, usando de nuevo aquel apodo que ahora sonaba más como un recordatorio de su vulnerabilidad.
Kim, aturdido, bajó la mirada y se dio cuenta de que su erección era completamente visible a través de la túnica, una vergüenza palpable que lo hizo desear desaparecer en ese mismo instante.
Una vergüenza insuperable.
٩(◕‿◕。)۶
Ya uno ni sabe qué es real o no 💀
Creen que Jeon de verdad esté mejorando en su recuperación? 👻
Gracias por leer ❤️
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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09
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