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Ꮠ ࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 26 」

«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗏𝖾𝗂𝗇𝗍𝗂𝗌𝖾́𝗂𝗌»... [26]

❝𝗨𝗻 𝗦𝗮𝗰𝗲𝗿𝗱𝗼𝘁𝗲❞

La capilla estaba en silencio, el sonido de la lluvia golpeando suavemente contra las ventanas creando una atmósfera solemne, casi sagrada. La ceremonia de graduación había comenzado sin incidentes, cada paso cuidadosamente coreografiado, los cánticos religiosos llenando el espacio con un aire de reverencia. Kim, vestido con la túnica ceremonial blanca, estaba sentado en la primera fila, rodeado de sus compañeros que compartían la misma emoción y nerviosismo. Pero en su interior, todo era un caos.

Cada palabra que resonaba en la capilla, cada bendición pronunciada por el sacerdote principal, le parecía un eco vacío, carente de significado para él. La túnica, que alguna vez había soñado con portar con orgullo, ahora se sentía como una pesada carga sobre sus hombros, sofocante. Sus pensamientos se arremolinaban en su mente, reviviendo las noches anteriores, el toque de Jeon, el calor de sus labios, la crudeza de la verdad que había estado evitando por tanto tiempo.

Cuando finalmente llegó el momento, cuando su nombre fue llamado con esa entonación solemne que se esperaba en un evento tan trascendental, Kim sintió que el tiempo se detenía. Todos los ojos se posaron en él, una expectante congregación de familiares, amigos y figuras religiosas, todos esperando que diera ese último paso hacia su destino. Pero Kim no se movió. Su cuerpo parecía haber sido atrapado en un estado de parálisis, su mente gritando en todas direcciones, incapaz de aceptar lo que estaba a punto de hacer.

━ Kim ━ lo llamó nuevamente el sacerdote, su voz firme pero gentil, una invitación a unirse al camino que había estado siguiendo durante años.

Kim finalmente se levantó, sus piernas temblando mientras daba un paso hacia el altar. Cada fibra de su ser gritaba que continuara, que hiciera lo que se esperaba de él, pero algo más, algo más profundo y visceral, lo detenía. Su mirada se deslizó sobre las caras conocidas en la audiencia, buscando algo, cualquier cosa, que pudiera darle fuerzas para seguir adelante. Pero todo lo que encontró fueron expectativas. Expectativas que no podía cumplir.

Su respiración se hizo entrecortada, sus manos temblaban mientras agarraba los pliegues de su túnica. La visión de su futuro se volvía más y más borrosa con cada paso que daba, hasta que ya no pudo ignorar la verdad que lo desgarraba por dentro. No podía ser sacerdote. No podía seguir con esa farsa, no cuando su corazón estaba en otro lugar, con otra persona.

━ Lo siento... ━ murmuró, casi inaudible, mientras se detenía en seco, justo antes de llegar al altar.

El sacerdote lo miró con preocupación, dando un paso hacia él, pero antes de que pudiera decir algo, Kim dio media vuelta y comenzó a caminar rápidamente hacia la salida. Cada paso resonaba como un tambor en sus oídos, un latido apresurado que acompasaba el frenesí de su mente. No pudo soportarlo más. Antes de que nadie pudiera detenerlo, rompió en una carrera desesperada, sus pies apenas tocando el suelo mientras corría hacia el vestidor. Su túnica ondeaba a su alrededor, una manta blanca que contrastaba violentamente con el oscuro tumulto de su mente.

Al llegar, se apoyó contra la pared, respirando con dificultad. Las lágrimas que había estado conteniendo comenzaron a caer, dejando surcos en sus mejillas. Sabía que había causado una conmoción, que su decisión no sería comprendida ni aceptada, pero el peso de lo que había hecho aún no se había asentado completamente en su conciencia.

La puerta del vestidor se abrió con un estruendo, y sus padres entraron apresuradamente, sus rostros contorsionados por la confusión y la ira. Su madre fue la primera en hablar, su voz temblando de emoción.

━ ¿Qué has hecho, Kim? ¿Qué demonios te ha pasado? ━ gritó, sus ojos llenos de lágrimas que no sabía si eran de dolor o de rabia.

Su padre, siempre más contenido, cruzó los brazos y lo miró con una severidad que lo hizo encogerse. ━ Kim, ¿por qué? ¿Después de todo lo que has trabajado? ¿Después de todo lo que hemos sacrificado por ti? ━ su voz era baja pero cargada de decepción.

Kim no pudo sostenerles la mirada. Sentía el peso de sus expectativas aplastándolo, y las palabras se le atoraban en la garganta. Quería explicar, quería que entendieran, pero ¿cómo podía hacerles entender algo que él mismo apenas comprendía? Su corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de su pecho, y más lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.

━ Yo... ━ intentó hablar, pero la voz se le quebró ━ No puedo... Esto no es lo que quiero...

Sus padres intercambiaron miradas, y su madre dio un paso hacia él, su expresión una mezcla de angustia y confusión.

━ ¿Qué quieres decir con que no es lo que quieres? Has pasado años preparándote para esto. ¡Es tu vocación, tu destino! ━ su voz era casi una súplica.

━ Lo sé, lo sé... ━ Kim se cubrió el rostro con las manos, tratando de calmarse, pero la presión solo aumentaba ━ Pero no puedo. No puedo seguir así, engañándome, engañándolos a todos ━ su voz se elevó en un sollozo desesperado.

Su padre lo miró fijamente, con una expresión que Kim no pudo interpretar del todo. ━ Entonces, ¿qué es lo que quieres, Kim? ━ su tono era frío, duro.

Kim se quedó en silencio, las palabras atrapadas en su garganta, incapaz de salir. Todo lo que sabía era que no podía continuar con esa vida, que debía encontrar su propio camino, aunque no supiera cuál era exactamente.

━ No lo sé ━ murmuró finalmente, su voz rota ━. Pero esto... no es lo que quiero. Lo siento... ━ las palabras eran apenas un susurro, pero su sinceridad era innegable.

Antes de que pudieran decir algo más, antes de que las recriminaciones y las preguntas lo aplastaran por completo, Kim se giró y corrió hacia la puerta. Las voces de sus padres lo siguieron, pero él no se detuvo. Salió del vestidor, sus pies llevándolo por los pasillos del edificio como si estuviera huyendo de un incendio.

La lluvia lo recibió con fuerza al salir al exterior, empapándolo al instante. Pero no le importó. Necesitaba escapar, necesitaba alejarse de todo aquello que lo ataba a un futuro que no quería. El camino hacia la cabaña de Jeon se extendía frente a él, un destino incierto pero ineludible. Con cada paso, sentía el agua fría mezclarse con sus lágrimas, y la furia de la tormenta reflejaba el torbellino en su corazón. Correr hacia Jeon era la única certeza que tenía en ese momento, la única verdad que podía enfrentar.

Kim cruzó la puerta de la cabaña, empapado y jadeante, su corazón latiendo desbocado por la carrera y la anticipación. La escena que encontró al entrar fue como una visión sacada de sus más oscuros deseos y miedos. Jeon estaba sentado en una silla en el centro de la habitación, con un traje negro que contrastaba con la penumbra del lugar, emanando una autoridad y magnetismo que lo hacía parecer un rey en su trono.

Kim no pudo evitar detenerse por un momento, sus ojos recorriendo la figura de Jeon, intentando comprender la mezcla de emociones que lo inundaba. El silencio en la cabaña era pesado, denso, cargado de una tensión que no necesitaba palabras para hacerse sentir. Jeon lo observaba con una calma inquietante, sus ojos fijos en los de Kim, como si pudiera ver directamente en su alma.

Finalmente, fue Jeon quien rompió el silencio, su voz baja y profunda resonando en la pequeña cabaña. ━ Sabía que vendrías ━ dijo con una seguridad que hizo que el corazón de Kim diera un vuelco ━, sabía que no podías abandonarme, porque estamos destinados a estar juntos.

Kim no respondió, incapaz de encontrar palabras que pudieran expresar el torbellino de sentimientos dentro de él. Simplemente se quedó allí, inmóvil, sintiendo cómo cada fibra de su ser se tensaba bajo la mirada intensa de Jeon. Había una fuerza en esa mirada que lo desarmaba, lo dejaba sin defensas, expuesto y vulnerable.

Jeon se levantó lentamente de la silla, caminando hacia Kim con una gracia depredadora. ━ Arrodíllate ━ ordenó, su voz suave pero imperiosa ━. Y desnúdate.

Sin pensar, sin cuestionar, Kim obedeció. Cada movimiento se sentía automático, como si su cuerpo ya no le perteneciera, como si fuera otra persona. Sus manos temblorosas comenzaron a desabotonar la túnica, dejándola caer al suelo, hasta quedar completamente desnudo ante Jeon. La piel de Kim se erizó por el frío y la vulnerabilidad, pero había algo en la forma en que Jeon lo miraba que lo mantenía anclado en su lugar.

Jeon se acercó más, su presencia envolviendo a Kim, dominando el espacio. ━ Sabes que esto es lo que quieres ━ murmuró, su voz ronca y cargada de deseo ━. Sabes que me perteneces.

Kim asintió, incapaz de hablar, incapaz de pensar en nada más que en el hombre frente a él. Cada palabra de Jeon lo hundía más en una especie de trance, una sumisión voluntaria que lo liberaba de sus dudas y miedos.

Jeon se inclinó, sus labios encontrando los de Kim en un beso profundo y demandante. Era un beso que lo consumía, lo devoraba, encendiendo un fuego en su interior que amenazaba con consumirlo por completo. Kim respondió con la misma intensidad, sus manos encontrando el camino a los hombros de Jeon, aferrándose a él como si fuera su única ancla en un mar tormentoso.

Los labios de Jeon se movieron por el rostro de Kim, dejando un rastro de calor y deseo. Sus besos se volvieron más urgentes, más posesivos, recorriendo cada rincón de su piel, marcándolo con una pasión que ardía como la llama del mismísimo infierno. Cada beso, cada caricia, se sentía como una marca del diablo, un sello que decía que Kim le pertenecía.

Jeon continuó su exploración, sus labios y manos recorriendo el cuerpo de Kim con una devoción que lo hacía sentir venerado y deseado. ━ Eres mío ━ murmuró contra su piel, su voz vibrando con una autoridad incuestionable ━. Solo mío.

Kim se arqueó bajo el toque de Jeon, su cuerpo respondiendo instintivamente a cada caricia, a cada beso. No había espacio para el arrepentimiento, no había lugar para la duda. En ese momento, solo existía el deseo, la necesidad de ser consumido por la pasión de Jeon. Sus manos encontraron el cabello de Jeon, tirando de él ligeramente, guiándolo hacia donde su cuerpo más lo necesitaba.

━ Por favor ━ susurró, su voz apenas audible, cargada de desesperación ━, no te detengas.

Jeon sonrió contra su piel, complacido por la súplica de Kim. ━ Nunca ━ prometió, sus labios y manos trabajando en perfecta armonía para llevar a Kim al borde de la locura.

Los minutos se desvanecieron en un torbellino de placer y deseo. Kim se sentía como si estuviera siendo arrastrado por una corriente poderosa, incapaz de resistirse, incapaz de querer hacerlo. Cada beso, cada toque, lo acercaba más al abismo, y él se lanzó de cabeza, sin mirar atrás.

Cuando finalmente se separaron, ambos estaban respirando con dificultad, sus cuerpos temblando por la intensidad del momento. Jeon lo miró a los ojos, una chispa de satisfacción en su mirada. ━ Feliz graduación ━ dijo, su voz suave pero cargada de significado ━. Este es tu verdadero regalo.

Kim, aún jadeante, asintió lentamente. Sabía que lo que había sucedido esa noche lo cambiaría para siempre. Sabía que no podía seguir negando lo que sentía, ni quién era realmente. Y aunque estaba nervioso, aunque estaba asustado, en el fondo sabía que había tomado la decisión correcta.

Se vistió lentamente, sus manos temblando ligeramente mientras se abotonaba la camisa. Jeon lo observó en silencio, una sonrisa satisfecha jugando en sus labios. Kim no dijo nada más, simplemente se dio la vuelta, dispuesto a salir de la cabaña, pero de repente su mente aún dando vueltas por todo lo que había sucedido, se oscureció.

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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09

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