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Ꮠ ࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 11 」

«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗈𝗇𝖼𝖾»... [11]

❝𝗘𝘅𝘁𝗿𝗮𝗻̃𝗮𝗿 𝗮𝗹 𝗱𝗲𝗺𝗼𝗻𝗶𝗼❞

La noche cayó pesada sobre la iglesia, cubriendo todo con una quietud inquietante. Kim, después de sus oraciones y meditaciones, se retiró a su pequeña habitación. Cerró la puerta con un suspiro y se dejó caer sobre la cama, su mente aún llena de las imágenes del día: el niño herido, la furia de Jeon, y las palabras enigmáticas de la vidente ciega. Se preguntaba cómo todas esas piezas encajaban en el gran rompecabezas que se había convertido su vida desde que Jeon había aparecido.

El cansancio físico no tardó en ceder al peso emocional que lo embargaba. Pronto, sus ojos se cerraron y cayó en un sueño inquieto, sus pensamientos aún girando en torno a Jeon y el misterio que lo rodeaba.

El sueño se formó lentamente, con la bruma de la inconsciencia aclarando poco a poco. Kim se encontró en un lugar oscuro y frío, una iglesia antigua y en ruinas que se alzaba como una sombra del lugar donde vivía y trabajaba. Las paredes estaban cubiertas de moho y las ventanas, rotas, dejaban entrar ráfagas de viento helado.

Caminó por el pasillo central, sus pasos resonando en el silencio opresivo. A lo lejos, al pie del altar, vio una figura arrodillada. Su corazón dio un vuelco cuando reconoció a Jeon, pero algo andaba terriblemente mal. Jeon estaba ensangrentado, sus ropas empapadas de un rojo oscuro que se extendía por el suelo de piedra.

━ Jeon... ━ la voz de Kim salió como un susurro angustiado, y comenzó a correr hacia él ━ Jeon, ¿qué te ha pasado?

Jeon levantó la cabeza lentamente, su rostro pálido y dolorido. Sus ojos se encontraron con los de Kim, llenos de una desesperación que Kim nunca había visto antes. ━ Kim... no puedo... seguir así... ━ dijo Jeon, su voz quebrada.

Kim cayó de rodillas junto a él, sus manos temblorosas intentando detener el flujo de sangre. ━ No, Jeon, no digas eso. No puedes dejarme. No ahora, no después de todo...

Jeon lo miró con una tristeza infinita. ━ Lo siento, Kim. Pero mi destino ya está sellado. No hay redención para mí.

━ ¡No! ━ gritó Kim, su voz resonando en la vasta oscuridad. ━ ¡No te vayas! Te necesito. No puedo hacer esto sin ti.

Las manos de Jeon, frías y ensangrentadas, se posaron sobre las de Kim. ━ Siempre estaré contigo, Kim. En esta vida y en la próxima. Pero tienes que dejarme ir.

Kim sintió que su corazón se rompía en mil pedazos. Lágrimas calientes corrían por sus mejillas mientras abrazaba a Jeon con fuerza. ━ No puedo... no puedo dejarte ir, Jeon...

Pero el cuerpo de Jeon comenzó a desvanecerse entre sus brazos, como humo disolviéndose en el aire. Kim gritó, un sonido desgarrador que parecía salir de lo más profundo de su ser. ━ ¡Jeon! ¡Jeon!

De repente, Kim se despertó sobresaltado, su respiración agitada y su corazón latiendo desbocado. Se encontró en su habitación, envuelto en sudor frío, con las palabras de su sueño resonando en sus oídos. Se sentó en la cama, llevándose las manos al rostro, intentando calmarse.

El sueño había sido tan vívido, tan real, que le costaba trabajo distinguir la realidad de la fantasía. Sentía una urgencia abrumadora, una necesidad de hacer algo, cualquier cosa, para asegurar que Jeon estuviera bien.

Se deslizó de la cama y se arrodilló en el suelo, sus manos juntas en oración. ━ Dios todopoderoso ━ susurró, su voz temblando ━, protege a Jeon. Cuida de él donde quiera que esté. Ayúdame a entender, a encontrar el camino correcto. No permitas que el miedo y la desesperación me consuman.

Las palabras fluían de él en una corriente de súplica, una mezcla de fe y desesperación. Rogó por la seguridad de Jeon, por su propia fortaleza para enfrentar lo que viniera, y por la claridad para comprender los misterios que parecían envolver su vida. El rostro de Jeon, ensangrentado y triste, seguía apareciendo ante sus ojos cerrados.

Cuando finalmente se levantó, sus piernas estaban entumecidas y su cuerpo exhausto, pero su mente se sentía un poco más clara. Sabía que tenía que hablar con Jeon, asegurarse de que estaba bien y tratar de comprender lo que realmente estaba sucediendo.

Dos días transcurrieron con la misma sensación de inquietud y desasosiego que había acompañado a Kim desde el incidente con Jeon. Cada tarea diaria en la iglesia, desde la limpieza del altar hasta la preparación para los servicios, estaba teñida de una sombra de preocupación. Kim se esforzaba por mantener su concentración en sus deberes, pero su mente volvía una y otra vez a la ausencia de Jeon y al caos emocional que su presencia había desencadenado.

El tercer día al caer la tarde, mientras Kim se preparaba para cerrar la iglesia, la luz del crepúsculo filtrándose a través de las vitrinas multicolores, oyó el crujido de la puerta principal. Se giró con un sobresalto, y allí, en el umbral, estaba Jeon. El aire se volvió más denso, como si la presencia de Jeon hubiera absorbido toda la calma que Kim había intentado reunir.

Jeon avanzó lentamente por el pasillo, sus pasos resonando en el eco de la gran nave. Kim sintió una oleada de emociones encontradas: alivio al ver que Jeon estaba bien, ansiedad por la conversación que sabía debía tener lugar, y una profunda confusión que no lograba apartar.

━ Jeon ━ susurró Kim, su voz casi inaudible en el vasto espacio de la iglesia ━. Has vuelto...

¿Por qué no podía disimular su preocupación?

Jeon se detuvo a unos pasos de distancia, su expresión indescifrable. ━ He estado un poco ocupado, pero vengo a buscar de Dios.

Mentía.

Kim tragó saliva, su mente luchando por encontrar palabras adecuadas. ━ Yo... estaba un poco preocupado, tuve un sueño extraño.

El silencio que siguió fue cargado de tensión. Jeon miró alrededor, observando los detalles del lugar con una calma aparente que Kim sabía ocultaba algo más profundo. ━ Este lugar ━ dijo Jeon finalmente ━, siempre me ha parecido un refugio, pero también una prisión. ¿Tú no lo sientes así?

La pregunta quedó flotando en el aire, sin respuesta. Kim apartó la mirada, sintiendo el peso de sus propios pensamientos y dudas. La iglesia, que siempre había sido su refugio, ahora se sentía como un lugar de conflicto interno.

━ Jeon, no... ━ Kim comenzó, pero las palabras se le atoraron en la garganta. No sabía cómo expresar la tormenta de emociones que lo consumía. Las enseñanzas de la iglesia, sus propios votos, y los sentimientos que no lograba entender se entrelazaban en un nudo imposible de desatar.

Antes de que pudiera continuar, Jeon dio un paso adelante, reduciendo la distancia entre ellos. La cercanía de Jeon hizo que el corazón de Kim se acelerara, su mente nublada por una mezcla de miedo y algo más profundo que no quería admitir.

━ Kim ━ dijo Jeon suavemente ━, tengo que decirte algo. Algo importante.

Pero antes de que Jeon pudiera continuar, algo dentro de Kim se rompió. Sin pensar, sin razonar, cruzó la pequeña distancia que los separaba y lo abrazó con fuerza. Fue un acto instintivo, impulsivo, nacido del miedo y la desesperación. Sentir el calor y la solidez del cuerpo de Jeon contra el suyo, aunque solo fuera por un momento, le dio una sensación de ancla en medio del torbellino emocional.

Jeon se quedó inmóvil, sorprendido por el abrazo, pero no tardó en corresponder, envolviendo a Kim con sus brazos. Las manos tatuadas en su cintura le avisaban que estaba junto a él. El mundo pareció detenerse, y durante un breve instante, todo pareció encajar.

Pero la realidad volvió a golpear a Kim como una bofetada. Se separó abruptamente, el rostro encendido de vergüenza y arrepentimiento. ━ Lo siento ━ murmuró, dando un paso atrás ━, no debería... esto no está bien.

¿Por qué había pecado tan fácil? ¿Era porque Jeon estaba junto a él?

Jeon lo miró con una mezcla de frustración y seriedad. ━ Kim, no tienes que disculparte. Entiendo más de lo que crees.

━ Esto no es correcto ━ insistió Kim, su voz temblando ━. Yo... no puedo...

Antes de que pudiera continuar, Jeon levantó una mano, silenciándolo. ━ No tienes que decir nada más, Kim. Lo entiendo. Pero hay cosas que no puedes ignorar para siempre.

Kim sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, su visión nublada por la confusión y la culpa. ━ Jeon, por favor, vete. Necesito... necesito tiempo para pensar.

Jeon asintió lentamente, su expresión suave pero decidida. ━ Tomaré tu palabra, Kim. Pero recuerda, no puedes huir de lo que sientes para siempre.

Con esas palabras, Jeon se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta. Kim lo observó alejarse, una parte de él deseando llamarlo de vuelta, pero sabiendo que no podía. La puerta se cerró con un suave clic, dejando a Kim solo en la penumbra de la iglesia, con su mente y corazón en un caos aún mayor que antes.

Kim se dejó caer de rodillas, sus manos juntas en una oración desesperada. ━ Dios, dame la fuerza para entender esto. Para encontrar la paz en medio de esta tormenta. No permitas que me pierda en mis propios sentimientos. Ayúdame a encontrar el camino correcto.

El eco de sus propias palabras resonó en la iglesia vacía, un recordatorio de la batalla interna que tendría que enfrentar. Mientras las sombras se alargaban y la noche se cerraba sobre él, Kim supo que el camino por delante sería arduo y lleno de desafíos, pero también lleno de la posibilidad de encontrar la verdad y la paz que tanto anhelaba.

Él no podía renunciar a Dios.

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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09

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