3 años después

La vida había tomado un giro más estable. Everly Springs, que antes era un símbolo de misterio y maravilla, ahora era nuestro hogar.

Cada día, Gil y yo descubríamos nuevos rincones, cada uno más fascinante que el anterior. Pero lo más especial era la forma en que nos habíamos adaptado a nuestra nueva vida juntos, yo en la universidad y él en ese extraño pueblo, esperando mi regreso, haciendo de este mundo extraño nuestro reino personal.

Una tarde, mientras paseábamos por un jardín de corales, celebrando mi regreso al pueblo, Gil se detuvo y me miró con esos ojos que siempre lograban derretir mi corazón.

—Hoy es el día —dijo, con una sonrisa traviesa.

Antes de que pudiera preguntar qué quería decir, se arrodilló ante mí, sosteniendo una pequeña caja en sus manos.

—¿Te acuerdas cuando te dije que un día serías mi princesa? —preguntó, abriendo la caja para revelar un anillo delicadamente elaborado con unas joyas elegantes y, a simple vista, caras—. Ese día ha llegado. ¿Quieres casarte conmigo?

Las lágrimas de felicidad llenaron mis ojos mientras asentía.

—Sí, Gil, nada me haría más feliz.

Con una risa llena de alegría, Gil se puso de pie y me abrazó con fuerza, levantándome en brazos. Y así, en nuestro mundo mágico, prometimos amarnos y cuidarnos por el resto de nuestras vidas. El reino acuático se convirtió en nuestro reino, y nosotros, en sus eternos soberanos.

Porque el amor es un sentimiento
extraño y doloroso que, tal vez, solo las almas fuertes pueden resistir.

FIN